Introducción: Pensar el pentecostalismo en perspectiva teológico pastoral
La producción bibliográfica acerca del pentecostalismo en América Latina es cada vez mayor. Por lo mismo, como se suele advertir, abarcarla en su totalidad es una tarea muy difícil. La mayor parte de las publicaciones las podríamos clasificar en aquellas que tienen una perspectiva sociológica o de las ciencias sociales; otras, en creciente producción, las de orden más teológico pastoral. Lo interesante es que estas últimas están siendo desarrolladas por parte de los propios cristianos pentecostales. No obstante, y felizmente, son cada vez más los cristianos católicos quienes se atreven a compartir sus análisis y propuestas, emanadas de los encuentros y diálogos que se tienen con representantes pentecostales (pastores y teólogos). Estas últimas, generalmente, tienen un doble propósito. Por una parte, darles voz a los pentecostales con la finalidad de conocerlos y darlos a conocer entre los católicos, de modo de superar los prejuicios e integrando un análisis de sus contenidos teológicos. Por otro lado, suelen presentar los desafíos pastorales y ecuménicos que este movimiento plantea a la Iglesia católica, incluido el aporte que aquellos pueden ofrecer al propio proceso permanente de renovación eclesial y pastoral. Diríamos que tenemos la posibilidad de aprender de la experiencia y voz de estas comunidades jóvenes y dinámicas.
En otras ocasiones (Merino Beas, 2011) me he referido a la importancia del hecho de que la producción bibliográfica sobre el pentecostalismo, que se hacen desde las ciencias sociales, sea acompañada de un análisis y discernimiento teológico. La fenomenología del hecho pentecostal no es suficiente para su comprensión, puesto que se trata de creyentes. Es, por tanto, necesario un acercamiento desde la sabiduría de la fe (teología) y desde la autocomprensión de los propios pentecostales. También, es muy importante su discernimiento y comprensión desde el conjunto de los creyentes cristianos (Iglesias históricas, evangélicas, etc.). Por otra parte, se requiere un acompañamiento y animación pastoral en perspectiva ecuménica, que pase de la intención de los documentos a la acción concreta. El diálogo y el ecumenismo espiritual entre los creyentes cristianos que invocan al Dios Padre de Jesús es una tarea permanente y necesaria, más que nunca en nuestras sociedades plurales y culturalmente diversas. En este punto están siendo un aporte las distintas redes de trabajo académico - pastoral que hay en América Latina, compuestas en su mayoría por pentecostales, por nombrar algunas: La Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales (RELEP); El Foro Pentecostal Latinoamericano (FPL) y La Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Estas redes tienen la particularidad de que, en su mayoría, los pentecostales que las integran tienen una apertura al diálogo ecuménico o interconfesional o interdenominacional (como prefieren llamarlo la mayoría de pentecostales); además, sus miembros cuentan con una preparación académica, ya sea en teología o en ciencias sociales. Cabe señalar que, en el caso del FPL, esta cuenta con el patrocinio del Foro Mundial de Iglesias y con apoyo financiero del mismo para sus encuentros.
Los cristianos en su diversidad de denominaciones están llamados a dar un testimonio común del evangelio, están integrados en la ciudadanía de cada país o territorio y desde ahí pueden aportar al bien común y a la construcción de la paz. Igualmente, se requiere una reflexión y acción en el horizonte de una pastoral ecuménica que anime y acompañe estos procesos. Poco a poco las publicaciones se van haciendo cargo de esta necesidad, yendo más allá de una perspectiva únicamente sociológica, integrando análisis interdisciplinares e interconfesionales, que integran la reflexión teológica.
