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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.59 no.142 Bogotá Jan./Apr. 2010

 

La Conciencia de lo Corporal:
Una Visi
ón Fenomenológicacognitiva*

Bodily Awareness: A Phenomenological-Cognitive Approach

 

HUGO MAURICIO RODRÍGUEZ VERGARA
Universidad Nacional de Colombia
hugomauricior@yahoo.es

Artículo recibido: 20 octubre de 2008; aceptado: 14 de octubre de 2009


Resumen

Este escrito es un esfuerzo por mostrar la importancia de un enfoque fenomenológico para clarificar, en cierto sentido, las explicaciones cognitivas sobre una posible awareness corporal. Shaun Gallagher, por ejemplo, es uno de los autores que ha intentado implementar descripciones fenomenológicas dentro de la ciencia cognitiva. Su propuesta de un enfoque cognitivo-corporeizado será, pues, motivo de un análisis crítico dentro de este escrito. Para este objetivo se acudirá a la descripción fenomenológica genética de Husserl. En dicha descripción, el cuerpo es algo más que un mero objeto intencional. El cuerpo se constituye en el ámbito de lo prerreflexivo y lo cinestésico.

Palabras clave: S. Gallagher, conciencia, cuerpo vivido, síntesis pasivas, prerreflexión.


Abstract

This essay is an attempt to show the significance of a phenomenological approach towards the cognitive explanations of bodily awareness. Shaun Gallagher, for example, is one of the authors who has tried to develop phenomenological descriptions within cognitive science. This essay is a critical analysis of this embodied cognitive approach. I will use Husserl's genetic phenomenological description. In such description, the body is more than just an intentional object; it becomes the realm of the pre-reflexive and kinesthetic.

Key words: S. Gallagher, consciousness, lived body, passive synthesis, pre-reflection.


A la memoria de mi madre.

Introducción

Este escrito tiene por objetivo primordial comprender en qué sentido la conciencia, en cuanto es la base de nuestra experiencia fenoménica de las cosas, y no un epifenómeno, existe o se hace patente sobre la base de un cuerpo y de una interacción de este con un entorno. Mi tesis se puede reducir a que, si bien la conciencia surge en ciertos organismos que han evolucionado, no por ello ha de ser reducida a procesos neurobiológicos. Esta tesis parece, a primera vista, un poco contradictoria, pues la conciencia sólo es posible por la existencia de un cuerpo, y este puede ser explicado en términos neuronales o cerebrales. Pero arguyo que, en cierto sentido, el cuerpo refleja una especie de awareness1 que no puede ser explicada en términos fisiológicos.

Es importante recalcar que por awareness se ha de entender el modo en que el cuerpo se encuentra en una sintonía inmediata con su entorno. Ello no indica una explicación en términos neurobiológicos, sino una interpretación del actuar práctico-vital. De este modo, el sentido de los movimientos corporales se encuentra dado por el mismo organismo en su constante y cotidiano actuar dentro de un entorno. La coordinación entre los miembros del cuerpo para, por ejemplo, atrapar un balón o abotonarse la camisa implica más razones prácticas que representaciones mentales.

La faceta de lo prerreflexivo (o de lo práctico) muestra en qué sentido el cuerpo no puede ser visto como un simple objeto o cosa que está ahí, cual si fuera una mesa, una puerta, una silla, etc., en cuanto estas son simplemente utensilios dispuestos a ser utilizados para un determinado fin. Por el contrario, cuando se atiende a la vida anónima (prerrefleja) de nuestro cuerpo, en el estar ocupado en la realización de una tarea cotidiana, por ejemplo, abotonarnos la camisa o agarrar una taza de café, etc., se develará su carácter vivido. Esto es, el cuerpo, a través de los movimientos y sensaciones de sí mismo, o en el verse reflejado en el otro a través de gestos, etc., al igual que ser el centro de orientación espacial, se devela en el medio por el cual la conciencia está imbuida en el mundo social, cultural o simplemente en el mundo físico-cósico.

En la primera parte se mostrará el enfoque cognitivo-corporeizado (embodiment) de Shaun Gallagher en lo que respecta al ámbito de la acción corporal. Se escoge a este autor en la medida que da importancia al enfoque fenomenológico del denominado esquema corporal dentro de los estudios de la ciencia cognitiva. No obstante, se le criticará su concepción sesgada de la descripción fenomenológica del cuerpo. Esto último debido a su afirmación de que el cuerpo es un simple objeto intencional que necesita ser acreditado por la conciencia.

En la segunda parte, se acudirá a la fenomenología genética para, con ello, poner de relieve la faceta de lo afectivo, la vida intencional pasiva. A través de la descripción genética, se tematizará el proceso mediante el cual se constituye el sentido de las "cosas". Se atenderá, de este modo, a una conciencia prenoética en la que actúan motivaciones suscitadas por asociaciones de síntesis pasivas. Gracias a esto, el cuerpo no podría ser descrito como un simple objeto intencional, sino el medio primordial de orientación espacial de la conciencia en su constitución de sentido. El cuerpo es el medio prerreflexivo que le permite a la conciencia ir constituyendo el sentido de lo dado perceptualmente.

En la parte final del escrito se plantea una pequeña síntesis del enfoque propuesto sobre lo corporal, para abrir un futuro proyecto investigativo: un proyecto en el que colaboren mutuamente la fenomenología y la ciencia cognitiva.

 

1. Una visión cognitiva-corporeizada (Embodiment)

Uno de los principales autores anglosajones que permite abordar el planteamiento de una conciencia corporeizada (embodiment) es Shaun Gallagher. Este autor conmina a distinguir entre esquema corporal e imagen corporal, en la medida en que el primero indica una intencionalidad prerreflexiva determinante de nuestro comportamiento diario y cotidiano en un entorno. Nuestra crítica a Shaun Gallagher será el descuido de la práctica fenomenológica. Un descuido que lo lleva a mostrar o poner en el mismo nivel las descripciones fenomenológicas y las psicológicas y, en consecuencia, dar a entender al cuerpo como un mero "objeto intencional" o un "contenido" de unas vivencias intencionales.

 

1.1. Esquema corporal e intencionalidad

Shaun Gallagher intenta dilucidar el sentido que tiene hablar de cuerpo-conciencia o conciencia-cuerpo a través de un enfoque en el cual se tenga en cuenta la experiencia fenomenológica y la ciencia cognitiva. En su artículo titulado Body Schema and Intentionality2, e igualmente en la parte I de su libro How the Body Shapes the Mind, pretende evitar el dualismo cartesiano de mente-cuerpo, a través de una estrategia argumentativa que deje a un lado tanto las teorías que reducen los "eventos mentales" a meros procesos funcionales, como aquellas estrategias que reemplazan las explicaciones intencionales (descriptivas-fenomenológicas) por informes neurofisiológicos. Esto evitaría, en ciertos aspectos, la reducción del comportamiento corporal a una suma de procesos neurofisiológicos. El objetivo es mostrar, por tanto, cómo es posible la colaboración entre la psicología, la fenomenología y la neurociencia cognitiva. La pregunta inicial del autor es: ¿de qué modo nuestro cuerpo constriñe o forma el campo perceptual? ¿Es el cuerpo objeto de nuestra percepción?

