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Cinta de moebio

On-line version ISSN 0717-554X

Cinta moebio  no.76 Santiago Mar. 2023

http://dx.doi.org/10.4067/s0717-554x2023000100010 

Artículos

El concepto de infraclase en Gunnar Myrdal

The concept of underclass in Gunnar Myrdal

Adolfo Lizárraga-Gómez1 
http://orcid.org/0000-0003-3030-3283

1Facultad de Economía, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, México

Resumen

Este artículo tiene por objetivo aproximarse a la influencia de la obra del economista sueco Gunnar Myrdal en las ciencias sociales, con base en su concepto de “infraclase”. El punto de partida es la convicción de que este concepto exige al método de la ciencia social su atención a los efectos de las acciones de la realidad a la que estudia y no permite, así, que la economía, por ejemplo, intente escapar reclamando independencia y además alegando objetividad. Para ello, en este sentido, ha de retomar su origen como ciencia social. Este artículo, entonces, se divide en cuatro partes. En la primera, vemos cómo la sociología llega y retoma el concepto de “infraclase” a partir de la definición que hace Myrdal; en la segunda, se expone de manera sintética el debate del pensamiento social en torno a ese concepto. En la tercera parte se exponen los puntos estructurales del método de Myrdal vista desde la economía y, finalmente, planteamos algunas conclusiones generales sobre la actualidad de la obra de este pensador sueco.

Palabras clave: Myrdal; infraclase; ética; método; ciencia social

Abstract

This paper aims to approach the influence of the Swedish economist Gunnar Myrdal on the social sciences through his concept of “underclass”. The starting point is the conviction that this concept demands social science to pay clear attention to the reality it studies, and not allow economics, for instance, to intend claiming independence and moreover arguing objectivity. It must return to its origin as social science. This paper is divided into four parts. In the first one we see how sociology arrives and takes the concept of “underclass” from Myrdal; in the second exposes synthetically the debate of social thought on this concept; the third lays out the structural points of Myrdal’s method, from the economics approach, and, finally, we pose some general conclusions on the actuality of this Swedish thinker.

Key words: Myrdal; underclass; ethics; method; social science

Introducción

El comité que anunció el año 1974 el premio Nobel de economía a Gunnar Myrdal, indicó, entre otras cosas, que ese autor sueco era recordado casi exclusivamente por su contribución a la metodología de la investigación económica (Olivella. Gunnar Myrdal’s critiques of utility theory). Efectivamente, es posible encontrar que una gran cantidad de estudios relativos a la obra de Myrdal inician tratando sobre su metodología. Las razones de ese consenso son, por supuesto, diversas. Una de ellas cuestiona el apego de Myrdal a la ciencia y, en ese sentido, la relación de su teoría con lo que se ha de considerar como “realidad”.

Como es sabido, el reconocimiento al trabajo de Myrdal tiene su momento cumbre en su recepción del premio Nobel el mismo año que lo recibió Friedrich von Hayek (“dos corrientes contrarias”, como dice Jaime Ross), el gran teórico de la economía neo-liberal. Pero, como se ha documentado en varios textos que tratan de su biografía, Myrdal ya era un reconocido pensador desde los años 30 del siglo XX, tanto en su país de origen (Kramer. The other population crisis), como en otras naciones del mundo, lo que le llevó a dirigir la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa de la ONU, además de impartir cursos y dirigir proyectos académicos en diversas universidades de Europa y de los Estados Unidos.

Myrdal ha sido un referente de los cambios de modelo de desarrollo (Johnson. Swedish intellectual thought on inequality) y cada uno de sus libros ha bastado para ser fuente de diversas exposiciones sobre su método. En este artículo, retomaremos sobre todo dos de sus libros. El que en México se intituló El reto de la sociedad opulenta y su último trabajo The Asian drama . El primero trata explícitamente el concepto de “infraclase”. El segundo siguiendo la tesis de Frances Stewart Gunnar Myrdal’s methodology expone puntualmente la estructura del método de Myrdal de forma acabada y tiene como referencia contextos reales inmediatos, como fue específicamente la sociedad hindú de su tiempo, ejemplo de la relación entre países desarrollados y subdesarrollados, y ante aquellos que, de alguna manera, se presentan como “no alineados”, es decir, que rechazan adherirse a alguno de los llamados “bloques” que en esa época dividían al mundo como naciones capitalistas y socialistas.

Myrdal asume la práctica de investigación económica no solo como economista, sino que también se esfuerza por reasentar a la economía en las ciencias sociales y, muy probablemente, lo hace apegado a la economía política, en particular a Adam Smith (Kanbur. Gunnar Myrdal and Asian drama in context). En este artículo destacamos aquella consideración del comité del premio Nobel, es decir, su contribución a la metodología de la investigación económica, tomando en consideración al conjunto de su obra, aunque, de nuestra parte, desde los mencionados libros.

Por otra parte, es sabido que Myrdal mostró su interés particular por dos temas que todavía hoy son de gran preocupación: la desigualdad y la pobreza. En este artículo, partimos de la hipótesis de que es posible abordar ese interés general desde su concepto de “infraclase” ( underclass en inglés), lo que, a la vez, permite exponer de modo sintético los puntos destacados de su método, tanto en su sentido teórico como en lo práctico, dado su apego a la realidad social en sus formas particulares y contexto (Rivarola y Appelqvist. Prebisch and Myrdal), además de la relación que el investigador ha de adoptar valorativamente ante esa realidad. Es posible que la obra de Myrdal, gracias a su método, sea útil para adentrarse en los cuestionamientos más recientes al modelo de desarrollo dominante y reconocido como “economía de mercado” y “neoliberal”, cuestionamientos que se ven reflejados en diversas medidas de gobiernos en el mundo, motivados muy probablemente por los efectos de la crisis de 2008-2009 (Cordera y Provencio. Saldos de la gran recesión), lo que ha obligado a emprender una mayor intervención de los gobiernos como medio inevitable y básico para resolver los problemas críticos que afectan a la sociedad, tanto en lo económico como en otros aspectos sociales, como los de salud y educación.

