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Teología y vida

Print version ISSN 0049-3449On-line version ISSN 0717-6295

Teol. vida vol.60 no.4 Santiago Dec. 2019

http://dx.doi.org/10.4067/S0049-34492019000400443 

Estudios

Teología y Vida. Antecedentes de origen

1Pontificia Universidad Católica de Chile. searenas@uc.cl

Resumen:

Desde fuentes inéditas de archivo de la Facultad de Teología de la UC, el artículo reconstruye los antecedentes fundacionales de la revista Teología y Vida. Esos orígenes son situados en un programa de renovación eclesial y académico-institucional más amplio que su mentor y primer director, Marcos McGrath, impulsó en sintonía con el ambiente intelectual y eclesial de cambio de los 60. Esta revisión abre el tema de la función de la teología en la sociedad, la academia y la Iglesia.

Palabras claves: McGrath; quehacer-teológico; Vaticano II; teología UC

Abstract:

Through previously unexplored archival material, the article rebuilds the foundational antecedents of the theological Chilean Journal Teología y Vida. Its origins are situated within a general program of ecclesial and institutional-academic renewal which Marcos McGrath, its mentor and first director, pushed forward in line with the intellectual and ecclesial ambiance of transformations in the 60'. This survey brings up the issue of the role of theology in society, academy and the church.

Keywords: McGrath; theological agenda; Vatican II; Theology UC

Teología y Vida nació en 1960 en el seno de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Se visualizó como una plataforma de divulgación teológica para abordar disciplinariamente temas de interés pastoral con los métodos propios de una disciplina científica. Su mentor y primer director, el profesor Marcos McGrath (1924-2000), perfiló juiciosamente su finalidad como un espacio académico-pastoral para “poner la teología tradicional y moderna de la Iglesia a disposición de los líderes católicos, seglares, clero y religiosos”. La revista se inscribió en un programa de renovación más amplio, que McGrath, respirando el evento conciliar, visualizaba con claridad meridiana.

Después de cinco años de enseñar en la facultad, Marcos McGrath fue elegido decano. Conocía muy bien las tareas de mejora en su estructuración interna, en su tarea eclesial, social y académica. El anuncio del papa Juan XXIII de la convocación a un Concilio Ecuménico (25 de enero de 1959) marcaba pauta en la dirección de acoger preguntas e impulsar cambios. En menos de dos años de decanato, McGrath gestionó el fortalecimiento de la planta académica, mejoras sustantivas en curricula, biblioteca, extensión y en las publicaciones. En este campo de las publicaciones la institución contaba con Anales de la Facultad de Teología, Serie monográfica creada por el jesuita Gustavo Weigel en 1940, como una plataforma de socialización del trabajo teológico local1. Con veinte años de trayectoria, Anales había demostrado además servir para el desempeño docente, aunque por su orientación estaba circunscrita casi exclusivamente dentro de los márgenes institucionales y nacionales.

Es en ese vacío donde incursiona McGrath, advirtiendo una oportunidad. La amplia itinerancia académica lo hacía buen conocedor, no solo del ambiente anglosajón americano sino además de diversas escuelas europeas donde la difusión del pensamiento teológico en las décadas precedentes se había instalado con recurso a revistas asociadas a Centros de Investigación y de Educación Teológica. Su propia disertación doctoral da cuenta de ello2. Acá se asienta una de las intuiciones más notables de McGrath, con frutos inmediatos y prospectivos, cuando lanzó la idea de crear una revista institucional de carácter teológico-pastoral.

Revisando los hechos, advertimos que esa idea fue propuesta ya en 1958 y, por la excelente recepción, le fue inmediatamente encargado elaborar una propuesta concreta de contenido para ser deliberada3. En una intervención contemporánea, en Consejo Académico, señala McGrath que se trataría de una “revista de la Facultad dirigida a la información y formación teológica y pastoral del clero, religiosos y seglares más unidos a la vida de la Iglesia”4. Se recogía en la propuesta la inquietud sobre la tarea ineludible de la Facultad de Teología en la formación permanente del clero y de la membresía eclesial más activa. Esta hebra se tirará en los años siguientes sirviéndose de las relaciones conciliares. En excelente ejemplo son los ciclos de conferencias, tanto para el clero como para el laicado, que contaron con algunos de los mejores teólogos de la época: René Laurentin, Maurice Villain e Yves Congar. Con su presencia e intervenciones se abordaron las materias de renovación de la mariología (y los problemas conciliares); el movimiento ecuménico en sus fundamentos históricos y teológicos; y la evolución de la eclesiología, respectivamente5.

