SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue76The concept of underclass in Gunnar Myrdal author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Cinta de moebio

On-line version ISSN 0717-554X

Cinta moebio  no.76 Santiago Mar. 2023

http://dx.doi.org/10.4067/s0717-554x2023000100001 

Artículos

Deixis y referente empírico en la investigación social cualitativa

Deixis and empirical referent in qualitative social research

Jesús Gutiérrez-Brito1 
http://orcid.org/0000-0003-1260-0831

María Arnal-Sarasa2 
http://orcid.org/0000-0001-6060-4242

1Facultad de Ciencias Políticas y Sociología, Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid, España

2Facultad de Trabajo Social, Universidad Complutense de Madrid, Madrid, España

Resumen

La investigación social cualitativa ha prescindido de la utilización de referentes empíricos accesibles y compartidos a partir de los cuales acordar la producción y el análisis del habla. A partir de este criticable déficit, lo que hace este trabajo es analizar el problema del habla utilizada como material empírico para observación desde el punto de vista de la labor científica. Con esta finalidad se argumenta la importancia de la comunicabilidad de las observaciones producidas y de su análisis a partir de los problemas que plantea la función deíctica del habla observada en la investigación. La conclusión del trabajo plantea la necesidad acordar e introducir un referente objetual en la situación de observación experimental con el fin de garantizar la comunicabilidad de las acciones investigadoras, así como la recepción y circulación del habla observada entre las distintas comunidades de hablantes y sistemas discursivos.

Palabras clave: discurso social; validez; investigación cualitativa; función deíctica; comunicación

Abstract

Qualitative social research has systematically dispensed with the use of accessible and shared empirical referents from which to agree on the production and analysis of the speech under study. From this deficit, what this work does is to analyse the problem of speech used as empirical material for observation from the point of view of scientific work. To this end, we study the importance of the communicability of the observations produced and their analysis from the problems posed by the deictic function of the speech observed in research. The conclusion of the paper suggests the need to agree and introduce an object referent in the experimental observation situation to make effective both the communicability of the research actions, and the reception and circulation of the observed speech among the different communities of speakers and discursive systems.

Key words: social discourse; validity; qualitative research; deictic function; communication

Introducción

El problema de la carencia de referentes empíricos en las ciencias sociales, especialmente en la investigación social cualitativa, en adelante ISCUAL, es una cuestión de gran relevancia para la consideración de la labor científica y su viabilidad. Sobre este déficit basta mencionar la conocida crítica que el filósofo Mario Bunge propinaba al psicoanálisis cuando lo situaba entre las pseudociencias por su hermetismo empírico, en concreto porque impedía replicar, contrastar y/o refutar lo que decía. Se comparta o no esta acusación, quizás inapropiada para el caso del psicoanálisis por razones que exceden el propósito de este trabajo, lo cierto es que en el fondo de dicho reproche se encuentra no solo una manera de entender el trabajo científico y la misma ciencia, sino también una crítica velada en relación con el uso de referentes empíricos desde un punto de vista comunicacional .

Reflexionando sobre este asunto de la comunicabilidad de lo observado, este trabajo pretende argumentar una deficiencia de la investigación social cualitativa (ISCUAL) que no por estar silenciada es menos evidente y queda sin solventar hasta la actualidad. Nos referimos a la dificultad de contar con un referente empírico de común acuerdo sobre el que hablar y/o discutir, no solo la comunidad científica entre sí, sino también entre observadores de primer orden (informantes) y de segundo orden (investigadores, lectores, evaluadores, etc.). Sobre esta inconsistencia que arrastra la investigación cualitativa, y a sabiendas de que su solo planteamiento implica poner en duda su indiscutible estatus científico, el antropólogo Clifford Geertz (Blurred genres) denunció el problema de cómo considerar seriamente el análisis del discurso y los significados analizados, y no lo hizo por criticar la tendencia a que cada analista (maestrillo) tuviera su librillo, sino porque no había forma de clarificar en qué libro leía el maestrillo. En fin, que el tema era y sigue siendo a vida o muerte, aunque todos sabemos que la cosa no debe pasar a mayores, y que a la investigación empírica cualitativa se le disculpan formalmente aspectos que a la investigación cuantitativa simplemente se le exige por puro prurito científico.