El problema que encuentra Shaun Gallagher es que si la ciencia cognitiva acude a una perspectiva neurológica, entonces el cuerpo se reduce a una representación cortical y es, por tanto, considerado importante únicamente para la extensión soma-sensorial de unas entradas sensoriales. Igualmente, si la ciencia cognitiva atiende a los estudios psicológicos, entonces el cuerpo será estudiado cual si fuera una imagen y, luego, reducido a unos complejos cómputos neuronales.

Una tendencia dentro de la ciencia cognitiva es el funcionalismo. Esta estrategia, como lo hace notar el autor citado, refuta la atribución de un papel esencial al cuerpo en la realización de las funciones cognitivas. Esto por la sencilla razón de que las relaciones entre mente y cuerpo se reducen a una organización funcional, es decir, cualquier estado mental es índice de una multiplicidad de estados corporales o comportamientos, en cuanto sus relaciones dependen del rol causal. Caminar, por ejemplo, es un estado funcional que puede ser instanciado en cualquier sistema que tenga los mecanismos apropiados para su realización. El funcionalismo deja de lado cualquier estudio corporal en las operaciones de la mente.

Al mostrar esta panorámica dentro de la ciencia cognitiva, Shaun Gallagher ve en los estudios psicológicos y fenomenológicos, importantes cuestiones acerca de la experiencia corporal. El intento de este autor es, debido a ello, incorporar en la explicación científica-cognitiva descripciones de una experiencia prerreflexiva de lo corporal.

La pregunta por responder es la siguiente: ¿qué sentido tiene hablar de una experiencia prerreflexiva? Para tratar de resolver esta cuestión se hace necesario usar un modelo fenomenológico de intencionalidad que, además, incluya factores prenoéticos, entre los cuales esté el denominado esquema corporal. El estudio emprendido por Shaun Gallagher considerará al cuerpo como algo más que un contenido intencional de la conciencia, es decir, como algo anterior a lo perceptivamente identificado. Para ello es indispensable esclarecer conceptualmente la diferencia entre imagen y esquema corporal.

Según lo expone Shaun Gallagher, el cuerpo no puede ser reducido a un objeto intencional, ya que es la misma condición de posibilidad de la percepción. ¿Pero qué significa que el cuerpo sea considerado como un objeto intencional? Shaun Gallagher considera que la percepción puede ser entendida como el dirigirse hacia algo de forma atenta. Tener conciencia del cuerpo, por ejemplo, es considerarlo como "algo" que puede ser identificado a lo largo de una constante y continua matización. Esta clase de percepción escoge al cuerpo, y lo identifica como el centro de su atención. Al realizar esto explícitamente, se discrimina entre el cuerpo y los otros objetos que se encuentran en el mundo circundante. Esta clase de conciencia corporal, que incluiría una propiocepción reflexiva, identifica al cuerpo, o una parte de él, como un objeto. De acuerdo con ello, esta awareness corporal atiende al cuerpo como objeto de percepción, por ende, se considera al cuerpo como un simple objeto intencional.

Pero la awareness corporal no puede ser reducida a una conciencia perceptual. En la medida en que el cuerpo propio es el medio de contacto inmediato e irreflexivo del sujeto con su mundo en derredor, se dilucida una awareness propioceptiva no-perceptual. Esta awareness hará referencia al cuerpo, no como objeto de percepción, sino en cuanto organismo actuante: al punto cero de la orientación espacial. Más exactamente, esta awareness corporal hace referencia a un punto de vista prerreflexivo guiado por una intencionalidad motriz. Pero considerar esta awareness propioceptiva no-perceptual no indica una reducción de esta a procesos subpersonales o fisiológicos.

Gallagher, desde una perspectiva cognitiva, propone tematizar esta awareness propioceptiva (no-perceptual), sin que por ello se reduzca a aspectos fisiológicos o neurobiológicos. Este autor da cabida a descripciones de primera persona en lo que concierne a las experiencias inmediatas de lo corporal. Por ejemplo, experiencias como caminar sin tropezarse o vestirse, etc., involucran a una awareness en su estado prerreflexivo o no-perceptual. Esta conciencia tiene la característica de una intencionalidad prenoética que permite asumir una situación en el mundo sin prestarle de nuevo atención. Esta experiencia corpórea, cimentada en una intencionalidad prenoética, indica una implementación de una "conciencia habitual" que recrea una "pasividad práctica". Se trata de una pasividad cimentada en una intencionalidad que se va formando gracias al "esquema corporal" o al modo en que el sujeto en cuanto ser corporeizado (embodiment), en un entorno práctico, se va habituando para darle un estilo (un esquema de comportamiento).

El siguiente apartado tiene por objetivo emprender la tarea de distinguir un poco más claramente entre esquema e imagen corporal, en aras de ir clarificando qué se puede entender por una conciencia prerreflexiva (awareness propioceptiva), siguiendo los planteamientos de Shaun Gallagher.

 

1.2. Dilucidación de una conciencia corpórea.

Imagen corporal y esquema corporal

Shaun Gallagher, antes de desarrollar su argumentación a favor de una experiencia prerreflexiva cognitiva del cuerpo, debe distinguir y diferenciar claramente entre imagen corporal y esquema corporal. Esta diferenciación es indispensable, pues se tiende a confundir ambos términos en los estudios psicológicos y se crean confusiones a nivel metodológico y conceptual. Al comienzo de su artículo Body Schema and Intentionality, este autor hace un recuento histórico del origen de los términos que se refieren a la imagen y al esquema corporal dentro de la propia psicología.

Un psicólogo, Henry Head, define el esquema corporal como un modelo postural que se va modificando: "las impresiones producidas por el ingreso de impulsos sensoriales son de tal modo que las sensaciones finales de posición o de localización surgen en la conciencia cargadas con una relación a algo que ya se ha ido" (Gallagher 1995 227). Tal definición conlleva una primera confusión, pues el esquema corporal, según esta perspectiva, es algo que surge o emerge de procesos conscientes. Pero se profundiza más tal confusión, afirma Gallagher, cuando P. Schilder pretende estar de acuerdo con lo planteado por Head, equiparando el modelo postural del cuerpo con la sensación consciente de su posición. Es decir que el esquema corporal sería una mera imagen o una representación que se va formando en nuestras mentes a través de la experiencia cotidiana. P. Schilder considera equivalentes la imagen corporal y el esquema corporal, en cuanto son consideradas simples representaciones mentales.

Otro psicólogo, Fischer, en sus estudios sobre la forma en que el sujeto percibe su cuerpo (cf. Gallagher 1995), utiliza de modo intercambiable los términos de esquema corporal, concepto corporal, percepción corporal e imagen esquemática del cuerpo. En tales estudios experimentales, el sujeto es sometido a varias pruebas para describir la manera como percibe su propio cuerpo. Pero son estudios que conllevan una forma de descripción impersonal que deja de lado cualquier interpretación vivencial del sujeto con respecto al modo como es afectado su cuerpo. Son estudios que se limitan a medir los reflejos corporales al estimularse con aparatos.

