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El Cuervo
Revista Analítica e Imaginaria
Año 14. Número 28, julio - diciembre de 2002
Colectivo Editorial
Portada e interpretación artística
Adrián Nelson Ramírez
Dirección
José Manuel de Maldonado
Juditb Diez Herencia
Editoras/es
Herminia Alemañy
Arelis Arcelay
Fabio Farsi
Marcos Ferrer Aráez
Nery Lugo Ramírez
Alberto Martínez Márquez
Diseño Gráfico
Hilda l. Colls Marchese
Impresión
Quality Printers
El Cuervo es una revista de los departamentos de Español y Humanidades de la Universidad de Puerto Rico
en Aguadilla. Construimos un taller para los artistas, escritores y pensadores que quieran compartir su
creatividad. Cada artículo y colaboración expresa el criterio de su autor/a. Solicitamos a los colaboradores/as
nos envíen sus trabajos en disco en formato Word.
El Cuervo se publica dos veces al año. La suscripción es de veinte (20) dólares para instituciones y de diez
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El Cuervo
Universidad de Puerto Rico en Aguadilla
Apartado 250160
Aguadilla, Puerto Rico 00604-0160
ef Cuervo
Modelos Democráticos y Protagonismo Popular:
El caso Venezuela
Esta democratización del poder se extiende incluso más allá de la esfera pública: sindicatos,
gremios, federaciones, partidos políticos, etc., están obligados a elegir directa, universal
y públicamente sus directivos o autoridades.
Carmen L. Bohórquez
3
Los valores estéticos en la perspectiva de Jan Mukarovsky
Mukarovsky está consciente de que el fenómeno estético no es igual ni reductible al lingüístico,
por lo que procura una definición del signo mucho más amplia de la que es habitual
en los medios lingüísticos...
José Ramón Fabelo Corzo
11
Cuba desnuda El nuevo cine cubano
Algunos críticos sostienen que la película evita ofrecer al espectador
una representación verdadera de la realidad cubana ...
Fabio Farsi
16
Negociar la (im)posible identidad en La renuncia del
héroe.Baltasar de Edgardo Rodríguez Juliá
Rodríguez Juliá se suma al grupo de novelistas latinoamericanos que recientemente se han dado
a la tarea de rescatar y reescribir diversos aspectos del pasado histórico,;cultural de sus países.
Alberto Martínez-Márquez
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6filósofo checo Jan Mukarovsky ( 1891-1975) fue uno de los
fundadores del Círculo de Praga. El origen del Círculo se remonta
a 1925 cuando se reúne un grupo de estudiosos del lenguaje
de diferentes profesiones y orígenes nacionales. Entre
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además de Mukarovsky, los rusos Jakobson
y Trubetzkoy. Como se sabe, estos
teóricos combinaron el
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los autores pertenecientes al círculo destacan,
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funcionalismo en
el estudio del
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ukarovsky, en particular, desarrolla una
semiológica, cuya herramienta metodológica
fundamental es el signo, portador en sí mismo de dos
caras: el significante (o soporte material de la
significación) y el significado (o efecto por el que el
significante remite a algo -el denotatum, el
referente- que se halla, de hecho, fuera del propio
signo). Mukarovsky es considerado el primero en
Europa en llevar a un campo extralingüístico este
método proveniente del análisis del lenguaje y el
primero en el mundo en hacerlo en el área de la teoría
estética. 1 Nuestro autor parte de la convicción de que
lo estético, debido a que siempre presupone
comunicación, puede ser estudiado con las
herramientas metodológicas aportadas por la
lingüística, pero válidas más allá de ella. Mukarovsky
está consciente de que el fenómeno estético no es
igual ni reductible al lingüístico, por lo que procura una
definición del signo mucho más amplia de la que es
habitual en los medios lingüísticos: "el signo es un
hecho sensorial que se refiere a otra realidad, a la que
debe evocar". 2 El arte, mirado como hecho
semiológico, no puede ser concebido sólo como una
creación individual en sí y de por sí, sino, además,
como un vehículo de comunicación con los demás en
determinados marcos sociales. En él se unen la
autonomía (dada por el significante, el material
trabajado de la obra de arte) y la comunicación (que
atrapa el destino o función social del arte, es decir el
significado, en este caso dado por su significación
colectiva).
