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Revista de filosofía

On-line version ISSN 0718-4360

Rev. filos. vol.80  Santiago  2023

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-43602023000100267 

Documentos

Conmemoración de los 50 años 1973-2023

“La universidad vigilada”

Marcos García de la Huerta1 

1Universidad de Chile, Chile

Resumen:

En la intervención de las universidades, las humanidades y las ciencias sociales llevaron la peor parte. Algunas instituciones y facultades se convirtieron en refugio de profesores despedidos, que de otro modo, debían seguir al exilio: ser exonerado impedía, en la práctica, la recontratación. Algunos profesores de filosofía enseñaron en la Academia de Humanismo Cristiano, otros en la Facultad de Ciencias Físicas y en la de Derecho de la Universidad de Chile. Esta universidad y la Universidad Técnica del Estado fueron los blancos principales de la represión. La Academia de Humanismo no se constituía aún en universidad y dependía del Episcopado; las otras dos facultades, eran ‘profesionales’. La intervención significó, en efecto, una agudización del carácter profesional de la educación superior, en evidente desmedro de la formación humanística. En las dos Facultades antes indicadas, se formaron departamentos o centros de humanidades. Los Departamentos de Sociología, Lenguas Clásicas y varios otros del antiguo Pedagógico de la Universidad de Chile, fueron suprimidos. Las instituciones receptoras de estos académicos solían estar ligadas a organismos internacionales, o ellas mismas tener financiamiento externo. Me parece que ese era el caso de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), entre otros.

En la intervención de las universidades, las humanidades y las ciencias sociales llevaron la peor parte. Algunas instituciones y facultades se convirtieron en refugio de profesores despedidos, que de otro modo, debían seguir al exilio: ser exonerado impedía, en la práctica, la recontratación. Algunos profesores de filosofía enseñaron en la Academia de Humanismo Cristiano, otros en la Facultad de Ciencias Físicas y en la de Derecho de la Universidad de Chile. Esta universidad y la Universidad Técnica del Estado fueron los blancos principales de la represión. La Academia de Humanismo no se constituía aún en universidad y dependía del Episcopado; las otras dos facultades, eran ‘profesionales’. La intervención significó, en efecto, una agudización del carácter profesional de la educación superior, en evidente desmedro de la formación humanística. En las dos Facultades antes indicadas, se formaron departamentos o centros de humanidades. Los Departamentos de Sociología, Lenguas Clásicas y varios otros del antiguo Pedagógico de la Universidad de Chile, fueron suprimidos. Las instituciones receptoras de estos académicos solían estar ligadas a organismos internacionales, o ellas mismas tener financiamiento externo. Me parece que ese era el caso de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC), entre otros.

Quisiera agregar a los efectos de la intervención y la pérdida de autonomía, y a los comentarios de los colegas, algo que, para algunos de nosotros, fue el inicio de una apertura y colaboración sostenida con filósofos franceses, especialmente, de la Universidad de París 8; y luego, de París 7 y París 10. Carlos Ruiz Schneider recuerda al respecto: “En base a una iniciativa de un grupo de filósofos chilenos apoyada por el CERC y la solicitud de Jacques Rancière, Patrice Vermeren [fundador junto con Jacques Derrida, del Collège International de Philosophie] coordinó un intenso trabajo de intercambio” con Chile. Comenzó, esta colaboración, en los años ochenta, luego se extendería a gran parte de América Latina y el Caribe, formando una amplia red de intercambios con Francia. Por el lado chileno, la iniciativa surgió de la necesidad de apertura intelectual: la intromisión y la censura crearon lo que Jorge Millas llamó la “universidad vigilada”. La caracterizó, justamente, como aquella que sofoca el pensamiento y la expresión libre de las ideas, es decir, la que niega su propia esencia.

La necesidad de abrir un nuevo espacio y reafirmar la idea de universidad como centro de formación y pensamiento, está, pues, en el origen de la iniciativa de Carlos Ruiz y Rodrigo Alvayay (de la Academia de Humanismo Cristiano) “El intento de desmantelar las instituciones estatales de educación, señala Carlos Ruiz, busca eliminar los rasgos más positivos del sistema: por una parte, eliminar su carácter laico y pluralista y, por otra parte, su carácter igualitario, presente en la idea de derecho a la educación, así como la insistencia sobre su función social”. (Revista Le Télémaque, enero, 1995)

El Collège International de Philosophie y la Universidad de París 8 se constituyeron en nuestra contraparte y permitieron la realización de esta idea, contribuyendo decisivamente a la continuidad del trabajo conjunto. Patrice Vermeren, Director del Departamento de Filosofía de la Universidad de París 8 y más tarde del Departamento de Humanidades de la Universidad de Buenos Aires, consiguió formar una red latinoamericana de filosofía que, en el caso chileno, se tradujo en una colaboración continua a lo largo de casi cuarenta años, y sigue hasta hoy, gracias a los renovados bríos que le imprimieron Alejandro Bilbao, Patrik Puigmal y Fedra Cuestas de la Universidad de Los Lagos y Claudia Gutiérrez de la Universidad de Chile, entre otros académicos. La participación nuestra, con Carlos Ruiz, junto con la de Humberto Giannini, Jorge Vergara, Patricia Bonzi, Pedro Miras, Cecilia Sánchez, Marcos Aguirre, Fernando García y muchos otros, ha contribuido al mismo propósito. A partir de una institucionalidad inexistente, sin propósito definido alguno y con la ventaja de partir de cero, la interrogación del acontecimiento nos permitió renovar temáticas, confrontar lenguajes y desarrollar una obra. Esta labor conjunta ha dado como resultado la realización de más de cincuenta congresos y coloquios internacionales con filósofos latinoamericanos y españoles, la publicación de numerosos libros y traducciones de filósofos franceses y chilenos, de artículos en revistas indexadas, la creación de un Doctorado en Filosofía en la Universidad de Chile, que ha permitido presentar tesis en cotutela y graduarse a numerosos estudiantes, el intercambio permanente de profesores entre ambos países y la realización de seminarios.

Considerando la desmedrada situación de las humanidades en esos años, la colaboración con los filósofos franceses –Patrice Vermeren, Étienne Tassin, Stéphane Douailler, Jacques Poulin, Étienne Balibar, Georges Navet, Bertrand Ogilvie, Pierre Dardot, Patrick Vauday y Guillaume Le Blanc, entre muchos otros– ha sido un estímulo formidable para muchos de nosotros. En la realización de esta labor, contamos asimismo con el apoyo del Departamento de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile.

El gobierno de Chile premió en 2018, el notable aporte de Patrice Vermeren a la universidad y a la actividad intelectual en Chile, concediéndole la Medalla General Bernardo O’Higgins. La embajadora en Francia, Marcia Covarrubias, señaló en esa ocasión: “nuestro país tiene una deuda inmensa y permanente de recuerdo y reconocimiento por la solidaridad que hemos recibido en momentos de profundo sufrimiento”. La Universidad de Chile, por su parte, reconoció el trabajo y la obra de Patrice Vermeren otorgándole el doctorado honoris causa. También en Argentina reconocieron su valiosa contribución a la Universidad de Buenos Aires, concediéndole el doctorado honoris causa.

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