PERSONA Y BIOÉTICA • ENERO - JUNIO 2014
ARTÍCULOS
Hacia una bioética del asombro:
aportes para una bioética personalista
Towards a BioeThics of wonder:
conTriBuTions To PersonalisT BioeThics
rumo a uma BioéTica do assomBro:
conTriBuições Para uma BioéTica PersonalisTa
carlos alberto rosas-Jiménez1
ReSUmen
A comienzos de la década del 2000 ya se mencionaba que una de las cuestiones que aquejaba la Bioética era la falta de asombro. En
la actualidad vemos que el paciente, el débil y el indefenso han pasado a ser clientes u objetos puestos a disposición de caprichos
personales, comunitarios o empresariales basados en la funcionalidad o utilidad que pueda tener una vida en particular. Es por eso
que en este trabajo proponemos el asombro como una actitud que permite no solo situar a la persona humana como centro y punto
de partida de la reflexión bioética, sino que en dicho centro esté de manera preponderante el que más sufre, el débil y el indefenso.
PALAbRAS CLAve: bioética, defensa del paciente, relaciones médico-paciente, ética médica (fuente: DeCS, BIREME).
AbSTRACT
By the early 2000s, it was already being mentioned that one of the issues affecting bioethics was a lack of wonder or amazement.
Today, we see the patient, the weak and the helpless have become clients or objects placed at the disposal of personal, community
and entrepreneurial whims based on functionality or utility that can take on a life of its own. Accordingly, the authors of this article
propose wonder or amazement as an attitude that not only makes it possible to place the human being at the center and starting
point of bioethical reflection, but it is those who suffer the most, the weak and the defenseless, who are predominantly at that center
or starting point.
Key wORdS: Bioethics, patient advocacy, physician-patient relations, ethics, medical (source: DeCS, BIREME).
ReSUmO
No início da década de 2000, já se mencionava que uma das questões que afetava a bioética era a falta de assombro. Na atualidade,
vê-se que o paciente, o fraco e indefeso, passaram a ser clientes ou objetos postos à disposição de caprichos pessoais, comunitários
ou empresariais baseados na funcionalidade ou utilidade que possa ter uma vida em particular. É por isso que, neste trabalho, propõe-se o assombro como uma atitude que permite não somente situar a pessoa humana como centro e ponto de partida da reflexão
bioética, mas também que, nesse centro, esteja de maneira preponderante o que mais sofre: o fraco e indefeso.
PALAvRAS-ChAve: bioética, defesa do paciente, relações médico-paciente, ética médica (fonte: DeCS, BIREME).
Para citar este artículo / to reference this article / Para citar este artigo
rosas-Jiménez ca. hacia una bioética del asombro: aportes para una bioética personalista. pers.bioét. 2014; 18 (1). 22-34.
1
22
Biólogo. Miembro de la Fundación Colombiana de Ética y
Bioética, FUCEB, Colombia. carlosalbertorosasj@gmail.com
Fecha de recepción:
2013-11-27
Fecha en envío a pares:
2013-11-28
Fecha de aprobación por pares: 2014-01-20
Fecha de aceptación:
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
2014-01-20
Hacia una bioética del asombro: aportes para una bioética personalista
introducción
La Bioética ha tenido un amplísimo desarrollo desde
el momento en que se constituyó como ciencia; sin
embargo, esto no necesariamente ha sido positivo a
todo nivel. El problema, según Juan María de Velasco
(1), está en que la profusión de ideas y teorías no solo
contribuye al enriquecimiento ético, sino que también
puede conducir a la confusión y a la falta de criterios
para priorizar un sistema moral sobre otro, introduciendo
incertidumbre en la toma de decisiones, con el riesgo
de generar una Bioética de procedimientos, sin valores
qué defender y vacía.
En el fondo, poco a poco la bioética ha ido perdiendo
la centralidad de la persona humana. Por ejemplo, en el
principialismo, los principios de beneficencia, autonomía y justicia son considerados como absolutos y, sobre
todo, no aclaran qué se debe entender, por ejemplo,
por bien de la persona o por autonomía del individuo;
así mismo, la formulación de estos principios sin una
fundamentación ontológica y antropológica hace que
estos se vuelvan estériles y confusos (2).
Si bien la Bioética tiene un amplio horizonte de trabajo
—como ha quedado evidenciado en los últimos años—,
si no existe una clara preocupación por el ser humano,
toda reflexión posterior queda vacía y las soluciones de
asuntos precisos, las propuestas y los juicios terminan
resolviendo casos, pero no salen al encuentro de personas
concretas. Dichas desviaciones de la Bioética pueden
ser revisadas en Outumuro (3) y Rosas (4).
El personalismo, que se caracteriza por darle centralidad a la persona humana haciendo de esta la clave
arquitectónica de su antropología (5), ha tenido gran
influencia en la reflexión bioética de la última década;
tanto así, que Guerra (6) llega a decir que la Bioética
debe ser personalista no por adscripción de escuela sino
principalmente por exigencia intrínseca al momento de
pretender constituirse como ciencia estricta.
La Bioética personalista, según Burgos (5), encuentra
una fundamentación teórica lo suficientemente sólida en
la corriente específica de la tradición realista. Por esta
razón, el mismo Burgos menciona que el personalismo
emplea un método propio que es una modulación del
método fenomenológico (5). Esta consideración de la
realidad como punto de partida nos lleva a pensar en
el asombro, pues como dice Guiu (7), este nos abre
totalmente a los datos de la realidad.