1. Análisis del pentecostalismo en perspectiva ecuménica. Publicaciones recientes en lengua castellana en América Latina
Las páginas que siguen analizarán publicaciones que, en los últimos años, en diverso grado y perspectiva epistemológica, se hacen cargo de este planteamiento y ayudan en el proceso de un necesario abordaje inter y trans disciplinar. Las he escogido, porque se trata de libros hechos con reposo y todas intentan ofrecer una mirada a lo que ocurre en América Latina con el pentecostalismo en el ámbito de habla castellana, recogiendo muchas de las propuestas que se han hecho en publicaciones de revistas, permitiendo una valoración sistemática de la situación del pentecostalismo latinoamericano. En mi análisis, seguiré un orden cronológico de publicación de estos trabajos e intentaré destacar sus principales aportaciones al diálogo ecuménico entre católicos y pentecostales de una manera sistemática.
1.1. Ecumenismo y cultura del encuentro
La principal revista de teología pastoral de América Latina y El Caribe, Medellín, publicó un número monográfico titulado: Diálogo ecuménico y experiencias de inculturación: hacia una cultura del encuentro (2017). Esta revista es del Centro Bíblico, Teológico y Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano, el cual tiene dentro de sus lineamientos el objetivo de animar el diálogo ecuménico en América Latina y El Caribe desde la perspectiva católica. En este sentido, recogiendo el magisterio del Papa Francisco, los obispos católicos latinoamericanos acogieron las categorías de “cultura del encuentro” y de “conversión pastoral” que ha propiciado el magisterio papal, aplicándolas, aunque no exclusivamente, al diálogo ecuménico. Este número recogió seis trabajos que aportaron a la temática. El hilo conductor de las contribuciones fue: abrir perspectivas de cómo el diálogo y desafío ecuménico entre los cristianos de las Iglesias históricas, los evangélicos y los pentecostales están llamados a contribuir a la construcción de una cultura del encuentro en nuestras sociedades plurales, para aportar desde ahí al diálogo social, al bien común, a la justicia y la paz.
La intención de este número monográfico fue acoger la propuesta del Papa Francisco de construir juntos una cultura del encuentro en una sociedad que deja tantas personas caídas en el camino y donde se construyen cada vez más muros que excluyen. En este contexto, los cristianos estamos llamados a ser constructores de una cultura del encuentro y enfatizar un ecumenismo que recoja la necesidad de caminar juntos en el testimonio del evangelio (Awi, 2017). En este sentido, podríamos afirmar que este número de la revista Medellín anticipó la perspectiva de la Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco (2020). Como sabemos ésta contiene un llamado a construir una cultura del encuentro bajo las categorías de fraternidad universal y amistad cívica, que permita a los cristianos aportar como compañeros de camino a una sociedad más justa, la construcción de la paz y la solidaridad, destacando un proyecto común que acoja la diversidad.
La categoría cultura del encuentro es de larga data en el pensamiento del Papa Bergoglio, sus implicancias para el ecumenismo son directas y es la base antropológico-social desde donde permanentemente nos llama al diálogo y al encuentro con el otro:
Para recuperar el encuentro, el instrumento quizás más apto es el diálogo. Despertar la capacidad de diálogo. Cuando uno recupera la alteridad en el encuentro, empieza a dialogar, y dialogar supone no sólo oír sino escuchar. Recuperar esa capacidad de escucha. El otro, aunque ideológicamente, políticamente o socialmente esté en la verada de enfrente, siempre tiene algo bueno que dar y yo algo bueno que darle. En ese encuentro se construye una síntesis creativa y fecunda. (Fares, 2014: 51-52)
En este sentido, el Papa une a las razones teológicas de la búsqueda de la unidad de los cristianos y al deseo de Jesús de la unidad (Jn 17, 21), fundamentos de tipo antropológico-sociales que, a su vez, aportan al sueño de una fraternidad, no sólo cristiana, sino universal, buscando construir un proyecto común de humanidad y sociedad, donde los cristianos estamos llamados a ser protagonistas.
