SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue36Historical historicity of experience: the world asspacePractical Laws and Pure Reason: Kant´s reconstructive interpretation of Morals author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Alpha (Osorno)

On-line version ISSN 0718-2201

Alpha  no.36 Osorno July 2013

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-22012013000100013 

ALPHA Nº 36 - Julio 2013 (191-200)

ENTREVISTA

OSCAR HAHN: “ENRIQUE LIHN NO ERA UN POETA MALDITO”1
(ENTREVISTA)

 

Andrés Florit Cento*

Universidad Diego Portales*, Instituto de Humanidades, Santiago, Chile.

Dirección para correspondencia


En El otro Lihn. En torno a la práctica cultural de Enrique Lihn, de Oscar Sarmiento, encontramos 17 entrevistas a personas cercanas al poeta, que tratan mayormente acerca de las actividades culturales a las que con éxito convocó Lihn en la década de 1980. Son entrevistas que muestran a un Lihn histriónico, con gran poder de convocatoria, un animador cultural infatigable que trabajaba al margen de cualquier tipo de oficialidad o institucionalidad.

En estas conversaciones, llevadas a cabo por Sarmiento entre 1994 y 1996 y publicadas como libro recién el 2001 en Estados Unidos (el libro no ha sido editado en Chile), hay información valiosa y de primera fuente sobre la vida y obra de Enrique Lihn, que hasta ahora no ha sido objeto de una biografía extensa y documentada.2 El objetivo de la presente investigación es aportar nuevos materiales para quienes trabajen una biografía de Enrique Lihn y entrevistar a personas cercanas al poeta que no han sido entrevistadas o se han referido solo de manera somera a la amistad que sostuvieron con Lihn, como es el caso de Óscar Hahn, ausente del referido libro de Sarmiento.

En el caso de Óscar Hahn, Premio Nacional de Literatura 2012, solo contábamos con su crónica “Enrique Lihn prevalece”, pero en esta oportunidad se refiere al amigo con mayor detalle, desmitificando ciertos rasgos asociados al poeta e iluminando otros que retratan a Lihn de manera más integral, hablando también de algunos aspectos de su trabajo literario, la forma en que enfrentaba el oficio y la vida dentro del Chile de los años 80.

A.F. EN UNA CRÓNICA USTED CUENTA QUE SE CONOCIERON CON ENRIQUE LIHN EN LA CASA DE NICANOR PARRA EN EL AÑO 1959. USTED TENÍA UN POCO MÁS DE 20 AÑOS. ¿RECUERDA MÁS DETALLES ACERCA DE ESE PRIMER ENCUENTRO? ¿QUIÉNES MÁS ESTABAN PRESENTES, CÓMO FUE ESA REUNIÓN?
O.H. Eran unos compañeros míos del Pedagógico. Estábamos en segundo año… Tenía tantos compañeros que no recuerdo con quiénes fui exactamente, pero fuimos como cuatro o cinco en total, yo creo, invitados por Nicanor. Y llegamos ahí y estaba Enrique. Él tuvo una actitud que nos molestó bastante a todos, que fue que él conversaba con Nicanor y nos ignoraba a nosotros totalmente, como que no estuviéramos ahí.

A.F. ¿Y ESTABAN SOLO ELLOS DOS O HABÍA MÁS AMIGOS?
O.H. No, estaban solo ellos dos [Lihn y Parra]. Y Nicanor trataba de integrarnos a nosotros, o sea, hablaba mirándonos y todo, pero él [Lihn] no nos miraba. Nos ignoraba totalmente. Y después nos fuimos en una micro en el asiento de atrás, y también: nosotros le preguntábamos algunas cosas y él no contestaba o contestaba así, en monosílabos.

A.F. USTED, A ESA ALTURA, ¿LO HABÍA LEÍDO?, ¿QUÉ COSAS CONOCÍA DE ÉL?
O.H. Claro, yo había leído varios de los poemas que están en La pieza oscura, pero los había leído en revistas, por ahí, y me gustaban mucho. Además había asistido a una lectura pública de él que creo que fue en la Federación de Estudiantes, donde me acuerdo que leyó La pieza oscura antes de que saliera el libro.3

A.F. CON EL TIEMPO USTEDES TUVIERON ENCUENTROS MÁS AMABLES.
O.H. Claro, después, cuando yo me fui a vivir a Arica, él me buscó allá, cosa que a mí me pareció bastante sorprendente. Supo que yo estaba en Arica y yo ni siquiera sabía por qué razón él se acordaba de mi nombre todavía, o siquiera había captado mi nombre allá cuando estábamos donde Nicanor. Pero él me llamó a la universidad, me acuerdo, porque había una sede de la Universidad de Chile ahí, y nos juntamos. De ahí empezamos a estar todos los días juntos en Arica, yendo de arriba para abajo. Él iba a un congreso en Arequipa y se le perdió el pasaporte, no podía cruzar más allá de Tacna (porque hay unos permisos que te dan en Arica con los que puedes ir a Perú, pero solo hasta Tacna). Entonces fuimos a Tacna y hablamos con Benjamín Subercaseaux, que era agregado cultural.