En la vinculación con el medio, la Facultad resentía la ausencia de estrategias colectivas y de un ideal común. Ramón Echániz S.J., decano predecesor de McGrath, deslindaba un severo juicio: “Hoy día la Facultad de Teología carece de prestigio en el alumnado, en el clero y en todos los círculos de valor intelectual y religioso”6, moviendo estrategias de irradiación pública. McGrath compartía su diagnóstico. Es bien notorio el espíritu de renovación institucional desde el inicio de su decanatura. La sesión de Consejo del 12 de junio de 1959 es ya presidida por McGrath7, donde inicia un camino de reforma de la Facultad para que ésta “se eleve a un nivel auténticamente universitario”8, lo que incluía también su proyecto de revista. Armó una jornada extraordinaria de académicos que se llevaría a cabo tres semanas más tarde9; la urgencia parecía predecir el tiempo breve de su decanatura. Aquella jornada del 6 de julio de 1959 fue programática. McGrath apuntaba a un rediseño de la facultad en sus bases. Ello lo condujo a proponer el discernimiento de los “artículos más importantes de los Estatutos de la Facultad, con la intención de recordar sus fines y hacer un examen de su realidad actual”10, los números relativos a curricula y a biblioteca, porque la cualificación científica y pastoral pasaba por la estandarización de sus recursos bibliográficos, donde la contribución local era indispensable. Esta era una de las materias más deficitarias, lo que se palpa notoriamente en la inquietud manifestada por McGrath a Manuel Larraín, a quien pide ayuda para la gestión de recursos en la adquisición de material, “ya que el compromiso con la alta calidad científica se ve afectado por la falta de circulación de literatura teológica”, nutrida por la casi nula colaboración internacional y la ausencia de programas actualizados de vinculación con el medio11. Dentro de este movimiento hacia una presencia pública más significativa de la facultad, en la decanatura de McGrath, además de la revista, se creó el Instituto Superior de Teología para Religiosas (ISTRE)12, con el objetivo de abrir la teología al más amplio sector eclesial.

Clases en el ISTRE 

La implementación de este programa urgió aún más la creación de la revista. Se precisaba de un espacio de divulgación teológica que –en palabras de McGrath– se hiciera cargo de “los problemas de interés particular de este país”, porque el desarrollo de una teología más contextual tenía que responsabilizarse de la histórica negligencia “de los aspectos teológicos del apostolado diario […]”. Para McGrath, “nuestros mejores apologetas suelen ser laicos; hecho que señala cierta deficiencia de formación o de orientación del clero”13, deficiencia que sería subsanada con la producción teológica bien nutrida de las preguntas contextuales. La relación Iglesia-teología-arena pública movió su política académica, le dolía la “poca productividad e influencia exterior que ha tenido hasta la fecha la Facultad de Teología”, a pesar del perfil fundacional y del lugar en el que se ha situado dentro de ésta, una Universidad católica. McGrath acumulaba una amplia experiencia acerca de la relación teología y universidad. Su diagnóstico es lapidario. A su modo de ver, la facultad, “en vez de ser un centro de irradiación y orientación teológica en la Universidad y a través de ella del país, se ha limitado a su trabajo interino de preparar a sus propios alumnos” y en esa limitación, se había reducido la misión eclesial y social de la facultad. El impacto era intra-y extra-universitario, McGrath estaba convencido de que, cumpliendo los propósitos, se “podría y debería contribuir mucho al mejoramiento de la predicación y de la instrucción religiosa a través del país, como también directa e indirectamente en todos los aspectos de la vida y apostolado de la Iglesia en Chile”.

