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Discusiones Filosóficas

Print version ISSN 0124-6127

discus.filos vol.14 no.22 Manizales Jan./June 2013

 

"Llueve"
Una polémica en torno a los constituyentes
inarticulados

"It rains" a controversy on the unarticulated constituents

Ángela Rocío Bejarano Chaves*
Universidad de Salamanca, España
Universidad El Bosque, Colombia. AngelaBejarano@usal.es

* Candidata a doctora en Lógica y Filosofía de la Ciencia, Universidad de Salamanca, España. Magíster en Lógica y Filosofía de la Ciencia, Universidad de Salamanca. Profesora de lógica y argumentación de la Universidad El Bosque, Colombia. Grupos de investigación: Summa Causa y ANALIMA, Universidad El Bosque; y De Interpretatione. Filosofía y Ciencia de la Interpretación, Universidad Javeriana.

Recibido el 18 de enero de 2013 y aprobado el 22 de marzo de 2013


Resumen

La pregunta por lo que dice literalmente una proferencia ha suscitado dos respuestas distintas: por una parte, una que apela a elementos derivados del contexto para determinar aquello que se ha dicho. Por otra parte, una que admite sólo la inclusión de elementos ligados a ítems lingüísticos. La primera es mantenida por Recanati, Bach y Perry. La segunda es sostenida por Stanley, Szabó & Cappelen y Lepore. En este trabajo consideraremos los aportes de Recanati y Stanley, que, en medio de la polémica generada por la diferencia de sus posiciones han mantenido un arduo debate y han planteado distintos ejemplos que sirven para apoyar su propuesta y refutar la contraria. Uno de estos es el planteado por Recanati con el caso de "llueve", ejemplo que busca refutar críticamente las posturas de su opositor. En este artículo, examinaremos si, en efecto, el ejemplo logra refutar la propuesta de Stanley.

Palabras clave

Constituyentes inarticulados, forma lógica, Recanati, Stanley.

Abstract

The question about what an utterance literally says has raised two different answers: first, a response that appeals to context-derived elements to determine what has been said. On the other hand, a response that supports only the inclusion of elements linked to linguistic items. The first view is held by Recanati, Bach and Perry. The second one is held by Stanley, Szabó & Cappelen and Lepore. In this paper we will consider the contributions of Recanati and Stanley, who have held a heated debate where various examples which serve to support their proposals and refute the contrary views. One such example is raised by Recanati on the case of "it rains". In this paper we will analyze if that example actually refutes Stanley's position.

Key words

Unarticulated constituents, logical form, Recanati, Stanley.


Para empezar, explicaremos el caso brevemente. Luego expondremos la posición de Recanati con respecto al caso, mostrando los argumentos que hacen a dicho filósofo optar por su propuesta. Posteriormente, veremos cómo Recanati usa su propuesta para contraargumentar la posición de Stanley. Por último, presentaremos algunos comentarios críticos.

"Llueve", el caso

Con el objetivo de introducir la propuesta de Recanati, hemos construido el siguiente caso: Juan profiere la oración "llueve". María, que lo escucha, mira por la ventana, nota que están cayendo gotas de lluvia y asiente. Ante nuestro caso, podemos pensar algunas cuestiones:

(i) Parece que la pregunta por las condiciones de verdad de la proposición expresada por medio de "llueve" hubiera llevado a María a fijarse en el contexto de proferencia, haciendo que ella asintiera, afirmara la verdad de lo dicho, una vez hubiera visto que, en efecto, en el lugar en el que se encontraba con Juan estaba lloviendo.

(ii) Aunque en la estructura superficial o gramatical de "llueve" no aparezca alguna expresión que nos indique que debe atenderse al lugar en el que se ha proferido la oración, parece que las condiciones de verdad sí requirieran el contexto de uso, el lugar de proferencia.

A primera vista tenemos la impresión de que aquello que se dice por medio del enunciado "llueve" debe entenderse a la luz de unas consideraciones contextuales, de un lugar que sirve de escenario para dicha lluvia. En otras palabras, el ejemplo sugiere que cuando alguien dice "llueve" está diciendo que llueve en un lugar determinado. No obstante, la estructura superficial de la oración no nos indica algo al respecto, no nos afirma que lo que dice literalmente este enunciado implique una consideración del lugar en el que se ha proferido.