A.F. ¿O ERA CÓNSUL?
O.H. Sí, era cónsul de Chile en Tacna. Escritor también.

A.F. ¿ELLOS SE CONOCÍAN, LIHN CON SUBERCASEUX?
O.H. Sí, se conocían, claro. Benjamín Subercaseaux lo recibió muy contento, le dijo que no se preocupara, que él le daba otro pasaporte. Y de ahí, la segunda vez que lo vi [a Lihn] fue en Nueva York; lo fuimos a esperar al aeropuerto con Pedro Lastra y alguien más me parece, no me acuerdo, pero con Pedro seguro.4 Hicimos muchas cosas en Manhattan, en la casa de Pedro. Y después yo lo vi a él muchas veces. Me acuerdo que en el año 1983 exactamente yo vine con el sabático que le dan en Estados Unidos a los profesores, en que le dan a uno un semestre libre con goce de sueldo. Y me vine aquí todo un semestre. Llegué un primero de enero, o sea que pasé el Año Nuevo arriba del avión, y me fui como en agosto. Todo ese tiempo lo veía a él casi todos los días. De hecho, creo que hubo tres meses, yo creo, o más, que almorzábamos con él todos los días en un autoservicio que está ahí en Providencia, donde está Almacenes París [en la calle Lyon con 11 de Septiembre], en la parte de abajo, en esa como plazoleta que hay ahí. Había un restaurante de autoservicio muy bueno. Como Enrique vivía solo y yo también y nos daba lata cocinar, íbamos ahí.

A.F. ENRIQUE LIHN, A JUZGAR POR TESTIMONIOS DE AMIGOS, PODÍA SER A VECES MUY ENCANTADOR, HISTRIÓNICO Y AMABLE, Y OTRAS DERECHAMENTE MUY DESAGRADABLE. ¿QUÉ ERA LO QUE ÉL NO TOLERABA EN LA GENTE?
O.H. Yo creo que él tenía una especie como de antenas para captar a la gente que no era auténtica o que él percibía que no era auténtica, que estaban haciendo un rol. Y eso en general frente a cualquier audiencia, porque yo me acuerdo de haber estado con él en la Universidad de Chicago, nada menos, donde los que estaban ahí participando eran profesores de distintos países, muy importantes, famosos en el medio académico, con publicaciones y todo eso, pero igual él podía ser muy pesado. De hecho ahí lo fue con varios de ellos.

A.F. PEDRO LASTRA CUENTA EN UNA ENTREVISTA QUE LIHN PERDIÓ VARIAS INVITACIONES Y OPORTUNIDADES A RAÍZ DE ESE COMPORTAMIENTO.5
O.H. Claro, tenía una invitación, me acuerdo, de una de las universidades, y uno de los profesores ofendidos fue un profesor muy influyente que era de esa universidad, así que hasta ahí no más llegó. A él no le importaba nada, nunca era calculador, no decía “mejor me quedo callado porque si no me van a retirar la invitación”. No, no le importaba.

A.F. LEYÉNDOLOS A AMBOS (A USTED Y A LIHN) UNO PUEDE NOTAR QUE SON MUY DISTINTOS. ¿DÓNDE CONGENIABAN ESTAS DOS PERSONALIDADES TAN DIFERENTES?
O.H. No sé, eso es muy raro porque el carácter mío es muy distinto al de Enrique y mi poesía también. Y sin embargo él mostraba todo este interés enorme en mi poesía que a mí me parecía raro. Yo me acuerdo que una vez le dije: “oye, pero la poesía mía es tan distinta a la tuya” y me dijo “por eso me interesa, no me interesa la poesía que es parecida a la mía, para qué”.6

A.F. ¿DE QUÉ TEMAS HABLABAN USTEDES, GENERALMENTE?
O.H. Bueno, de cine bastante, de pintura, de personas que conocíamos, de política, cosas así. Hablábamos muy poco de poesía. Ni él hablaba de sus poemas ni yo hablaba de los míos, ni mutuamente de los poemas de los otros tampoco. No es que nos lo propusiéramos, simplemente queríamos hablar de otras cosas que no tuvieran que ver mucho con la literatura.