La creación de una revista era parte de una agenda de compromisos concatenados, tener ese espacio divulgativo requería recursos humanos a la altura (contratación de buenos profesores), que en el cruce de la docencia y la investigación nutrieran sus resultados en propuestas de divulgación científica, dentro de estas coordenadas:

1. Un planteamiento más teológico y escriturístico a la base de todo. Para esto existe la facultad de teología. 2. Una visión más amplia de los problemas pastorales y sociales 3. Mayor facilidad de trabajo de redacción […] así la revista sería el medio anhelado para la vitalización de la facultad de teología en cuanto a su debida irradiación en la Iglesia de Chile14.

La orientación teológica-pastoral admitía interpretaciones variadas. De hecho, en pleno proceso de diseño, en octubre de 1958, se reunió McGrath en el Seminario Pontificio Mayor de Santiago con el Rector del Seminario y los profesores Hourton y Ariztía, quienes editaban en ese momento la revista Pastoral Popular. Esto muestra la intención de explorar alternativas dentro de los registros existentes. La idea de una revista propia en colaboración lucía muy bien, pero al evaluar las implicancias de una tal sinergia, se definen mejor los perfiles de cada uno de los dos proyectos y Pastoral Popular renueva su horizonte práctico-social. McGrath buscaba, en cambio, que la revista de la facultad de teología tuviese un claro enfoque teológico-científico, él visualiza a una “revista de divulgación teológica para evitar el peligro de superficialidad junto con el de la limitación de su interés a una parte del clero solamente”: cientificidad y pastoralidad15 serán las dos improntas.

El rector de la universidad comprometió recursos económicos para financiar los primeros números del año de lanzamiento, condición de posibilidad para materializar el proyecto16. Se decidió una frecuencia de cuatro veces al año17 incluyendo una sección de recensiones, liturgiapastoral, crónica eclesiástica y su corazón se situaría en la sección de trabajos originales con variados temas; los que resulten de “interés pastoral estudiando seriamente sus fundamentos teológicos”18. La pastoralidad era un criterio fundamental que había que proteger en la propuesta temática, variada y amplia, con atención constante a las preguntas del entorno eclesial y social amplio. Por esta razón la revista fue llamada Teología y Vida.

Para identificar las preguntas del entorno eclesial, el salesiano Egidio Viganó propuso realizar un sondeo dentro de una representación significativa de diversos actores y actrices de la membresía eclesial: presbíteros, religiosos y religiosas y líderes de movimientos laicales, para trazar con precisión el “hambre teológica de los lectores”19. El público amplio era el horizonte, McGrath preparó una Circular de consulta en junio de 1959, de amplia difusión en círculos eclesiales. Allí sinceraba el deseo de poner a disposición la teología tradicional y moderna a las preguntas locales contemporáneas. Las respuestas institucionales e individuales no se dejaron esperar, fueron en su conjunto muy positivas20: los estudios bíblicos, el ecumenismo, la Iglesia en la sociedad actual, naturaleza y rol del laicado, el comunismo, el sentido de la auténtica moral cristiana, el ateísmo, la Iglesia y educación/Estado, la tolerancia, sociología religiosa, la liturgia, la psicología pastoral, se cuentan entre los temas de interés21.

Son de hecho, materias de la agenda que establecerá el Concilio Vaticano II poco más tarde, desde la consulta universal de Juan XXIII. Se respiraba ese espíritu de renovación más global, lo que en paralelo condujo a McGrath a propiciar la celebración de las primeras Jornadas Teológicas de la Facultad de Teología22, entre el 21 y el 23 de septiembre de 1959, en torno a un tema que había sido bastante marginal en el continente latinoamericano hasta la época: “El protestantismo”. Con los resultados de esas Jornadas, se retoma la serie Anales, interrumpida en 195023. Una referencia compendiada en la prestigiosa revista Irénikon –baluarte del movimiento ecuménico– registra el nivel y alcance de las once contribuciones publicadas en ese volumen, muy en sintonía con el talante del movimiento desde una óptica local24.