En definitiva, es por esta asumida debilidad por lo que el investigador cualitativo puede ser acusado de inconsistente e impreciso al hablar de tal o cual problema o fenómeno social, de lo que las muestras dicen o dejan de decir, de lo que otros hacen o hablan en relación con lo que otros también dicen o hacen, etc. Hablamos de precisión y consistencia como sinónimo de concreción, no de exactitud, y llama la atención que se omita concretar a qué se refieren tanto el observador como el observado cuando observan la realidad objeto de estudio, un insidioso problema que la investigación social cuantitativa ha resuelto a su manera con el conocido cuestionario, es decir, con un objeto sobre el que referir cualquier comentario, incluso la mayor de las críticas y también el error del que nadie está a salvo, excepto, quizás, la investigación social cualitativa (ISCUAL), que la mayor de las veces permanece sin referente empírico acordado de antemano.

Planteamiento del problema y enfoque teórico: referente empírico y deixis am phantasma

Cuando se critica la manera de tratar la comunicabilidad de lo observado en el ámbito específico de la ISCUAL, no estamos pensando en las señas de identidad de las ciencias sociales, ni al papel que juega el discurso y los significados en la comprensión de la acción social desde el punto de vista del enfoque comprensivo. Tampoco es este el lugar para debatir, una vez más, la distinción cuantitativo cualitativo para señalar que los cánones o estándares con que se enjuician los estudios cuantitativos son inapropiados para evaluar el rigor metodológico de los estudios cualitativos.

Se trata más bien de situar una problemática en la situación experimental donde se despliegan los dispositivos técnicos de observación y análisis, por ejemplo, los grupos de discusión, las entrevistas en profundidad, el análisis del discurso, etc. En este limitado, pero decisivo espacio, tiene lugar (a) el encuentro conversacional entre observadores y los informantes con el fin de (b) observar (entiéndase también analizar) y registrar lo que estos consideran u observan de la realidad objeto de estudio y (c) desde el punto de vista del observado y/o del analista.

Es decir, es el espacio recreado donde aparece el referente empírico a partir del cual, sea cuantitativa o cualitativa la investigación, el investigador accede a cierta información y este comunica a su vez información acerca del objeto de estudio. Dicho referente empírico en la investigación cualitativa lo compone el habla en general y compromete dos tipos de registros: el registro referencial, el que identifica y concreta al objeto del que se habla (lo que entendemos por referencias indexicales), y el registro modal, que expresa o manifiesta actitudes con respecto al objeto referido.

En general, ambos registros quedan implícitos e indiferenciados en la idea de habla discursiva y es aquí donde se quiere introducir la cuestión de hasta qué punto esta confusión lleva consigo la indeterminación y, por tanto, la imposibilidad de comunicar un referente empírico acorde al estatus científico de la ISCUAL. Dicho de otra manera, ¿es posible informarse y comunicar realidad alguna acerca del objeto de estudio a partir del habla recreada en la situación experimental por las diversas técnicas de investigación social comprometidas con dicho objetivo? Si el habla es considerada el único y principal referente empírico en la ISCUAL, la pregunta es pertinente y la respuesta pudiera estar afectando la labor científica al socavar los criterios de credibilidad, auditabilidad y transferencia de los resultados alcanzados (Lincoln y Guba. Naturalistic Inquiry, Guba y Lincoln. Effective evaluation).

Ahora bien, esta sospecha de insuficiencia, que tiene que ver con la función deíctica del habla, se agudiza al plantearse dos insuficiencias más relacionadas con la ausencia de un referente empírico adecuado. Nos referimos a la importancia que cobra la recepción del habla en los procesos comunicativos y el papel que juega la comunidad de hablantes en el habla de los informantes.

La deixis en el habla cotidiana tiene la función de referenciar, individualizar y/o llamar la atención sobre algún objeto de la realidad vivida o experienciada. Bajo este propósito se encuentra el interés de aunar y/o coordinar la atención del hablante (emisor) y el oyente (receptor) (Diessel. Demonstratives). Sobre esta cuestión, el lingüista R. Jakobson (Ensayos de lingüística general) ya señalaba la importancia de tener en cuenta aquello de lo que se habla, y la importancia de tomar el referente como el puente que une el lenguaje con el mundo. Ahora bien, el problema de la función deíctica es que arrastra a su vez el inconveniente de su deficiencia semántica y de la incapacidad para comunicar con una mínima precisión o caracterización los objetos que refiere (Levinson. Deixis, Sidnell y Nick. Deixis and the interactional foundations of reference).