Ya desde el año 2000, Del Barco (8) hablaba de la bioética como asombro, y a manera de diagnóstico, Figueroa
mencionaba que una de las cuestiones que la aquejaba
era la falta de asombro (9). Una vez que se inició el desarrollo de la Bioética, los académicos comenzaron de
inmediato su frenética marcha e impertérritos avanzaron
elaborando principios, proclamando códigos, determinando procedimientos, fijando deberes, prescribiendo
obligaciones, muchas veces sin tener en cuenta que
su trabajo debe estar siempre enfocado en la persona,
cayendo en lo que Figueroa llama “publish or perish”
(10). Esta situación es, en palabras de Figueroa, “un
acontecimiento estremecedor” (10), pues fue de una
magnitud tal, que llevó a poner en tela de juicio muchas
de las convicciones sostenidas durante milenios en el
área de la salud, por ejemplo, el juramento hipocrático,
paradigma del respeto por la persona, que ha conservado
su vigencia después de 25 siglos y que es modelo de
comportamiento profesional no solo para la medicina
sino para todas las profesiones.
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
23
PERSONA Y BIOÉTICA • ENERO - JUNIO 2014
el paciente, el débil y el indefenso no son vistos siempre con una mirada reverente,
sino que Han pasado a ser clientes u objetos puestos a disposición de un utilitarismo
científico, capricHos personales, intereses comunitarios o empresariales.
En la actualidad vemos que el paciente, el débil y el indefenso no son vistos siempre con una mirada reverente,
sino que han pasado a ser clientes u objetos puestos a
disposición de un utilitarismo científico, caprichos personales, intereses comunitarios o empresariales basados
en la funcionalidad o utilidad que pueda tener una vida
humana en particular. Por esta razón, en este trabajo
proponemos el asombro como elemento fundamental
de la Bioética, a través del cual esta no solo puede
oxigenarse, sino que le permite volver a las raíces de la
misión del quehacer médico y de la atención en salud.
Para ello pretendemos evidenciar la necesidad de una
fundamentación filosófica personalista para la disciplina,
realizar una descripción del asombro, de su papel en la
filosofía y de sus puntos de partida o presupuestos que
lo ubican como actitud fundamental en el cultivo de los
valores bioéticos. De esta manera, esperamos contribuir
dando elementos a la fundamentación personalista de
la Bioética no solo para que la persona humana vuelva
a estar en el centro de esta reflexión, sino que lo estén
de manera preponderante el que más sufre, el débil y
el indefenso.
la realidad como Punto de Partida
El mundo que el ser humano observa e indaga, antes de
cualquier otra consideración, existe: no se trata de una
ilusión ni de un sueño con los ojos abiertos. Nos dicen
Bersanelli y Gargantini (11) que quien ha probado el
desafío de conocer o se ha dedicado a la investigación,
24
sabe bien que la naturaleza no obedece a su fantasía,
pues la existencia de las cosas es objeto de reconocimiento no de demostración. El dato que tenemos delante de
nosotros es algo que se nos ofrece, algo con lo cual nos
encontramos, es una realidad dada.
En su libro El descubrimiento de la realidad, Josef Pieper
(12) define realidad como todo aquello que es independiente del sujeto. Por esta razón, la realidad (el objeto,
la cosa) determina al entendimiento humano actuando
como forma sustancial externa. Es por eso que el entendimiento “en acto”, dice Pieper (12), es posterior a
la realidad, pues esta última lo precede y lo determina.
El entendimiento es algo segundo, dependiente, no
es “de por sí”. Cada cosa que existe tiene un valor por
el mismo hecho de ser. Hay un valor inherente a cada
piedra, a cada gota de agua, precisamente por el hecho
de ser, porque posee su propio ser, por ser tal cosa y
no otra. La realidad de las cosas es independiente de
la persona que las considera y está fuera del alcance de la
arbitrariedad de su voluntad.
Vale la pena aclarar que si algo existe, lo más obvio,
es que nos demos cuenta de que existe. Como dicen
Bersanelli y Gargantini:
Darse cuenta de la presencia de las cosas es la
primera y fundamental tarea del hombre que
indaga: es de esta extraña pasividad de donde
nacen la curiosidad, las preguntas y el deseo de
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
Hacia una bioética del asombro: aportes para una bioética personalista
conocer. Quizá por esta razón, en el fondo de
toda persona que busca conocer hay algo que,
como en un niño, mantiene sus ojos abiertos de
par en par y sedientos de realidad (11).
la experiencia nos muestra que lo
que inicialmente conocemos no
son nuestras ideas, sino las cosas, y
solo por reflexión podemos llegar
No podemos dejar de lado la realidad, no podemos hacer caso omiso de ella. La razón humana es despertada
y se conmueve, en primer lugar, por la existencia de la
realidad; en consecuencia, es en sí misma un estímulo
para nuestra razón. No podemos adjudicarle o atribuirle
u obligar a la razón a que haga otra cosa, si no es dar
cuenta de la pura presencia de las cosas.
De acuerdo con la propuesta de la filosofía perennis,
encabezada por Aristóteles y Santo Tomás, decimos
que el punto de partida del conocimiento no es, como
para Descartes y los modernos en general, “yo tengo
conciencia del conocer”, sino, “yo tengo conciencia de
conocer al menos una cosa: que algo es” (13). En el
análisis del proceso del conocimiento, Maritain, como
uno entre varios pensadores de esta corriente filosófica,
insiste mucho, contra Descartes, en que el objeto de
conocimiento no es la idea de la cosa, sino la cosa misma,
a través de la idea o concepto; es decir, el concepto no es
obiectum quod del conocimiento, lo que se conoce, sino
“medium quo”, aquello mediante lo cual se conoce, y que
solo por una reflexión, que es una segunda intención, se
hace objeto de conocimiento él mismo (14).