El concepto de “infraclase”, hasta tiempos recientes, entusiasmó al pensamiento social por su contenido multidisciplinario. En este sentido, el desarrollo de este trabajo inicia con una breve presentación de ese concepto, primero, definido por el propio Myrdal, para luego exponer ejemplarmente cómo es visto desde la sociología, retomando su aspecto práctico en la llamada “sociedad de consumo” y, en lo teórico, teniendo en cuenta el debate sobre la conducta ética del investigador. En este sentido, llegamos al concepto de “infraclase” a través de “vida de consumo” y “ética del trabajo” de Zigmunt Bauman, lo cual nos permite introducirnos en la polémica de la “valoración” de los “valores éticos” que en Ends and means Myrdal considera como la base de toda actividad científica. En este punto es útil a nuestros propósitos el debate emprendido por la Escuela de Frankfurt con la Austriaca en los años 60 del pasado siglo, en particular, la exposición de sus herederos Jürgen Habermas y Hans Albert. Luego se expone el gran interés que la obra de Myrdal despertó en la ciencia social en general, incluida la economía, desde su concepto de “infraclase” para exponer, en un apartado final, los aspectos generales que estructuran el método de Myrdal, teniendo como referencia The Asian drama , considerando que no son una mera serie de instrumentos, digamos, técnicos, sino conceptos recogidos de lo que Habermas llamó “praxis de la vida”. Las conclusiones se insertan en la obra de Myrdal, las cuales, en el mejor de los casos, no podrán sino sugerir la estructura general de la nueva estrategia de desarrollo que parece querer emerger en la actualidad posneoliberal.

“Infraclase” y pobreza

Es conocido que los dos grandes temas de Myrdal fueron la desigualdad y la pobreza que se tradujeron en una división del mundo en dos grandes conjuntos sociales que, utilizando el lenguaje de la época que vivió, se les caracteriza como desarrollados y subdesarrollados. Sobre esta base, Myrdal conforma un método de estudio que él llamó “institucional” ( Myrdal 1977 :12), con una visión multidisciplinaria, que incluye principalmente economía, sociología y filosofía. Myrdal creyó descubrir una pobreza que se definía en la vida cotidiana de determinados grupos sociales a los que agrupó en el concepto de “infraclase”.

Traducimos como “infraclase” el término que aparece en inglés como “underclass”, explícitamente en el capítulo III del libro de Myrdal que lleva por título Challenge to affluence , publicado en 1963. Ese libro fue editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) en 1966 bajo el título de El reto a la sociedad opulenta y “underclass” fue traducido como “subclase”. Significativamente, ese mismo concepto se tradujo como “infraclase” en la edición del propio FCE del libro de Zigmunt Bauman, que lleva por título La vida de consumo -que trataremos más adelante- el cual denota mayor propiedad para lo que se quiere decir con él, a saber: la formación de un sector de la población que es dejada no solo fuera, incluso, del concepto de clase, sino, como dirá Myrdal, también de toda posibilidad de acceder a los beneficios de la vida moderna, pues ésta exige capacidades relativas a la incorporación de la ciencia y la tecnología a los procesos productivos, en primer lugar y, en segundo, al conjunto de las oportunidades y beneficios que son producto de esa vida productiva científico-tecnológica, sobre todo cuando ésta es cada vez más una vida social dominada por la economía de mercado. Adoptaremos, entonces, esa segunda traducción del propio FCE, el de “infraclase”, en la medida en que se apega a esta definición que va más allá de la mera traducción literal de “debajo de” que pudiera sugerir una situación de subordinación, incluso de sacrificio de un grupo de personas para beneficio de otras, que no es el sentido que quiere Myrdal dar a ese concepto. Por ello, es necesario describir su estructura que, siguiendo la estrategia metodológica de ese autor, se apega a la vida social moderna.

Lo primero que hay que destacar es que Myrdal refiere “infraclase” a “desempleo y pobreza”, que incluye, también, el “subempleo”. Desempleo y pobreza aparecen como principio y fin de esa estructura social, y son resultado, a su vez, de un requerimiento cada vez mayor de productividad que, a su vez, depende de la introducción de tecnología y de saber a los procesos productivos. En este sentido, otros aspectos sociales se adhieren al concepto de “infraclase”, principalmente la educación, entendida como formación de capacidades para el empleo. Aunado a ellos, la salud y el ambiente de violencia, concebidos como seguridad social, completan esa estructura de manera fundamental. Pero estos aspectos hacen de la “infraclase” una característica de un tipo de sociedad más amplia y propia de la época de Myrdal, aquella que fue concebida como la parte capitalista del mundo dividido por la “cortina de hierro” y no de la “socialista”. Esa parte capitalista se erige, generalmente, por el concepto de “democracia”, mientras que la “socialista” sería una tiranía de Estado.

El concepto de “democracia” que caracteriza a ese “capitalismo” contrario al “socialismo” de aquella época consiste en la promesa de generar oportunidades para el bienestar y beneficios sin distinciones, por ejemplo, de origen y preferencias individuales. Estas oportunidades incluyen, básicamente, empleo, salud, educación, vida pacífica y participación en la construcción, en general, de bienestar, además de la elección de los individuos de su situación en la sociedad, como una opción alcanzada por decisión propia, por lo que su vida dependerá, finalmente, de sus capacidades. En este sentido es que llega a completarse en esos países “capitalistas”, de manera estructural, un Estado de bienestar, esto es, una situación sociopolítica, haciendo del Estado una entidad de apoyo para la toma de decisiones individuales y de acceso a esas oportunidades modernas. Sobre esta base se conforman las clases sociales, es decir, sobre la base del aprovechamiento de las oportunidades del mundo moderno “capitalista”.