En síntesis, los estudios psicológicos que se dedican a explicar qué papel desempeña la corporalidad en los estudios de la conciencia tienen como supuesto fundamental la equivalencia entre el esquema corporal, con la posición del cuerpo en el espacio objetivo. Reducen el esquema a una suma de procesos neuronales emergidos, gracias al contacto del cuerpo-cosa con otros objetos; e igualmente la imagen corporal con la representación cortical o neurológica.

Más específicamente, el esquema se representa, según estos estudios, supeditado a un funcionamiento fisiológico; y la imagen, a una representación mental (a una imagen inconsciente), al igual que a una organización de experiencias corporales (conjunto de creencias). Pero también se puede definir la imagen corporal como un conjunto de sentimientos y memorias; y al esquema corporal como un conjunto de posiciones físicas definidas objetivamente.

Al mostrar tal confusión dentro de los estudios psicológicos y neurológicos, Shaun Gallagher ve necesario una distinción conceptual entre imagen y esquema corporal. Esta clarificación permitirá mostrar en qué sentido se estructura la percepción de nuestro propio cuerpo y la percepción del mundo cósico. La distinción entre esquema e imagen corporal lleva a mostrar cómo el cuerpo puede ser experimentado, no como cuerpo-cosa, sino como organismo motivado a actuar.

Son tres las características que definen la diferencia entre esquema e imagen corporal:

1. La imagen corporal tiene una connotación intencional, esto es, es una representación consciente del cuerpo, o un conjunto de creencias acerca del cuerpo. En contraste con esta naturaleza intencional de la imagen, el esquema corporal involucra operaciones anteriores y que están más acá del alcance de la conciencia intencional. Gallagher trae a colación la afirmación de Head que asegura que el esquema corporal es un sistema subconsciente producido por varios procesos neurológicos. Este esquema jugaría, por ello, un papel activo en el monitoreo (inconsciente) de los movimientos del cuerpo.

2. En la imagen corporal, el cuerpo es experimentado como un cuerpo propio y perteneciente a la experiencia subjetiva. Contrario a ello, las funciones del esquema corporal son, de algún modo, subpersonales y anónimas.

3. La imagen corporal involucra tan sólo una representación parcial del cuerpo. Contrario a esto, el esquema corporal funciona de modo holístico. Así, por ejemplo, un ligero cambio en una postura repercute en un ajuste total del resto del sistema muscular.

La imagen corporal consiste, según lo expuesto anteriormente, en un conjunto de estados intencionales, percepciones, representaciones mentales, creencias y actitudes, en los que el objeto intencional es nuestro propio cuerpo. Esta imagen corporal lleva en sí una especie de intencionalidad reflexiva. Son tres clases de intencionalidades las que se podrían distinguir, a saber: i) aquella de la experiencia perceptual del cuerpo propio, ii) la del entendimiento conceptual, y iii) aquella propia de la actitud emocional de los sujetos.

En contraste con el nivel reflexivo-intencional de la imagen corporal, el esquema corporal involucra un sistema de capacidades motoras, habilidades [y] hábitos, que hacen posible el movimiento y el mantenimiento de posturas. Tal esquema no puede ser equiparado a una percepción, una creencia o una actitud. El esquema corporal está constituido más bien por procesos subpersonales que se desarrollan dentro de un ámbito prerreflexivo y que desempeñan un papel dinámico en el manejo de las posturas y los movimientos que realiza el sujeto en su vida cotidiana. Los ajustes que ejecuta el esquema corporal comandan una serie de grupos musculares que pasan desapercibidos en la vida personal de los sujetos.

En casos de olvido corporal, es posible que el esquema funcione normalmente, a pesar de los problemas que surgen respecto a la imagen corpórea. Esto sugiere que en el desarrollo normal del comportamiento humano, el esquema y la imagen interactúan. Hay un entrelazamiento entre la capacidad motora, el movimiento efectivo del cuerpo y la percepción del movimiento corporal. Ser consciente de los movimientos corporales, por ejemplo, cómo mi mano debe sostener las gafas para no dejarlas caer, etc., es índice de mi conciencia de cuerpo (de la imagen corporal). Esta conciencia perceptual del cuerpo interactúa con la capacidad motora de mi propio cuerpo (con el movimiento efectivo del cuerpo: acoplamiento de mis dedos y mi mano, etc.), pero, como señala Shaun Gallagher (2005), no es igual al esquema corporal. El efectivo moverse del cuerpo no es índice de operaciones de simples reflejos y tampoco es una forma de conciencia; es, pues, anterior a lo meramente fisiológico y a lo reflexivo o conceptual. El esquema corporal es, no obstante, el sostén de la actividad intencional, esto es, de mi estar realizando actividades perceptuales y cognitivas.

Se podría distinguir la imagen del esquema corporal acudiendo a casos patológicos (olvido unilateral, etc.). En la anormalidad es posible distinguir entre atender perceptivamente al propio cuerpo (convertirlo en objeto intencional) y tener una conciencia marginal del cuerpo. En la habitualidad, los sujetos se ven enfrentados a situaciones tales como desplazarse de un sitio a otro, y se olvidan de su cuerpo. Aunque el cuerpo es el medio indispensable del desplazamiento, los sujetos no atienden a cómo los brazos y piernas logran una estabilización para la ejecución de dicho objetivo. Así, los sujetos, al sufrir desórdenes propioceptivos y motrices de su propio cuerpo, desarrollan un quiebre en esta habitualidad. En estos casos, el sujeto debe lograr una alta capacidad para representarse su propio cuerpo, es decir, ha de desarrollar más su imagen corporal (atender al cuerpo en sus movimientos) y suplir, en cierta medida, su déficit en el esquema corporal.

 

1.3 El caso ejemplar de Ian Waterman

 Ian Waterman es un sujeto que ha sufrido la pérdida del tacto, del cuello para abajo, por culpa de una grave enfermedad; en consecuencia, ha perdido su capacidad propioceptiva. Sus movimientos corporales han debido ser desarrollados bajo el control de su imagen corporal, sin que sea necesario el funcionamiento completo de su esquema corporal. Este sujeto, al sufrir esta aguda neuropatía, pierde la capacidad de tener una normal desatención en los movimientos cotidianos que debe realizar. Tiene la capacidad de moverse y de sentir lo caliente, lo frío, el dolor y la fatiga muscular; pero no tiene el sentido propioceptivo de su postura, o sea, no le es posible localizar sus miembros corporales y, consecuentemente, no puede percibir su cuerpo de manera vívida. Al sufrir tal enfermedad, tiene que empezar a compensar su pérdida desarrollando altamente su enfoque atencional o conceptual, proporcionado por su imagen corporal. En una actividad motora tan sencilla como caminar o escribir, el sujeto tiene que concentrarse (poner atención) en los movimientos que deben realizar sus pies o manos para llevar a cabo la tarea que, en condiciones normales, se realizaría sin ninguna clase de reflexión. Este caso expuesto por Gallagher (1995) nos muestra de forma empírica la separación conceptual que se da entre el esquema corporal y la imagen corpórea.