Para Maritain, dice Martínez (14), el error fundamental
de Descartes y con él de toda la filosofía moderna ha sido
tomar las “ideas” por objetos de conocimiento. Si el punto
de partida es inmanente no puede llevarnos a lo trascendente, porque no se da lo que no se tiene, y la filosofía
no es más que la explicitación de su punto de partida.
Pero la experiencia nos muestra que lo que inicialmente
al concepto del concepto.
¿por qué entonces a veces Hacemos
caso omiso de la realidad, y no
le damos la centralidad que
realmente tiene?
conocemos no son nuestras ideas, sino las cosas, y solo
por reflexión podemos llegar al concepto del concepto.
¿Por qué entonces a veces hacemos caso omiso de la
realidad, y no le damos la centralidad que realmente
tiene? Porque, entre otras cosas, como dice Peter Medawar2, “podemos perder de vista con frecuencia ‘lo
que tenemos ante nuestros ojos’, o porque no encaja
entre lo que consideramos como verdad posible, o porque consideramos que no puede ser cierto” (11). Ante
este panorama proponemos el asombro como aquello
que nos permite apreciar y acercarnos mucho mejor a
nuestra propia realidad y a la que nos rodea, a lo cual
dedicaremos ahora nuestra atención.
el asombro
Según el diccionario de la Real Academia Española,
la palabra asombro quiere decir susto, espanto o gran
2
Biólogo británico (1915-1987). Sus estudios impulsaron las
investigaciones en la inmunología del trasplante. Recibió el
Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1960.
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
25
PERSONA Y BIOÉTICA • ENERO - JUNIO 2014
admiración. Santo Tomás de Aquino se preocupa por
distinguir cinco términos que parecen significar lo mismo: pensamiento (cogitatio), meditación (meditatio),
especulación (speculatio), admiración (admiratio) y
contemplación (contemplatio) (15). Por su parte, Aristóteles, siguiendo a su maestro Platón, pone el origen
de la filosofía en el sentimiento llamado
, el
cual sería traducido por los medievales por admiratio;
en castellano hay dos vocablos que podrían competir a la
hora de prestar fidelidad al griego thaumasein: tales son
“admiración” y “asombro”; no así “estupor” (15). El doctor
Cruz hace una distinción minuciosa entre admiración y
asombro (15); sin embargo, dado que comúnmente se
entienden como sinónimos, de igual manera serán así
tratados en el presente trabajo.
Entre lo que podemos llamar asombro, Held (16) habla
de las formas de asombrarse de todas las culturas; las
cuales se dejan desglosar en tres tipos elementales:
el maravillarse frente a algo nuevo, la admiración por
una persona excepcional y la fascinación frente a algo
grandioso o sublime. No obstante, en todos estos casos
el admirarse por algo es caracterizado por el hecho de
que es suscitado por algo inhabitual que provoca la
atención de quien se asombra. La atención se dirige a
algo singular, que destaca de su fondo familiar y que se
desvía de lo normal a lo que estamos acostrumbrados.
En este caso lo habitual es algo sabido de alguna manera
por el hombre asombrado, pero nunca se vuelve tema
de su atención. El asombro que despierta la filosofía se
diferencia radicalmente de esto, dice Held (16), pues
se dirige precisamente al trasfondo de lo acostumbrado; ese fondo, que hasta ahora permanecía obvio
y oculto, de pronto aparece como algo absolutamente
no-obvio e insólito.
26
“El asombro —nos dice Heidegger— sostiene y domina
por completo la filosofía” (17), puesto que en el fondo
lo que hace es despertar y sostener naturalmente la pregunta por el ser (7). En la filosofía el asombro es como
“el temple de ánimo fundamental” (17). Pieper (18) dice
que no es simplemente el principio de la filosofía en el
sentido de initium, comienzo, primer estadio, primer
escalón, sino en el principium, origen permanente,
interiormente constante del filosofar. Siguiendo a Heidegger, el asombro es arjé:
(pathos) la
El asombro es en tanto
debe(arjé) de la filosofía. La palabra griega
mos comprenderla en su sentido pleno. Nombra
aquello desde donde algo proviene. […] El
del asombro no está simplemente al comienzo de
la filosofía al modo como, por ejemplo, el lavado
de las manos precede la operación del cirujano.
El asombro sostiene y domina por completo la
filosofía (pp. 53-54) (19).
Dice Guiu (7) que ya desde los inicios de la filosofía,
Platón y Aristóteles proponían que no hay filosofar sin
admirarse, sin asombrarse o maravillarse. Platón decía
que el asombro es el origen de la filosofía, que nuestros
ojos nos “hacen participes del espectáculo de las estrellas,
del sol y de la bóveda celeste” (p. 7) (20). Aristóteles por
su parte afirmaba: “Pues la admiración es lo que impulsa
a los hombres a filosofar: empezando por admirarse de
lo que les sorprendía por extraño, avanzaron poco a poco
y se preguntaron por las vicisitudes de la luna y del sol,
de los Astros y por el origen del universo” (p. 7) (20).