Sin embargo, en toda su obra Myrdal deja en claro que esta conformación en clases, debida al aprovechamiento de oportunidades, tiene como condición que el desarrollo y las oportunidades que ofrece no dependan de una economía de mercado y de competencia que dejan fuera toda posibilidad de un Estado que regule la relación entre los individuos. Es precisamente esa situación de vida mercantil sin Estado la que propicia el surgimiento y consolidación e, incluso, expansión de la “infraclase”. Significa, entonces, dejar a la base de la sociedad de economía de mercado un rompimiento en el que es posible que una masa creciente de individuos quede fuera, no solo debajo de la conformación de clases sociales definidas por el aprovechamiento del bienestar que promete y ofrece el capitalismo.

Myrdal vio en las condiciones más extremas a esta “infraclase” a las personas negras en los Estados Unidos, principal país representante del “capitalismo” de su época. La población negra contaba con menores posibilidades de acceder a estas oportunidades debido a prejuicios raciales y le daba ese carácter racial a la “infraclase” y mayor profundidad a su significado. Luego, se sumó a esta consideración a la migración, sobre todo “no blanca”, agregando al concepto de “infraclase” el carácter de parias. Así, a la “infraclase” también la caracteriza el color de piel de las personas, su procedencia nacional y, finalmente, la capacidad para el trabajo, lo cual no hace desaparecer a la democracia, sino que limita las oportunidades que de su ejercicio se desprenden.

Con el paso del tiempo, según Myrdal, una de las grandes oportunidades de ese capitalismo, los derechos humanos, posibilita que estos componentes de tipo racial vayan siendo superados, haciendo aparecer a la democracia de manera más nítida y solo dejando en la economía de mercado la responsabilidad del límite al aprovechamiento de sus oportunidades y, por lo tanto, de pertenecer a una de las clases sociales capitalistas.

Sobre esta definición es que destaca la influencia del pensamiento de Myrdal en las ciencias sociales, como expondremos a continuación, iniciando por una caracterización sociológica reconocida, la de Zigmunt Bauman, cuya interpretación del concepto de “infraclase” de Myrdal posibilita entrar a otro de sus aspectos sociales fundamentales: la ética, concebida como una actitud social y, por ello, real, y de la que son presa, incluso, los pensadores sociales.

“Vida de consumo”, “ética del trabajo” y “adioforía”

Zygmunt Bauman llegó al concepto de “infraclase” desde su visión sociológica de lo que se ha llamado “consumismo” y que caracterizaría estos tiempos en curso que corren sobre la base de una economía de mercado. En su libro, que en español se intituló Vida de consumo , Bauman toma el concepto de “infraclase” de Myrdal para identificar el producto social final de lo que él llama, precisamente, la “vida de consumo”, en cuya base se practica la “ética del trabajo”. Esta “vida de consumo”, según Bauman, es el tipo de sociedad que arriba al siglo XXI y comienza a debilitarse con el paso de los años, pero el desenlace de su desarrollo es la conformación de una sub-sociedad a la que ese pensador polaco reconoce como “víctimas colaterales” y que nutriría a la “infraclase”. En suma, “ética del trabajo” e “infraclase” constituyen dos componentes fundamentales en la conformación de la “vida de consumo” y, como desarrollo y resultado de la misma, se reproducen hasta llevarla a la crisis, en tanto que la “infraclase” resulta ser una “víctima colateral” de esa vida.

La base ética de la “vida de consumo”, según Bauman, no podía resultar sino de una cultura estructurada por una serie de principios que se reúnen en la “gratificación” que se consigue mediante objetos de consumo y con la conformación de un conjunto de valores entre los que destaca el de “responsabilidad”.

La “responsabilidad” es fundamental en la conformación de una “ética del trabajo”, propia de la “vida de consumo”, que se completa en la conformación de normas particulares a las que el individuo se somete y que consisten en que “básicamente acepta trabajar por el trabajo mismo, por inútil o sin sentido que fuese” ( Bauman 2007 :79), imponiendo el dominio de la “autorrealización y el cálculo de riesgos” y sustituyendo la “responsabilidad con el otro”, propia de la ética previa a esta sociedad de consumo, por la “responsabilidad por sí mismo”, bajo principios como el de “te lo debes a ti mismo” y “lo mereces”, concebidos como “movimientos necesarios para servir a los intereses y satisfacer los deseos del yo” (Bauman 2007:127). Los valores dejan de ser de unidad social. Estos son los primeros efectos del trastocamiento ético que llega a la “adioforía”, es decir, a neutralizar la acciones y elecciones, exentándolas “de toda evaluación ética y … censura”, lo cual trae consigo una serie de “daños colaterales”, entre cuyas “víctimas” se encuentran los valores históricos, propios de la Ilustración, tales como la libertad y la igualdad, y a los que se sustituye con el de “gratificación”, la cual debe conseguirse, por otra parte, evitando la “satisfacción duradera”.

Evitar la “satisfacción duradera” significa que la “vida de consumo” se constituye sobre la necesidad de la perennidad de los satisfactores de necesidades, una satisfacción que debe tener cada vez menor lapso de duración, de tal suerte que este productivismo propio de la “ética del trabajo” puede crear, al menos, dos tipos de sectores sociales a los que podría denominarse “clases”: por un lado, estarían quienes son capaces de adaptarse a esta “ética del trabajo”, es decir, del producir y consumir productos de perennidad progresivamente mayor, lo que implica un sacrificio de sus gustos y necesidades para la satisfacción de las del mercado que exige esa productividad acelerada, y, por el lado contrario, estarían aquellos que son incapaces de incorporarse a ese productivismo de la “ética del trabajo” caracterizado por ese consumismo perenne. Este segundo grupo social lo integran, según Bauman, las “víctimas colaterales” y coincide con el concepto de Myrdal de “infraclase”. La “infraclase” surge, en suma, con la sociedad del “consumismo-productivismo” que va dejando detrás una época determinada por la búsqueda del bienestar y las satisfacciones sociales duraderas, para convertirse en la base de una sociedad de satisfacción progresivamente perenne, conformando una nueva cultura en la forma de “ética del trabajo”.