En este proceso, las Iglesias y comunidades cristianas, debemos reconocer la centralidad de las categorías de conversión pastoral y de ecumenismo espiritual (Scampini, 2017), manteniendo, a su vez, la comprensión de un ecumenismo vital y del camino (Polanco, 2017) que involucre a todo el pueblo de Dios. El Papa Francisco lo explica de la siguiente manera:
Tantas veces pensamos que el trabajo ecuménico es solamente aquél de los teólogos…; este es muy importante. Pero, mientras tanto, el ecumenismo se hace caminando. Y caminando con Jesús, no con mi Jesús contra tu Jesús, sino con nuestro Jesús. El camino es simple: se realiza con la oración y con la ayuda de los demás…Este es el ecumenismo. Esta es la unidad. Unidad caminando con Jesús. (2016).
En este ecumenismo del camino no pueden quedar fuera los cristianos pentecostales. Sabemos que la tarea es ardua, y un gran signo lo constituyen los diálogos católicos-pentecostales clásicos. Caminar juntos constituye un signo magnífico del ejercicio de la fraternidad cristiana y una oportunidad propicia para el enriquecimiento mutuo desde una acentuación pneumatológica.
Sobre este tema el número monográfico aporta un artículo (Maçaneiro, 2017) con las perspectivas más recientes del diálogo oficial entre católicos y pentecostales clásicos, destacando el protagonismo del desarrollo de la pneumatología, así como el primado de la caridad cristiana en el ejercicio de discernir estos carismas. Ciertamente, en el diálogo con los pentecostales, el ecumenismo del Espíritu y el protagonismo del Espíritu Santo constituye una fuente concordante y segura, que aporta muchas posibilidades para un diálogo fructífero (Merino, 2018). Las implicancias pneumatológicas para un diálogo católico-pentecostal es algo que pienso debe desarrollarse más, constituye por tanto un desafío abierto.
1.2. Diálogo desde la fe común: Bautismo trinitario, Palabra de Dios, eclesiología de comunión y ecumenismo espiritual
La inclusión de los pentecostales al diálogo ecuménico no ha sido un camino fácil, ni para los mismos pentecostales ni para las Iglesias históricas, incluida la Iglesia católica. Nuestra historia en común ha estado tejida, en los distintos países y territorios, por recelos, desconfianzas, descalificaciones de todo tipo que no son fáciles de sanar. Junto a esto, el paso de considerarlos desde sectas a hermanos ha sido algo que muchos aun recelan. Cuando repasamos la posición católica hacia los pentecostales, constatamos que hasta prácticamente entrado el nuevo milenio aún los textos los señalan bajo la categoría de sectas. Pero ciertamente, esto ha ido cambiado gracias a un mejor conocimiento de su identidad y la misma producción teológica creciente de los pentecostales. No obstante, la heterogeneidad de sus configuraciones eclesiales, el hecho de que sea un movimiento aun joven desde la perspectiva moderna (algo más de cien años), la naturaleza de sus acentuaciones de la fe y vivencia cristiana dificultan, no sólo encontrar interlocutores para un diálogo, sino que la propia exposición de la fe pentecostal es algo que está en producción. Tampoco se puede desconocer que existen comunidades pentecostales que mantienen una cerrazón y recelo hacia el movimiento ecuménico e incluso al diálogo con denominaciones cristianas evangélicas y pentecostales diversas.
No obstante, el camino hecho hasta ahora y la maduración de las mismas comunidades pentecostales, permiten reconocer que hay unos mínimos comunes que no se pueden negar. Algunos de esos principios son: la fe en Jesucristo como Señor y salvador; la Sagrada Escritura como norma de vida; la centralidad del Espíritu Santo; el camino del discipulado; la conversión y la santidad. Acoger estos principios o categorías cristianas, más el permanente llamado a la primacía de la caridad, interpelan a los cristianos católicos a tener una nueva mirada hacia los diversos pentecostales y, claro está, siempre queda abierto el desafío de la reciprocidad. Es decir, la necesidad de que los diversos pentecostales tengan esta misma mirada hacia los cristianos católicos.