En concreto, la incapacidad de la deixis gira en torno a su imprecisión a la hora de señalar la realidad referenciada, y esta imprecisión aparece principalmente en el tiempo y el espacio, ya que la virtud del lenguaje para sustituir la presencia de aquello que nombra o habla se malogra en el plano comunicativo al no poder traer consigo la situación (el espacio) ni el momento (tiempo). Es decir, desde la perspectiva de Charles S. Peirce (La ciencia de la semiótica), el lenguaje por sí solo, y en la práctica cotidiana, es insuficiente para transmitir la más mínima información precisa.

Cuando el hablante dice ese lugar donde trabajo , el oyente puede hacerse cargo de algún lugar por remoto y lejano que sea, pero no podrá precisar de qué lugar se habla ni a qué momento se refiere. Este inconveniente ya fue estudiado por Karl Bühler en 1934, mencionando una deixis particular que llama Deixis am Phantasma (deixis en fantasma), un tipo de deixis que vemos adecuada aplicar a la disfunción del habla referencial en la ISCUAL, es decir, la que se produce cuando un hablante o hablantes (informantes) llevan al oyente (observador) al mundo de lo ausente recordable o al mundo de la fantasía constructiva.

Este problema que comentamos no sería relevante si estuviera fuera del ámbito científico, pues el habla en general no es disfuncional en la comunicación cotidiana donde la imprecisión no solo es asumible, sino también necesaria para tantear y dejar abierta la posibilidad de una nueva significación. Sobre este particular y en relación con el problema de la comunicación intersubjetiva, Alfred Schütz (El problema de la realidad social) ya enunció la conocida tesis de la reciprocidad de perspectivas, donde los que actúan (hablan) harían como si intercambiaran lugares y pusieran en sintonía su intereses y referencias más lejanas y diversas.

Ahora bien, en el ámbito científico no es asumible un intercambio de este tipo. El observador (investigador) no puede aceptar la forma de como sí …por muy compartida que sea. A pesar del recurso de la deixis, el habla registrada no alcanza a precisar a qué hace referencia, pero sobre todo deja oculta e incomunicada la realidad de la que habla, una que solo queda mencionada por el informante con el recurso imaginario de señalarla .

Dicho señalamiento es insuficiente no solo por ser impreciso, sino porque apunta al vacío, apunta a un objeto empírico ausente y/o defectuoso. Es en este sentido que podemos decir que la labor del científico social no puede conformarse con la marca (huella) que deja la ausencia de referente empírico a través del habla registrada empíricamente. No es aceptable que en la ISCUAL el referente se reduzca única y exclusivamente a la parte testimonial que trae el habla cuando señala la ausencia de realidad empírica que expresa.

Entiéndase que si dicha habla testimonial nos parece pobre e insuficiente no es porque carezca de información, todo lo contrario. Es porque tapona toda comunicación al no acordar ni precisar con el observador un referente sobre el que apoyar (justificar) empíricamente el habla compartida. Y cuidado, que no decimos que haya que precisar un referente originario que ya no está a nuestro alcance, propósito ya denunciado y hasta cierto punto inasumible la mayoría de los casos, sino más bien el hecho de buscar o crear el acuerdo de un referente común para hablar de una realidad conocida y referenciada por ambos (informante e informado).

Cuando la persona entrevistada dice ese lugar donde trabajo, puede precisar con mayor o menor fortuna la pequeña sala iluminada artificialmente y sin ventanas que esa persona ocupó durante años, pero aun así queda sin acordar sobre qué cosa (referente realidad) se justifica hablar de esa sala y a qué nos referimos cuando hablamos de ella. La cosa referenciada no tiene que ser la sala misma, algo que posiblemente ya no esté al alcance ni del informante ni del informado, pero si puede ser cierto objeto que la sustituya en el sentido de concretar con el oyente un lugar común a partir del cual mostrar aspectos comunicables de la sala como el tipo de luminosidad, la ausencia de aberturas, etc.