En el mismo horizonte, entre el 21 y el 23 de noviembre de 1959 se convocó la facultad de teología para enfocar la mirada al evento eclesial global: “Las consideraciones para el próximo Concilio Ecuménico desde el punto de vista chileno” frasearon el tema general, donde nuevamente la cuestión ecuménica jugó un rol central, abordando la unidad cristiana desde el protestantismo y las Iglesias de Oriente en Chile y Latinoamérica. El resultado dio origen al volumen 11 de Anales, en cuya ocasión McGrath visualiza las repercusiones del evento conciliar para la Iglesia en su conjunto y para América Latina en particular25. Su investigación doctoral dibuja el trazado entre el concilio de 1870 y el actual. A su parecer, entre el Vaticano I y el II se han “acumulado ante la Iglesia muchísimos problemas tanto doctrinales como disciplinares” que el concilio será capaz de abordar en la perspectiva ecuménica y pastoral anunciada por Juan XXIII: naturaleza y misión social de la Iglesia, reunión de las Iglesias separadas, reforma del derecho canónico, en particular desde una renovada teología del laicado y de los métodos actuales de apostolado, las Iglesias del silencio, y una aproximación pertinente del materialismo cientista y del comunismo. Para estar a la altura de esa hora, McGrath urge a “conseguir las condiciones mínimas para crear una corriente activa y vital de teología”26, lo que vitalmente implica a esta facultad de teología en todas sus dimensiones, educación formal y vinculación con el medio. McGrath, sin embargo, aún piensa que la iniciativa de Juan XXIII culminará en “completar” lo inacabado del Vaticano I, lo que obedece a una determinada hermenéutica del proceso que fraguó doctrina. Su actividad académica y pastoral posterior dará cuenta de una re-comprensión de esa premisa interpretativa primigenia.

Almuerzo de clausura de la Jornadas, 10 de septiembre 1960 Archivo Gráfico Facultad 

McGrath estaba sin duda empeñado en nivelar el quehacer teológico local –chileno y latinoamericano– a los estándares internacionales, especialmente europeos. Por ello, para impulsar las iniciativas tomadas, se dispone a incursionar en las formas de gestionar una academia teológica en diversas escuelas de teología27, para conocer el desarrollo de curricula, gestionar canjes con la recién fundada Teología y Vida, además de conseguir material indispensable para la biblioteca. Necesitaba impulsar la incorporación de académicos y obtener la aprobación de la Congregación de Seminarios y Universidades para la jerarquización de académicos de planta28. Su viaje permitió la socialización de la revista y posibilitó el arribo de dos belgas provenientes de la Facultad de Teología de Lovaina29. Como correlato de las Jornadas y de estas gestiones, se elabora en la facultad un proyecto de Centro de Estudios sobre Protestantismo y de Difusión del Ecumenismo Católico30, vinculando a la facultad con la Conferencia Episcopal de Chile y con el Consejo Episcopal Latinoamericano31.

Es en este renovado ambiente que llega a puerto la iniciativa de publicaciones, con la promulgación del decreto que oficializa Teología y Vida el 23 de diciembre de 195932. El diseño de la carátula corresponde al destacado artista chileno Claudio Di Girolamo33.

Primera carátula 

McGrath abre la publicación interrogando a la audiencia con la quaestio inicial de la Summa del Aquinate: ¿Qué es la teología?34. Utilizando las mediaciones de una fecunda teología francófona de la época: Congar, Journet, Garrigou-Lagrange y Daniélou, y las ganancias pre-conciliares en patrística y Escritura, McGrath establece que el oficio de la teología requiere mediar con pertinencia la fe y sus referentes con la historia, premisa que interpela su análisis donde –a su juicio– la teología católica “en muchos círculos, no solo no eleva e informa el pensamiento y la vida, sino que es extraña, desconocida y, a menudo, despreciada”. La valoración cultural de la teología se juega en cuanto reflexiona críticamente “los problemas diarios con mente y criterios cristianos”. Así McGrath le imprime a la revista su peculiar carácter: “hay que poner la teología en grado sapiencial. En este sentido, todo cristiano necesita ser teólogo. De ser viva su fe será una fe teologal”. La teología de escuela despliega la sabiduría creyente35, en el marco de una tradición interpretada en el devenir histórico, con el recurso y en diálogo con otras ciencias36.