El asombro viene siendo un rasgo filosófico que nos
permite reconocer si nos encontramos ante una actitud
propiamente filosófica o no, y como dice Urteaga (21),
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
Hacia una bioética del asombro: aportes para una bioética personalista
descubrimos que sin asombro la vivencia filosófica se
nos escapa.
el asombro, dice guiu, nos permite
estar más atentos porque nos abre
Es pues, este asombro, el que queremos abordar aquí. El
asombro no conduce únicamente a hacer filosofía, sino
que teniendo en cuenta unos presupuestos fenomenológicos y antropológicos, una persona puede experimentar
el asombro y es capaz, en lo cotidiano, de ir al fondo de
la realidad que lo rodea y de su propia realidad, y pueda
así comprometerse con dicha realidad. A continuación
dedicaremos la siguiente sección para desarrollar los
presupuestos mencionados.
PresuPuestos fenomenológicos
del asombro
a) Supone la posibilidad de lo real
Es necesario recordar que asombrarse tiene que ver
directamente con el estar situado en la realidad, que el
hombre se descubra anclado en ella. Esto nos lo recuerda
Milllán-Puelles (22) agregando que si bien el asombro
va más allá de nuestras evidencias inmediatas y de nuestras explicaciones, cuenta con ellas. Aquello que afirma
Gabriel Marcel (23) sobre la contemplación podríamos
decirlo aquí también del asombro: “la contemplation n’est
possible que pour un être qui a assuré ses prises sur la
réalité; elle est au contrarire inconcevable pour quelqu’un
qui flotte en quelque sorte à la surface du réel”3.
El que se asombra y únicamente él, dice Pieper (18),
es quien lleva a cabo en forma pura aquella primaria
3
“La contemplación no es posible sino para un ser que tiene
asegurados sus asideros sobre la realidad; por el contrario, esta
es inconcebible para alguien que flota de alguna manera en la
superficie de lo real” (traducción del autor).
totalmente a los datos de la realidad,
nos deja provocarnos por ella, nos
empuja a interactuar con ella, nos lleva
a responder poniendo en juego nuestra
capacidad racional.
actitud ante lo que es, pura captación receptiva de la
realidad, no enturbiada por las voces interruptoras del
querer. El asombro, dice Guiu (7), nos permite estar
más atentos porque nos abre totalmente a los datos de
la realidad, nos deja provocarnos por ella, nos empuja a
interactuar con ella, nos lleva a responder poniendo en
juego nuestra capacidad racional; pero no solo la pone
en juego, sino que lejos de suponer algún elemento
irracional, el asombro tiene un fundamento razonable.
El ser-asombrado está al principio no solo de un procedimiento singular del pensamiento, sino también de la
facultad misma del pensar (24). Como bien dice Perlado
(25): “el asombro es poner de rodillas a la inteligencia
ante la naturaleza”.
Esta racionalidad presente en el asombro es lo que le
otorga la posibilidad de tener certezas. Comprender
que el asombro supone lo real implica que la realidad
no se nos escapa y que podemos tener certeza de algo
porque tenemos la realidad delante de nosotros o porque
ella misma es el objeto de estudio. Quizá esta falta de
asombro en el quehacer filosófico, y actualmente en la
vida humana en general, es lo que ha llevado a la pérdida
de las certezas, algo que describe muy acertadamente
Hannah Arendt: “lo que en la edad moderna se perdió
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
27
PERSONA Y BIOÉTICA • ENERO - JUNIO 2014
mundo con los ojos dilatados por la extrañeza.
Todo en el mundo es extraño y es maravilloso
para unas pupilas bien abiertas. Esto, maravillarse, es la delicia vedada al futbolista, y que,
en cambio, lleva al intelectual por el mundo en
perpetua embriaguez de visionario. Su atributo
son los ojos en pasmo. Por eso los antiguos dieron a Minerva la lechuza, el pájaro con los ojos
siempre deslumbrados (27).
no fue, naturalmente, la capacidad para la verdad, la
realidad y la fe, ni la concomitante e inevitable confianza
en los sentidos y la razón, sino la certeza que antes le
acompañaba” (11). Esta postura es la consecuencia lógica
de alguien que ha perdido el sentido de la realidad, y para
quien la realidad ya no constituye el elemento central
que le permite tener certeza de que las cosas existen o
de que conoce lo que existe, lo que está ahí, que es real.
b) Parte de la observación
Italo Calvino decía que quizás la primera norma que debo
imponerme es atenerme a lo que veo. Pero la observación
va más allá de los sentidos; Romano Guardini decía que
“el acto esencial del ojo consiste en aprehender, en lo
dado de manera directa, la realidad auténtica que en
ella aparece” (26).
Se da por supuesto muchas veces que ya se observó,
cuando en realidad no es así, pues como dice Alexis Carrel4: “el inventario de las cosas que podían conducirnos
a un mejor conocimiento del ser humano ha quedado
incompleto; debemos pues volver hacia atrás, hacia la
observación ingenua de nosotros mismos en todos nuestros
aspectos, sin rechazar nada y describiendo con sencillez
cuanto vemos” (11). Es necesario ejercitar el ojo para
abrirse al asombro (25). Una mirada que trae consigo
una buena dosis de asombro nos permite comprender
la realidad que nos rodea. Ortega y Gasset decía:
Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender.
Es el deporte y el lujo específico del intelectual.
Por eso su gesto gremial consiste en mirar al
Mediante el thaumazein (asombro) dice Held (16), el
mundo sale de su estado de ocultamiento. Comenzamos
a ver lo que con una mirada superficial no podemos ver.
Richard Feynman5, físico teórico que formó parte del
grupo que llevó a término la fabricación de la primera
bomba atómica, decía que cuando miramos algo con
suficiente profundidad, la misma emoción, el mismo
respetuoso temor, el mismo misterio vuelve a aparecer
una y otra vez, y que con el mayor conocimiento llega
un misterio más profundo y maravilloso, que nos incita
a penetrar en él más hondamente (11).
