Abstract
El importante comentario de Heidegger sobre el himno de Hölderlin como en día de fiesta, plantea cierto número de cuestiones que atañen al propio Heidegger. Las dejaremos de lado. Hay otras que debemos omitir también, por ejemplo esta: el comentario de Heidegger sigue el poema palabra a palabra, tan cuidadoso, tan minucioso como podría serlo un comentario que avance según los métodos de la erudición didáctica. ¿Es legítima una explicación semejante? ¿De qué manera lo es? El comentarista no ha querido hacérnoslo saber, menos apurado que Gundolf, quien, al estudiar la gran elegía El archipiélago, se cuidaba de arruinar su estudio desde el punto de partida recordando que un poema es un todo y que los contenidos de pensamiento extraídos de ese todo no tienen en sí mismos ninguna realidad. Y en adelante Gundolf se conformaba con interrogar el canto en su conjunto. El examen de Heidegger interroga cada palabra, cada coma, y exige de todos los elementos aislados, tomados consecutivamente, una respuesta completa, aislable ella también. La impresión es con frecuencia bastante extraña. Sin embargo, en definitiva, hay en ello más apariencia que realidad; cuestión tiene ciertamente el aspecto exorbitante de una cuestión que pide cuentas a cada parcela del poema y la obliga a justificarse analíticamente, el análisis de Martín Heidegger, al progresar según la marcha circular que le es propia, conduce finalmente, no a recomponer el sentido general a partir de todos los sentidos particulares que especifica, sino a reencontrar en cada momento el pasaje de la totalidad del poema bajo la forma en que éste momentáneamente se ha dispuesto y detenido.