En el caso de la investigación social cuantitativa, este objeto sustitutorio, artificial, está presente por defecto al introducir un cuestionario cerrado donde se acuerda el referente empírico de las preguntas (y respuestas) a observar. La invariabilidad referencial de las preguntas y las respuestas del cuestionario, al margen de su imprecisión y limitaciones metodológicas a la hora de ser comprendidas e interpretadas, permite alcanzar un acuerdo sobre la información comunicada sea aceptada o rechazada. Es decir, permite estipular un espacio común donde es posible, por ejemplo, no solo evaluar y criticar la información analizada o las interpretaciones concluidas, sino las mismas preguntas y respuestas objeto de observación, etc. En la ISCUAL esta posibilidad se escatima al carecer de un recurso semejante. Como la información observada y analizada se encuentra únicamente en las experiencias fantasmagóricas de los observados y del observador, cualquier crítica y/o intento de evaluación tendrá que conformarse con la información testimonial de los informantes, cualquiera que sea su nivel (infórmate de primer orden o de segundo). De ahí que el investigador cualitativo goce, para bien o para mal, de una credibilidad inapelable, reforzada en el mejor de los casos por el estatus o respetabilidad de la persona que desempeña el rol de investigador. En definitiva, la ISCUAL se blinda contra cualquier crítica que proceda del mundo exterior y, por tanto, se pone al margen del error científico , la piedra angular sobre la que se sostiene la labor empírica como parte inherente a la prueba y/o demostración. Solo otra persona con experiencia en el proceso observador, es decir, otro observador igual que haya compartido (vivido) las experiencias de los informantes y del informador, podrá tener derecho a impugnar y criticar la información objeto de posible controversia.

La consecuencia de no poder acordar y compartir un mismo referente empírico se traduce, como señala Harold Garfinkel (Estudios en etnometodología) al hablar de los procesos de comunicación cotidianos, en incertidumbre y vaguedad a la hora de intercambiar significados o el sentido de las acciones, así como la aceptación del error como una parte constitutiva del uso del lenguaje cotidiano y del contexto, lo que en definitiva redunda en la importancia que tiene la confianza en las relaciones comunicativas entre hablantes. Es decir, que la ISCUAL acepta que su carácter científico recurra al mismo método que utilizan los sujetos en las interacciones cotidianas sin mayor especificidad o pretensión. A fin de cuentas, continuando con este argumento, la ciencia social es parte de las prácticas cotidianas que ella misma objetiva con acciones que etiqueta como científicas. Sin embargo, lo cierto es que todo el proceso queda en el interior de un observador privilegiado, supuestamente capaz de observar y contrastar las vivencias de los informantes, erigiéndose a su vez como único conocedor y propietario de toda la información y de su análisis.

Frente a esta injustificada apropiación, el investigador cualitativo no dudará en esgrimir el papel referencial que juega la transcripción del habla recabada y el mismo informe resultante del análisis. Pero tanto la transcripción como el informe son en la práctica investigadora aparentes referentes empíricos defectuosos o limitados, ya que en realidad ambos no resuelven el problema básico, es decir, el acuerdo de un objeto empírico estable que pueda ser compartido de común acuerdo por todos los interesados. Aunque la transcripción proceda de la traducción del habla a texto escrito, no deja de ser una traducción, es decir, un derivado del habla obtenida en situación de observación. Esta derivación significa que su aparición es posterior, no anterior, al habla producida. Es decir, que la transcripción no puede ser el objeto empírico que refiere el habla en ningún caso. Los informantes no hablan de la transcripción, por lo tanto, no tiene la función de referente, salvo para la relación de comunicación entre investigador y evaluador (entre observadores de segundo orden). A este nivel meta, la transcripción queda referenciada en el informe de investigación, y normalmente a partir de algunos pequeños fragmentos, nunca en relación con su totalidad al ser la transcripción un referente especialmente problemático a la hora de utilizarse, debido a su extensión e inconcreción cuando nos referimos al análisis del discurso y especialmente al papel que juega el sentido del habla recabada. En definitiva, transcripción e informe replican, a su vez, todos los inconvenientes que impone la ausencia del referente empírico, el cual es simulado en el discurso analítico a partir de la coherencia argumentativa que conjuga significados e interpretaciones, supuestamente como resultado del habla sin referenciar de los informantes.