La profundidad de la observación se da porque en
el fondo, como decía Guardini, “las raíces del ojo se
encuentran en el corazón” (26). El verdadero asombro
implica entonces una apertura de corazón, no solo de
los sentidos o del entendimiento.
c) La reverencia
La reverencia es una actitud de aquel que cuando se
encuentra con los seres permanece en silencio para
darles la oportunidad de hablar, sabe que el mundo del
5
4
28
Licenciado en medicina (1873-1944). Se dedicó a la investigación en cirugía vascular. En 1912 ganó el Premio Nobel de
Medicina y Fisiología.
Físico estadounidense (1918-1988). Fue uno de los fundadores de la electrodinámica cuántica. Por sus investigaciones en
este campo recibió el Premio Einstein en 1954 y el Nobel de
Física en 1965.
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
Hacia una bioética del asombro: aportes para una bioética personalista
ser es más grande que él mismo, que no es un dominador que pueda hacer con las cosas lo que quiera, y que
debe aprender de la realidad, y no al revés (28). Por el
contrario, dicen los Hildebrand (28), la persona irreverente no puede nunca albergar el silencio en su interior;
nunca da a las situaciones, a las cosas, a las personas, la
oportunidad de desplegar su propio carácter y valor; se
aproxima a todo de una manera impropia y con una falta
de tacto tal que se observa solo a sí misma, se escucha
solo a sí misma, y se desentiende del resto, no mantiene
una distancia reverente con el mundo.
descripción de aquella actitud diametralmente opuesta
al orgullo, que es la humildad.
A lo largo de la historia siempre ha habido quienes
han sido más o menos reverentes, pero dado el bombardeo de ruido y flujo de información por los medios
de comunicación, sí es más difícil ser reverente hoy en
día. Decía von Hildebrand: “Ahora hemos pasado al
extremo contrario de hipertrofia de los sentimientos y
las emociones, pero siempre dentro de una concepción
mecanicista del hombre, de manera que cada vez es mayor
la tecnificación de la vida humana y, por consiguiente,
la falta de reverencia y la ceguera” (28).
El sentimiento de admiración que está en el
inicio de toda reflexión sapiencial solo es posible
gracias a una actitud fundamental de humildad:
el reconocimiento de la propia ignorancia y de los
límites de la propia inteligencia. Es así como el
ser humano queda radicalmente capacitado para
avanzar en el camino que lo conduce al hallazgo de
respuestas cada vez más fundantes, pues, gracias
a la humildad, somos conscientes de la riqueza
insondable de la realidad y, al mismo tiempo,
de la limitada capacidad del entendimiento
humano para abarcar y penetrar dicha realidad
en toda su complejidad y amplitud. La persona
humilde sabe que detrás de cada interrogante
resuelto late una nueva pregunta que le incita a
avanzar respetuosa y atenta por los senderos que
cosas, hechos y personas le señalan. El humilde
es, por consiguiente, sumamente dócil, esto es,
habitualmente dispuesto a dejarse enseñar por
la realidad y por los demás (31).
Albert Schweitzer (1875-1965) propuso la reverencia
por la vida como un concepto base de la Bioética, tanto
así, que Goldim y Santana (29) dicen que comprender
las contribuciones de Albert Schweitzer es fundamental
para entender la Bioética como un todo. Schweitzer dice
que la reverencia por la infinitud de la vida significa la
remoción de la alienación, la restauración de la empatía,
de la compasión y de la simpatía (29).
Contraria a la reverencia tenemos la irreverencia, que
puede ser de dos clases según esté enraizada en el orgullo
o en la concupiscencia. No vamos a profundizar aquí
en estos aspectos, pero sí haremos a continuación una
PresuPuestos antroPológicos del asombro
a) Requiere humildad
El asombro es siempre apostar por vivir todo lo sencillo,
vivir asombrados es apostar por vivir con sencillez las
cosas de cada día (30). Este concepto lo explica más
detalladamente Irízar como sigue:
Aristóteles ya lo había señalado diciendo que la admiración proviene de la conciencia de la propia ignorancia,
de saber que no se sabe, sin lo cual es imposible buscar
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
29
PERSONA Y BIOÉTICA • ENERO - JUNIO 2014
el saber y salir de esa ignorancia consciente (7). Muchos
filósofos y científicos, por estar pensando en construcciones demasiado elaboradas, razonando y elucubrando
cómo explicar la realidad, pierden de vista lo esencial,
pues como decía Alexis Carrel, son muchas más las
mentes capaces de construir un silogismo que las que
saben captar exactamente lo concreto (11). En el fondo,
todos esos razonamientos creados por ellos mismos,
en muchos casos, son fruto de una desconfianza en la
realidad con una dosis exagerada de confianza en sus
propios razonamientos.
Werner Heisenberg6, científico dedicado a su labor
investigativa, afirmaba en referencia a los hallazgos
obtenidos en su trabajo: “que estas relaciones internas
muestren, en toda su abstracción matemática, un grado de increíble sencillez, es un don que solo podemos
aceptar con humildad. Ni siquiera Platón habría podido
creer que fueran tan bellas. Estas relaciones, en efecto,
no pueden ser inventadas. Existen desde la creación
del mundo” (11).
La humildad es entonces esa pieza clave del asombro
que hace posible ver la realidad tal cual es, para que con
mayor nitidez permita que esta misma realidad resuene
en el interior del sujeto que se aproxima a ella.
más estrecha con aquella. Esa realidad de la cual nos
hemos asombrado nos afecta, nos toca en lo profundo
de nuestro ser, no podemos ser indiferentes a ella. La
responsabilidad es lo que cierra el ciclo del conocimiento
y de la comprensión de la realidad y del asombro.