A.F. USTED HA CONTADO QUE CUANDO LIHN FUE A SU CASA EN MARYLAND LEYÓ LOS ORIGINALES DE LO QUE LUEGO SERÍA SU LIBRO ARTE DE MORIR, LA PRIMERA NOCHE QUE SE QUEDÓ AHÍ, Y DESPUÉS LE HIZO COMENTARIOS Y LUEGO EL PRÓLOGO.7 ¿Volvieron a tener experiencias de ese tipo después, con otros libros?
O.H. Sí, una vez él me pasó a mí el libro Al bello aparecer de este lucero, el manuscrito. Me acuerdo que tenía el manuscrito escrito a máquina, el original. Y en el departamento que tenía ahí en las Torres de Tajamar me dijo: “Oscar, ya me cabrié con este libro, ya no puedo sacar más así que por favor échale un vistazo y cámbiale lo que quieras cambiarle”. Y me lo pasó.

A.F. ¿Y CUÁNTO LE CAMBIÓ?
O.H. Muy poco, le hice algunas sugerencias y las aceptó.

A.F. ACEPTABA POCAS CRÍTICAS, AL PARECER.
O.H. Él no le pasaba sus textos a otras personas, a muy pocas. A Pedro Lastra, a mí y creo que a nadie más… quizás a las parejas que él tenía también: a la Adriana Valdés, a Claudia Donoso. Pero fuera de eso no, por lo menos que yo hubiera visto.

A.F. CUANDO USTED LO RECIBIÓ EN MARYLAND, ÉL FUE A DAR UN RECITAL Y A HACER CLASES. ¿RECUERDA CÓMO ERA LA RECEPCIÓN QUE TENÍA? ¿EL PÚBLICO ERA SOLO NORTEAMERICANO?
O.H. Sí, hizo dos cosas, un recital y una charla sobre poesía hispanoamericana. La recepción fue muy buena. Había algunos hispanos, pero todos eran estudiantes de español, entonces tenían interés especial en ver a un poeta chileno. Claro, yo lo había escuchado muchas veces recitar esos poemas. Quizás lo que me impactó más fue que fuimos a un par de museos de arte en Washington, desde luego a la National Gallery, y él era un especialista en museos y en pintura y escultura y todo ese tipo de cosas. Realmente yo había ido ahí porque vivía por ahí cerca, y miraba los cuadros como cualquier neófito, pero él iba parando frente a todos los cuadros e iba haciendo unos comentarios muy lúcidos, explicándome quién era este, el otro, sabía datos de la vida de los pintores. Me acuerdo que le interesó mucho la sección norteamericana, porque él había estado en muchos museos europeos,8 entonces había visto muchas veces a los impresionistas y ese tipo de cosas, incluso cuadros del Renacimiento, pero los pintores norteamericanos eran como una rareza para él y esa era la oportunidad que tenía para verlos. Me mostró una serie de cuadros, muy atractivos en realidad.

A.F.: ¿Y ÉL NUNCA TUVO OPORTUNIDAD DE QUEDARSE EN ESTADOS UNIDOS?
O.H. Sí, sí tuvo, pero siempre estaba que se quedaba, que no se quedaba… Claro, él tenía una hija, entonces dependía también de eso. Tuvo la oportunidad clara de quedarse, pero como que Chile lo tiraba, de alguna manera. De hecho él una vez postuló a un puesto en la Universidad de Connecticut: era un puesto permanente, con lo cual mostró la voluntad de quedarse, pero lamentablemente la universidad canceló el concurso. Algo pasó ahí, un problema presupuestario. A veces las universidades son reacias a usar fondos en humanidades, porque prefieren ocupar fondos en cosas científicas o tecnológicas, entonces llegan y quitan los fondos y los pasan para otra parte y el concurso se anula. Y esa vez pasó eso. Esa vez, si ganaba, que yo creo que iba a ganar, se quedaba. Eso debe haber sido el 85 más o menos, por ahí.

AF: ¿ÉL TRATÓ DE APRENDER INGLÉS, NO?
OH: No, ni siquiera trató.

A.F. ANDREA LIHN ME CONTÓ QUE TENÍA UN PROFESOR PARTICULAR QUE IBA A SU CASA...9
O.H. Bueno, puede haberle hecho empeño, pero…

A.F. NO LE RESULTÓ.
O.H. No, era negado para el inglés, lo dice en un poema incluso, “me castraron del inglés” o algo así.10 Cuando él estuvo conmigo en Maryland y después en Iowa yo tenía que traducirle todo, incluso en un bar o en un café.

A.F. PERO NO ERA IMPEDIMENTO EL IDIOMA PARA QUE IGUAL SALIERA SOLO.
O.H. No, igual salía, pero no hablaba con nadie, o hablaba con hispanos que veía por ahí. Mira, allá si tú no hablas inglés es muy difícil, porque si tú haces una presentación bilingüe y luego no puedes dialogar con el público, no pasa nada.