El referente empírico en las gramáticas del reconocimiento y el sistema discursivo

Si la deixis es un elemento insidioso para situar el habla investigada desde un punto de vista comunicativo, las gramáticas del reconocimiento y el sistema discursivo no lo son menos y sobredimensionan el problema de la referencialidad. La misma distinción entre producción y reconocimiento (recepción) del discurso no garantiza, todo lo contrario, la linealidad en la circulación discursiva con la que trabaja la ISCUAL. Es decir, que como señala Verón (La publicité), la gramática de la producción no se mantiene ni continúa sin alteraciones en las gramáticas del reconocimiento, lo que significa admitir un vacío en el proceso comunicativo que se produce en la situación experimental orientada a producir el habla con fines discursivos. Sin embargo, el observador (investigador) procede como si dicha interrupción no existiera. El discurso del grupo o de la persona entrevistada pasa directamente de su existencia en el mundo a su provocación y/o reconocimiento en la situación experimental que median los dispositivos de observación. Y todo este recorrido sin deparar en el inconveniente de la pluralidad de las recepciones / interpretaciones que supone reconocer un discurso sobre el que, además, no hay objeto referencial donde poner un mínimo de acuerdo y/o un punto de partida común.

En definitiva, la ISCUAL parte en la práctica del error de considerar la comunicación como un proceso-maquina donde la información producida por el emisor llega al receptor tal como aparece en su origen: que si el informante dice (A), el investigador entiende (A). Esta supuesta identidad entre emisión y recepción puede ser admitida y corroborada en el lenguaje máquina, pero en ningún caso se cumple en el lenguaje natural y la comunicación entre humanos, donde los códigos de cifrado y descifrado no tienen por qué corresponder, todo lo contrario, al verse influidos, como lo están, por los diversos contextos y referentes culturales. Hay, por tanto, un problema de lectura de los registros empíricos observados que, de nuevo, recomienda plantear como mínimo la identificación del objeto leído, analizado y/o interpretado en la observación. Si el proceso de observar conlleva sistemáticamente el intercambio de información, y si dicho intercambio presupone dos tipos de gramáticas discontinuas, lógico es mantener al menos un referente común a partir del cual someter a identificación y control tanto los procesos empíricos de producción de información como los procesos de recepción. No asistir a la lectura de los registros con dicho referente común implica, simple y necesariamente, impedir la evaluación y discusión crítica de ambas gramáticas y sus productos, dejando al meta-observador indefenso ante la imposición de la opción privilegiada por el observador-investigador.

Precisamente, en el plano específico de la teoría y de la interpretación en el pensamiento social, Clifford Geertz (Blurred genres) lamentaba, hace ya más de treinta años, la separación del estudio de los significados establecidos al margen de los procesos sociales que establecen dichos significados.

Es decir, que a causa de esta separación en las ciencias sociales, encontramos la ausencia de relación entre los estudios de textos o discursos concretos y los estudios de los procesos generadores de dichos textos o discursos, omitiéndose así la labor de conectar el habla observada artificialmente con la actividad de fijar un determinado significado atribuido a lo observado. En esta relación establece Geertz la ejemplaridad de la filología, entendida como el estudio del lenguaje tradicionalmente comprometido en hacer legibles los textos a través de un texto secundario y recurrente donde se glosan los términos a utilizar, se introducen anotaciones, comentarios, e incluso traducciones en fase de tentativa, etc.

El filólogo se convierte así en una especie de autor secundario que reinscribe e interpreta un texto mediante otro texto que tiene el valor añadido de dirigir la atención sobre el mismo fenómeno de la reinscripción (registro) y la interpretación del texto inicial u original. En definitiva, la legibilidad de texto es una manera de modificar nuestro sentido sobre lo que es la observación (interpretación), haciendo de la misma un fenómeno accesible a los observadores (interpretes), a la par que establece un lugar de encuentro donde confluyen tentativas y experiencias independientes sobre el texto original objeto de estudio.