La satisfacción progresivamente perenne de necesidades impulsa, a su vez, un productivismo también progresivamente cambiante e insatisfactorio. Así, siguiendo a Myrdal, Bauman concibe que la “infraclase” se conforma de “grandes sectores de la población” que se vuelven “desempleados permanentes e inutilizables”, pues sus capacidades y habilidades han sido convertidas en cosa del pasado. El desarrollo tecnológico que se incorpora progresivamente a los procesos productivos le otorga este carácter perenne a las capacidades y habilidades productivas adquiridas. Sobre esta base se conforma una sociedad con “ética del trabajo” propia de la “vida de consumo”, que no se siente responsable de esos individuos, y que, ahora, entonces, serían “víctimas de la exclusión de la actividad económica” que funciona con una lógica “adiofórica”, que dice que está exenta de cualquier control e influencia.

Reunidos en dos bandos contrarios en la teoría social (que incluye a la economía), ambos coinciden en que esa marginación social, que hunde en la pobreza a sectores de población, es responsabilidad del Estado, debido al fracaso de sus políticas destinadas a eliminar la marginación y la pobreza. El sector “conservador”, esto es, el conformado por quienes se apegan a los beneficios de la “vida de consumo”, aboga para que esas políticas sean orientadoras para que la “infraclase” haga las elecciones correctas y que no privilegien el “no trabajo”, pues esta actitud sería lo que les priva “de los deleites de los consumidores de buena fe”, lo que significa que la “infraclase” es ajena a “los encantos del consumismo”, debido a una ética ajena a la del trabajo. Para los teóricos conservadores, el “Estado social” no es la alternativa a la “ética del trabajo”. Por su parte, los teóricos contrarios a la “vida de consumo” sostienen que el Estado social solo puede funcionar en la sociedad de consumidores (a la que Bauman identifica como “sociedad líquida”), como cuando lo hizo con la sociedad de productores (a la que Bauman llama “sociedad sólida”), es decir, cuidando de que no aparezcan los “daños colaterales” de la “vida de consumo”, evitando, pues, el surgimiento de la “infraclase”, que se estructura y consolida con los excluidos y marginados. Estas funciones estatales implican monitoreo, control y restricciones que se contraponen a la “vida de consumo” y adoptan la tarea de “preservar la solidaridad humana e impedir que desaparezcan los sentimientos de responsabilidad ética”. De aquí que la “vida de consumo” encuentre una contraposición que aparece en la ética misma y que, en general, pone en riesgo su existencia como opción de desarrollo social.

La imparcialidad de los valores éticos en la ciencia social

La “adioforía” aparece también en el ámbito de la ciencia cuando esta se cubre con el manto de la “objetividad”, alegando neutralidad e “imparcialidad” (Marcuse habría ya criticado, precisamente, en la década de los años 60 del siglo XX esta aspiración de objetividad e imparcialidad de parte de los científicos como una forma de acusar un grado de deshumanización que debiera ser inadmisible para ellos. Lizárraga. Marcuse y humanitas). En todos sus libros, Myrdal se refiere críticamente a esta supuesta imalidad y/o neutralidad de los valores en el ámbito de la ciencia. Para él, la ciencia no cuenta con la neutralidad e imparcialidad de los científicos, en particular, en ciencias sociales. Pero, no ser neutral ni imparcial, no le quita objetividad a la ciencia, sino que le da a sus modelos y métodos un carácter específico.

Esta tesis de Myrdal salió a flote, por ejemplo, en uno de los debates más célebres en las ciencias sociales que tuvo lugar en la década de los años 60 del siglo XX entre las Escuelas de Frankfurt y la Austriaca. Por la primera, participaron Theodor Aparcidorno y Jürgen Habermas, y por parte de la segunda Karl Popper y Hans Albert, que también contó en su origen con Joseph Schumpeter y entre sus integrantes estuvo Friedrich von Hayek.

En su participación en ese debate (que se publicó bajo el título de “Teoría analítica de la ciencia y dialéctica”), Habermas alude al cuestionamiento de Myrdal a la neutralidad de los valores y, como consecuencia, del quehacer científico.

Al aludir a Myrdal, Habermas tiene en perspectiva la confrontación desde los años 30 del siglo XX entre dos formas dominantes de concebir los modelos económicos y sociales en el mundo: el llamado Estado de Bienestar y el liberalismo apegado a la economía de mercado. Este debate puede resumirse en dos posturas teóricas contrarias: la que defiende que la vida social requiere de una libertad incondicional (Escuela de Frankfurt, a la que se le reconoció como “pensamiento dialéctico”) y la que concibe que esa libertad requiere de determinadas leyes y condiciones que van más allá de la libertad, en cierto modo, “natural”, “ingenua” (Escuela Austriaca, identificada como pensamiento “positivista”). Es esta última la libertad que, según Albert, defiende el pensamiento dialéctico de la Escuela de Frankfurt