Ante esta posible dificultad, tenemos dos alternativas, al menos. La primera, es considerar que aunque en la estructura superficial o gramatical de la oración no aparezca algún constituyente que nos conduzca al lugar de proferencia del enunciado puede haber una estructura profunda en la que sí haya constituyentes que lo hacen. Una estructura o forma lógica que difiera de la gramatical. En esta habría lugar para constituyentes que, articulados a ella, nos conduzcan al lugar de proferencia (Stanley, Context and 400). La segunda, es considerar que no existen tales constituyentes articulados en la forma lógica, más bien puede pensarse que los constituyentes que conducen al lugar de proferencia de "llueve" no están articulados y, en cambio, se traen a colación por medio de procesos pragmáticos que pueden o no tener lugar (Recanati, It's raining 6). Dichos procesos, para Recanati, aunque no para Stanley, pueden afectar las condiciones de verdad del enunciado (Recanati, Literal meaning 32). Es decir, el proceso opcional por medio del cual se indica el lugar en el que llueve puede ser determinante para la evaluación de la proposición como verdadera o como falsa.

El que el proceso sea opcional no implica que no sea relevante para evaluar dicha proposición. La propuesta de Recanati sostiene, en contra de la de Stanley, que el contexto no solo contribuye a lo que se dice y, con ello, a sus condiciones de verdad, cuando es necesario para expresar una proposición (Ibíd. 32). Para Stanley, en contraste, el contexto sólo afecta a las condiciones de verdad cuando es obligatorio, cuando aparecen variables libres en la forma lógica que necesitan saturarse por medio de dicho contexto (Stanley, Context and 400). Oponiéndose a esta idea, Recanati sostiene que el contexto puede afectar las condiciones de verdad aunque el proceso por medio del cual lo haga termine siendo opcional. Si admitimos esta opción, la de Recanati, podemos negar lo que sugiere nuestro punto (ii). Si el proceso pragmático que nos conduce al lugar de proferencia de "llueve" puede tener lugar o no, si es opcional, no es necesario que sepamos en qué lugar llueve para que podamos saber si la proposición expresada con "llueve" es verdadera o es falsa. Es decir, sólo con la proferencia de dicha oración, sin más, y sin especificar el lugar en el que llueve, estaríamos expresando una proposición completa, esto es, con condiciones de verdad.

Esta última idea de Recanati, sobre la opcionalidad de aquel proceso pragmático, es la manzana de la discordia del debate generado entre la propuesta de dicho filósofo y la posición que, aunque también mantiene la existencia de constituyentes no articulados, que conduzcan al lugar de proferencia de "llueve", niega, taxativamente, que dicho proceso sea opcional, más bien sería obligatorio. Esa es la posición de Perry. Para él, aunque en la oración "llueve" no haya nada, aparentemente, que represente un lugar en el que llueve, la proferencia de dicha oración no expresará una proposición completa si no se le proporciona un lugar a través del contexto. Lo anterior dado que el verbo "llover" denota una relación diádica entre un tiempo y un lugar. De ahí que sólo podamos evaluar como verdadero o falso un enunciado como "llueve" si tenemos conocimiento del lugar y el tiempo en el que llueve (Perry 206).

Tras presentar este marco general, podríamos decir que tanto la postura de Stanley como la de Perry estarían de acuerdo con una lectura definida de "llueve". Dicha lectura se caracteriza, según Recanati, por afirmar que aunque no exista una mención explícita del lugar en el que llueve, el contexto debe proveer ese lugar para que la oración exprese una proposición (Recanati, It's raining 1). Esta es la lectura estándar a la que se opone Recanati, quien promueve la posibilidad de una lectura indefinida, en la que no haya una especificación del lugar en el que llueve y en la que se pueda asumir que "llueve" sólo significa que llueve en algún lugar, sin que se especifique qué lugar es ese (Ibíd. 5).

Esta última posición se aleja de la que tuvimos en nuestras consideraciones iniciales, cuando construimos el caso de Juan y María, mientras que las de la lectura definida resultan más cercanas. De lo anterior no se sigue que nuestras intuiciones iniciales sean correctas, ni que la posiciones de Stanley o de Perry sean adecuadas para entender el asunto. Más bien nos sugiere que debemos ahondar en el tema, en la posición de Recanati y en las razones que lo llevan a afirmar su propuesta. Por tanto, continuaremos exponiendo los argumentos de este filósofo a favor de su posición.

"Llueve". Los constituyentes ni son articulados,
ni son obligatorios

La tesis de Recanati es la siguiente: "llueve" es un predicado meteorológico 0-ádico que no cuenta con un lugar o un vacío que necesite llenarse por medio de una ubicación; es decir, su estructura no tiene un espacio para un argumento de lugar. Si se apela a una ubicación es porque sucede un proceso pragmático. Pero de ello no se sigue que dicho proceso deba darse, más bien es un proceso opcional. Este es un proceso de enriquecimiento libre, según Recanati. Un proceso que ni está controlado lingüísticamente, ni es obligatorio. De acuerdo con el contexto, el predicado puede o no ser enriquecido por medio del lugar en el que se ha proferido (Ibíd. 6).

De esta forma, Recanati plantea la existencia de constituyentes inarticulados, constituyentes que se obtienen a partir de un proceso que genera funciones variádicas, es decir, funciones que aceptan un número indeterminado de argumentos (Recanati, Unarticulated constituents 1). Lo que sucede, entonces, cuando un hablante enriquece libremente el enunciado de nuestro ejemplo, por medio del contexto, es que se generan funciones, en la forma lógica, que tienen un vacío que puede llenarse con el lugar de proferencia. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el vacío de la función se completa, por medio del contexto, de una forma libre, sin que ninguna regla determine ese proceso (Ibíd. 1-2).

Por medio del enriquecimiento libre, el enunciado se hace más específico contextualmente que el contenido semántico determinado por el significado literal de la oración. En este sentido, el papel que juega dicho enriquecimiento no es completar al enunciado para que tenga condiciones de verdad. El enunciado ya las tiene sin el enriquecimiento, pero con este se vuelve más específico. Esta idea de Recanati puede generar polémica, incluso se opone a nuestras consideraciones intuitivas iniciales, ya que afirma que se pueden considerar las condiciones de verdad de la proferencia de "llueve", aún sin que se especifique el lugar en el que, de hecho, está lloviendo. En este sentido, "llueve" puede expresar una proposición completa sin que se consideren constituyentes relativos a un lugar, su significado lingüístico, en palabras de Recanati, puede entenderse como "llueve [en t] en algún lugar u otro" (Ibíd. 317). El anterior es el planteamiento de una lectura indefinida de "llueve", lectura que se opone a la definida, y estándar, que mencionamos con anterioridad. Esta última consideraría imposible una lectura indefinida en la que no se especifique contextualmente el lugar en el que llueve. De acuerdo con los promotores de dicha lectura definida, si no aparece una especificación explícita de la ubicación, en la oración, el contexto debe proveer dicha ubicación, necesariamente. En contra de dicha propuesta, Recanati construye un caso que le permite validar la lectura indefinida y, con ello, su propuesta. Veamos el caso:

Yo puedo imaginar una situación en la que la lluvia se ha convertido en algo extremadamente raro e importante, y a lo largo del territorio se han instalado detectores de lluvia (cualquiera que sea el territorio –posiblemente toda la Tierra -). En el escenario imaginario cada detector dispara una alarma en la Sala de Control cuando detecta lluvia. Hay una sola alarma; la localización del detector que se ha activado está indicando por una luz en el panel de la Sala de Control. Después de semanas de sequía total la alarma suena en la Sala de Control. Al oírla, el hombre del tiempo de guardia grita desde la habitación adyacente: "¡llueve!". Su proferencia es verdadera, syss llueve (en el momento de la proferencia) en algún lugar u otro (Recanati, It's raining 5).

Este sería, para Recanati, el contraejemplo a nuestras posiciones intuitivas. Si es posible que la proposición expresada por el hombre del tiempo tenga condiciones de verdad, aún cuando no se estipule el lugar en el que, de hecho, llueve, es porque el lugar no es necesario para la determinación de las condiciones de verdad de un enunciado meteorológico como este. Dicho ejemplo, para Recanati, muestra cómo la ubicación, cuando es especificada contextualmente, no es un argumento implícito genuino, argumento que completa a un predicado que cuenta con un vacío de lugar. Si fuera así, sería obligatorio que el enunciado se completara por medio del lugar, para que, luego, se determinaran sus condiciones de verdad. No obstante, el ejemplo que se muestra insinúa que tal complemento de lugar no es necesario (Ibíd. 6).

El primer argumento de Recanati, hasta ahora, iría así:

Dado que es posible imaginar un caso en el que la proposición expresada por medio de la oración "llueve" esté completa y sus condiciones de verdad puedan determinarse sin que se especifique el lugar en el que llueve, puede concluirse que la especificación del lugar, en estos casos, no es obligatoria. Si es así, el proceso por medio del cual se especifica el lugar es opcional, y si lo es, es libre. Porque si no lo fuera no podría ser opcional. Es decir, si el proceso está controlado lingüísticamente no es un proceso opcional, sino necesario. Si la semántica de la expresión, por ejemplo, exige un complemento de locación, el proceso por medio del cual esto se lleva a cabo no puede ser opcional. En este caso, sólo si ese proceso tiene lugar la proposición estaría completa y tendría condiciones de verdad.

Es importante aclarar que si bien el proceso pragmático de enriquecimiento libre no es necesario para determinar las condiciones de verdad de un enunciado como "llueve", dicho proceso sí puede afectar el contenido veritativo-condicional del enunciado (Recanati, Literal meaning 32). Si, por medio de dicho proceso, se generan constituyentes inarticulados que traen a colación lugares distintos del de proferencia, las condiciones variarán. Recordemos el ejemplo que construimos para introducir la propuesta de Recanati, el de Juan y María: Juan le dice a María "llueve", ella ve por la ventana y asiente al ver gotas de lluvia. Ahora, introduciendo más elementos en nuestro ejemplo, imaginemos que en esa habitación está Pablo. Si éste encontrara a Juan viendo noticias climáticas en la televisión mientras profiere el enunciado, seguramente el enriquecimiento sería distinto, seguramente las condiciones de verdad no estarían relacionadas con el lugar de proferencia, en el que estaban los tres amigos, sino con los lugares que Juan estaba viendo en las noticias. No obstante, este y aquél proceso de enriquecimiento son opcionales.

Veamos, ahora, otras de las razones que usa Recanati para sostener su propuesta:

Podría considerarse que "llueve" está asociado a una variable libre que debe ser especificada por medio de una ubicación. Aunque el ejemplo planteado por Recanati, el del hombre que grita "llueve" al escuchar la alarma en la Sala de Control, sugiera que la especificación del lugar no es necesaria para determinar las condiciones de verdad de un enunciado, es posible pensar que sí se ha especificado el lugar en sentido amplio. Es decir, no se estipula el lugar determinado en el que llueve, pero sí se podría pensar que llueve, por ejemplo, en algún lugar de la Tierra. Si aceptamos que la especificación de lugar puede darse en un sentido amplio, no necesariamente en un sentido estricto, podríamos objetar el argumento de Recanati: en el caso imaginado por él, sí habría una determinación de lugar, sólo que se daría en sentido amplio. De ahí que el argumento de Recanati pierda fuerza. Ya no estaríamos ante un proceso opcional.

Frente a este panorama nuestro filósofo francés propone una salida interesante, que reafirma su posición:

Si lo que plantea la propuesta objetante es cierto, entonces, podemos preguntar ¿cómo se establecen las condiciones de verdad de "no llueve", si el lugar, como en el ejemplo de Recanati, no está especificado en sentido estricto? Es decir, si la proferencia de "llueve" es verdadera si y sólo si está lloviendo en alguna parte (sentido amplio), entonces, la de "no llueve" ¿es verdadera si y sólo si no está lloviendo en alguna parte (sentido amplio)? En principio esto nos resulta extraño, pero tratemos de acercarnos más a la objeción de Recanati, usando su propio ejemplo:

Imagina una situación en la que la ausencia de lluvia se ha convertido en algo extremadamente raro e importante (llueve en todas partes y a todo momento). A lo largo del territorio se han instalado detectores de lluvia, que disparan una alarma en la Sala de Control cuando detectan la ausencia de lluvia. Hay una sola alarma; la localización del detector que se ha activado está indicando por una luz en el panel de la Sala de Control. Después de semanas de inundación la alarma suena en la Sala de Control. Al oírla, el hombre del tiempo de guardia grita desde la habitación adyacente: "¡no llueve!" (Recanati, It's raining 15)

Ante este ejemplo, Recanati pregunta: ¿lo que ha dicho el hombre del tiempo es verdadero si y sólo si no llueve en algún lugar u otro (sentido amplio)? Parece problemático entender la proferencia del hombre de esta manera. Cuando el hombre dice que no llueve, no parece querer decir que no llueve en algún lugar, sino que no llueve en ninguno (Ibíd. 15). Por lo anterior, la propuesta que sostiene que llueve significa "llueve en algún lugar de la Tierra", no funciona de la misma manera en este caso. Veamos esto con más detalle:

Si entendiéramos "llueve" como "llueve en la Tierra", asignando la ubicación "Tierra", en sentido amplio, ciertamente, no estaríamos afirmando que llueve en la Tierra entera, que toda ella está inundada por la lluvia. Estaríamos, al contrario, afirmando que hay alguna sub-locación l en la que, de hecho, llueve, y esa sublocación formaría parte de la locación l que sería la Tierra (Ibíd. 10). Ahora bien, cuando el hombre, en este último ejemplo de Recanati, grita "no llueve", no está diciendo que ha dejado de llover en alguna sublocación de la Tierra, sino que, de hecho, no llueve en ningún lugar (Ibíd. 16). En este caso, no puede decirse que hay una determinación del lugar en el que llueve, en sentido amplio, entendiendo dicho lugar como "algún lugar de la Tierra". No hay una determinación del lugar.

De ahí que la propuesta que invitaba a considerar una determinación de la ubicación de la lluvia, en sentido amplio, pierda su fuerza y Recanati, después de refutarla, siga manteniendo su posición (Ibíd. 16). Si no es válida la alternativa objetante, de determinar un contexto en sentido amplio, entonces, sigue en pie la idea de que no se ha especificado un lugar, en el ejemplo. Por tanto, el proceso sigue siendo opcional. Si bien Recanati sostiene que todo evento, incluyendo el de la lluvia, sucede en un lugar, siendo esto una característica general de todo evento, es enfático en afirmar que la ubicación de la lluvia no está representada lingüísticamente en una oración como "llueve". Lo mismo sucede con otros eventos como besar o bailar, que ocurren en algún lugar, aunque este no esté articulado lingüísticamente. Recanati establece una clara diferencia entre la determinación metafísica y la determinación lingüística. Si bien todo evento ocurre en un lugar, dado que está determinado de esa forma, metafísicamente, de ello no se sigue que el lugar en el que sucede el evento esté determinado lingüísticamente (Recanati, It's raining 6). No hay nada, en la oración, que haga necesaria una estipulación del lugar en el que el evento tiene lugar. Dado que no la hay, el proceso de enriquecimiento mediante el cual se determina dicha ubicación es un proceso libre, no controlado lingüísticamente y, además, opcional.

En suma, el lugar, para Recanati, no es un constituyente articulado lingüísticamente a la oración "llueve", que necesite saturarse por medio del contexto para determinar las condiciones de verdad de la proferencia. Si se estipula dicho lugar es porque se ha dado un proceso de enriquecimiento libre que, además, puede darse o no.

"Llueve", constituyentes articulados vs. Constituyentes
inarticulados

Con los argumentos que hemos presentado en el punto anterior, Recanati refuta a Stanley. Para este las oraciones tienen una forma lógica, una estructura profunda, en la que se encuentran articulados los constituyentes que deben saturarse, por medio de un proceso controlado lingüísticamente, para, posteriormente, determinar las condiciones de verdad de la proferencia. Dado que el proceso está controlado y dado que es exigido por la forma lógica del enunciado, es un proceso obligatorio que debe darse para que el contenido proferido sea un contenido completo, con condiciones de verdad determinadas (Stanley, Context and 395). Así, el constituyente no es, como Recanati lo sostiene, inarticulado y opcional, más bien es articulado, en la forma lógica y es obligatorio. Como es notable, las posiciones son opuestas.

Recanati refuta a Stanley de la siguiente forma: si es posible que la proferencia de "llueve" tenga condiciones de verdad sin especificar el lugar en el que llueve, es porque el proceso por medio del cual se determina la locación no es un proceso obligatorio para determinar las condiciones de verdad de la proferencia. Si no es un proceso obligatorio, entonces, no puede haber constituyentes, a modo de variables libres, que deban saturarse, en la forma lógica, para que la oración exprese una proposición. Si es así, la propuesta de Stanley queda refutada. Recanati, con su ejemplo del hombre que grita "llueve" al escuchar la alarma, muestra que el caso sí puede darse, con ello contraargumenta a Stanley y, aparentemente, invalida su propuesta.

No obstante, Stanley tiene un as bajo la manga y responde a las refutaciones de Recanati de la siguiente forma: si es verdad que los constituyentes de lugar son inarticulados, ¿cómo es posible que queden ligados a expresiones de cuantificación, cuando éstas se adicionan a "llueve"? Si, en efecto, dicho constituyente fuera inarticulado y opcional, ¿cómo es posible que las expresiones cuantificadoras tengan impacto sobre él? (Stanley, Context and 415-16). Es decir, en una oración como "siempre que viajo a Cartagena llueve", "llueve" tiene que tener un constituyente articulado de lugar dado que éste termina ligado por el prefijo cuantificado "siempre". Si no fuera así, tal vez Recanati tendría razón, pero, para Stanley, no la tiene.

Tras leer la objeción de Stanley, Recanati responde de la siguiente forma: el argumento de Stanley no sólo es inválido, sino que es falaz. Si se aceptara, Stanley estaría admitiendo que el constituyente de lugar que "llueve" tendría cuando se le agregan expresiones cuantificadoras está también presente cuando no se le agregan, es decir, cuando simplemente se dice "llueve", y allí está el problema (Recanati, Unarticulated constituents 328-29). Veamos esto con mayor detalle:

Para Stanley (Context and 415-16); (Making it), los teóricos que están a favor de los constituyentes inarticulados están equivocados y para comprobarlo sólo es necesario darse cuenta que, en una oración como "En todo lugar al que voy, llueve", el lugar de la lluvia varía de acuerdo a los valores introducidos por medio de la expresión cuantificadora "todo lugar". Es decir, la ubicación, que para Recanati es un constituyente inarticulado, termina ligada al cuantificador. De ahí que Stanley afirme que el lugar aparece como una variable oculta, una variable que debe saturarse, obligatoriamente, no como un constituyente inarticulado. Esto parece habilitar a Stanley para concluir que, dado lo anterior, "llueve" contiene una variable que debe llenarse con un lugar. Este es el argumento de Stanley.

Ahora bien, la falacia, que reconoce Recanati en el argumento anterior, es que Stanley da un paso que no está habilitado a dar: pasa de afirmar que cuando "llueve" está acompañada de una expresión cuantificadora cuenta con una variable libre de lugar, a concluir que, por eso, "llueve", a secas, sin que esté acompañada por una expresión de ese tipo, también cuenta con una variable de lugar. He ahí la falacia (Recanati, Unarticulated constituents 328-29).

La propuesta de Stanley, después de la identificación de la falacia, pierde fuerza y la de Recanati la gana. El caso del hombre del tiempo que grita "llueve" al escuchar la alarma muestra que la ubicación de la lluvia no está articulada, el constituyente no es articulado (Recanati, Literal meaning 6). De esta forma, el filósofo francés sigue afirmando con fuerza su postura mientras objeta a Stanley.

"Llueve". Consideraciones finales

Tal y como lo hemos presentado en este documento los argumentos, objeciones y contraargumentos de Recanati recaen sobre un mismo punto: la idea de que la proferencia de "llueve" puede tener condiciones de verdad, aún sin que se especifique el lugar en el que llueve. Basado en esto, él edifica su propuesta. Nuestras intuiciones iniciales, así como las posturas objetantes, fueron refutadas, por Recanati, usando esa idea. Pero, ¿será correcta?

Si recordamos el famoso ejemplo del hombre del tiempo que grita "llueve" al escuchar la alarma y nos detenemos en él, podemos pensar, como lo señaló Camós (153), que sí hay una especificación del lugar. Aunque el hombre al gritar "llueve" no se comprometa con que llueva en algún lugar específico, sí se compromete con que está lloviendo en alguna parte de la zona en la que se han puesto detectores de lluvia. Así, sí hay una especificación del lugar que acompaña a la proferencia. Si es así, no puede decirse que el caso del hombre del tiempo es un caso que, en efecto, muestra que "llueve" y pueda expresar una proposición con condiciones de verdad determinadas, aún cuando no se especifique el lugar en el que llueve. El ejemplo no sería válido.

Ahora bien, si el ejemplo de Recanati no es válido, sus refutaciones y contraargumentos empiezan a tambalear. Recordemos que en sus argumentos, así como en la refutación a Stanley, trae a colación el famoso ejemplo del hombre del tiempo para invalidar las posiciones objetantes y reafirmar su postura. No obstante, si ese ejemplo no es válido y si no encontramos otro que pueda cumplir el mismo rol, Recanati se puede ver en problemas.

Si, además, de una oración como "llueve" se sigue que "llueve en algún lugar" dado que todo evento sucede en un lugar, como lo sugiere Recanati, no sería descabellado pensar tal y como lo propone Camós, que "llueve" es un predicado monádico que cuenta con un argumento de lugar, no un predicado 0-ádico, como lo proponía Recanati (Camós 153).

Aunque, en principio, las intuiciones iniciales que teníamos coincidían con las conclusiones a las que llega Camós, hemos visto las razones de Recanati y la forma en la que ha respondido a sus objetantes, de tal forma que podemos hacer un esfuerzo por responder críticamente a las alternativas que abre, ahora, Camós. Para lograrlo, traeremos a colación dos famosos argumentos de Recanati: uno mencionado en este mismo documento y otro que no ha aparecido hasta el momento, pero que consideramos vertebral en la propuesta del filósofo francés.

El primero de los argumentos respondería, según pensamos, a la última crítica de Camós, que sugiere que si de "llueve" se sigue que "llueve en algún lugar", entonces "llueve" ha de ser un predicado monádico. No hay que dejar de lado la distinción que Recanati plantea entre determinación metafísica y determinación lingüística. Que se dé la primera no implica que se dé la segunda. Aunque lo que Camós dice es cierto, no hay que olvidar que si de llueve se sigue que llueve en algún sitio es porque todo evento ha de tener un lugar en el que sucede. Esta determinación es metafísica. No obstante, el punto clave de Recanati es que la determinación no es lingüística, es decir, que nada en la expresión obliga a que se determine el lugar en el que llueve. En nuestra opinión, Camós no muestra cómo la expresión obliga a que se dé un proceso de saturación. No muestra que hay una determinación lingüística. Por tanto, no logra refutar a Recanati. El proceso, hasta ahora, sigue siendo libre.

El segundo argumento respondería a la crítica de Camós de que en el ejemplo del hombre del tiempo, que grita "llueve" ante la alarma, sí hay una estipulación del lugar, ya que en dicho caso se determina la ubicación como aquella zona delimitada por los detectores de lluvia. Para responder esta crítica haremos uso de una famosa noción de la propuesta de Recanati: la del principio de disponibilidad. Dicho principio, en palabras de Recanati, puede entenderse así: "Lo que se dice debe estar disponible de modo intuitivo a los participantes en una conversación" (Recanati, Literal meaning 31). En nuestra opinión, el que Recanati se adhiera a este principio nos habilita para responder a Camós que el lugar no está determinado, tal y como él propone, porque cuando el hombre grita "llueve" y otros lo escuchan, para estos últimos puede no estar disponible, de forma intuitiva, el lugar en el que llueve. Si no lo está, como sucede en el ejemplo, entonces no hay una determinación de lugar y si no la hay, "llueve" expresa una proposición completa, con condiciones de verdad, pese a que no se determine la ubicación de la lluvia. En otras palabras, lo que se dice por medio de "llueve" no contiene ninguna estipulación de lugar. En ese sentido, el proceso de enriquecimiento que proporcionaría dicha ubicación sería opcional.

En suma, Recanati parece haberse salvado de sus objetores. Primero, de Perry con el famoso ejemplo del hombre del tiempo y la alarma de la lluvia. Este caso le sirvió para mostrar que no es necesario determinar el lugar en el que llueve para que "llueve" exprese una proposición. La tesis de fondo que Recanati atacó es que "llueve" es un predicado diádico. Segundo, de quienes sostenían la imposibilidad de una lectura indefinida. También refutó esta posición por medio del caso del hombre del tiempo y su alarma. Tercero, de quienes afirmaban que en el ejemplo sí había una determinación del lugar. Los refutó por medio del caso del hombre del tiempo y las alarmas que sonaban cuando dejaba de llover. Cuarto, de Stanley, por medio del señalamiento de una falacia en su famoso argumento. Quinto, de Camós, por medio de su diferencia entre determinación metafísica y lingüística, y por medio del principio de disponibilidad. Aunque estas últimas refutaciones no fueron construidas por el mismo Recanati, su propuesta permite pensarlas y proponerlas.

En nuestra opinión y después de ver invalidadas las posturas objetantes, la propuesta de Recanati se mantiene en pie, hasta el momento. Ahora bien, la tarea es seguir pensando si es posible, de alguna forma que Recanati no logre refutar, una articulación de los constituyentes de lugar al predicado "llueve". También podríamos considerar la idea de que el contenido proposicional sea enriquecido contextualmente, aunque no libremente. O, podríamos continuar la línea de Recanati y preguntarnos por otros tipos de expresiones y de predicados. En todo caso, tomemos la alternativa que tomemos, el problema implica una pregunta por el contenido, por aquello que se dice y por la forma que subyace a eso dicho. Sea que esa forma guíe al contenido o sea un contenido que se enriquezca independientemente de la forma. En todo caso es un problema que, en últimas, nos lleva a preguntarnos por la relación entre el contenido y la forma.

En este punto aparece un problema distinto. Si bien podemos afirmar que Recanati logró refutar a Stanley y a sus objetores, es necesario notar que lo hizo a partir de su propuesta de los constituyentes inarticulados. Dicha propuesta, a su vez, implica una forma particular de entender la noción de forma lógica. Veamos:

Recanati no solo muestra que el argumento usado por Stanley para defender su propuesta es falaz, sino que incluso construye una herramienta teórica y algunos contraejemplos para mostrar que su posición es la correcta. Concluye que el contexto puede afectar el contenido de una proposición, aunque en la forma lógica de la oración no aparezca ningún constituyente articulado que lo demande. Además, muestra que esas influencias contextuales no son necesarias para la obtención de un contenido completo, pueden tener lugar o no, son opcionales.

Así, se hace patente la oposición de propuestas: para Stanley, la forma lógica determina el contenido expresado y limita las influencias contextuales sobre este. Para Recanati, esas influencias pueden provocar modificaciones en la forma lógica, haciendo, con ello, que el contenido expresado quede determinado pragmáticamente.

Recanati muestra que Stanley no tiene razón porque el contenido expresado por medio de una oración no está determinado por la forma lógica, entendiendo esa forma a modo de Stanley; esto es, como una representación lingüística cercana a la sintaxis de la oración (Context and 391). Más bien, el contexto es determinante para el contenido expresado por el hablante. Ese contexto puede, incluso, modificar la forma lógica para obtener dicho contenido.

Con la determinación de la forma al contenido, Recanati muestra cómo esa forma no precede al contenido. Más bien, el contexto puede provocar modificaciones en esa forma lógica y, con ello, puede determinar el contenido expresado. Con esto, la oposición de propuestas se hace evidente: o hay una forma lógica que determina al contenido expresado y a las influencias contextuales sobre este o hay unas influencias contextuales que provocan modificaciones en la forma lógica, determinando, con ello, el contenido expresado.

En este punto quisiéramos centrar nuestra atención en la noción de forma lógica. Si bien ambos autores usan la expresión, al parecer, de la misma manera, sus herramientas teóricas y ejemplos hacen evidentes dos formas distintas de entenderla. Stanley, por una parte, afirma que la forma lógica es una representación lingüística (Stanley, Context and 391-92). Recanati, después de sopesar distintas formas de entender la noción afirma, también, que la forma lógica es una representación lingüística del contenido expresado por el hablante (Recanati, Truth-conditional 227). Con esto, las definiciones no se oponen. Sin embargo, es necesario ahondar en el asunto.

Ambas posiciones, en teoría, parecen estar de acuerdo con que la forma lógica está representada en el principio de restricción gramatical, según el cual es necesario que haya una correlación de uno a uno entre las estructuras lógico-semánticas y las estructuras de la sintaxis profunda. En este sentido, la forma lógica, en ambas propuestas, se aleja lo menos posible de la estructura sintáctica (Stanley, Context and 397); (Recanati, Direct reference 27).

Si bien podemos pensar que las dos propuestas usan la noción de forma indistinta, hay una evidencia de que no es así: la idea de Recanati, de que existan constituyentes inarticulados nos hace pensar que la forma lógica, en su propuesta, no es una estructura subyacente, como lo es en Stanley. La aparición de esos constituyentes sugiere que la forma lógica en Recanati no es, ni una estructura determinante, ni parece estar lo más cercana posible a la sintáctica.

Por una parte, Recanati afirma que el contexto demanda procesos pragmáticos que modifican la forma lógica de las oraciones por medio de la inclusión de funciones variádicas. Una vez la forma lógica original se modifica se obtiene una que representa el contenido expresado por el hablante. Con ello, lo que se dice por medio de una oración está representado por una forma lógica que se obtiene después de que el contexto aparece y demanda procesos pragmáticos. Esta propuesta no corresponde con la de Stanley; una forma lógica que aparezca después de procesar el contexto no es la misma que una que sea independiente de este. Es evidente que las nociones son distintas. La herramienta teórica de las funciones variádicas hace evidente que la noción de forma lógica que usa Recanati no puede entenderse como una estructura que determina el contenido expresado, ni las influencias contextuales; no es la que propone su adversario.

Stanley afirma que la forma lógica es una estructura subyacente que determina todos los influjos contextuales. En cambio, la que supone Recanati no determina esos influjos, más bien es determinada por ellos. Entonces, o la forma lógica está antes de los influjos contextuales, determinándolos, o aparece después de que ellos tienen lugar. En cualquier caso, las nociones no pueden ser equiparables si existe una diferencia tan radical entre ellas.

Por otra parte, no creemos que la forma lógica que presente Recanati sea cercana a la sintaxis de la oración. La idea de que surjan constituyentes inarticulados de acuerdo con las demandas contextuales, sugiere que la forma lógica no tiene por qué estar ligada a la estructura sintáctica de la oración. Dicha forma se modifica, independientemente, de la estructura sintáctica, sólo de acuerdo a demandas contextuales. De ahí que la propuesta de Recanati de a entender que la noción de forma lógica presente en la propuesta no coincide con la que promueve Stanley, pese a que, en teoría, sí lo haga.

En conclusión, si bien podemos admitir que Recanati refutó a Stanley, también es necesario admitir que la noción de forma lógica que parece sostener es problemática con su propuesta de los constituyentes inarticulados. Entonces, sería necesario pensar una noción distinta, coherente con la propuesta de Recanati, que haga a la refutación completa y satisfactoria.


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