A.F. USTED EN ALGÚN MOMENTO COMENTA QUE LIHN LO SORPRENDIÓ DICIÉNDOLE QUE SU SUEÑO DORADO ERA “TENER UNA FAMILIA Y UN PAR DE NIÑOS CHICOS”.
O.H. Bueno, yo creo que él tenía una fuerte nostalgia de un hogar, de tener un hogar bien establecido, con esposa, cabros chicos, perros, gatos, etc. Ese yo creo que era un sueño que él tenía, pero nunca se manifestó, porque además siempre las mujeres con las que tenía relación eran separadas, tenían hijos, pero de otro, y ahí ya partíamos mal…

A.F. ¿ESO LE SIGNIFICABA UN CONFLICTO?
O.H. No, él era muy cariñoso con los niños, trataba de armar una situación hogareña, pero yo creo que él aspiraba a tener su propio hogar, con su mujer y sus hijos, no con los hijos de otro.

A.F. SE SABE QUE ENRIQUE LIHN TUVO RELACIONES TORMENTOSAS.
O.H. Sí, era atormentado. Hubo un tiempo en que él, cuando tenía estas penas de amor, tomaba y trataba de emborracharse. Pero después de un tiempo ya no tomaba; ni fumaba, ni bebía alcohol. Es bien curioso, porque aquí en Chile tienen esa idea de que Enrique era un bohemio que pasaba en bares y no es verdad. Fíjate que yo no recuerdo, y eso que estuve de enero a agosto, que es harto tiempo para ver a una persona todos los días, no recuerdo nunca, ni una vez que fuera a un bar. No sé si antes, cuando más joven quizás iría a bares, pero como te digo en esa época no, y yo de ahí lo vi muchas veces, y tampoco.

A.F.: USTED RECUERDA QUE LIHN LE COMENTÓ QUE LE GUSTABA LA SORDIDEZ DE NUEVA YORK. ¿A QUÉ SE REFERÍA?
O.H. Es porque Nueva York, en la época en que él estuvo, era una ciudad en decadencia, era la imagen de una ciudad en decadencia, en que salías a la calle y todo era como viejo, lleno de borrachos tirados en el suelo, drogadictos en las esquinas, asaltos a las seis de la tarde, en la calle… Entonces había una cosa como sórdida, efectivamente, en Nueva York. Pero a él eso le gustaba, le atraía.

A.F.: HAY UN POEMA DE PENA DE EXTRAÑAMIENTO, “PASCUAS EN NUEVA YORK”, EN QUE LIHN CUENTA QUE SE VA DETRÁS DE ALGUIEN QUE ENTRA A UN CINE…
O.H. Claro, él iba a esos cines también, donde daban películas antiguas, donde tú entrabas y había tres personas adentro. Y conocía a una pila de gente rara, vestida de forma extraña, como con ropa usada, unas mujeres que iban con abrigos de piel todos raídos, con gorros, puras cosas raras, que le llamaban la atención.

A.F. LE GUSTABA MIRAR A LA GENTE.
O.H. Sí, le gustaba mirar a la gente y si alguien hablaba español podía entonces conversar, hablaba con portorriqueños, dominicanos, mexicanos que estaban ahí.

A.F. Y USTED QUE LOS CULTIVA, ¿QUÉ LE PARECEN LOS SONETOS DE ENRIQUE LIHN11?
O.H. Muy buenos... Él me dijo una cosa que yo nunca he dicho: que el hecho de que yo me hubiera atrevido a escribir sonetos lo había estimulado a él a buscar ese lado también. Él había escrito algún soneto en su primer libro, pero luego ya lo dejó. Porque Parra tiene una aversión hacia los sonetos e incluso me acuerdo que después Parra le dijo que cómo escribía sonetos… a él no le importó.

AF: ERAN SONETOS BASTANTE GROTESCOS, EN GENERAL.
O.H.: Claro, él empezó a leer mucho a Quevedo en ese tiempo y todos esos sonetos satíricos, como insolentes, le gustaban.

A.F. ¿CÓMO CARACTERIZARÍA EL HUMOR DE LIHN?
O.H. Corrosivo, totalmente. Muy corrosivo, muy ácido, pero él, cuando decía pesadeces contra alguien en la realidad también era igual, también decía unas cosas sarcásticas, que eran ácidas.

A.F. Y AL MISMO TIEMPO HE LEÍDO QUE PODÍA SER MUY TIERNO, EN LA INTIMIDAD, CON LAS PERSONAS QUE QUERÍA.
O.H. Sí, efectivamente. De hecho me acuerdo que él dio plata para personas que estaban presas, a pesar de que él no tenía una situación económica buena. Sin embargo, cuando había que dar plata, él daba, pero no andaba contándole a los demás que había dado plata. En ese entonces se juntaba plata para personas que estaban en la cárcel, en la época de Pinochet, había familias que casi no tenían, porque estando el jefe de hogar preso… Entonces comían como podían no más. Había gente que hacía colectas y nosotros dábamos plata.