El tema del debate, pues, se da en el marco de la “neutralidad valorativa” a la que se aboca Habermas de manera secuencial para tratar sobre la cuestión metodológica de las ciencias. Según Habermas, la ética muestra su flexibilidad y su débil neutralidad desde los intereses cognoscitivos de “orden técnico” y la vinculación de los procesos de investigación con los “motivos de la praxis de la vida”. En general, la neutralidad axiológica, que pretende un conocimiento meramente técnico, dice Hebermas, es inadecuada con la “praxis de la vida” que le demanda al investigador social una reinterpretación programática en la que tanto principios teóricos como las hipótesis sean guiados y contengan un sentido determinado por esa flexibilidad valorativa. Habermas basa su tesis en el texto Ends and means of political economy de Myrdal y se sirve de él para calificar a la Escuela Austriaca de instrumentalista. Lo que esconde el científico social empírico técnico con su presunta neutralidad valorativa, dice Habermas, es su apego a determinada situación social sobre la que actúa de una manera dogmática y, en todo caso, tácita, intentando, de esa manera, satisfacer una exigencia de imposición de validez general de hipótesis particulares que, sin embargo, solo podrán mantener esa validez al margen de la crítica y legitimación del contexto social al que se enfrenten.

Hans Albert (cuya participación en este debate se publicó bajo el título de “El mito de la razón total”), debatiendo con Habermas, está de acuerdo en recurrir a esa obra de Myrdal, pues al igual que Habermas, Albert consideró que los postulados de ese autor sueco sugieren flexibilidad en la ética y la vinculación de ésta con los trabajos de investigación sobre determinados contextos sociales. Pero acusa de dogmatismo al pensamiento dialéctico, pues éste, a diferencia de lo que defiende la Escuela Austriaca, busca siempre la “totalización” y rechaza la posibilidad de estudiar por partes un complejo social, ellas mismas complejas y problemáticas.

Difícil discernir con cuál de estas escuelas podría relacionarse propiamente a Myrdal. Algunos investigadores como Olivella (Gunnar Myrdal’s critiques of utility theory) consideran que Myrdal estuvo más cerca del llamado “Círculo de Viena”, es decir, de la Escuela Austriaca y de la filosofía de Wittgenstein, al menos en los tiempos de la obra Means and ends . Otros autores como Johnson (Swedish intellectual thought on inequality) sugieren que Myrdal solo estaría de acuerdo con Marx en la parte que corresponde a la intervención de las instituciones en el desarrollo económico, por una parte, pero también podría haber sido precursor de Habermas en el socialismo democrático que éste propone, en particular, como lo hace este autor alemán en la Introducción a la edición de 1990 de su Strukturwandel der Öffentlichkeit .

Lo que Habermas y Albert destacan (pero sobre todo el primero) es la “crítica de Myrdal al esquema fin-medio weberiano”, que plantea un sometimiento de la práctica científica a “procedimientos estrictos de las ciencias sociales axiológicamente neutrales” con el fin de poner “en marcha un interés cognoscitivo técnico” que necesariamente se enfrenta a “la praxis de la vida” que le demanda, entonces, “una interpretación programática de cada una de las prognosis”, con lo que no queda más remedio que poner en evidencia la debilidad de unas presuntamente “estrictas exigencias de la neutralidad valorativa”, pues se deja ver que desde su punto de partida “vienen guiadas por una comprensión previa relevante” para ciertos fines y destinadas, sobre esa base, a intentar enfrentar un “determinado círculo de problemas prácticos”, que habrán de ser decisivos en “la elección de los principios teoréticos y de las hipótesis fundamentales para los modelos” (Habermas 1973:178).

El conocimiento técnico se convierte en una forma de encubrimiento de la imposición del “dominio de un interés cognoscitivo” definido que es posible descubrir éticamente a la luz de su apego y/o identificación con “una situación” por parte del investigador que, con el argumento ya hecho abstracto, alega objetividad “bajo la exigencia de una hipotética validez general” ( Habermas 1973 :179).

Los argumentos de Habermas (aunados a los de Bauman) nos sitúan ante aspectos fundamentales de la teoría de Myrdal en su carácter científico social, que es práctico desde su apego a lo que Habermas reconoce como “praxis de la vida”, desde y sobre la cual ha de actuar el científico social, pero en cuya actividad resulta fundamental su identificación valorativa o ética. Myrdal, con su concepto de “infraclase”, descubre el fondo de esa praxis de la vida sobre la que, como científico, quiere actuar.

Influencia y problemática del concepto de “infraclase”

Elvin Wyly (Race, class, and space) sintetiza una gran cantidad de textos que desde los años 60 del siglo XX tomaron como referencia el concepto de “infraclase” que, según él, habría presentado Myrdal originalmente en una serie de conferencias que dictó desde mediados de 1962 y hasta abril de 1963 en diversas universidades de los Estados Unidos, y que fueron recogidas en el libro Challenge to affluence . El concepto, sin embargo, probablemente, lo habría acuñado Myrdal tiempo atrás y ya habría aparecido, por ejemplo, en su libro Economic theory and undevelopment countries publicado en Londres en 1957. Más allá de ese debate, Wyly logra presentar la gran acogida (ya sea de forma crítica ya con simpatía) que tuvo ese concepto en el mundo llamado “desarrollado”, particularmente en países como Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Francia, Alemania y, por supuesto, Suecia. Desde los años 90 del siglo pasado, por ejemplo, se han publicado gran cantidad de artículos que utilizan ese concepto en la revista Urban Geography .

La referencia de esos estudios, en general, son las diversas problemáticas que surgieron en el mundo “occidental” a partir de la crisis de 1929 y, luego, con la Segunda Guerra Mundial, en particular, en materia de empleo, pobreza y migración, además de la tajante división internacional en la que se fortalecieron conceptos como “capitalismo” y “socialismo”, “desarrollo” y “subdesarrollo”, principalmente y sobre las que Myrdal teorizó. A la vez, también son tiempos de inicio de un acelerado desarrollo tecnológico y de la economía que reclama su autonomía de las ciencias sociales y su propia objetividad. A pesar de criticarla en toda su obra, Myrdal también habría caído preso en esta “occidentalización”, según observaciones que le fueron hechas a este pensador sueco en diversas partes del mundo a donde llegó su obra y fue estudiada con interés (Cherrier. Gunnar Myrdal and the scientific way to social democracy) primero en “occidente” y luego en Asia, sobre todo en los países que Myrdal estudia en su libro Asian Drama .