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El signo, en tanto que sustituye una cosa y se
refiere a ella, tiene como función fundamental la
comunicación. También el arte cumple esa función,
sólo que con atributos particulares, diferentes de
cualquier otro signo comunicativo. Mukarovsky no
duda de que el arte busca transmitir un mensaje.
Ahora bien, el mensaje artístico no implica
necesariamente un apego estricto a la realidad.
Muchas veces el mensaje de "la obra no alude a la
realidad descrita directamente por ella", 3 no consiste
en la transmisión de realidades frías y terminadas,
como en el caso del conocimiento, ni en el dictado de
inflexibles códigos de conducta como hace la moral y
en buena medida la religión, sino que se trata de la
transmisión de un mensaje que llega de una manera
indirecta, figurada, incitando a una interpretación
autónoma sobre aspectos que son de por sí
significativos para el sujeto receptor. Así lo aprecia
Mukarovsky: "la obra artística, en tanto que signo,
adquiere una relación indirecta (figurada) respecto a
los hechos importantes de la vida del receptor y
mediante ellos respecto al conjunto de valores
representado por el universo entero del receptor. Y
la capacidad de aludir a
así, la obra de arte adq~ier
realidades que no son aquellas que representa, a
sistemas de valores que no son aquellos de los que ha
surgido ella misma, y que no constituyen la base sobre
la que está construida" .4
esta "flexibilidad" de la relación entre el
contenido de la obra de arte y su interpretación
permite una inserción diferenciada de aquélla en
diferentes contextos humanos. Al respecto, nos dice
nuestro autor: "aunque una obra determinada esté
valorada positivamente en dos épocas diferentes, el
objeto de la valoración resulta ser cada vez otro
objeto estético, es decir, en cierto sentido, otra obra
de arte( ... ): hay diferencias entre las obras cuyo valor
sentimos como «vivo» o «histórico», o
«representativo» o «escolar» o «exclusivo» o
«populao>, etc. Con todos estos matices, alternándose
progresivamente, o realizándose simultáneamente
varios de ellos, la obra artística puede permanecer
siempre entre los valores «eternos», y esta
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permanencia no será un estado, sino( ... ) un
proceso". 5 "El valor estético -continúa diciendo
Mukarovsky- ha resultado( ... ) ser un proceso cuyo
movimiento está detenninado, por un lado, por la
evolución inmanente en la propia estructura artística
( ... )y, por otro, por el movimiento y los cambios de la
convivencia social. El puesto de la obra artística en un
grado de la esca.la del valor estético, y su
permanencia en el mismo; en algunos casos el cambio
de su situación o incluso su exclusión absoluta del
sistema del valor estético, dependen de otros factores
más que de las propiedades de la propia creación
material del artista, que es la única que pennanece,
que pasa de una época a otra, de un lugar a otro, de
un medio social a otro". 6 Como puede apreciarse, el
autor no concibe al valor como un estado pennanente,
asociado exclusivamente a las características
materiales de la obra, sino como un proceso
dependiente del contexto social y de la estructura
artística predominante en la propia subjetividad social
de dicho contexto.
Al referirse a las llamadas "artes atemáticas", sobre
todo a la música, Mukarovsky señala: "La música, de
acuerdo con su esenciá, no comunica mediante
recursos como una cita( ... ) A pesar de (eso), puede
establecer aquella relación auténtica de manera muy
intensa con esferas extensas de la experiencia vital
del receptor, y por lo tanto, con los valores válidos
para aquel." 7 La inexistencia de un tema explícito no
presupone en este caso una experiencia estética
vacía, sin contenido, atenida sólo a la pura forma. En
buena medida, el contenido no explícito de la música
es aportado por la sensibilidad del creador cuando la
produce, del intérprete cuando la ejecuta y del
receptor cuando la escucha. No importa que esos
contenidos no coincidan; en cada caso, el sujeto de la
experiencia estética incorpora su propia vitalidad, sus
sentimientos, la asociación con experiencias propias,
con vivencias pasadas. Las múltiples formas en que
la música se vincula con el mundo cosmovisivo y
emocional de quienes la ejecutan o escuchan no
podían ser tenidas en cuenta por el compositor.
Precisamente esa forma, aparentemente sin
contenido, bella y armoniosa sin más, es la que
permite un amplio diapasón de posibilidades
interpretativas.