McGrath es nombrado obispo auxiliar de Ciudad de Panamá, dejando Chile de manera abrupta en enero de 1962. Como padre conciliar, participó activamente en todas las sesiones del Concilio, teniendo una particular influencia en la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes37. Su ministerio episcopal en Panamá, primero como auxiliar y luego como obispo de Santiago de Veraguas y Arzobispo de Ciudad de Panamá, tuvo un altísimo impacto social y eclesial en el continente. Recibió, entre los 60 y 90, siete doctorados honoris causa, en Europa, Estados Unidos y América Latina38.

En la interrupción de su decanato por el nombramiento episcopal, en 1961, McGrath presentó un informe al Honorable Consejo Superior de la Universidad donde refuerza sus ideas sobre aquello que constituye el núcleo del quehacer teológico y, por tanto, de la misión de la facultad y de sus recursos:

Es necesario mostrar la importancia de la teología no solo para el sacerdote, sino también la vida intelectual y pastoral de los católicos, dentro y fuera de la Universidad. Se trata de hacer teología y formar teólogos. Recibir y solo repetir la teología hecha de textos y revistas europeas sería paralizar el último dínamo de nuestra fe y nos llevaría a medidas pastorales extraviadas. La Facultad debe ser el órgano pensante de la fe para la Iglesia en Chile39.

Las cuestiones pastorales locales y las preguntas reales obligan a no caer en la repetición estéril de discursos teológicos pronunciados frente a otras realidades, riesgo permanente de la teología. “Ser un órgano pensante de la fe para la Iglesia en Chile” compromete a la Facultad y a su revista en dos irrenunciables niveles: colaborar disciplinariamente, de manera activa en el proceso actual de reformas sociales nacionales y latinoamericanas y desplegar un quehacer teológico significativo en contexto de crisis eclesial global. McGrath insistió en que la Facultad, sus programas y sus recursos de divulgación deben responder al presente siempre cambiante. Propuesta en la que profundizará con ahinco desde el ministerio episcopal40. El aniversario número sesenta de Teología y Vida se enmarca en contexto de transformaciones eclesiales y sociales de relieve, una ocasión privilegiada para impulsar su más genuina vocación.

1La presentación del primer volumen refleja el deseo cumplido que existía desde la fundación de la Facultad, cinco años antes, leemos: “Coeptis favete! […] desde el primer día de su vida todos los que a ella pertenecen deseaban ardientemente fundar un órgano para publicar trabajos teológicos, hechos bajo el patrocinio de la universidad”. Cf. Anales de la Facultad de Teología 1 (1940) 1-4. Weigel fue decano de la Facultad de Teología en el período 1942-1948.

2Solo en sus años de religioso de la Congregación de la Santa Cruz (desde 1945), estudió en Washington, París y Roma. Se doctoró en el Ateneo Pontificio Angelicum, en 1953, con una tesis titulada El Concilio Vaticano I y la evolución del dogma (The Vatican Council's Teaching on the Evolution of Dogma), trabajo que recoge en gran medida sus permanentes lecturas del converso inglés John Henry Newman. Dentro del recurso a revistas vinculadas a la vida universitaria, se cuentan aquellas creadas entre los 20 y los 50: 1920, Gregorianum, Editorial Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, Italia; 1922, Revista de Estudios Eclesiásticos, Pontificia Universidad de Comillas, España; 1926, Irénikon, Abadía de Chevetogne, Bélgica; 1940, Theological Studies, Society of Jesus in the United States and Marquette University and SAGE Publications, Estados Unidos; 1948, Scottish Journal of Theology, Cambridge University Press, Reino Unido; 1951, Irish Theological Quarterly, SAGE Publications, Dublin-Irlanda; 1950, Journal of Ecclesiastical History, Cambridge University Press, Reino Unido, entre otras revistas y series con tradición instalada.

3Cf. Actas 1952–marzo 1968, 2 de julio de 1958, 44-45.