En cuanto a América Latina, su relación pudo haber sido a través de Raúl Prebisch, según Rivarola y Appelqvist (Prebisch and Myrdal) y Kanbur (Gunnar Myrdal and Asian drama in context) quienes afirman que Myrdal fue influenciado por Prebisch en lo que corresponde a las condiciones locales (estructurales) del desarrollo y la posibilidad de poder teorizar desde esa perspectiva. Tanto Rivarola y Appelqvist como Kanbur tienen a la vista el que ambos autores tuvieron algún tipo de relación dado que coincidieron como directivos en las Comisiones Económicas de la ONU para Europa (Myrdal) y para América Latina (Prebisch), además de las referencias que hace Myrdal en algunas de sus obras a los informes de esa Comisión para América Latina. Pero ni Rivarola y Appelqvist, ni Barber (Gunnar Myrdal) o Kanbur, logran probar esta relación y dependencia entre ambos autores, aunque sí algunas coincidencias, tanto biográficas, como científicas. Por otra parte, en los últimos años, los investigadores Güemes y Brugué (Confianza y gobierno abierto en América Latina), desde la Cepal, intentaron demostrar la validez en América Latina de la obra de Myrdal que en español fue traducida en 1959 por el FCE como Teoría económica y regiones subdesarrolladas . Güemes y Brugué ven la unidad de la economía y la sociología desde Myrdal a nivel internacional y, en particular, en América Latina, por lo menos, de una manera general y como una estrategia adecuada para practicarse, sobre todo, en el ámbito de la gobernanza.

En todos estos textos hay al menos dos puntos en común relativos al origen del concepto de “infraclase” en Myrdal. El primero, fueron sus observaciones sobre la cultura contradictoria que se practicaba en los Estados Unidos con base en el racismo que afectaba a la población negra de ese país y que hacía notoria y característica la división entre clases sociales como pobres y ricos. El segundo escenario fue la división internacional entre países desarrollados y subdesarrollados. En ambos casos, la industrialización constituía un referente nuclear, de tal suerte que el uso de las nuevas tecnologías que el desarrollo industrial demandaba dejaban al margen del desarrollo a grupos sociales y hasta a países y regiones completas en el mundo.

El problema general para Myrdal, en el caso de la población de los países desarrollados, destacadamente de los Estados Unidos, es la caracterización de la pobreza como una categoría de los “sin privilegio”, entendido como un resultado del desempleo y/o del subempleo que, en términos de la industria, se extiende a países y regiones del mundo; se es marginal o no en relación con su situación ante la industria.

El problema del desempleo (en su relación con la industria) dejaba a la vista otra serie de carencias en los grupos sociales marginados. Una de esas carencias era, principalmente, la educación y, sobre esta base problemática de empleo y educación podían visualizarse algunas de las fundamentales causas de la movilidad social y económica de la población que fluctúa en dos niveles sociales claramente separados, en donde aparecía, entonces, la “infraclase”.

Sobre esta base surgen algunos temas a debate como la “neutralidad ética” a la que se refiere Habermas, en al menos tres grupos de interpretaciones de las posibles causas de la pobreza. La primera, concibe que esta encuentra su explicación en el comportamiento de quienes la viven. Para Myrdal la relación es inversa, esto es, el comportamiento de quien es pobre es debido a la pobreza y no a la inversa. La segunda interpretación se refiere a la geografía, que señala que los países son más subdesarrollados mientras más alejados se ubiquen de los países desarrollados. En Myrdal la pobreza se vive en determinados espacios, países y/o regiones, por razones diferentes a su ubicación geográfica. Y la tercera pone en cuestión que la pobreza sea causada por la raza o por las etnias.

Wyly vio que la primera de estas interpretaciones se difundió desde la prensa americana y coincide con Bauman en que esa difusión se inaugura con el uso del concepto de “infraclase” en la revista Time de agosto de 1977. Y, al igual que Bauman, concibe que esta postura periodística pone a la luz la creación de determinados valores en donde se posibilita una cultura que, al adoptar la forma de la normalidad, habría que cuestionar, por ejemplo, para ver críticamente aquella forma de pensar que promueve la sobrevivencia y, por tanto, el de la resignación a esa vida de sobrevivencia que, por ejemplo, fortalece y reproduce la pobreza.

A partir de esa publicación que, de modo sugerente, aparece en vísperas del cambio de modelo económico en el mundo, se publican diversos reportajes, entre los que destacan los del periodista del New Yorker , Ken Auletta quien, en 1982, reunió los suyos en un libro que apareció con el nombre de The underclass . En este libro define a la “infraclase” en el siguiente sentido: a) aquella población que vive una pobreza pasiva que se caracteriza por ser recipiente de apoyos sociales; b) las calles que habitan se caracterizan por vivir en el terror de la violencia, la delincuencia, la deserción escolar, las adicciones a las drogas y, en suma, que aparecen como amenaza para las ciudades; c) los que salen de la pobreza material mediante estafas y, en general, viven de la economía subterránea ( underground ) y d) los vagabundos y gente en situación de calle. En fin, se trata de algunos puntos que alimentan a la crítica al Estado de bienestar y que en Myrdal apareció como “mezcla de patologías” ( tangle of pathology ), a decir de Wyly, y que han caracterizado a esa forma de pensar, tanto en la vida cotidiana (desde la difusión de esas ideas en la población), hasta el impulso a determinadas políticas públicas y, por lo tanto, a formas determinadas de gobierno. Este trato popular y de gobierno sobre la “infraclase” incluyó a otro tipo de población como los migrantes, pero sobre todo se refiere a las demandas que Bauman conjugó en su concepto de “ética del trabajo” y que coincide con el de “des-industrialización” de Myrdal. La “infraclase” se trata, entonces, de población no dotada de capacidades y habilidades que la “objetiva” nueva vida exige en lo laboral hoy en día.