~
unque, debido a su carencia temática, el caso
de la música es en este sentido muy evidente, lo
mismo en mayor o menor medida está presente en
cualquier acto de apreciación artística. La auténtica
relación hacia una auténtica obra de arte es siempre
creadora y, por consiguiente, enriquecedora. El asunto
no consiste en que el arte enseñe a todos lo mismo
(como lo haría la ciencia), sino en que promueva en
cada cual una postura interpretativa propia. "Por
eso( ... ) la relación auténtica sirve mucho más para
conseguir una postura general respecto a la realidad
que para aclarar cualquier realidad particular( ... ) Ésta
es, precisamente, la característica general del arte en
cuanto signo". 8 En eso consiste la aportación del arte
a la espiritualidad humana, en un enriquecimiento
cosmovisivo, más que en un enriquecimiento
cognoscitivo particular. "La verdadera relación con la
realidad es, en este caso, múltiple, y alude a hechos
conocidos por el receptor( ... ); la relación de la obra
de arte respecto a cada uno de ellos es indirecta,
figurada. Los hechos con los que puede estar
confrontada la obra de arte en la conciencia y la
subconciencia del receptor, están integrados en una
postura intelectual, emocional y volitiva global que el
receptor adopta frente a la realidad. Las experiencias
que vibran en el receptor gracias al impacto de la
obra de arte, transmiten, pues, sus movimientos, a la
imagen global de la realidad en la mente del receptor;
( ... )el individuo receptor no responde a la obra con
una reacción parcial, sino con todos los aspectos de
su postura frente al mundo y la realidad". 9
Pero la naturaleza del valor estético tiene otro rasgo
esencial para Mukarovsky, expresado por él de la
siguiente manera: "si las relaciones auténticas
establecidas por la obra de arte se refieren a la
manera como el individuo y la colectividad conciben
la realidad, llega a ser evidente que la cuestión que es
particularmente importante en vista de nuestro
objetivo, es la de los valores extra-estéticos
contenidos en una obra de arte ( ... ) La obra de arte,
aun cuando no contenga juicios de valor pronunciados
de manera directa o encubierta, está impregnada de
valores. Todo en ella ( ... ) es portador de valores
( ...)Y puesto que cada uno de los componentes de la
obra de arte, sea el «temático» o «el formal»,
adquiere en el contexto de la obra aquella múltiple
relación auténtica, estos componentes se convierten
en portadores de los valores extra-estéticos". 10 Es así
como la obra de arte cumple con su función social y
realiza su específico valor estético: "la valoración
estética -continúa Mukarovsky - estima el fenómeno
en toda su complejidad, puesto que todas las
funciones y valores extra-estéticos se conciben como
componentes del valor estético". 11
Parece muy atinada la idea de la
incorporación de componentes extra-estéticos al valor
estético, que adoptan dentro de la obra en su.
integridad una función estética. Estos componentes,
de las más diversas procedencias, son coloreados o
matizados estéticamente dentro de la obra y
subordinan su función original-aquella que
normalmente tienen fuera del arte- a la función
estética primordial. De esta forma, la obra de arte se
nos presenta como una totalidad única, singular,
irrepetible, donde todo contribuye al desempeño de su
función estética. En buena medida, lo estético mismo
es el resultado de esa síntesis. Pudiera entonces
decirse que, en los marcos de esta concepción, no
existe el valor estético puro, que éste es en todo
momento síntesis de otros valores. "La obra artística
-dice Mukarovsky- aparece finalmente como un
conjunto real de valores extra-estéticos, y únicamente
como dicho conjunto.( ... ) Si nos preguntamos en este
momento, dónde se ha quedado el valor estético,
veremos que se ha disuelto en los distintos valores
extra-estéticos y no representa, propiamente, nada
más que la denominación global de la integridad
dinámica de las relaciones mutuas de aquéllos." 12
esta interpretación permite explicar por qué el
arte siempre, además de provocar el goce estético,
cumple otras funciones extra-estéticas incorporadas e
integradas a su función estética principal, razón por la
cual ha sido reducido indistintamente a su expresión
realista(conocimiento), asu "misión" ideológica
(política), a su papel como intercomunicador con Dios
(religión) o a su manifestación hedonista (disfrute,
goce estético). Y es que el arte ha sido todo eso y
mucho más. Si alguno de estos elementos pudiera
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distinguirlo, es precisamente el último, el disfrute y el
goce estético, pero no como fin en sí mismo, sino
sobre todo como el medio propiamente estético en
que lo extra-estético promueve un enriquecimiento
cosmovisivo. Estas funciones extra-estéticas del arte
no son solo una, ni la misma siempre. Atribuir una
única función extra-estética al arte ha sido, en buena
medida, el error de muchas de sus interpretaciones
unilaterales. Así, la política del realismo socialista
magnificó y absolutizó la función cognoscitiva de
corte político en detrimento de otras posibles
funciones y de sus respectivas expresiones artísticas;
las distintas religiones han exacerbado en muchas
ocasiones la función del arte como medio de
comunión de Dios u otras figuras divinas con los
hombres; las interpretaciones subjetivistas del valor
artístico han hecho un excesivo énfasis en los
imaginarios subjetivos que el arte promueve, haciendo
abstracción de otras importantes funciones suyas.