4Ibidem, 45.

5La documentación de su presencia en Actas 1952–marzo 1968, 28 de junio de 1966. Su presencia se enmarcó en contexto de una Universidad convulsa por el proceso de reforma universitaria.

6Archivo de la Facultad de Teología, Ramón Echániz S.J., “Memorandum sobre la Actual Situación de la Facultad de Teología. Posible Solución”, s.d. [3 páginas], donde se señala el arribo a Chile de McGrath, quien en 1953 fue enviado al Colegio Saint George de Santiago.

7Recibido con elogios. Cfr. Actas 1952–marzo 1968, 12 de junio de 1959.

8El perfeccionamiento de los profesores, la formación permanente del clero secular y regular, la vida religiosa, etc. Cf. Actas 1952–marzo 1968, 12 de junio de 1959, 56-57.

9Se acordó para el 5 de julio en la sesión de Consejo del 12 de junio, sin embargo, se llevaría a cabo el día 6 en la “C.S.C. en Las Condes”. Cf. Actas 1952–marzo 1968, 12 de junio de 1959, 57.

10Cfr. Actas 1952–marzo 1968, 6 de julio de 1959, 60-64.

11Cfr. Archivo de la Facultad de Teología, Carta Decano Marcos McGrath a Mons. Manuel Larraín, 16 de septiembre de 1959 [1 página]. Ya en julio de 1958, McGrath revela el vínculo estrecho que tiene con Manuel Larraín, con quien había socializado el proyecto de revista, de él recibió el ofrecimiento de financiar los primeros cinco volúmenes de la revista.

12El Instituto Superior de Teología para Religiosas (ISTRE) había obtenido la aprobación de la Congregación de Seminarios y Estudios Universitarios en 1960. Entró en funcionamiento con 30 religiosas, en el decanato de McGrath. Tal como informara su director, el profesor belga Rafael Van Gerven O.F.M., en 1965 se amplió a los miembros de Congregaciones de Hermanos docentes. Cf. Archivo de la Facultad de Teología, Informe ISTRE Rafael Van Gerven a Mons. Alfredo Silva Santiago, diciembre de 1967 [3 páginas]. En 1966 se comenzó con cursos de verano intensivos, con una asistencia de más de 80 estudiantes. En 1963, Van Gerven solicitaba al Rector de la Universidad la posibilidad de que “las religiosas que puedan y que sean capaces, obtengan el grado de ‘doctor en sagrada teología’”, además de una “eventual admisión de Hermanos de Congregaciones Docentes” y claridad respecto de qué tipo de ayuda pedirían tanto en Bélgica como en otros lugares para fortalecer el programa. Cf. Archivo de la Facultad de Teología, Carta Rafael Van Gerven O.F.M. a Rector Mons. Alfredo Silva Santiago, 27 de agosto de 1963 [1 página].

13Diagnóstico [2 páginas]. Cf. Archivo Facultad de Teología. Carpeta Marcos McGrath [no clasificado, no publicado].

14Cf. Archivo Facultad de Teología. Carpeta Marcos McGrath [no clasificado, no publicado].

15McGrath solicitará más adelante al redactor de Pastoral Popular dedicar un espacio a la socialización de Teología y Vida en su revista, ofreciendo gratis un primer ejemplar para todos los interesados. Archivo Facultad de Teología. Carta McGrath a Segundo Galilea, 20 de octubre de 1959 [1 página].

16Cf. Actas 1952–marzo 1968, 28 de octubre de 1958, 47.

17En abril, julio, septiembre y noviembre. Cf. Actas 1952–marzo 1968, 28 de octubre de 1958, 47. Teniendo a la vista el formato de la revista Mensaje, además del tamaño, se decide dedicar un buen espacio a publicidad de libros para financiar la revista. Cf. Ibidem.

18Cf. Actas 1952–marzo 1968, 28 de octubre de 1958, p. 48.

19Ver Actas 1952–marzo 1968, 27 de agosto de 1959, 63.

20A excepción de la de Alfredo Cifuentes, Arzobispo de la Serena, quien expresa a McGrath sus aprehensiones respecto de la real relevancia de una revista de ese género, en un país donde hay poco clero y donde los religiosos reciben sus propias revistas, donde las religiosas no ven necesidad de teología y los laicos no ven ahí algo que entiendan o les interese. Cf. Archivo Facultad de Teología, Carta Alfredo Cifuentes a Marcos McGrath, 12 de diciembre de 1960.

21Hay decenas de respuestas de diversa extensión y perfil, algunos ejemplos en: Archivo Facultad de Teología. Carpeta Marcos McGrath: Carta Diego Silva SSCC, 16 de julio de 1959; Carta Andrés Pogachar, Curacautín, 4 septiembre 1959. Carta Beltrán Villegas, 25 octubre de 1959, quien además promete futura colaboración.

22Debido a la falta de capacidad, estas Jornadas no tuvieron la continuidad deseada. Cfr. Actas 1952–marzo 1968, 30 de julio de 1961, 86.

23Corresponde al número 11 de 1960.

24Cf. Archivo de la Facultad de Teología, Irénikon. Prieuré Bénédictin Chevetogne, Belgique, 3 de septiembre de 1961 [1 página]. Los trabajos publicados se inquietan por el aumento sistemático de confesiones cristianas no católicas en Chile y en todo el continente, la emigración de católicos a ellas y sus características concretas.

25Tituló su aporte: “Realizaciones y proyecciones del Concilio Vaticano”. Además de él, expusieron Manuel Larraín, Egidio Viganó, Humberto Muñoz, Francisco Clodius, Beltrán Villegas, Juan Bautista Castaño y Sergio Tapia entre otros. Cf. Anales de la Facultad de Teología 11 (1960); el texto de McGrath en p. 7-19.

26M. McGrath, “Realizaciones y proyecciones del Concilio Vaticano”, Anales de la Facultad de Teología 11 (1960) 9.

27Informa al Rector de la Universidad, Mons. Alfredo Silva Santiago, que visitará a mediados de los 60' los Centros de Estudios Teológicos de Roma, Friburgo, Innsbruck, Münich, Bonn, Lovaina, París y Madrid. Cf. Archivo de la Facultad de Teología, Carta de Marcos McGrath a Mons. Alfredo Silva Santiago, Santiago 8 de julio de 1960 [2 páginas].

28Cf. Ibidem, 1.

29Se trata de los profesores Florencio Hoffman y Joseph Comblin. El 10 de octubre de 1961, en Consejo presidido por el Rector de la Universidad y con cargo vacante en el decanato, se informa acerca de las últimas gestiones concretas con los obispos de Malinas-Bruselas y de Brujas. Comblin ya se encontraba en Brasil. Cf. Actas 1952–marzo 1968, 10 de octubre de 1961, 89. En intercambio epistolar, McGrath socializa las gestiones con Egidio Viganó, quien se propuso continuar en la misma dirección, permitiendo que ambos académicos se incorporaran en 1962. Cf. Archivo de la Facultad de Teología, Carta Marcos McGrath. Decano a Egidio Viganó, 14 de agosto de 1961 [3 páginas].

30Se esperaba conseguir recursos para una biblioteca especializada y el proyecto contemplaba un año de estudios antes de abrirse a actividades de extensión. Cf. Actas 1952–marzo 1968, noviembre de 1960, 82.

31Se expone la finalidad y los medios, incluyendo una propuesta de orgánica interna. Cf. Archivo de la Facultad de Teología, Proyecto de un Centro de Estudios sobre el Protestantismo y de Difusión de Ecumenismo Católico [1 página]. Esa preocupación por el otro no católico llevó también a la pregunta por el otro no cristiano, no creyente. En esa misma dirección, en octubre de 1966, convocados por el entonces Arzobispo de Panamá, el mismo McGrath, se reúne el Secretariado para los No Creyentes en América Latina. Participaron Mons. Eduardo Pironio, Auxiliar de la Plata; Luis Gera Decano de la UCA; Manuel Virasoro S.J. del CIAS Buenos Aires y, representando a la Facultad de Teología de la UC, el profesor Manuel Ossa S.J. Es él mismo quien informa in extenso de este importante encuentro. Cf. Archivo de la Facultad de Teología, Informe de Manuel Ossa S.J. sobre Primer Encuentro del Secretariado para los No Creyentes en América Latina [5 páginas]. En 1975 se recibe la visita del profesor Lukas Vischer, observador no-católico en el Concilio e impulsor del Movimiento Ecuménico Mundial.

32El primer volumen de la revista había ya salido de imprenta. Cf. Archivo Facultad de Teología. Carpeta Marcos McGrath. Carta McGrath al Intendente de la Región Metropolina de Santiago. Este volumen 1 correspondió al trimestre enero-marzo de 1960. Cfr. Actas 1952–marzo 1968, 2 de septiembre de 1959, 67. El 30 de noviembre se informaba al rector Mons. Alfredo Silva Santiago sobre la publicación del primer volumen de la revista y la composición de su comité editorial. El primer Jefe de Redacción fue Antonio Moreno y componían el Consejo de Redacción Francisco Clodius, Egidio Viganó, Sergio Tapia y Jorge Medina. El administrador era el Sr. Rubén Porta. Cf. Archivo Facultad de Teología, Carta Marcos McGrath a Alfredo Silva Santiago, 30 de noviembre de 1959. Manuel Larraín celebra la aparición de la revista que “viene a llenar una necesidad muy grande entre nosotros”. Archivo Facultad de Teología, Carta Manuel Larraín a Marcos McGrath, 11 de enero de 1960 [1 página].

33McGrath lo invita a diseñar la portada de una revista que tendrá por finalidad “facilitar a la vida católica de nuestro país su necesaria base teológica. Con ella se pretende proyectar por medio de sus artículos, sobre los diversos aspectos de la vida cristiana, los sólidos principios de la teología, la Sagrada Escritura, la Moral”. Cf. Archivo Facultad de Teología, Carta Marcos McGrath a Claudio Di Girolamo, 2 de noviembre de 1959 [1 página].

34Teología y Vida 1 (enero-marzo 1960) 5-11. En la misma dirección publica “La misión de la Teología en Latinoamérica”, en Anales de la Facultad de Teología 12 (1960) 13-18.

35En octubre de 1970 pronuncia una conferencia en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Lovaina que titula “Una teología viviente en América Latina”, donde profundiza los argumentos de la correlación entre la vida y la inteligencia creyente interpretativa de esa vida.

36El comportamiento de las dos primeras décadas de Teología y Vida, puede revisarse en “Índice General de los volúmenes I-XX 1960-1979” de 1981.

37Algunas de sus publicaciones dan cuenta de esa actividad conciliar: Su contribución en la obra colectiva dirigida por Y. Congar y M. Peuchmaurd, L'Église dans le monde, en el tomo II, de las Éditions du Cerf, está unida a “La génesis de Gaudium et spes”, de Mensaje 153 (1966) 496-502, sobre la necesidad de un cambio de lenguaje y método, exigido por la misma Revelación y al texto en inglés “The Constitution on the Church in the Modern World”, todo en 1966.

381963 Doctor en Filosofía, Universidad de Notre Dame, EE. UU.; 1970 Doctor en Teología, Universidad de Lovaina, Bélgica; 1977 Doctor en Leyes, Stonehill College, EE.UU.; 1979 Doctor en Letras, Georgetown University, EE.UU.; 1986 Doctor en Humanidades y Ciencias Religiosas, Universidad Católica Santa María La Antigua, Panamá; 1991 Doctor en Filosofía y Letras, King's College, EE.UU.; 1993 Doctor en Letras, Our Lady of Holy Cross College, EE.UU.

39Informe del Decano Marcos McGrath al Honorable Consejo Superior de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en Archivo Facultad de Teología.

40La actividad más importante promovida por McGrath y Manuel Larraín en esos años fue “El encuentro sobre los fundamentos teológicos de la acción pastoral” entre el 13 y el 30 de julio de 1964, en Viamao, Brasil. Fue impulsado por la Comisión para América Latina y el CELAM.

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