La contraposición a esta visión, que retoma la obra de Myrdal, proviene de la academia. Esta posición tiene en cuenta que la relación entre pobreza y raza o etnia no es sostenible. Por el contrario, estas delimitaciones tienden a diluirse en el simple término de pobreza. Para ellos, la pobreza abarca otros aspectos que, para conocerlos mejor, habría que tener en cuenta el concepto de “clase social”. Los individuos incluidos en este ámbito son aquellos que, efectivamente, se encuentran fuera de los procesos laborales debido a su falta de capacidades exigidas por el desarrollo industrial-tecnológico y, en todo caso, a su falta de responsabilidad por su propia existencia, es decir, se encuentran en la “pobreza pasiva”, propia de quienes, según esos académicos, dependen de los programas sociales.

Esta posición todavía es acorde con la visión tradicional liberal del pensamiento conservador al que se enfrenta, pero conecta con el planteamiento de Myrdal, al tener en cuenta que la “pobreza pasiva” se debía a la falta de empleos y la desconexión social e institucional de la fuerza laboral, que deja intacta la oferta democrática capitalista. Este problema podría resarcirse, según esta visión, si el gobierno emprendía un combate a la economía informal y subterránea y fortalecía la confianza de las instituciones y la asistencia pública. De esta manera, al igual que los neoliberales, esta corriente que tiene como referencia a Myrdal, coincide en que el problema es la actividad del Estado.

Aspectos fundamentales del método de Myrdal

Myrdal completó su estrategia de estudio o método en su libro The Asian drama , probablemente influenciado por su esposa Alva (Cherrier. Gunnar Myrdal and the scientific way to social democracy), también académica reconocida internacionalmente. El libro lo escribió Myrdal en su estancia en la India, cuando su esposa era la embajadora de Suecia en ese país. Stewart (Gunnar Myrdal’s methodology) resume el método alcanzado por Myrdal en los siguientes seis puntos, de acuerdo con la estructura que ese pensador sueco presenta en la introducción de su libro:

1. El “haz en nuestros ojos” (the ‘beam in our eyes’)

2. El elemento político en el análisis (the political element in analysis)

3. La cuestión de los valores y la definición de desarrollo (the question of values and the definition of development)

4. El sistema social y sus cinco mayores categorías (the social system and its five major categories)

5. Un movimiento tentativo hacia la multidisciplinariedad (a tentative move towards multidisciplinarity)

6. La aplicabilidad de la economía occidental (the applicability of Western economics).

Esta es, sin duda, una síntesis y una estrategia de parte Stewart para conocer la obra de Myrdal y también es cierto que estos puntos están en The Asian drama . Sin embargo, lo que es más destacado por Myrdal en la introducción de su libro son dos cosas: a) que su método es el institucional y b) la estructura de la introducción tiene tres sugerentes puntos. El primero es The beam in our eyes . El segundo es The region y el tercero es Value premises and valuations , lo cual sugiere los tres temas que estructuran su método: primero, la situación de la ciencia social y, en particular, de la economía, y el tema principal de esta (el desarrollo) impulsada por los cambios políticos que se suscitaron a partir de la construcción del muro de Berlín en 1961. Pero, en segundo lugar, está la preocupación personal de Myrdal por la pobreza que, en conjunto o regionalmente, se expresa en subdesarrollo. Pero Myrdal considera necesario que, en tercer lugar, el interés del investigador quede expresado en “premisas de valor” (“explicit value premises”).

Lo anterior implicaría, según Myrdal, la reconsideración de las categorías que la ciencia económica utiliza para analizar realidades sociales. Si se trata de analizar a los países subdesarrollados, las categorías que se utilizaron para los desarrollados son inapropiadas. Y también lo son las que se utilizan para el mundo occidental cuando se quieren encontrar en realidades del mundo no-occidental. Más allá de que con “occidental” ( Western ) Myrdal se refiera a los países “no comunistas”, como afirma Stewart, lo explícito en la introducción de The Asian drama es que se refiere a que la ciencia de la economía debe situarse contextualmente, lo que incluye, al menos, modos y niveles de vida, actitudes, instituciones y cultura. Es decir, los problemas sociales no pueden ser abstracta y puramente económicos, eso, según Myrdal, es un artificio sin sentido. La ciencia económica propiamente tal reconoce que no existen problemas puramente económicos. Y, aún más, esa objetividad, es decir, esa superación del artificio incluye la valoración y valuación, tanto de la realidad a la que se estudia y en la que se trabaja, como de quien la estudia y trabaja. Esta objetividad es parte de lo que se conoce y se inserta en el ejercicio que acompaña a la ciencia de la economía: la “filosofía del conocimiento”. Con esto cierra la introducción a The Asian drama , un estudio sobre una realidad regionalmente situada, lo que hace necesaria una exposición metodológica en particular. En el desarrollo de esa exposición, se descubren los aspectos de la “infraclase” antes expuestos, que se resumen, pues, en esa marginación del bienestar que ofrece el capitalismo.