¿Dónde están pues los que alguna vez se asombraron con
el desarrollo tecnológico en la época de la Revolución
Industrial? ¿Dónde están quienes dieron rienda suelta
a su afán investigativo y luego se desentendieron de los
macabros efectos de las genocidas armas y bombas de
las dos guerras mundiales? ¿Dónde están quienes fascinados con sus ideas o propuestas políticas o filosóficas
las lanzaron sin pensar a la sociedad y pasados los años
han sido causa de destrucción de numerosos pueblos
alrededor del mundo y de incontables injusticias?
No quiere decir que no haya habido personas, científicos
y hombres con buenas intenciones y deseos puros de
conocer y avanzar en el conocimiento de la tecnología,
la política o las ciencias humanas; sin embargo, cierto es
que solemos decir y hacer cosas sin entender o sin querer
ser responsables de estas y sin pensar que tenemos que
hacernos cargo de ellas y de sus consecuencias. Bien lo
decía Shell (32), que al renunciar a todo compromiso, la
persona queda fuera de la realidad, la existencia es superficial, sin contenido, mediocre, y se llega al conformismo.
b) Implica responsabilidad
No es asombrarse por asombrarse lo que aquí nos interesa; no es un simple entusiasmarse por la realidad.
El asombro nos conduce a compenetrarnos de manera
6
30
Físico alemán (1901-1976), alumno de Niels Bohr. Fue uno
de los fundadores de la mecánica cuántica. Recibió el Premio
Nobel de Física en 1932.
Aunque el asombro no resulta nunca limitado, no avanza
a rienda suelta (11), hay algo que en la realidad es digno
de un asombro mayor, “el otro”, como veremos a continuación. Si bien el asombro no resulta nunca limitado y
el propio conocimiento es motivo de un asombro mayor,
como dicen Bersanelli y Gargantini (11), no dejamos que
el asombro vaya a rienda suelta porque sí nos conduce
a algo importante.
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
Hacia una bioética del asombro: aportes para una bioética personalista
c) El asombro nos lleva al encuentro con el misterio
que es “el otro”
En su obra titulada Asombro, Francisco Cerro menciona
que “solo el asombro nos abre al misterio” (30). Con
el asombro nos percatamos de que nuestra atención
crece tanto que podemos darnos cuenta de muchos
detalles que podrían pasar inadvertidos, pero que al
tenerlos presentes van construyendo una percepción
mucho más profunda de la realidad. Existe algo en
la vida misma que es motivo de asombro y que no es
fácil de explicar. Albert Einstein, con palabras muy
sencillas y claras se refería a la realidad del misterio
de la siguiente manera:
sin el asombro, el Hombre
caería en la repetitividad y,
poco a poco, sería incapaz
de vivir una existencia
verdaderamente personal.
La más bella y profunda emoción que podemos
probar es el sentido del misterio. En él se encuentra la semilla de todo arte y de toda ciencia
verdadera. El hombre para el cual no resulta
familiar el sentimiento del misterio, que ha
perdido la facultad de maravillarse y humillarse
ante la creación, es como un hombre muerto,
o al menos ciego […]. Nadie puede sustraerse
a un sentimiento de reverente conmoción contemplando los misterios de la eternidad y de la
estupenda estructura de la realidad. Es suficiente
que el hombre intente comprender solo un poco
de estos misterios día a día sin desistir jamás,
sin perder nunca esta sagrada curiosidad (11).
Pues bien, sin el asombro, el hombre caería en la repetitividad y, poco a poco, sería incapaz de vivir una existencia verdaderamente personal (25). Ser asombrado,
dice Serretti (24), es encontrar a otro que no soy yo,
que está fuera de mí y que, sin embargo, se diferencia
en mí hasta alcanzar el punto en el que puedo devenir
yo mismo; el otro —continúa Serretti—, es fuente de
asombro y de maravilla, y en ese ser asombrado se preanuncia el misterio de la mayor grandeza del otro. En esa
misma línea Romano Guardini define la persona como
“aquel hecho que provoca, una y otra vez, el asombro
existencial” (33). Por esta razón, como bien menciona
Ugarte (34), la capacidad de admiración facilita notablemente la relación con los demás, porque genera en
nosotros la inclinación a descubrir toda la riqueza que
hay dentro de ellas, sus cualidades y valores, y favorece
la comprensión que es visión objetiva de la riqueza
que hay en una persona, pues se ven los defectos y las
limitaciones, sin producir ningún rechazo sino afán de
ayudar al otro a superarlos.
De igual manera, Francesco Redi , tocado en su interior
por la grandeza de las cosas que observaba en la naturaleza, decía que su asombro proviene del reconocimiento
de un orden divino en el mundo, mientras que hoy se
tiende a considerar al mundo como una materia prima
puesta a nuestra disposición (11).