Se dilucida con el ejemplo anterior que las operaciones que realiza el cuerpo a través de su esquema, para darle un estilo o una organización propia a su entorno, no podrían ser explicadas recurriendo a informes mentales. Esto último implica explicar lo corporal a través de representaciones (imágenes), esto es, tratar al cuerpo como objeto de la percepción. Pero tampoco se podría reducir el esquema corporal a explicaciones fisiológicas, en razón de que hace parte de una vida práctica previa y condicionante de todo desarrollo fisiológico. El esquema corporal, más que una estructura fija, como lo muestra Ian Waterman, es un proceso condicionado por las exigencias del entorno. Ahora bien, si el esquema corporal sufre algún daño a causa de una enfermedad o un accidente en el sistema vestibular, el sujeto deberá "reapropiarse" de lo que otrora era simplemente algo habitual. Reapropiarse de cómo debe mover la mano para agarrar un vaso o, simplemente, orientarse y darle una ubicación a las cosas exigen un esfuerzo reflexivo del organismo.

 

1.4. Gallagher y Husserl

Una de las tesis importantes que Shaun Gallagher acoge de la fenomenología es que tener conciencia no implica un proceso atencional (una conciencia perceptiva), sino, igualmente, un "yo-puedo", ser capaz de llevar a cabo una multiplicidad de prácticas (awareness no-perceptual): una conciencia cinestésica que atiende a su "trasfondo de naturaleza", en el que actúa una intencionalidad prenoética. Este "yo puedo", siguiendo la concepción dada por Merleau-Ponty (1975), se entenderá como el modo en que el cuerpo se va apropiando, sin una conciencia explícita, de las posturas y movimientos necesarios, para dar a aquello que le hace frente, en su campo de percepción, una propia organización.

No obstante, Shaun Gallagher interpreta las descripciones husserlianas de lo somatológico (de lo corporal), sólo desde [la] perspectiva de la actitud eidética-psicológica, o sea, al cuerpo-vivido como un mero objeto intencional que nada dice de lo afectivo o no conceptual, propio de una intencionalidad prenoética. Asocia la faceta corporal de la conciencia dentro de una visión psicologista, y no desde la perspectiva abierta por la epojé trascendental, con los resultados que conlleva. En cuanto a la reducción trascendental, permite reconducir el mundo de la actitud natural, esto es, develarlo como un resultado de experiencias reales y posibles de una conciencia que efectúa sentido. Lo que pone de relieve la descripción fenomenológica, gracias a una actitud de aprender a ver, propiciada por la epojé, es mostrar que el sentido de las cosas está dado por una interacción comportamental entre el cuerpo-vivido y las cosas afectantes: una interacción posibilitada por la conciencia constituyente de sentido.

A pesar de la adopción de una awareness corporal no-perceptual, los estudios de Gallagher no reflejan un verdadero marco pre-conceptual (pre-predicativo), a partir del cual sea posible establecer vínculos entre los procesos neurofisiológicos (de tercera persona) y la experiencia personal motivada por intereses prácticos. Esto conmina a confrontar la posición de Shaun Gallagher con la del propio Husserl en lo que respecta a las descripciones fenomenológicas de la experiencia corporal-cenestésica.

 

2. Una descripción fenomenológica estática-genética del cuerpo

Shaun Gallagher considera que los análisis fenomenológicos realizados por Husserl reducen el cuerpo a un objeto de "atención" del yo. A través de la epojé, el "es" de las cosas se pone entre paréntesis, y así la realidad efectiva, entre ellas el cuerpo como parte de ella, se acredita en la inmanencia de la conciencia del sujeto. Desde esta perspectiva, todo análisis intencional deberá ser guiado por una descripción de lo presente a la conciencia trascendental, es decir, del lado noemático de la experiencia. Todo análisis intencional deja por fuera cualquier explicación naturalista o causal y, con ello, toda tematización del cuerpo mismo al formar parte del mundo sensible-natural al que se ha puesto entre paréntesis. El cuerpo es únicamente un objeto intencional, imagen o apariencia, que necesita ser acreditado a través de las vivencias intencionales de la conciencia. Más exactamente, el cuerpo se convierte en objeto de la percepción que requiere de una interpretación de parte de unos actos de [la] conciencia. La epojé fenomenológica deja de lado al cuerpo como organismo actuante:

A través del uso de la reducción Husserl suspende o "pone entre paréntesis" la cuestión de la realidad del objeto mentado o intencional (intended object) y al hacerlo, se confina a una descripción puramente descriptiva de la intencionalidad. Esta limitación significa que la explicación naturalista o causal es excluida de su explicación (account); el análisis intencional es confinado a una descripción de lo que se presenta a la conciencia trascendental [...] El cuerpo realiza su apariencia como un objeto intencional, como una imagen corporal [...] el análisis está limitado a una descripción del cuerpo tal como es presentado y representado en la conciencia. (Gallagher 1995 231)

Pero, en este momento, se debe considerar que Husserl era consciente de que el cuerpo debía ser algo más que un objeto intencional. Husserl, en Ideas II, dedica una parte de su estudio a tematizar el lado vivencial del cuerpo propio, mostrando que este es el órgano primigenio de la percepción. En la segunda sección, sobre la Constitución de la naturaleza animal, el objetivo de Husserl era, precisamente, describir la esencia misma del "alma" a través de su darse corporal o su patentarse en el cuerpo material. En otras palabras, la intención husserliana será tratar de solucionar la siguiente pregunta: ¿qué significa que el sujeto intencional, el "yo" que es conciencia de algo, "el yo que percibe algo, el yo que siente algo, el que juzga algo, etc.", se experimente como un alguien que es en el mundo, es decir, como un yo-hombre?

En este ensayo tan sólo me centraré en el aspecto de la constitución del cuerpo como cuerpo-vivido, por tanto, en la constitución anímica del sujeto humano a partir de la actitud naturalista. En cuanto a la descripción fenomenológica del comportamiento humano, se debe recurrir, primero que todo, a la animalidad o corporeidad, pues el sujeto es primariamente un yo que padece y actúa de acuerdo al modo en que su cuerpo experimenta el entorno en el que está sumergido. Esto significa que la descripción fenomenológica parte de la actitud natural, para tratar de ir dilucidando el sentido mismo de nuestro ser-hombres, y para actuar en un mundo que nos afecta corpóreamente.