Los puntos que plantea Stewart como estructuradores del método científico de Myrdal están contenidos en esta sumaria exposición del autor en sus tres puntos. Pero Stewart los sistematiza más que Myrdal mismo, para lo cual debe recurrir a textos previos de Myrdal y, así, introducir en este apartado de Beam in our eyes el tema de la normatividad y la positividad de los conceptos científicos, algo que dejó Myrdal de lado o, en todo caso, implícito. Lo que aparece en vez de ese planteamiento normativo es el relativo a la objetividad dada por el contexto, esto es, por el objeto mismo sobre el que se actúa, no solo como un mero observador, sino como alguien que, a la vez que estudia su objeto, propone los mecanismos de transformación como un segundo paso apegado a lo que ese objeto (como diría Hegel) le posibilita según su legalidad, dada por su objetividad.

Stewart relaciona esa objetividad con lo político, lo que puede llevar al institucionalismo, dada la consideración de los deberes del Estado, por una parte, y de la formación de la normatividad desde el Estado. Esta normatividad y deberes, sin embargo, parecen alejados del planteamiento ético de Myrdal, el cual estaría mayormente referido a los académicos e investigadores: la ética da sentido y lógica a los aparatos conceptuales, pero también deja ver el sesgo al que están sometidos y al que someten sus investigaciones. En todo caso, existiría el deber del investigador de promover las soluciones del subdesarrollo y del gobierno de implementar las medidas necesarias, es decir, una planeación y trabajo que pongan en evidencia la mejora de las instituciones y las actitudes, así como la consolidación nacional, la independencia y la democracia, y la integración de un sistema social cuya operación tenga una visión integral, no es suficiente, por ejemplo, hablar de que ese desarrollo solo se alcanza mediante el acto economista de la inversión, aunque esta se hiciera en nuevas tecnologías. Se requiere de mejor educación, mejor nutrición de los trabajadores, mejores actitudes respecto del trabajo que se desempeña, etc. La sola inversión no garantiza los otros factores. Es necesario, por ejemplo, que la masa de la población comparta la modernización y los valores que han sido convertidos en exclusivos de una élite. En este escenario multidisciplinar es que deben actuar las instituciones y las propuestas de los investigadores (incluidos los economistas), mediante valores, normas y estructuras.

Tales valores, normas y estructuras no pueden sino tener un origen y desarrollo local, al cual los investigadores deben observar cuando hacen sus estudios y propuestas, lo mismo que las instituciones cuando implementen acciones y/o políticas sociales. En suma, es posible descubrir que Myrdal propone y promueve una visión más amplia sobre el desarrollo y, por lo tanto, lo redefine frente a visiones parciales e instrumentales.

Conclusiones

Myrdal no solo invita a descubrir la “infraclase” como un concepto, sino que sugiere la actividad social y política que combata las causas de su existencia. Pero aquel es un primer paso, el cual requiere una definición valorativa, ética, abierta y sincera que posibilite la objetividad tanto para el conocimiento como para las acciones contra la existencia de la “infraclase”. Eso define a la ciencia social. Es por ello fundamental para el método científico social ese apego a la realidad desde sus resultados efectivos, que definen el desarrollo en un más amplio sentido: el de sus efectos.

En este sentido, cabe destacar otro aspecto que día a día toma hoy relevancia. Desde la obra de Myrdal, Stewart alude al desarrollo económico y su relación con el medio ambiente. Hirvilammi (The virtuous circle of sustainable welfare as a transformative policy idea) intenta una exposición de lo influyente que resultó esta derivación del tema del medio ambiente de la obra de Myrdal. Lo extrae de una exposición circular que reconoce como de “causación cumulativa circular”, que se aleja del paradigma actual de “crecimiento económico” y que Myrdal expone en su Teoría económica y regiones subdesarrolladas . Tanto Stewart como Hirvilammi conciben que la teoría de Myrdal re-emerge en la medida en que pareciera entrar en crisis el modelo de economía de mercado e instrumentalista, dada la disparidad entre el crecimiento económico y los beneficios sociales, lo cual se muestra no solo en desigualdades sociales in crescendo , sino en afectaciones al medio ambiente. Lo circular de la economía implica el cuidado en que los efectos sean propios de un círculo acumulativo virtuoso y no “vicioso”, por lo que el crecimiento económico debe atender al resto de los problemas sociales, incluido el cuidado al medio ambiente.

Stewart cree en la posibilidad del triunfo de la teoría de Myrdal en la medida en que esos problemas no solo son de (o afectan a) a los llamados países no desarrollados, sino también, y sobre todo, a los desarrollados, teniendo en cuenta la medida instrumental que se tiene para definir ese desarrollo. Myrdal había ya planteado algunos de los temas que ahora desarrolla la economía propia del modelo de desarrollo actual neoliberal, pero mediante un método holístico, multidisciplinario, social y circular. Según su planteamiento, la solución a los problemas económicos es, sobre todo, también social. Incluye el abatimiento de la apatía política, el combate a la ignorancia, a la corrupción y al impulso a delinquir motivado por la pobreza que aquellos problemas generan. Esto no implica que han de hacerse a un lado los aspectos que en economía se consideran “técnicos”, sino que habría que replantearlos éticamente, destacando valores como el de la justicia. Kanbur narra las dificultades que tuvo para encontrar la obra de Myrdal en las bibliotecas universitarias. Pero es probable que la obra del gran pensador sueco sea recordada y, en ciertos aspectos, retomada nuevamente ahora en que parece surgir el interés por modificar la concepción y el modelo de desarrollo social.

Bibliografía

Bauman, Z. (2007). Vida de consumo . Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

Habermas, J. (1973). Teoría analítica de la ciencia y dialéctica, pp. 147-180. En: T.W. Adorno. La disputa del positivismo en la sociología alemana . Ediciones Grijalbo. [ Links ]

Myrdal, G. (1977). The Asian drama . An inquiry into the poverty of nations . Pelican Books. [ Links ]

Received: August 14, 2022; Accepted: December 02, 2022

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