A lo largo de la historia los científicos han estado interesados por conocer y manejar la naturaleza e incluso
por manipular la vida. Los adelantos biotecnológicos en
los últimos cincuenta años han permitido manipular la
vida desde su comienzo sin que se hayan preguntado en
realidad por aquello que está entre sus manos. La vida es
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
31
PERSONA Y BIOÉTICA • ENERO - JUNIO 2014
un misterio, estamos constituidos de hidrógeno, oxígeno,
podríamos asegurar que el asombro es pieza clave en
todo ser humano para conocer y apreciar la realidad
carbono, nitrógeno, calcio, fósforo y otras sustancias, y
que lo rodea. Independientemente de que se nos pueda
tenemos capacidad de crecer, de reparar una herida, de
llamar filósofos o no, sí podemos resaltar la necesidad
comer alimentos y convertirlos en tejidos propios. Una
del asombro que tiene toda persona para poder conocer,
persona está viva y cinco minutos después puede estar
entrar en contacto con la realidad e interactuar con ella.
muerta y comienza un proceso de descomposición que
Decía Hegel que el hombre sale de la condición natural
no podemos detener. Se manipula la vida en varias de
o animal por la admiración, y que el hombre que todavía
sus etapas, pero no se le respeta; puede ir a parar a un
no se admira de nada vive en el estado de estupidez e
cesto de basura, arrojada por el inodoro o permanecer
imbecilidad, en el cual nada le interesa, porque vive
congelada en su etapa embrionaria por varios años.
para sí mismo, sin haberse separado y desligado aún de
Se sabe cómo se forma un embrión humano pero ya
los objetos y de su existencia inmediata (15).
no se tiene asombro ante ese hecho, se hace con él lo
que más le conviene a quien se
Podemos concluir que el asombro
cree su dueño, desconociendo
no solo fue una actitud clave en el
independientemente de que se
que una vida humana es algo
pensamiento de los primeros filórevestido de dignidad, y por tanto
nos pueda llamar filósofos
sofos de la historia, que es el arjé
es merecedora de todo respeto.
de la filosofía, sino que está fundao no, sí podemos resaltar
mentado en presupuestos fenomela necesidad del asombro
La Bioética debe partir de la pernológicos (supone la posibilidad de
sona humana. En su reflexión
que tiene toda persona para
lo real, observación y reverencia)
está llamada a defender la vida
y antropológicos (humildad, respoder conocer, entrar en
humana, pero es más, hombres
ponsabilidad y apertura al misterio
contacto con la realidad e
y mujeres, cualquiera que sea su
que es el otro) que permiten aprocondición social, racial o religiosa,
ximarse de una manera detallada a
interactuar con ella.
están llamados a defenderla en
la realidad, descubriendo en ella la
todas sus etapas de desarrollo,
centralidad de la persona humana,
y en particular de la vida del débil, del que sufre y del
desde la concepción hasta su muerte natural. No obsindefenso. Por esta razón constituye pieza clave como
tante, esto no será posible si no se adopta el asombro
actitud en la reflexión bioética y en el trato cotidiano con
como una actitud bioética.
pacientes o cualquier persona sumida en una experiencia
de dolor y sufrimiento.
conclusión
Para Platón y Aristóteles (35) la filosofía nace de la admiración y de la extrañeza. Todo hombre es por naturaleza
filósofo, como dicen Guiu (7) y otros filósofos; así que
32
El asombro implica un compromiso con la realidad, pues
esta toca profundamente a la persona que se asombra.
Es por eso que queremos acentuar el hecho de que el
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
Hacia una bioética del asombro: aportes para una bioética personalista
asombro en la Bioética nos conduce a ser responsables;
el asombro no tiene nada que ver con una actitud pasiva,
idílica, irenista, que vuela por las nubes y se desentiende
de la realidad. Por el contrario, remite constantemente
al hombre a una actitud de apertura de mente y de
corazón, que le permite interactuar con la realidad y
hacerse cargo de ella.
Es interesante que hayamos podido incluir en esta
reflexión sobre el asombro varias citas de científicos,
quienes algunas veces son tildados de “duros de corazón”,
pragmáticos, insensibles y cerrados a la realidad. En el
presente trabajo hemos dado unos ejemplos que ilustran
todo lo contrario. ¿No será que esta misma actitud de
los científicos mencionados la deberían adoptar muchas
personas dedicadas a la Bioética o en el área de la salud,
que terminan viendo solo lo que quieren ver y no se
abren a la realidad que se les presenta?
Dice Gonzalo Herranz (36): “el respeto ético se incuba,
no solo en el fundamento metafísico, sino también en
el asombro biológico, en la mirada contemplativa”. La
reverencia por la vida ya había sido propuesta por Albert
Schweitzer desde antes de ser acuñado el término Bioética por van Ransselaer Potter. Es por eso que pensamos
que la Bioética debe abrirse a un nuevo horizonte, que
debe volver a sus raíces, a la raíz de lo que significa el
trato con el ser humano enfermo, el débil y el necesitado
de ayuda. La vida de aquellos parece hoy día más bien
un estorbo, pero como dice Cerro (30), la vida no es un
problema, es más bien un misterio que nos asombra
cada día y que nos lleva al agradecimiento. Por tanto, el
profesional en Bioética y todo trabajador en el área de la
salud tiene que estar atento a una gran cantidad de datos
que ayudado por el asombro podrá evitar que pasen de
largo, y estar más atento a lo compleja y a la vez frágil
que es la vida.
Quisiéramos terminar con unas palabras de José Luis
del Barco (8) que hacen este reclamo por el asombro
para aproximarse correctamente a la vida humana:
“¡Ah, la vida! ¡El gran misterio de esfinge colocada en
los caminos por donde los hombres pasan como una
interrogación recabando una respuesta! ¡Manantial del
asombro y semillero del pasmo! ¡Madre de la admiración!
¡Destino del homenaje y objetivo del respeto! ¡La a la
vez débil y fuerte!”.
referencias
1.
De Velasco JM. La bioética y el principio de la solidaridad.
Bilbao: Universidad de Deusto; 2003.
2.
Sgreccia E. Manual de Bioética. México: Diana; 1996.
3.