Ese texto más legible y accesible se identifica a su vez como objeto que está más allá del lenguaje, ya que su naturaleza textual es antes que nada la cosa de la que hablamos, el objeto al que nos referimos . Sin la mediación de este texto cosificado e indicial , al cual se refiere el habla discursiva de común acuerdo con el observador (investigador), no es posible comunicar interpretación alguna que alcance un mínimo de objetividad y permanencia para su propuesta y evaluación. Adviértase, una vez más, que no se trata de invalidar las observaciones y/o los análisis derivados de dichas observaciones, es decir, los significados o las interpretaciones elaboradas con mayor o menor acierto. Lo que se critica es la falta de un referente estable acordado a partir del cual poder reconsiderar dichas elaboraciones e incluso la posibilidad de aportar otras nuevas en el caso de existir un meta-observador (evaluador o lector) externo a la investigación. Esta posibilidad requiere que la ISCUAL renuncie a mantener el estatus privilegiado que por sistema concede al observador-investigador, una posición que le exime de compartir el registro empírico de las observaciones que ha seleccionado y elaborado para sí y sobre las que sustenta el análisis. Mientras ese registro empírico permanezca oculto o difuso, al meta-observador no le queda más remedio que aceptar sumisamente los resultados, salvo que incurran en flagrante contradicción. Quizás sea por este motivo que la ISCUAL valore especialmente la coherencia de los análisis realizados, porque es donde la crítica externa puede hacerse efectiva sin necesidad de buscar un referente común.

Por último, atendiendo a la circulación de los discursos observados, es oportuno tener en cuenta el sistema discursivo en el que se mueve la investigación empírica cualitativa y el habla de los informantes. Como señala Conde (refiriéndose a Bajtin) y al uso del lenguaje por una comunidad de hablantes: “La vida de la palabra consiste en pasar de boca en boca, de un contexto a otro, de un grupo social a otro, de una generación a otra. Comportándose de esta forma, la palabra no olvida el camino recorrido y no puede librarse del todo de esos contextos concretos de los cuales ha entrado antes a formar parte. Todo miembro de la comunidad lingüística se coloca ante la palabra, no ya como palabra neutral de la lengua, libre de intenciones, sino habitada por voces ajenas. El hablante recibe la palabra de una voz ajena y llena la palabra de una voz ajena. La palabra llega a su contexto de otro contexto, lleno de interpretaciones ajenas” ( Conde 2009 :40).

De modo que, en la producción y análisis del discurso observado, es fundamental atender a lo que los informantes producen y también a los discursos que conforman el universo donde investigador e informantes se inscriben. Como dice Conde, los discursos no se producen en el vacío, ni al margen de los restantes discursos que circulan en la sociedad. No existe el discurso de la pobreza si no es en relación y contigüidad con otros discursos (producto de las distintas posiciones conflictuadas y/o disentidas en la estructura social) aledaños o referenciados sobre el tema objeto de investigación u otros temas vinculados, etc. Las referencias discursivas siempre se producen (construyen) a partir de la observación e interpelación a otros discursos que justifican o disienten entre sí (Callejo. El discurso ausente). De ahí la importancia de entender la producción del discurso desde el punto de vista de un sistema de discursos que interfiere en la misma producción de información empírica y en su observación. De nuevo, si el discurso producido es a su vez producto de otros discursos, la apuesta por su reproducción empírica no puede ignorar el sistema donde está inmerso y la importancia de la referencia acordada de la que depende toda manifestación expresiva. El problema es que la ISCUAL utiliza dispositivos técnicos donde no se tiene en cuenta el sistema discursivo, sino más bien la concreción de cada discurso con referencias deícticas a otros supuestos discursos. Es decir, que el observador cualitativo saca del sistema el elemento discursivo que observa en la creencia de que dicho elemento ya referencia el resto de los elementos (discursos) en su interior. Sobre este particular, hay que señalar que este supuesto asumido no presupone, todo lo contrario, la interacción entre discursos, sino simplemente el producto resultante de dicha interacción. El sistema está presente en la relación de los elementos entre sí, no en los elementos en sí mismos, lo que significa que la observación que produce la ISCUAL obvia lo que está ausente, el momento y el lugar de recibir y llenar la palabra ajena, el encuentro donde se produce el intercambio y de donde surgen los diversos significados e interpretaciones.

Por norma, el observador-investigador se conforma con atender las referencias que incluye el habla observada sobre el habla de otros (hablantes o grupos) o, en el peor de los casos, con confrontar la información que por separado e individualmente habla cada uno. Sea una u otra forma la elegida, el referente ausente y necesario es el que tiene en cuenta el encuentro entre las distintas hablas , uno que a su vez puedan compartirse también con el observador u observadores. La ausencia de este requisito impide hacerse cargo del sistema discursivo por dos motivos: el primero, porque las muestras de informantes tienen ya sus propios referentes fuera y con anterioridad a la situación de observación, pero, en segundo lugar, porque el investigador considera que los referentes coinciden, es decir, que cuando un informante habla de otro, ambos están hablando de lo mismo que imagina el observador.