A.F. ¿CÓMO CREE QUE SE REFLEJABAN LAS PREOCUPACIONES POLÍTICAS DE ESE MOMENTO DE LIHN EN LO LITERARIO?
O.H. Teníamos conversaciones sobre cosas que pasaban en ese momento, pero nunca decía “mira, voy a escribir un poema para protestar por tal o cual cosa”, no decía nada. Después, muchos meses después, aparecía algo por ahí en un poema de él, pero que él no buscaba poner, sino que salía no más, era el mundo en el que estaba.

A.F. HAY POETAS MÁS JÓVENES QUE ÉL, COMO RAÚL ZURITA, QUE LO HAN CRITICADO POR NO HABER SIDO MÁS DIRECTO AL ENFRENTAR LA CONTINGENCIA POLÍTICA DE LA DICTADURA EN SU POESÍA.12
O.H. ¡Qué más directo que hacerlo en persona! Es que ese es un problema que hay acá, ¿Cuál es el gran riesgo de hacerlo en una habitación, escribiendo cosas en un papel? Nosotros íbamos en persona a las protestas, nos metíamos en líos, corríamos el riesgo de que nos tomaran presos ––de hecho nos tomaron presos––, de que nos sacaran la cresta en la calle, de que desapareciéramos, eso es lo que hacía Enrique Lihn. Escribir poemas es fácil.

A.F. CECILIA CASANOVA ME CONTÓ QUE IBA CON ÉL A LAS PROTESTAS, EN LOS AÑOS 80.
O.H. Claro, y al contrario, hay personas que escriben poemas de protesta y yo no los vi nunca en ninguna parte, por lo menos en el tiempo que yo estuve acá, cuando nos agarraron a palos. Me acuerdo esa vez, fue una protesta de los artistas e intelectuales y nosotros fuimos ahí y agarramos el lienzo y estábamos en primera fila. Mientras nosotros estábamos ahí había otros que estaban encerrados en su casa escribiendo poemas.

A.F. UN TEMA IMPORTANTE PARA LIHN FUE LA RECEPCIÓN CRÍTICA QUE TUVO SU OBRA AQUÍ EN CHILE, ESPECÍFICAMENTE DE PARTE DE IGNACIO VALENTE.13 ¿CONVERSABAN SOBRE ESO?
O.H. Sí, tuvimos varias discusiones incluso. Me acuerdo que una vez se estaba quejando… En ese momento estaba de testigo Óscar Gacitúa. Él me lo recordó el sábado, cuando comimos en su casa. Óscar me dijo: “me acuerdo aquella vez que yo estaba y que tú lo retaste”. Y claro, lo que pasó fue que él empezó a quejarse de Ignacio Valente, diciendo que no respetaba su obra, que no lo tomaba en cuenta, que no escribía nada sobre ella, como si no existiera, y que él encontraba que esa era una actitud deliberada de él. Porque a Enrique no le importaba mayormente eso, pero la mala leche era lo que lo sacaba de quicio. Y yo le dije: “mira Enrique, acabo de leer en Estados Unidos, y tú la tienes aquí, la revista Review de Nueva York, ese número que está dedicado a tu poesía. Es una revista en inglés, de prestigio internacional y salen varios artículos sobre tu poesía de críticos muy importantes, ¿Qué te puede importar lo que piense el cura Valente aquí en Chile?, eso vale quinientas veces más que esto otro”. Y él me dijo, “es que a mí por alguna razón me afecta mucho más lo que me pasa acá en Chile”. También había otro problema y es que ellos [Valente y Lihn] son parientes, y ahí había otros elementos que entraban que uno no sabe, cosas familiares, peleas entre primos, tíos, anda a saber tú en qué tiempo, entonces era por eso que él le daba más importancia.