Outomuro D. Algunas observaciones sobre el estado actual de
la bioética en Argentina. Acta Bioethica Cuadernos del Programa Regional de Bioética OPS/OMS 2003; Año IX(2):229-238.
4.
Rosas CA. La solidaridad como un valor bioético. Persona y
bioética 2011;15:10-15.
5.
Burgos JM. ¿Qué es la bioética personalista? Un análisis de
su especificidad y de sus fundamentos teóricos. Cuadernos de
Bioética 2013;24(80):17-30.
6.
Guerra R. Bioética y racionalidad. El personalismo al servicio
de la ampliación del horizonte de la razón en la fundamentación bioética. Cuadernos de Bioética 2013;24(80):39-48.
7.
Guiu I. El asombro como principio del libre saber del ser.
Convivium 2000;13:129-147.
8.
Del Barco JL. Bioética como asombro. En: Del Barco JL, editor. La vida frágil. Buenos Aires: EDUCA; 2000. p. 25-36.
9.
Figueroa G. Bioética ¿la Circe de la Medicina? Rev. méd. Chile
[Internet]. 2001 Feb [visitada 2010 Mar 19]; 129(2): 209-217.
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014
33
PERSONA Y BIOÉTICA • ENERO - JUNIO 2014
Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S0034-98872001000200014&lng=es.
doi:10.4067/S0034-98872001000200014
22. Millán-Puelles A. La fe como condición de la posibilidad del
asombro. Thémata 1992;10:561-570.
23. Marcel G. Le Mystère de l’être. Paris: Aubier; 1951.
10. Figueroa G. ¿Un intruso junto al lecho del enfermo?: La
bioética cumple treinta años. Rev chil neuro-psiquiatr [Internet]. 2003 Abr [visitada 2011 Nov 28]; 41(2): 89-94.
Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S071792272003000200001&script=sci_arttext
24. Serretti M. Naturaleza de la comunión. Arequipa: Universidad Católica San Pablo; 2011.
11. Bersanelli M, Gargantini M. Solo el Asombro Conoce. Madrid: Encuentro; 2006.
25. Perlado JJ. Necesidad del asombro. En Nuestro Tiempo [Internet] 2001 [visitada 2013 Nov 12]; 567, septiembre. Disponible en: http://mercaba.org/Filosofia/Articulos/necesidad_
del_asombro.htm
12. Pieper J. El descubrimiento de la realidad. Madrid: Rialp;
1974.
26. Guardini R. Los sentidos y el conocimiento religioso. Madrid:
Cristiandad; 1965.
13. Maritain J. Los Grados del Saber. Tomo I. Buenos Aires: Ediciones Desclée de Brouwer; 1947.
27. Ortega y Gasset J. La rebelión de las masas. Madrid: Austral; 2006.
14. Martínez N. Jacques Maritain. La búsqueda incesante de la
verdad en uno de los más grandes filósofos católicos del siglo
XX [visitada 2011 septiembre 12]. Disponible en: http://www.
feyrazon.org/NesMARITAIN.html
15. Cruz J. El intelecto y la contemplación. En: Cruz J., editor. Intelecto y razón: las coordenadas del pensamiento según Santo
Tomás. Pamplona: Eunsa; 2009. p. 235-272.
16. Held K. Asombro, tiempo, idealización. Estudios de filosofía.
2002;26:63-74.
17. Abadí JE. La palabra inicial. La mitología del poeta en la obra
de Heidegger. Madrid: Trotta; 1997.
28. von Hildebrand D, von Hildebrand A. Actitudes morales fundamentales. Madrid: Ediciones Palabra; 2003.
29. Goldim JR, Santana M. From reverence for life to bioethics:
Albert Schweitzer, a bioethics precursor. JAHR. 2011;2(4).
30. Cerro F. Asombro. Madrid: Ciudad Nueva; 2009.
31. Irízar LB. En busca de nosotros mismos. Acerca de la necesidad de la sabiduría para el hombre de hoy. Civilizar. Ciencias
Sociales y Humanas. 2005;9:1-18.
32. Ayala-Fuentes M. Relativismo y dogmatismo. Causas y consecuencias. Persona y bioética. 2008;12:118-131.
33. Guardini R. Mundo y persona. Madrid: Ediciones Encuentro; 2000.
18. Pieper J. El ocio y la vida intelectual. Madrid: Rialp; 2003.
34. Ugarte F. En busca de la realidad. Madrid: Rialp; 2006.
19. Heidegger M. ¿Qué es esto, la filosofía? Buenos Aires: Sur; 1950.
20. Jaspers K. La filosofía. México: Breviarios del Fondo de Cultura Económica; 1996.
21. Urteaga CA. Filosofía y axiología: primeras anotaciones para
una justificación de la axiología jurídica. Derecho y Cambio
Social [Internet] 2007 [visitada 2013 Nov 12]; (9). Disponible
en: http://www.derechoycambiosocial.com/revista009/axiologia%20juridica.htm
34
35. Ferrater J. Diccionario de filosofía abreviado. Buenos Aires:
Sudamericana; 1978. p. 60-62.
36. Herranz G. La admiración y el asombro entusiasmado en la
enseñanza de las ciencias biomédicas. Asamblea de la Academia Pontificia para la Vida. Roma, Italia; 2001 [visitada 2013
Nov 12]. Disponible en: http://www.arguments.es/proyectos/
articulos-interes/la-admiraci%C3%B3n-y-el-asombro-entusiasmado-en-la-ense%C3%B1anza-de-las-ciencias
ISSN 0123-3122 • pers.bioét. • Vol. 18 • Número 1 • Págs. 22-34 • 2014