En este sentido, hace pocos años escribí un pequeño libro que pretende ser un aporte en este sentido, titulado: Católicos y Pentecostales. Caminos para la fraternidad cristiana y el testimonio común del evangelio (Merino, 2017a). Allí ofrecí una sencilla síntesis de las acentuaciones teológicas de los pentecostales y algunos criterios para discernir caminos para un testimonio común del evangelio; además, sostuve la tesis de que el ecumenismo queda bien expresado bajo la comprensión del mismo como ejercicio de la fraternidad cristiana.
¿Cuáles son los principales puntos que fundamentan un diálogo ecuménico entre católicos y pentecostales? En el libro, se proponen las siguientes:
a) Reconocer y haber recibido el bautismo trinitario. Lo cual, ciertamente, problematiza la situación de aquellos pentecostales unitarios, es decir, los que bautizan solo en el nombre de Jesucristo. El bautismo trinitario permite comprendernos básicamente como hermanos, en grados de comunión diferenciados y discerniendo en cada caso otros aspectos de la profesión de la fe, los ministerios y el régimen eclesial. Pero, ciertamente, el bautismo y fe trinitaria son un piso mínimo que nos acerca como hermanos de camino.
b) La eclesiología de comunión (Concilio Vaticano II y Documento de Aparecida) y la eclesiología del Pueblo de Dios (Concilio Vaticano II y el magisterio del Papa Francisco), abren perspectivas para su discernimiento. La eclesiología de comunión y del Pueblo de Dios permiten hacer una valoración de su eclesialidad que los integra dentro del diálogo ecuménico, y no ser entendidos como una religión distinta y, por tanto, diferenciarlos de un diálogo interreligioso.
c) El lugar que ocupa en el diálogo entre católicos y pentecostales la Palabra de Dios es central. Aunque existen posiciones hermenéuticas dispares, no obstante, es el punto de partida, fundamento de la fe y del diálogo teológico común.
d) El protagonismo del Espíritu Santo como el hacedor de la unidad. Pudiendo hablar de un ecumenismo del Espíritu y priorizando un ecumenismo espiritual, que acentúe la oración en común, orar juntos para pedir la unidad y alimentar la estima y fraternidad cristiana. Así como también, un ejercicio de la práctica de la fe en la adoración y el testimonio. Con una acentuación en el discipulado, la misión y la santidad de vida.
Estas posibilidades, entre otras, las ha ido abordando el diálogo conjunto católico-pentecostales clásicos, por ello, el libro presentó un resumen de estos diálogos en sus temas y alcances; también presentó una bibliografía básica que permite profundizar en el pensamiento pentecostal, sobre todo, como se presenta en América Latina.
1.3. Contribución de la metodología del ver, juzgar y actuar para el discernimiento de los desafíos pastorales del pentecostalismo
Tal y como nos ha enfatizado el Papa Francisco en párrafos arriba, el ecumenismo no se hace en un escritorio, sino en el ejercicio de la fraternidad cristiana. Los cristianos de diversas denominaciones se encuentran en la vida diaria de nuestros pueblos, ciudades y comunidades. Hay allí una riqueza que hay que acompañar. Cobra aquí protagonismo una pastoral ecuménica que requiere de una metodología y actitudes nuevas. En este sentido, podemos destacar el libro: Las Iglesias Pentecostales y los Movimientos Carismáticos en Guatemala y América Central, como desafío para la Iglesia Católica (Eckholt & Valenzuela, 2019). Es conocido que, además de en Brasil, donde más ha crecido el pentecostalismo es en Centro América, de ahí la importancia de este libro que publica los resultados del Congreso realizado en Ciudad de Guatemala entre el 9 y 11 de agosto de 2018. Lo hace más interesante, el hecho de que uno de los convocantes es el grupo científico de trabajo para las tareas de la Iglesia mundial de la Conferencia Episcopal Alemana, la cual desde la década del noventa viene estudiando el fenómeno de los nuevos movimientos religiosos. Otro aspecto interesante es que aporta en sus estudios los análisis desde las ciencias sociales. Acentuando, la relación que se está dando entre el movimiento pentecostal y la política; así como lo que se ha denominado el éxodo de católicos hacia los movimientos pentecostales y/o de católicos a movimientos carismáticos.
Dentro de todo lo que podríamos destacar de esta obra, en este artículo acentúo la metodología del ver, juzgar y actuar aplicada al discernimiento del pentecostalismo y a una pastoral en perspectiva ecuménica. Esta metodología ha permitido dar cuenta descriptiva y hacer un discernimiento del desarrollo e impacto del pentecostalismo a la Iglesia católica, como también, su papel en los cambios sociopolíticos. Su perspectiva de análisis muestra un cambio en la percepción del movimiento pentecostal que supera la perspectiva que por largo tiempo se sostuvo y que lo comprendía bajo la categoría de sectas. Más bien, aborda el movimiento pentecostal como un signo de los tiempos que plantea posibilidades a la propia Iglesia católica de renovación de la fe en este cambio de época y en medio de las sociedades complejas. Se busca, por tanto, más que debatirlos o combatirlos, realizar un proceso de discernimiento interdisciplinar del pentecostalismo, de encuentro y diálogo siguiendo la metodología pastoral del ver, juzgar y actuar.
Este cambio de visión ha permitido superar el paradigma del enfrentamiento o la actitud de defensa de la fe, para pasar a una actitud de diálogo abierto y de autocrítica, incluso de aprender de ellos. En este sentido, se ha ampliado el rango del diálogo ecuménico, incluyendo al movimiento pentecostal y carismático, siendo conscientes de su heterogeneidad y dificultades. Esta misma línea es la que ha seguido el Consejo Episcopal Latinoamericano (Merino, 2017b).
Esta metodología pastoral está impulsando dentro de la Iglesia católica un análisis del movimiento pentecostal en la línea de discernir cómo se está haciendo la propia pastoral, la teología y la relación con la diversidad de culturas. Sobre todo, teniendo en cuenta que en sus bases populares es donde más se ha desarrollado el pentecostalismo, dando cuenta de la necesidad de dar un mayor impulso a los procesos de inculturación del evangelio, la renovación de la fe y la conversión pastoral. En este sentido, las propuestas de la Conferencia de Aparecida (2007) en orden a una conversión pastoral en clave de comunión y discipulado misionero, coinciden plenamente con los desafíos que el pentecostalismo le está presentando a la pastoral católica. Lo mismo podemos ver con los énfasis del magisterio del Papa Francisco, por destacar algunos: una Iglesia en salida y misericordiosa, que supere la mundanidad espiritual, una Iglesia pobre y para los pobres, acogedora, sinodal, participativa e inculturada (Francisco, 2014; Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, 2020).
1.4. Reconocer al otro. Voces pentecostales
Junto con los fundamentos teológico-bíblicos del ecumenismo son muy importantes las actitudes humanas y la coherencia de la fe con la vida. Dentro de ello, qué duda cabe que es muy importante para el diálogo que exista reconocimiento del otro y reciprocidad respetuosa, escucha mutua y encuentro. Se requiere escuchar al otro con respeto, reconocer la diversidad y, por su puesto, ser escuchado y reconocido. Señalo estas como actitudes humanas y cristianas, porque no se trata en ningún caso de renunciar a la búsqueda de la verdad o de un falso irenismo. Al contrario, ¿Cómo podríamos caminar juntos, acoger la verdad del evangelio en diálogo y desde las riquezas de nuestras experiencias espirituales, si no nos escuchamos y nos encontramos? La fe cristiana no es individualista, sino que hemos sido convocados como Pueblo de Dios y caminamos juntos hacia la consumación. Por otra parte, los diversos cristianos somos también ciudadanos y estamos llamados a aportar al bien común. Fe y ciudadanía nos convocan.
Un primer paso en este camino de reconocer la diferencia es escuchar y conocer al otro, ver y discernir su presencia, orígenes, historia, desarrollo y sus experiencias de fe. En este sentido doy gran importancia a un reciente libro de alcance Latinoamericano, realizado por pentecostales: Sociología del Pentecostalismo en América Latina (Mansilla & Mosqueira, 2021).
Me parece que es una obra fundamental y madura para quienes se inician en el estudio del pentecostalismo en Latinoamérica, porque el primer paso metodológico es “ver” la presencia del pentecostalismo. El libro nos ofrece un mapeo de 16 países (México, Haití, Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Cuba, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Paraguay, Brasil, Uruguay, Argentina y Chile) con una mirada que, además de mostrarnos su presencia, origen y desarrollo, nos ofrece un panorama de la investigación sobre el mismo desde 1967 a la actualidad. La obra se posiciona desde la investigación sociológica y crítica, ofreciendo una visión amplia del cambio social y religioso, abriéndonos una ventana para mirar cómo el pentecostalismo fue surgiendo en las naciones que abarca el estudio. Nos muestra el lento proceso que va desde su invisibilidad a su reconocimiento social y cristiano. Evidenciando su raigambre en los sectores más desfavorecidos, incluida su presencia entre los pueblos originarios. Joanildo Burity ha señalado en la introducción del libro:
Así, una sociología del pentecostalismo apunta a su agencia diferenciadora, productora de pluralidad, inicialmente religiosa y, más recientemente, ético-política. Pluralidad irreductible -pentecostalismo como movimiento- y no, como se intentó interpretarlo, en la clave de la alienación y del sectarismo, asumiendo formas y expresiones variables en cada coyuntura y cristalizándolas a lo largo de su trayectoria histórica, solo que tensadas o adaptadas por nuevas emergencias intra y extra eclesiales (Mansilla & Mosqueira, 2020: 18).
Como complemento necesario a la visión sociológica, le sigue otra obra riquísima que, a mi modo de ver, resume la reflexión pentecostal realizada por autores que desde hace años vienen alentando el pensamiento propio del pentecostalismo en su interacción social, religiosa y política; sistematizando y haciendo oír las voces del pentecostalismo, muchas veces silenciado y marginado. Se trata del libro: Pensando el Pentecostalismo. Drama, protesta, migración y desencanto religioso (Mansilla & Orellana, 2021).
Miguel Ángel Mansilla y Luis Orellana son dos estudiosos pentecostales que desde hace años están contribuyendo a la sistematización y visibilización del pentecostalismo, no sólo chileno, sino Latinoamericano. Lo han hecho, a partir de sus especialidades en las ciencias sociales, pero han dado voz a la identidad pentecostal también desde su entraña religiosa. Esta publicación constituye, por tanto, una obra sistemática y una especie de síntesis de los planteamientos que han venido investigando. Mostrando un movimiento al interior del pentecostalismo que supere las dicotomías modernas de la teoría religiosa, que sumergieron por mucho tiempo la identidad pentecostal en su oposición-diferenciación del catolicismo, para abrir paso a una perspectiva que integre el pensamiento del pentecostalismo en sí mismo, desde sus propias voces.
Desde esta perspectiva, pienso que hacen un aporte al ecumenismo yendo más allá de la perspectiva polémica, para dar paso al diálogo desde la autocomprensión pentecostal en su diversidad de identidades. De hecho, los autores son parte e impulsores de varias redes de estudios del pentecostalismo que integran a autores católicos. Dándose una interesante interdisciplinariedad (ciencias sociales, sobre todo, la antropología cultural y la sociología; pero también la teología) e interconfesionalidad.