A.F. A PROPÓSITO DE SU DISPUTA CON VALENTE, ÉL PUBLICÓ UN FOLLETO TITULADO SOBRE EL ANTIESTRUCTURALISMO DE JOSÉ MIGUEL IBÁÑEZ LANGLOIS. ¿CÓMO CARACTERIZARÍA USTED EL INTERÉS QUE TENÍA LIHN POR LA TEORÍA?
O.H. Lo que pasa es esto: Enrique es una persona que no tuvo estudios universitarios “formales”. Entonces él, en algún momento, se dio cuenta de que había un vacío en sus lecturas y ese vacío tenía que ver con la teoría literaria, porque él rápidamente notó que había gente que hacía referencia a teóricos importantes del momento, y él no sabía quiénes eran, ni sabía de qué estaban hablando. Entonces se sintió como con un handicap, como menoscabado, y se puso a estudiar solo, era un gran autodidacta. Empezó a leer, a leer y para él fue muy fácil, porque por naturaleza tenía una mente muy lúcida para pensar la literatura. Él en sí era un teórico también. Y claro, en ese momento el estructuralismo era como la teoría que estaba vigente... Entonces él estaba metido en todo lo del estructuralismo, e Ignacio Valente se dedica a atacar al estructuralismo. De hecho criticó un prólogo que yo hice a un libro de Huidobro, Ecuatorial. Tuve una polémica pública con él, que salió en la revista Ercilla, donde nos dijimos de todo. Y yo creo que también ese elemento de la polémica conmigo lo estimuló, lo picó, porque después de todo yo era su amigo, entonces creo que se le juntaron varias cosas. A mí me mostró el manuscrito [de Sobre el antiestructuralismo de José Miguel Ibáñez Langlois] y me dijo: “léelo y todas las cosas que están ahí que tú creas que están erradas, dímelas”. Y nada, no había nada, estaba muy bien. Así que se consiguió un editor y lo publicó.

A.F. ¿Y VALENTE DIJO ALGO?
O.H. El cura no le contestó nada, eso lo picó más. No se dio ni por aludido. Prácticamente un libro entero dedicado a él, era como tocarle la oreja, y el tipo no reaccionó.

A.F. ¿Y DE DÓNDE CREE USTED QUE LIHN SACABA ENERGÍA PARA HACER TANTAS COSAS DISTINTAS AL MISMO TIEMPO?
O.H. No sé, esa es una buena pregunta, porque estaba todo el santo día metido en proyectos de algo, los más variados. Estaba haciendo por ejemplo una presentación de una exposición de fotografía, al rato estaba metido en hacer estos artefactos para una exposición, por allá estaba filmando una película, estaba escribiendo poemas, estaba escribiéndole al cura, siempre estaba lleno de cosas.

A.F. ¿Y A USTED LE TOCÓ CONOCER OBRAS DE LIHN QUE ÉL HAYA DESECHADO, QUE NO HAYAN SALIDO DESPUÉS PUBLICADAS?
OH: No, porque él tenía eso de que todo lo que escribía trataba de publicarlo. Él no hacía una diferencia entre poemas que había escrito que considerara buenos o malos, aunque no estuvieran tan bien escritos, igual, los tiraba no más.

A.F. PORQUE NO SIEMPRE FUE ASÍ: ÉL MISMO CUENTA QUE PARA ELEGIR LOS POEMAS DE LA PIEZA OSCURA FUE MUY RIGUROSO.14
O.H. Sí, muy riguroso. Después se empezó a soltar y a pensar la literatura no como una obra acabada sino como una expresión auténtica del individuo. Si salía con defectos, bueno, salía así no más.

A.F. FINALMENTE, ¿HAY ALGÚN ASPECTO DE LIHN QUE USTED CONSIDERE QUE NO HAYA SIDO RECONOCIDO, O AL REVÉS, QUE HAYA SIDO DE ALGUNA FORMA DISTORSIONADO?
O.H. Creo que la imagen de Lihn que se ha distorsionado bastante es la de que era un poeta maldito, porque no lo era. No sé si antes lo sería, no me da mucho la impresión, desde que yo lo conocí hasta que murió, cero. O sea, un poeta maldito que aspira a tener esposa, cabros chicos después de un rato, dónde. Y hablábamos con Óscar Gacitúa, que lo vio muchísimo, más que yo incluso, y dijo lo mismo. Hay un mito con Enrique: no es que fuera un burgués tampoco, podía ir a un bar de vez en cuando, pero no era de estar todo el tiempo ahí, borracho, cayéndose al suelo, o drogándose. Ese no era nuestro tema ni el de nadie con quienes nos juntábamos.

 

NOTAS

1 Esta entrevista, realizada el 15 de septiembre de 2009, es un poco más extensa, pero presentamos aquí una versión adecuada al formato de esta publicación. Forma parte de un conjunto inédito de testimonios acerca de Enrique Lihn. El proyecto comenzó como tesis de licenciatura y luego continuó como un proyecto de creación en género referencial que contó con el financiamiento de una Beca de Creación Literaria del Fondo del Libro, 2011.

2 La primera biografía de Enrique Lihn está próxima a aparecer: Ediciones UDP anunció que Roberto Merino publicará en dicha editorial un ensayo biográfico sobre el poeta.

3 Efectivamente, Enrique Lihn publicó en algunas revistas varios poemas de La pieza oscura años antes de que apareciera el libro. En 1956 obtuvo el primer lugar en los Juegos de Poesía organizados por Ester Matte con dos poemas de La pieza oscura: “Monólogo del padre con su hijo de meses” y “Monólogo del poeta con su muerte”, los que fueron publicados al año siguiente en Extremo sur. En la premiación de dichos Juegos, Lihn leyó ambos poemas causando una gran impresión, según cuenta Pedro Lastra. También publicó en 1957 “Elegía a Gabriela Mistral” en los Anales de la Universidad de Chile y “Estos días que vuelven” (primera versión de “Destiempo”) en la Revista literaria de la Sociedad de escritores de Chile.

4 Enrique Lihn viaja a Francia en 1975, invitado por el gobierno francés luego de una gestión de su amigo Roland Husson, quien se desempeñaba como agregado cultural de la embajada de Francia en Chile. Pero antes de llegar a París hace una escala de un mes en Nueva York, en la que sería su primera visita a los EE.UU. Aloja en casa de Pedro Lastra y se encuentra allí con Óscar Hahn y Jaime Giordano. Dio recitales en varias universidades: Yale (invitado por Emir Rodríguez Monegal), Rutgers, Maryland (invitado por Óscar Hahn), Stony Brook, The City University of New York y en el Center of Inter-American Relations, cuya revista Review dedicaría un dossier completo al poeta en 1978, a propósito de la edición del libro The Dark Room and Other Poems en la editorial New Directions.

5 Pedro Lastra cuenta que Lihn asistió a un Congreso sobre Vicente Huidobro en Chicago en 1978, presumiblemente el mismo que menciona Óscar Hahn. “En la mencionada reunión huidobriana de Chicago ––dice Lastra–– Enrique cuestionó sin miramientos varias lecturas críticas, con el consiguiente malestar de sus autores. En algún caso dijo, por ejemplo: ‘Yo creo que a Huidobro no le hubiera hecho ninguna gracia oír este trabajo’; en fin, cosas así, que disgustaron a académicos dispuestos a invitarlo a sus universidades” (Sarmiento, 34).

6 El interés de Lihn por la poesía de Óscar Hahn está muy bien documentado (Lihn El circo… 139-143, 292-298) y también en Lastra y Lihn, Asedios...

7 Óscar Hahn cuenta: “La primera noche, antes de ir a acostarse, me preguntó: ‘¿Y? ¿Cómo anda la poesía?’. ‘No sé, tengo algunos cuantos poemas que he escrito en estos años pero no sé si sirven’. ‘¿Por qué no me los muestras? Yo suelo desvelarme toda la noche. Tendré mucho tiempo para leerlos”. A la mañana siguiente, Lihn le dijo que estaban muy bien, objetó unos pocos y se ofreció para escribir el prólogo de Arte de morir (Hahn, 19-20).

8 Lihn obtuvo una beca de la UNESCO para estudiar Museología en 1965, lo que posibilitó que saliera de Chile por primera vez, a los 35 años. Estuvo en Europa entre febrero y septiembre de ese año y durante ese período, además de recorrer muchos museos, escribió gran parte de los poemas que forman parte de Poesía de paso, libro que obtuvo el premio Casa de las Américas en 1966.

9 Andrea Lihn: “Me acuerdo patente de las clases de inglés porque era un profesor particular que venía a la casa y estaban una hora justa sentados en la mesa del comedor estudiando. Recuerdo a mi papá repitiendo y grabando en esos cassettes. Grababa mucho, para él escucharse la voz, la pronunciación y en esto era absolutamente metódico. Llegaba dos veces a la semana y a mi papá le costaba mucho el idioma” (Florit, entrevista personal). En la Fundación Getty, donde se encuentra gran parte del legado de Enrique Lihn, se conservan varios de estos cassettes en los que el poeta se grababa hablando en inglés para practicar.

10 Se refiere al poema “Hipermanhattan”, que comienza así: “Escrita para otros /la ciudad con sus mendigos imperiosos/y yo el analfabeto/(los hados me caparon del inglés al nacer)…” (Lihn A partir de… 20).

11 Lihn Aunque se encuentran algunos en su primer libro Nada se escurre (1949), nos referimos a los sonetos que Enrique Lihn comienza a escribir a fines de 1973, luego del Golpe de Estado, y que luego formaron parte de Por fuerza mayor y París, situación irregular. Sobre este retorno al soneto, dice Lihn: “Empleé el soneto también para hablar desde el terror, en la represión; no para denunciarla ni documentarla sino para encarnarla. Me pareció bueno para eso, primero, hablar por boca de un personaje energuménico y, luego, hacerlo en un lenguaje que en sí mismo fuera opresivo, represivo” (Lastra, 75).

12 El cuestionamiento de Zurita a Lihn es el siguiente: “Soy bastante refractario a la poesía del yo, a esa especie de monólogo del tipo que se solaza en su angustia personal, en su soledad, en su felicidad, en su esperanza o en su desencanto privado. Siempre me ha llamado la atención que si uno toma la poesía de autores, algunos bastante prestigiosos, como Enrique Lihn, Jorge Teillier o Armando Uribe y llegara un marciano y preguntara si pasó algo en Chile y leyera solamente la poesía que escribieron, la respuesta sería que en Chile no pasó nunca nada, nada de nada; y no estoy hablando de literatura de denuncia sino de algo muchísimo más fuerte. Si uno lee a Teillier desde el primer poema al último en Chile jamás pasó nada, absolutamente nada, si lees a Lihn, aunque leas Paseo Ahumada que es un libro totalmente plano, en Chile no pasó nada. Es una poesía privatizada muy poco interesante (…) No registran el quiebre, son poetas ensimismados, autistas” (Ojeda y Gallardo, 7). Al respecto, ver la reciente edición de la poesía política del autor (Lihn, La aparición…).

13 Sobre esta enemistad entre poeta y crítico ––quienes eran además parientes lejanos, primos en segundo grado–– Claudia Donoso afirma que “el cura Valente consagró a Zurita en su columna dominical de El Mercurio para instalarlo como figura de recambio en la hornacina que había dejado vacante Neruda. Entonces, de alguna manera, quedaron en ese olimpo Neruda, Parra y Zurita. En ese orden. Y claro, Enrique sentía que se lo estaban pasando por el aro sin mayor trámite” (Sarmiento, 96).

14 Sobre el proceso de corrección y edición de La pieza oscura, dice Lihn: “Es un ejemplo de auto-sacrificio, de autocorrección excesiva, que yo mismo nunca pude volver a hacer pero que recomiendo a los escritores torrenciales” (Lihn, Curriculum… 10). [Traducción propia. Este texto fue publicado en inglés y no se conserva el original en castellano. Dice el original: “Its an example of self-sacrifice, of punitive self-selection, which I myself could no longer follow but which I recommend to torrential writers”].

 

OBRAS CITADAS

Hahn, Óscar. “Enrique Lihn prevalece”. Enrique Lihn. Contra el canto de la goma de borrar. Edición de Francisca Noguerol. Sevilla: Universidad de Sevilla, 2005:17-24.

Lastra, Pedro, y Enrique Lihn (Eds.). Asedios a Óscar Hahn. Santiago: Editorial Universitaria, 1989.

Lastra, Pedro, Conversaciones con Enrique Lihn. México: Universidad Veracruzana, Instituto de Investigaciones Humanísticas, Centro de Investigaciones Lingüístico-Literarias, 1980.

Lihn, Andrea. Entrevista personal. 23 de junio de 2009.

Lihn, Enrique. La aparición de la Virgen y otros poemas políticos (1963-1987). Selección y edición de Andrés Florit C. Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2012.

------- El circo en llamas. Edición de Germán Marín. Santiago: LOM, 1997.

------- Pena de extrañamiento. Santiago: Sin fronteras, 1986.

------- Al bello aparecer de este lucero. Hanover, New Hampshire: Ediciones del Norte, 1983.

------- Sobre el antiestructuralismo de José Miguel Ibáñez Langlois. Santiago: Ediciones del Camaleón, 1983.

------- A partir de Manhattan. Valparaíso: Ganymedes, 1979.

------- “Curriculum vitae”. Review 23 (1978):6-14.

------- The Dark Room and Other Poems. Nueva York: New Directions, 1978.

------- París, situación irregular. Santiago: Ediciones Aconcagua, 1977.

------- Por fuerza mayor. Barcelona: Ocnos, 1975.

------- La pieza oscura. Santiago: Editorial Universitaria, 1963.

------- “Elegía a Gabriela Mistral.” Anales de la Universidad de Chile, 106 (1957):105.

------- “Estos días que vuelven”. Revista literaria de la Sociedad de Escritores de Chile, 1. 2 (1957):97.

------- “Monólogo del padre con su hijo de meses”, “Monólogo del poeta con su muerte”. Extremo Sur 4 (1956):6-7.

Ojeda, Sergio, y Octavio Gallardo. “Raúl Zurita: ‘Cada vez descreo más de la idea de autor’”. Carajo 8 (2006):6-7.

Sarmiento, Óscar, El otro Lihn. En torno a la práctica cultural de Enrique Lihn. Oxford, Maryland, EE.UU.: University Press of America, 2001.

 

Correspondencia a:

Ejército 260, Santiago (Chile)
andres.florit@udp.cl

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License