Se puede decir que el cuerpo es el medio primordial que permite un contacto del sujeto con el mundo, en cuanto, por ejemplo, ver algo implica una orientación o un punto de vista condicionado por la situación postural del cuerpo. Ver un objeto implica, de esta forma, estar inmerso dentro de un horizonte en el que se ocultan perfiles, pero que a su vez motivan a la prosecución de una visión adecuada del objeto que se percibe. Pero cuando se percibe no se es "consciente" del modo en que el cuerpo se va ajustando al sentido mismo de lo presente. Esto indica que el cuerpo, más que un órgano auxiliar en la percepción de cosas, es la condición sine qua non de estas. Los ajustes y recorridos corporales que realiza un organismo en su darle sentido a un entorno percibido son, pues, indispensables, pero por su misma naturaleza pasan desapercibidos. Por lo mismo, esta capacidad corpórea tácita no puede ser reducida a una simple activación de reflejos o de neurotransmisores corticales en el cerebro. La vida tácita del cuerpo refleja una "intencionalidad" prerreflexiva que se activa a medida que el organismo se ve motivado a actuar y, como se mostrará en el apartado siguiente, es a través de una descripción genética que es posible tematizar el impulso que recorre las asociaciones motivadas por las cinestesias y demás acontecimientos de la esfera sensible que condicionan el curso de la conciencia.

Pero ¿qué hace que el cuerpo no se perciba como un mero objeto o una cosa que está ahí? Uno de los modos primarios por medio de los cuales se experimenta el cuerpo como algo más que un objeto en el nexo con otros es a través del tacto; la vista también concurre, pero está limitada a ciertas partes del cuerpo. El tacto revela cómo el cuerpo es una cosa que siente y, con ello, se deja notar una especie de "reflexión" que tiene el propio cuerpo. Tal experiencia permite argumentar a favor de una existencia corporal que posee una forma de ser distinta a las demás cosas que se encuentran ahí. En la experiencia táctil hay un tipo de automanifestación de la experiencia misma en la que el tocar es en sí mismo tocante o sentido. A través del tacto, como parte activa del mismo cuerpo, este se revela como el vínculo indispensable entre el yo y las cosas que están ahí. Por ejemplo, cuando la mano derecha toca a la izquierda, no la siente como una mera cosa física: se tiene "apariciones de una mano blanda, lisa, formadas así y asá, pero aquí ocurre algo más, la mano izquierda también siente la mano derecha. En ella también se localizan sensaciones (ubiestesias), es, por tanto, una cosa que siente" (Husserl 2005 189). Esta cita de Husserl bien puede develarnos que el esquema corporal y la imagen confluyen en una experiencia fenomenológica en la que el sujeto, antes de reflexionar sobre su carácter donador de sentido, está vinculado a un entorno gracias a su experiencia táctil y a las motivaciones que enlazan lo afectivo.

 

2.1. El nivel afectivo de lo corporal: las síntesis cinestésicas

Dentro del nivel de sentido en el que se inscriben las descripciones fenomenológicas, podemos acotar diferentes matices que permiten argüir a favor de una experiencia prerreflexiva, siendo indispensable para ello realizar una descripción genética. Los matices a los que hacemos referencia se encuentran enmarcados por una experiencia propia de la esfera corpórea, en cuanto esta nos remite a un enfoque de primera persona de nuestras experiencias-vividas, sin que intervenga explícitamente un "yo" o una autoconciencia. Con la experiencia de la actividad de lo pasivo, nos acercamos a una descripción de los momentos en los cuales se devela la experiencia humana, ya que toda experiencia (perceptiva, histórica, etc.) se vincula a un horizonte en donde se pone de relieve lo previamente dado. Y la vinculación del sujeto perceptivo a un entorno ha de estar cimentada por su capacidad corporal, pues lo que se le ofrece a su campo de percepción son tan sólo perfiles o escorzos. Es necesaria una conciencia que atienda al nivel pretemático o prereflexivo de cómo algo dado remite a un horizonte de lo todavía no-percibido, pero que se encuentra ahí a la espera de ser actualizado o vuelto a presencia.

Es importante, para dar cuenta de ese nivel pre-predicativo u originario, tematizar el lado "afectivo" del sujeto. Entendiendo por "afectivo" la experiencia anterior a la introducción de procesos cognitivos, o lo que J. Bermúdez llamaria el nivel no-conceptual3. Este nivel no-conceptual está constituido por procesos "inconscientes" o, para evitar el término que tiene connotaciones freudianas, por niveles de fuerzas afectivas motivadas por procesos constitutivos anteriores a la atención de un "yo" o al nivel egoico de la percepción. Husserl, en sus lecciones –recopiladas en la traducción inglesa como Analyses Concerning Passive and Active Synthesis–, tematiza la génesis de ese proceso a través del cual se constituye el sentido de las cosas. De tal manera, el nivel descriptivo de dicho texto será más radical por cuanto se quiere hacer explícito lo que es meramente implícito en todo proceso cognitivo; esto es, que la "actividad" sintética de la conciencia, en cuanto esta se refiere o se dirige al objeto mismo (al objeto intencional o al objeto acerca del cual es conciencia de), requiere de síntesis previas.

Para indagar por la forma de actuar-pasivo del ego, es necesario dilucidar una "estética trascendental" que devele aquello que hace posible la intencionalidad de la conciencia. Esto, por cuanto el "acerca de algo" ha de estar fundado en un nivel previo. El objetivo de una estética4 fenomenológica será describir la constitución de sentido suscitada por las síntesis asociativas y las cinestésicas. El nivel preconceptual de tales síntesis pasivas podría concordar con la tesis de Merleau-Ponty5 sobre el anonimato de la sensibilidad en la constitución del mundo espacio-temporal de las cosas percibidas:

Volvemos a tener en mente alguna clase de conciencia como conciencia de algo, en tanto conciencia de un objeto, y este algo (something) es la misma cosa dada a la conciencia a través de muy variadas y posibles experiencias-vividas, es decir, por virtud de aquellas síntesis que tienen una continua o una discreta coincidencia de sentido (sense). (Husserl 2001 277)

Pero el objetivo final de este trabajo no es recorrer el paso de lo estético-anónimo, de la actividad de lo pasivo (lo cual es una paradoja para todo aquel que se encuentra en una actitud dogmática), a la actividad del ego-cognoscitivo.6 Esto último haría parte de otro trabajo en el que se haga explícito cómo la esfera de la pasividad requiere de una actividad cognoscitiva de la conciencia. Una actitud en la que el interés del yo sea el interés de una voluntad de objetivación activa del objeto mismo. En esta sección sólo tratamos de complementar la esfera pasiva-activa de la conciencia, donde se hace necesario introducir las síntesis cinestésicas propias del cuerpo-vivido, y en la que actúa un sentimiento de afectividad no cognoscitivo.

Husserl considera que el problema de una "constitución originaria" debería comenzar con una descripción de la experiencia pasiva, patente en la esfera de la afección en la que actúa una intencionalidad instintiva. En tal estrato no hay "conceptos" con los cuales trabajar; por el contrario, hay enlaces y asociaciones que están sometidas a niveles afectivos, cuyo origen debe ser develado por la misma conciencia, aunque ella no participe en tal constitución. Las asociaciones que ocurren en este nivel acercan a unas síntesis motivadas, no por enlaces cognitivos, sino por "recuerdos" de lo ya-sido que remiten a expectativas o a lo "que será", esto es, con síntesis asociativas en la forma de "conexiones" originariamente inmanentes con los impulsos sensibles corporales (Depraz 479).