Resumiendo, todo discurso se produce y se desarrolla en relación con otros discursos explícitos o implícitos que conforman un sistema. La sola inclusión de informantes que representan distintas posiciones discursivas ante el tema objeto de investigación no garantiza por sí misma la observación de los discursos aludidos por los informantes, salvo que se pueda salvar la distancia temporal y existencial que impone artificialmente la situación técnica. Es decir, volver a recrear la observación para obtener información situada y referenciada en el sistema de discursos y en la propia dinámica productora del habla donde se concreta el discurso y donde se encuentran observadores de primer y de segundo orden .

El simple hecho de no contar con referentes de común acuerdo para las muestras y el personal investigador genera no pocos problemas metodológicos insalvables que no es posible detallar. No obstante, la cuestión de conseguir una mayor accesibilidad y legibilidad de la información producida es de especial importancia para conseguir una mayor validez y fiabilidad en los estudios cualitativos. Sin embargo, es necesario remarcar que el interés se acrecienta cuando se piensa en obtener información sistematizada y referenciada para su aplicación fuera y/o junto a otras investigaciones con el mismo o distinto objeto de estudio. Esta posibilidad requiere una vez más establecer referentes concretos sobre los que acordar el habla desplazada artificialmente a raíz de la situación de observación . Esta precaución pragmática referida a los procesos comunicativos es anterior y mucho más decisiva que la hipotética existencia y/o percepción del discurso que tanto se valora en la ISCUAL. En realidad, como diría el filósofo Herbeut P. Grice (Logic and conversation), el discurso social queda reducido antes que nada a implicaturas . Es decir, a inferencias que hacen los sujetos en situaciones de comunicación a partir de referentes concretos.

En este sentido, cualquier planteamiento en esta dirección de aportar referentes que permitan la comparación y/o evaluación (replica) por parte de las muestras, los lectores y/o investigadores (internos o externos) es un avance que redunda en legitimación y consenso científico en el ámbito de la ISCUAL, pero con lo mismo podría resolver problemas mal planteados como la deficitaria reutilización y actualización empírica del habla registrada.

Conclusión

Hasta ahora, la ISCUAL, salvo casos puntuales y referidos a la testación in situ de ciertos objetos o signos materiales, ha prescindido de la utilización de referentes reales (la cosa) para el habla producida artificialmente con fines científicos. Esto es posible por la confianza injustificada que se ha depositado en un habla y material discursivo autorreferenciado y/o deíctico, así como la injustificada capacidad de comunicar a terceros (observadores de segundo orden) la realidad de la que se está hablando. Un habla sin referenciar fuera del lenguaje, que desde el punto de vista empírico es insuficiente por presuponer, (a) que es posible acceder directamente a un discurso previo ya existente fuera o al margen de la situación de investigación y del objeto investigado, (b) que hay un acuerdo implícito entre informantes e investigador sobre la misma realidad objeto de estudio y sobre las experiencias comunicadas, (c) que el habla discursiva transcurre directamente y sin alteraciones al pasar de la producción (emisión) al reconocimiento (recepción e interpretación), (d) que el sistema discursivo está inserto en el habla y no al revés.

En función de las críticas señaladas en los puntos anteriores, es manifiesto que el habla artificialmente desplazada por la situación de investigación (observación) no debería prescindir, desde un punto de vista metodológico, de cierto referente objetual sobre el que apoyar toda la práctica investigadora presente o futura que tenga por objetivo la utilización del habla producida con fines científicos. Para ello, dicho referente debería ser recreado, cosificado y registrado dentro de la misma situación de observación, con el propósito de que observadores de primer y segundo orden puedan acordar y compartir el habla discursiva producto tanto de la observación como del análisis o la interpretación.

Bibliografía

Conde, F. (2009). Análisis sociológico del sistema de discursos . Centro de Investigaciones Sociológicas. [ Links ]

Received: September 12, 2022; Accepted: December 04, 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons