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Revista de filosofía

On-line version ISSN 0718-4360

Rev. filos. vol.73  Santiago Oct. 2017

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-43602017000100351 

Ensayos

“Una cosa es necesaria” según Nietzsche

“One thing is necessary” according to Nietzsche

Jaime Sologuren L.1 

1 Ex académico,Universidad de Chile. Chile. j.jsologuren@gmail.com

Resumen:

Nietzsche formula la prescripción siguiente: “una cosa es necesaria: que el hombre alcance la satisfacción consigo mismo”. Para cumplir con lo anterior, una condición sería, también, necesaria: “tener fe en sí mismo”. Y, además, el cómo se lleve a cabo tal prescripción permitirá distinguir entre dos tipos de hombres: por un lado, los fuertes, que dan estilo a su carácter, es decir, someten las fuerzas y debilidades de sus naturalezas a un plan artístico y, por otra parte, los débiles de carácter, “que odian la sujeción del estilo” y prefieren modelarse como naturalezas libres.

Palabras clave: Nietzsche; fe en sí mismo; satisfacción consigo mismo; hombres fuertes y débiles; plan artístico; naturalezas libres.

Abstract:

Nietzsche made the following statement: “One thing is necessary: a man needs to achieve self-fulfillment”. In order to do this, it is necessary, also, that another condition be met: “A man needs to have confidence in himself”. Furthermore, the way in which he accomplishes such goal distinguishes two types of men: On one hand, there is the strong type of man, one who instills style to his personality, shaping his natural strengths and weaknesses into an artistic plan. On the other hand, there is the weak type, “a man who hates to shape his style” and would rather live as a free spirit.

Keywords: Nietzsche; confidence in himself; self-fulfillment; strong and weak men; artistic plan; free spirit.

Tener fe en sí mismo significa tener seguridad y confianza en que se puede hacer lo que uno quiere o se propone hacer en cualquier circunstancia. Por tanto, que las circunstancias nos serán propicias o que podremos superar las situaciones más difíciles porque poseemos las aptitudes para ello. Esto no quiere decir que quien tiene esta fe se conozca a sí mismo a fondo; pues, como observa Nietzsche, entre aquellos que tienen fe en sí mismos, que son muy pocos, están en primer lugar los que “la reciben al nacer como una ceguera útil o como un eclipse parcial de su espíritu”1. Y a continuación agrega: “¡qué divisarían si pudiesen verse a sí mismos hasta el fondo!” (Nietzsche 1988a, § 284; trad., p. 164). Esta forma innata de fe impide verse a sí mismo íntegramente, implica ser ciego total o parcialmente para las propias fuerzas y debilidades; pero, precisamente, es útil en la medida en que gracias a ella es posible actuar confiada e ingenuamente sin detenerse previamente en un autoanálisis. Resulta entonces, que la clarividencia sobre sí mismo está excluida no solo porque podría entrabar la acción, sino porque también supone un riesgo, dado que en una mirada en profundidad dentro de ellos mismos lo que divisarían estos hombres quizás haría tambalear su fe en sí mismos; pues es posible que se percatasen de que sus debilidades son mayores que sus fuerzas o que algunas de estas últimas no son tales sino debilidades o impotencia.

El segundo grupo de hombres que tienen fe en sí mismos no la poseen en forma innata, la han obtenido durante su vida. Nietzsche nos dice que estos hombres “todo lo que hacen de bueno, hábil, grande, es por lo pronto un argumento en contra del escéptico que habita en ellos: a éste hay que convencerlo o persuadirlo, y para eso se requiere poco menos que ser un genio”. Y Nietzsche comenta que estos hombres “son los muy exigentes consigo mismos y que difícilmente quedan contentos consigo mismos”2 (Loc. Cit.). Cabe hacer notar que cuando no se posee desde siempre la fe en sí mismo es muy difícil obtenerla posteriormente, porque hay que probarse a sí mismo y ante sí mismo con palabras y obras que se puede tener esa fe.

Nietzsche formula la prescripción que afirma: “una cosa es necesaria: que el hombre alcance su satisfacción consigo mismo -ya sea a través de este o aquel poetizar y arte” (“Eins ist Noth: dass der Mensch seine Zufriedenheit mit sich erreiche- sei es nun durch diese oder jene Dichtung und Kunst…”). Encontramos aquí que la prescripción tiene un supuesto implícito que permite integrar e interpretar conjuntamente los dos aforismos de la Ciencia Jovial (§284 y §290) que estamos analizando. Tal supuesto se puede enunciar de esta manera: “sin fe en sí mismo no hay satisfacción consigo mismo”. Del cumplimiento de la mencionada prescripción depende que una vida sea lograda o fracasada. Y lo que es más grave, “quien está insatisfecho consigo mismo, está constantemente dispuesto a vengarse por ello” (Ibíd., § 290; trad. p. 168).

También podemos decir que tener fe en sí mismo es sentirse seguro y satisfecho consigo mismo, es un sentimiento. El sentimiento abre el estado en que nos encontramos con nosotros mismos, con las cosas y los otros hombres. En este estado sabemos cómo nos encontramos con nosotros mismos y con el mundo; sabemos con un saber que no es un saber intelectual sino sintiente, sabemos cómo nos sentimos, sentimos saber. Nos sentimos bien o mal, contentos o descontentos, satisfechos o insatisfechos con nosotros mismos, al mismo tiempo que con el resto de la realidad.

Algunos hombres se sienten bien y se han sentido bien consigo mismos desde siempre, son los que Nietzsche llama “los bien constituidos” (die Wohlgeratenen), “los sanos”(die Gesunden), “los felices”(die Glücklichen) y, más a menudo, “los fuertes”(die Starken), término que se presta a muchos equívocos. Por el contrario, en el otro extremo de la variedad humana están los que no se sienten ni se han sentido bien nunca ni consigo mismos, ni con los otros, ni en el mundo. Y para ellos Nietzsche tiene una infinidad de denominaciones: “los mal constituidos” (die Missratenen), “los enfermos” (die Kranken), “los lisiados” (die Verunglückten), “los vencidos” (die Niedergeworfnen), “los destrozados” (die Zerbrochnen), los ínfimos (die Untersten), los enfermos incurables (die Heillos-Krankhaften), “los engendros embusteros” (die verlognen Missgeburten), “los carcomidos” (die Wurmstichigen),”los destemplados” (die Verstimmten), “los pacientes-de-sí-de toda índole” (die An-sich-Leidenden jeder Art), “los fracasados” (die Schlechtweggekommenen).Todas las caracterizaciones anteriores recibirán un sentido y una explicación cuando sean referidas al resentimiento y al análisis del mismo en La genealogía de la moral.

Ahora bien, recordemos que “una cosa es necesaria: que el hombre alcance su satisfacción consigo mismo” (Ibíd.,trad. p. 167). Puede parecer contradictorio que se hable aquí de alcanzar la satisfacción consigo mismo, si se tiene en cuenta que antes se ha afirmado que algunos hombres se sienten, se han sentido y han estado siempre satisfechos consigo mismos. Igualmente contradictorio podría parecer el imperativo: “Llega a ser el que eres” (“¡Werde, der du bist!”), que Zaratustra se impone a sí mismo (Nietzsche 1988b, 297; trad, 323); como también el subtítulo de Ecce homo: “Cómo se llega a ser lo que se es” (Wie man wird, was man ist). Sin embargo, la contradicción desaparece si comprendemos que lo que somos, lo que nos constituye en fuerzas y debilidades no lo somos de una vez para siempre desde el nacimiento, sino que tenemos que llegar a serlo, a serlo viviendo con los otros hombres en el mundo. E insistimos sobre otro asunto elemental, que no somos antes tal y tal independientemente del mundo y de los otros; al contrario, somos y nos encontramos con nosotros mismos encontrándonos en el mundo con los otros hombres y en la medida en que nos encontramos de tal manera podemos llegar o no llegar a ser nosotros el que somos.

En este llegar a ser cada cual el que es, los hombres se dividen en aquellos muy pocos que pueden y quieren “‘dar estilo’ al propio carácter”. Ellos “son las naturalezas fuertes y ávidas de dominio”, que “se resisten a dejar libre a la naturaleza”. Se entiende a la naturaleza que hay en ellos como fuerzas y debilidades. Y en el otro extremo encontramos a “los débiles, que carecen de poder sobre su propio carácter, los que odian la sujeción del estilo” y que “siempre están dispuestos a modelarse o a interpretarse a sí mismos y a su entorno como naturalezas libres: salvajes, arbitrarias, fantásticas, desordenadas, sorpresivas” (Loc. Cit.).

Cuando habla de “‘dar estilo’ al propio carácter”, Nietzsche comenta: “¡un arte grande y escaso!”. Se trata aquí de arte porque tenemos: estilo, materia, forma, gusto, una obra y un plan artístico.

El hombre que “da estilo” a su carácter convierte su naturaleza en una obra de arte al adaptarla a un plan artístico, imponiéndole una forma determinada por su gusto. Este hombre a quien se le considera como el hombre fuerte es un artista cuya materia prima para su obra es él mismo y la grandeza de un artista se mide como nos ha enseñado el mismo Nietzsche, “según el grado en que se acerca al gran estilo, en que es capaz del gran estilo”, y lo que quiere el gran estilo -que coincide con la fortaleza del hombre fuerte- es: “llegar a ser señor del caos que uno es: forzar a su caos a llegar a tener forma; convertirse en necesidad en la forma: a hacerse lógico, simple, inequívoco, matemático; llegar a ser ley (Nietzsche 1988c, 14 [61]).

Ahora bien, tanto los fuertes como los débiles (los débiles en el sentido aquí indicado) pueden alcanzar satisfacción consigo mismos, cuya materia prima para su obra son ellos mismos, pues si los primeros, como hemos visto, pueden alcanzarla dando estilo a su propio carácter, los segundos contrariamente la alcanzan rechazando la sujeción que conlleva el estilo. Ellos ejercen un arte que no busca imponerle una forma a su naturaleza, sino que actúan abriéndole a ella un cauce para que pueda desenvolverse y expresarse libremente.

Estos débiles (que no tienen poder sobre su propio carácter) que modelándose e interpretándose como naturalezas libres pueden obtener satisfacción consigo mismos, no son necesariamente débiles en su naturaleza, es decir, que no necesariamente sus debilidades prevalecerán sobre sus fuerzas. En consecuencia, los débiles de carácter pueden poseer fortaleza natural, sobreabundancia y plenitud en sí mismos que los empuje a la actividad. Solamente cuando la debilidad del carácter se une a la debilidad natural se conforma el tipo reactivo, donde predomina la insatisfacción consigo mismo que predispone a la venganza y que es precondición del resentimiento.

Referencias bibliográficas

Nietzsche, Friedrich (KSA), Sämtliche Werke, Kristische Studienausgabe, herausgegeben von Giorgio Colli und Mazzino Montinari. München: de Gruyter, 1980. 15 vols. [ Links ]

____ (1988a), Die fröhliche Wissenschaft, KSA, vol. 3, 343-651 (La ciencia jovial. Trad. de José Jara. Caracas: Monte Ávila Editores.1990). [ Links ]

____ (1988b), Also sprach Zarathustra, KSA, vol. 4 (Así habló Zaratustra. Trad. de Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Alianza, 1978). [ Links ]

____ (1988c), Nachgelassene Fragmente 1887-1889, KSA, vol.13. [ Links ]

1 Traducción modificada. Nietzsche no dice que aquellos primeros que tienen fe en sí mismos la reciben simplemente en forma indeterminada sin que se sepa cuándo o en qué situación la reciben. Nietzsche no utiliza el verbo “bekommen” (recibir), sino el verbo “mitbekommen” que significa,entre otras significaciones, “recibir en dote”; creemos que Nietzsche con esta expresión quiere significar que aquellos hombres han recibido la fe en sí mismos al nacer, es decir, en forma innata y no la han adquirido durante su existencia como es el caso del segundo grupo de hombres.

2 Traducción modificada. Nietzsche no dice “Son los grandes insatisfechos consigo mismos”, él utiliza el adjetivo “ungenügsam” que significa “difícil de contentar o satisfacer”, con esta palabra crea el substantivo Selbst-Ungenügsam, que utiliza en la frase: “es sind die grossen Selbst-Ungenügsamen”, que habría que traducir: “Son los que difícilmente se contentan o satisfacen consigo mismos, porque son muy exigentes con ellos mismos”: lo anterior no significa que sean “los grandes insatisfechos consigo mismos”, porque alguien que se exige mucho a sí mismo y que por ello es muy difícil de contentar consigo mismo, no quiere decir necesariamente que vaya a quedar insatisfecho y que sea definitivamente un insatisfecho consigo mismo. Puede ser muy exigente, pero terminar siempre o casi siempre satisfecho consigo mismo, porque logra satisfacer las exigencias que se impone sí mismo.

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