Las asociaciones a nivel pre-predicativo no "provienen" de actividades cognitivas, es decir, no es producto de la memoria el que una "cosa" me remita a otra, sino de motivaciones que atienden al poder afectivo de su contenido:

La afección es un modo de llevar a cabo la 'objetivación' (o de llega a ser temático); el objeto constituido ejerce una afección, ejerce un 'atracción' [allure] de variadas graduaciones de intensidad sobre el ego como el ego de posibles conocimientos [...] Así, ya dentro de la pasividad, la afección es una modalidad específica de objetivación para el ego. (Husserl 2001 280)

Pero a las síntesis asociativas y de afectividad les falta lo que les da su origen en la existencia, esto es, les falta ser incorporadas a los movimientos prácticos del cuerpo-vivido. El cuerpo como punto de orientación absoluto y órgano de la voluntad de un yo-puedo es lo que permite coordinar los diferentes perfiles en que se da un objeto. Que una apariencia remita a otra formando un campo de sentido de datos visuales, táctiles, etc., gracias a síntesis asociativas y afectivas, requiere de un cuerpo-vivido que, a través de movimientos prácticos, los actualice:

El movimiento de nuestro propio cuerpo-vivido revoluciona el modo de aparecer de cada una de las cosas. El cuerpo-vivido puede, para hablar de algún modo, correr a lo largo de la percepción especialmente con el movimiento; así cada cambio de apariencia es neutralizado. Sin embargo, el movimiento corporal vivido juega su rol con respecto a todo lo percibido: la mano se mueve en el tocar, el ojo se mueve en el ver, y el resto del cuerpo asiste de múltiples modos aquí. (Husserl 2001 586)

En otras palabras, cada unidad constituida por sí misma en el trasfondo de la conciencia ejerce una afección sobre el ego precisamente como unidad de sentido, como un todo prominente. Si un atender orientado o una "orientación hacia" sobreviene, entonces esa unidad y su "sentido objetivo" emerge de la oscuridad, o sea, del horizonte de habitualidades de la conciencia. Esta unidad de sentido objetivo, al ejercer una afección sobre el ego, permite que este lo aprehenda y se ocupe de él temáticamente, es decir, lo meramente afectado puede ser convertido en tema de juicios objetivantes o de conocimiento. Lo que es meramente implícito se vuelve temático gracias a que ejerce un grado de afección sobre el ego. Pero es gracias a las motivaciones cinestésicas que el sentido preconstituido por las afecciones y las síntesis asociativas adquieren su posibilidad práctica dentro del mundo perceptual.

Un ejemplo para clarificar lo anterior puede ser el siguiente: cuando uno, al estar imbuido en una lectura, no atiende a la mesa en la cual está apoyado el libro que se lee, o simplemente no atiende al entorno que está ejerciendo un grado de afección, será un objeto sedimentado en la historicidad de su "ser percibido". La mesa es, pues, algo que está ahí en el fondo de la habitación en la que escribimos, etc.:

La unidad del campo de la conciencia es producida siempre a través de interconexiones sensoriales, conexiones sensitivas de similaridad y contrastes sensibles. Sin esto no podría existir el 'mundo'. Podemos decir que es en esta resonancia como similaridad sensible y contraste sensible (que por su parte presupone una similaridad) que se funda cada cosa que ya es constituida. (Husserl 2001 505)

En el momento en que se atiende a la mesa, esta se aprehenderá, gracias a unas síntesis asociativas pasivas, como un objeto de contemplación y de un conocimiento cada vez mejor, siendo así objeto de un juzgar predicativo, y se formulará la enunciación "esta mesa es café, etc.". Este objeto espacial deja abiertas determinaciones no actuales, pero ya de antemano es aprehendido como un todo y luego, en sus detalles, como algo cuadrado, de cuatro patas, etc.:

Los objetos de la receptividad están pre-dados en pasividad originaria con sus estructuras de la asociación, la afección, etc. Su aprehensión es un nivel inferior de actividad, una mera recepción del sentido originario pasivamente pre-constituido. (Husserl 1980 276)

En la percepción de "mesa", la tendencia del yo a completar el objeto desde cierta orientación, por ejemplo, desde la perspectiva en la que se ven las patas traseras, se complementa con la expectativa de ver el objeto desde otro ángulo en el que se resalta la forma completa. La satisfacción del interés es, pues, la realización del cumplimiento de las intenciones de expectativa. Otro caso es la obstrucción misma de las expectativas, en la que se trunca la percepción de la "mesa". Se interrumpe en cierta manera el percibir y, con ello, las expectativas quedan sin confirmar.

Considerada concretamente, la constitución de la mesa remite a síntesis estéticas surgidas por las cinestesias. Si muevo la cabeza o si me desplazo hacia un lado, entonces el lado de la mesa que antes estaba oculto y que es meramente implicado se torna en algo presente, se vuelve tema de mi atención. La organización asociativa de los campos hyléticos, es decir, lo que es preconstituido en la homogeneidad o en la heterogeneidad a través de las síntesis pasivas, es completado y reestructurado por la organización de los movimientos corporales vividos o las denominadas cinestesias.

La concatenación de apariencias, perfiles, que delinean el sentido objetivo de un objeto, remite a la actividad pasiva de lo corporal vivido. Las cinestesias y los perfiles-apariencias se implican mutuamente en la constitución de lo dado de una forma doble, por un lado, una vez que percibo la mesa, me veo obligado a seguir sus perfiles no vistos y, por otro lado, las apariencias no son más que eventos del cuerpo-vivido:

Cuando emprendo una serie de movimientos en el sistema libre 'me muevo a mí mismo', las apariencias que llegan están ya prefiguradas. Las apariencias forman sistemas dependientes. Únicamente como dependientes sobre las cinestesias ellas pueden continuamente pasar la una a la otra y constituir una unidad de sentido. Sólo a través del curso en marcha de este modo es posible que las apariencias desplieguen sus indicaciones intencionales. Sólo a través de este entrelazamiento de variables dependientes e independientes se constituye el aparecer de algo como un objeto trascendente de la percepción, precisamente como un objeto que es más de lo que directamente percibimos, como un objeto que puede completamente desaparecer de mi percepción y aun persistir. (Husserl 2001 52)

El cuerpo-vivido se torna en el punto cero de orientación por el que se localizan las cosas. De esta forma, las apariencias de los objetos dependen de los movimientos corporales que realice el organismo. Moverme hacia un lado, por ejemplo, para tratar de aprehender los perfiles ocultos del árbol que se localiza justo frente a mí, es parte de una posibilidad práctica. Si me alejo unos pasos, entonces el árbol se tornará más pequeño de lo que realmente es y se ocultarán algunas de sus partes. Pero si me acerco lo suficiente, el árbol se tornará mucho más grande; con ello encuentro la frondosidad de sus hojas. No obstante, en lo que respecta a mi cuerpo propio, no puedo distanciarme para percibirlo. "Así nuestro propio cuerpo-vivido es caracterizado según el sentido objetivo de un modo fundamentalmente diferente que las otras cosas" (Husserl 2001 585).

Gracias a las síntesis cinestésicas propias del cuerpo-vivido, el campo de lo sensible hylético y las síntesis asociativas y temporales adquieren un valor concreto dentro del mundo de la experiencia. Así, el que una apariencia remita a otra es índice de una motivación estética basada en la homogeneidad y heterogeneidad de lo dado. Pero las apariencias son motivadas cinestésicamente; por tanto, está en la libertad del sujeto perceptivo dejar que las apariencias corran su curso tal como lo fue originariamente. A través de unos movimientos corporales, como mover la cabeza, puedo retornar, en el caso de observar, una mesa al lado que ha caído en el umbral de lo no visto. E igualmente, si me coloco en el lugar apropiado, puedo, una vez más, identificar y percibir el objeto simplemente indicado.

El caso de la aprehensión simple de una melodía se da gracias a la orientación espacial del cuerpo. Un sonido se hace más prominente si me acerco a la fuente de donde brota. Al hacer más prominente una determinada melodía frente a otros ruidos, ejercerá una atracción y, con ello, posibilitará una posterior aprehensión activa. La motivación proviene del interés que suscite tal sonido frente a otros en el desplazarse corporalmente en el entorno.

De este modo, como lo sugiere Welton (cf. 1977), la motivación estética inmanente a la apariencia y sus síntesis asociativas llevan a una aprehensión según un sentido implícito, es decir, un estilo que es dado e indeterminado. Pero este estilo habitual requiere de una conciencia que efectúe síntesis temporales, asociativas y cinestésicas. Así, por ejemplo, el sonido de una melodía que se constituye a través de síntesis temporales pasivas es algo abstracto y, como tal, se origina dentro de una posición del cuerpo-vivido en el mundo. Moverme hacia la habitación donde resuena una nota que es concordante con otras, por su tono, es índice de un trasfondo de afecciones y acciones de un yo. Los sonidos son organizados gracias a la orientación del cuerpo-vivido y a los requerimientos del sentido objetivo. El cuerpo, en cuanto sistema sinérgico de síntesis prerreflexivas (asociativas), permite que lo evocado tenga lugar dentro de un horizonte de sentido que es de por sí indeterminado; un horizonte que remite una apariencia a otra a través de un esquema de implicación implícito (horizonte interno y externo). Una cosa remite a otra gracias a una tendencia creada que atrae de manera prerreflexiva la atención del yo.

Se puede afirmar que el aporte de la fenomenología, sobre todo en la forma como aborda la génesis misma del comportamiento perceptual, se aproxima al nivel de lo no-conceptual. Este nivel descriptivo conmina a develar un nivel constitutivo anónimo –pasivo–, que se solapa tras las obras de un yo, es decir, más acá de la actividad objetivante de la conciencia. Antes de que la conciencia otorgue sentido a lo que la rodea, se encuentra sometida a unas síntesis previas que la condicionan. Esto proporciona una herramienta para comprender en qué medida la conciencia requiere de lo corporal, en cuanto lo corporal implica una actividad en la pasividad, esto es, una awareness dirigida por una intencionalidad prenoética que lleva a cabo síntesis cinestésicas.

La "actividad pasiva", que es tematizada por el proceder genético de la fenomenología, da cuenta de motivaciones cinestésicas, asociaciones, afecciones, etc., que delinean nuestro modo primigenio de "saber" del mundo anterior a toda intromisión de representaciones o niveles cognitivos. Francisco Varela, con su enfoque enactivo, da cuenta de esa vida pre-predicativa fenomenológica y los encuentros neurofisiológicos. No obstante, parece más interesante cómo J. Bermúdez, con su punto de vista no-conceptual, permite, en cierta manera, acercar más el puente de la brecha entre lo cognitivo y lo experiencial, aunque su interés sea otro, esto es, cimentar lo cognitivo en procesos no conceptuales sin que exista una contradicción.7 Pero establecer un paralelo entre estos dos niveles va más allá del objetivo de esta investigación.

 

3. Conclusiones generales

De la visión cognitiva prerreflexiva de Gallaguer concluimos lo siguiente:

Shaun Gallagher considera importante incorporar una descripción fenomenológica del comportamiento corporal dentro de las explicaciones de la ciencia cognitiva. Esto debido a que las explicaciones de la ciencia cognitiva dejan de lado el aspecto vivido de la experiencia corpórea. Shaun Gallagher asume que el cuerpo no es una simple cosa que podría ser estudiada sin considerar su aspecto vivido, por el contrario, el cuerpo, gracias a su esquema corporal o awareness perceptual, se torna en el medio prerreflexivo de comportamiento de los sujetos. Considerar al cuerpo, por ejemplo, como el punto cero de orientación espacial es, pues, una de las tesis sacadas de la descripción fenomenológica. No obstante, Gallagher asume que la fenomenología no es más que una descripción psicológica, donde el cuerpo es tan sólo una imagen que necesita ser acreditada por las vivencias intencionales de la conciencia. Esto último como consecuencia de la puesta entre paréntesis del "es" de la actitud natural. El cuerpo se reduce a un "objeto intencional" que necesita ser acreditado por la "atención" de la conciencia.

Los estudios de Gallagher y Zahavi8 han resaltado que la investigación fenomenológica del cuerpo no es un análisis de un objeto entre otros, sino, al contrario, la descripción de un principio trascendental de la experiencia. Esto indica que el cuerpo-vivido es condición de posibilidad del mundo en su concreción material. Al profundizar en la descripción del cuerpo como principio trascendental de la experiencia, se ven implicados cambios en la relación sujeto-mundo, en la relación sujeto-otro y en la relación sujeto-cuerpo. El cuerpo se vuelve indispensable a la hora de estudios cognitivos sobre el sentido de pertenencia o de agencia de nuestros actos, por ejemplo. Entender y describir cómo el cuerpo desarrolla sus capacidades propioceptoras y cenestésicas y forma la cognición es, según Gallagher, una manera adecuada de implementar la fenomenología con la tecnología y la robótica. Es pues, indispensable, que la fenomenología y la biología (y demás ciencias) se colaboren mutuamente en la comprensión del comportamiento corporal.

De la visión fenomenológica husserliana concluimos lo siguiente:

El cuerpo ha de ser algo más que un "objeto intencional", ya que proporciona el punto de vista a partir del cual la conciencia le da sentido al mundo, pues hace parte de un trasfondo no-temático o prerreflexivo. El cuerpo es el medio anónimo que permite a la conciencia dar sentido a lo dado perceptualmente, en cuanto esto último se ofrece sólo parcialmente o a través de escorzos. Actualizar los escorzos ocultos dentro del horizonte perceptual implica una perspectiva móvil y prerreflexiva. El cuerpo-vivido, gracias a sus síntesis cinestésicas, permite a la conciencia un trasfondo de perspectivas y de posibilidades prácticas prerreflejas. No obstante, para describir ese trasfondo de posibilidades y de perspectivas en las que actúa una vida intencional pasiva, es necesario recurrir a una descripción genética. El objetivo de esta descripción es, pues, develar las asociaciones originarias que están en la base de toda efectuación de sentido de la conciencia. Este nivel de análisis acerca la descripción fenomenológica a una interpretación prerreflexiva de la acción, esto es, a una descripción del actuar corporal de los sujetos en el mundo. Tal descripción antepredicativa, permitiría un entrelazamiento de la fenomenología con las ciencias cognitivas en lo que respecta al comportamiento perceptivo.

El acuerdo entre una visión cognitiva corporeizada y la fenomenológica está en que la awareness corporal no es una simple representación cortical, tal como es discutida por los neurocientíficos, ni tampoco una representación, tal como es asumida por los psicólogos. Esta awareness (cimentada en la interacción entre esquema e imagen corporal) es índice de la práctica habitual del cuerpo para acomodarse al medio en que se desarrolla. Este desarrollo implica una multitud de prácticas sociales o físicas que va adquiriendo el cuerpo desde su inicios (en los recién nacidos hay ya una conciencia corporal)9 , con lo que refleja una intencionalidad corporal que permanece en el lado prenoético o prerreflexivo. Precisamente, fue Husserl quien resaltó el papel de una descripción de la experiencia pasiva que acaece en el estrato corporal. El atender de la conciencia al mundo de su experiencia, una vez practicada la epojé, no puede dejar de lado al cuerpo como el vínculo primordial con el "mundo de la vida", es decir, con el mundo de la praxis cotidiana.

Para Gallagher, por otro lado, la fenomenología del cuerpo-vivido necesita ser complementada con la investigación empírica de la ciencia. El cuerpo-vivido y su capacidad cinestésica (en su sentirse y moverse) son índices de un marco de referencia absoluto (no-perceptual) que permite una relación práctica y prerreflexiva con el entorno. Esta relación, en ocasiones, se ve interrumpida por anomalías patológicas (véase el caso de Ian Waterman).10 La tarea de la ciencia cognitiva, centrada en las explicaciones de fenómenos perceptuales, será acoger las descripciones fenomenológicas del cuerpo vivido, y enriquecer sus experiencias. Igualmente la fenomenología ha de dar cabida a lo experimental para ir enriqueciendo sus descripciones.

En síntesis, a través de la experiencia corporal se hizo patente que la conciencia no puede ser desvinculada de su entorno inmediato. La conciencia corporal se revela como una awareness, esto es, como una conciencia cimentada en un yo-puedo de posibilidades prácticas. La conciencia es, pues, cuerpo-vivido. A través de lo corporal se vislumbra una intencionalidad cimentada en el trasfondo de lo afectivo. Un trasfondo cubierto por asociaciones originarias que ofrecerían a la conciencia la posibilidad de constituir el sentido a lo dado sin más.

Una investigación que considere el comportamiento perceptivo de los sujetos ha de tener en cuenta esta awareness corporal. Esto indica que deberá existir una integración de las descripciones fenomenológicas de la conciencia corporal con las explicaciones que sobre ella puedan ofrecer las ciencias experimentales (biomecánicas, neurobiológicas, etc.). A este respecto es bueno mostrar cómo algunos teóricos de la percepción acuden, en cierta medida, a una fenomenología del cuerpovivido.11 Igualmente, Gallagher y Zahavi, en su The Phenomenological Mind. An introduction to Philosophy of Mind and Cognitive Science, muestran cómo es posible la mutua colaboración entre la experiencia fenomenológica y la ciencia cognitiva, en aras de una comprensión sobre la percepción del cuerpo y del entorno social-biológico.


* Este escrito hace parte de un proyecto investigativo que busca proporcionar una teoría "naturalista" de la conciencia, que haga justicia al carácter irreductiblemente subjetivo de este fenómeno, a partir de un enfoque fenomenológico centrado en la corporalidad. Así mismo, esta investigación se elaboró bajo la dirección, paciente y muy dedicada, del profesor J. José Botero, a quién agradezco su apoyo.

1 Esta palabra no será traducida en cuanto hace referencia, en la lengua inglesa, a una conciencia no del todo atenta o despierta. Con awareness haremos referencia a la ambigüedad propia de nuestro comportamiento consciente prerreflexivo.

2 Véase la bibliografía.

3 Véase, por ejemplo, Bermúdez J. L. "Nonconceptual Self-Awareness and the Paradox of Self-Consciousness". Das Selbst und seine neurobiologischen Grundlagen. hg. Von Albert Newen und Kai Vogeley. MENTIS (version online): "The nonconceptual first person contents implicated in somatic proprioception and the pick-up of selfspecifying information in exteroceptive perception provide very primitive forms of nonconceptual self-consciousness, albeit ones that can plausibly be viewed as in place from birth or shortly afterwards. A solution to the paradox of self-consciousness, however, requires showing how we can get from these primitive forms of self-consciousness to the fully-fledged self-consciousness that comes with linguistic mastery of the first person pronoun" (1999 2).

4 Con este término hacemos referencia a la estética trascendental kantiana, en la que se indagaba por los principios de la sensibilidad.

5 Merleau-Ponty nos ofrece dos características propias del cuerpo como sujeto percipiente: "1. Toda percepción se da en una atmósfera de generalidad y se nos da como anónima [...] Mi percepción expresa una situación dada, de tal forma que, si quisiera traducir exactamente la experiencia perceptiva, tendría que decir que un impersonal percibe en mí y no que yo percibo. 2. La sensación solamente puede ser anónima porque es parcial" (1975 231).

6 El interés de este trabajo no es describir cómo los juicios predicativos y de conocimiento se fundan en síntesis previas. Para un estudio más detallado remito al lector a Experiencia y juicio.

7 Para una aproximación (de este autor) desde la fenomenología con respecto a lo no-conceptual, véase, por ejemplo: "The Phenomenology of Bodily Awareness". Phenomenology and Philosophy of Mind, ed. D. Woodruff. Oxford: Oxford U. Press, 2005. Pero hay que tener en cuenta que Bermúdez no tiene en cuenta la fenomenología genética de Husserl para salir del planteamiento cartesiano. Solamente acude a Merleau-Ponty para sustentar su tesis de una experiencia no-conceptual de lo corporal.

8 Véase, por ejemplo, "Scientific and Phenomenological Investigations of Embodiment". The Phenomenological Mind. An introduction to Philosophy of Mind and Cognitive Science. Part I.

9 Véase, por ejemplo, "Neurons and Neonats: reflections on the Molineaux Problem", The Phenomenological Mind. An introduction to Philosophy of Mind and Cognitive Science. Parte II: Excursions in Philosophy and Phatology. Gallagher, S. y Zahavi, D.

10 Para un estudio detallado de las anomalías que se generan por la separación del esquema y de la imagen corporal, véanse las investigaciones de Tsakiris M., Schütz- Bosbach. S y Gallagher S. "On Agency and Body-ownership: Phenomenological and Neurocognitive Reflections", Consciousness & Cognition, 16/ 3 (2007): 645-660.

11 Por ejemplo, Nöe, A. Action in Perception. London: MIT Press, 2004.


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