Ninguna de estas funciones por separado alcanza
para definir la esencia del arte. La obra de arte puede
transmitir conocimiento, evocar la imaginación,
afianzar una postura política, despertar un sentimiento
religioso, redondear una opinión moral. Cualquiera de
estos aspectos puede caracterizar el enriquecimiento
espiritual que provoca en su receptor, pero no
necesariamente han de darse todos al mismo tiempo,
ni en la misma proporción, como tampoco ninguno de
ellos presupone, por sí mismo, un mayor valor
estético. Eso sí, siempre se realizan a través del
disfrute estético. Ese es su signo distintivo. En
resumen, el arte es una especie de síntesis de valores
extra-estéticos que a través del disfrute estético
genera un enriquecimiento espiritual en quien así lo
recepciona.
esta concepción de Mukarovsky, consistente
en comprender al valor estético-artístico como
síntesis de valores extra-estéticos, resulta muy
fecunda y nos ofrece una visión distinta a la mayoría
de las teorías estéticas que tienden a concebir al arte
como un fenómeno enclaustrado en una esfera fija,
incontaminada, del quehacer humano. La propia
historia del arte se nos presenta bajo un prisma
diferente cuando la analizamos a la luz de la relación
de lo estético y lo extra-estético. Desde esta
perspectiva el arte parece haber atravesado, al
menos, cuatro etapas fundamentales: una primera, en
la que surge sincréticamente unido a determinadas
funciones vitales, utilitarias, del ser humano, asociadas
a la intención de garantizar la supervivencia misma y
donde lo estético y lo extra-estético forman una
simbiosis de dificil delimitación en la relación sujetoobjeto; hay una segunda etapa, al menos en el mundo
occidental y a la altura de la cultura griega, donde el
arte comienza a tener ya un sujeto preponderante -el
poeta, el escultor-, y en este sentido empieza a verse
como una actividad profesional más aliado de otras
labores "artesanales", pero que sigue teniendo su
sentido social básico fuera de la relación puramente
estética: en la educación, como instrumento para la
formación de las virtudes de los guardianes de la
República (Platón) o como medio para la depuración
del espíritu (la catarsis de Aristóteles); la tercera
etapa se caracteriza por la concepción del arte como
un complemento subordinado a un valor t?Xtra-estético
fundamental-el valor religioso-, que copa el sentido
social de su existencia como actividad humana. Y, por
último, una cuarta etapa, correspondiente más o
menos a la Modernidad, en la que el arte cobra la
apariencia de una vida autónoma como esfera
independiente de la sociedad. A esta última etapa
pertenecen precisamente aquellas teorías estéticas
que han intentado descubrir una esencia propia del
arte, reduciéndolo a alguno de sus atributos: el goce,
la imaginación, el conocimiento. Si en las tres
primeras fases, la relación del arte con determinado
aspecto preciso del mundo extra-estético era evidente
-la utilidad, primero; lo moral-pedagógico, después; y
lo religioso más tarde-; ya en la Modernidad el arte no
se vincula a un solo valor extra-estético, ni al mismo
siempre, lo cual creó la impresión de su total
autonomía con respecto a lo que estaba fuera de él.
Y es que, en realidad, la sucesiva "liberación" del arte
con respecto a la función utilitaria, primero, a la
función pedagógica, después, y a la función religiosa,
más tarde, no significó su aislamiento con respecto al
mundo social extra-estético, sino que le permitió
convertirse en su expresión sintético-sensible, ya sin
estar subordinado a un valor extra-estético preciso,
pero en alguna medida evocándolos a todos.
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