Como he señalado, son autores que vienen contribuyendo al estudio del pentecostalismo desde larga data, pero en palabras suyas en esta obra quieren:
Reflexionar sobre el pasado teórico y conceptual de los estudios pentecostales. Pero, fundamentalmente queremos correr el riesgo de proponer un conjunto de conceptos para reflexionar y pensar el pentecostalismo en la actualidad. Sobre todo, frente a un nuevo contexto como es la globalización o nuevos fenómenos como: las crisis migratorias, políticas y las pandemias…En las próximas décadas se acentuarán las crisis medioambientales, migratorias, desplazamiento de personas, nuevas pobrezas, desempleos y aumento de la incertidumbre, los miedos sociales o la precariedad que harán del pentecostalismo una minoría religiosa en permanente crecimiento en América Latina. Pero también, el crecimiento de conflictos con minorías sexuales, feministas y derechos de minorías religiosas, así como el aumento del populismo y el fundamentalismo político que pondrán al pentecostalismo en el centro de las discusiones académicas. Será conocida como una religión diversa, por un lado; pero reconocidas por sus extremos conservadores, por otro lado (Mansilla & Orellana, 2021: 15-16).
El libro nos presenta una excelente síntesis de algunas categorías que encontramos repartidas en diversos trabajos. Destaco las siguientes ideas:
a) La crisis de los paradigmas socioreligiosos con que a partir de la década del sesenta se estudió el fenómeno del movimiento pentecostal y carismático, y la aparición de nuevas perspectivas;
b) El énfasis en la predicación y el cambio de vida santificada que acentúa el pentecostalismo (“la vida es un púlpito”);
c) El itinerario de la denominada pentecosfobia con que ha sido tratado el pentecostalismo por parte de las Iglesias históricas y las distintas denominaciones evangélicas;
d) El proceso que va desde ser protestantes marginados a ciudadanos con voz social;
e) El pentecostalismo como religión de migrantes en sus comienzos y actual desarrollo;
f) El postpentecostalismo o desencanto religioso de los pentecostales y la crisis de institucionalidad;
g) El proceso del pentecoscentrismo al transpentecostalismo;
h) La pluralidad pentecostal.
Finalmente, otro autor (pentecostal) importante para la sistematización de la comprensión del pentecostalismo en América Latina en lengua castellana es Bernardo Campos. Él ha publicado recientemente el libro: Del Cielo a la Tierra: Presencia y ausencia de los pentecostales en la vida social y política de América Latina. Cambios en la oferta de salvación (2021). Esta obra nos presenta la identidad y diversidad de pentecostalismos en América Latina, incluida una taxonomía muy útil de sus diversas vertientes e identidades, que permiten tener una excelente panorámica y adentrarse en el tema. A partir, de esta panorámica, nos ofrece la inclusión del pentecostalismo en la esfera política en América Latina. Asumiendo, también, los rostros y aportes del pentecostalismo en el proceso del cambio social en nuestro gran continente.
En su obra, Campos nos convoca a realizar una reflexión y diálogo fraternal sobre nuestra comprensión y compromiso, tanto de lo cristiano-pentecostal, como del aquí y ahora del gran tema bíblico-teológico del Reino de Dios. Se aproxima a él con propuestas bíblico-teológicas renovadoras y analizando la praxis socio-espiritual del pentecostalismo. Como él señala, en su obra problematiza el siguiente dilema:
Si el mayor aporte de las iglesias en las sociedades pasa por su participación en la vida política o si por el fortalecimiento de los pocos espacios de organización comunitarios, es decir, por el fortalecimiento de la sociedad civil actualmente en proceso de reorganización. (Campos, 2021: 19)
Analiza este dilema con un discernimiento desde lo teológico (no sólo sociológico) y, a partir, de un tema compartido por los cristianos, a saber: cómo se relaciona la iglesia con el mundo. Esta obra es, por tanto, un excelente aporte desde lo pentecostal a esta cuestión que no se puede soslayar en la reflexión y el discernimiento ecuménico.
2. A modo de conclusión abierta: Ecumenismo incompleto sin los pentecostales. Un desafío permanente para los cristianos latinoamericanos
Los datos sociológicos nos muestran que los cristianos que más crecen en América Latina son los pentecostales y los movimientos carismáticos al interior de las Iglesias históricas; aunque hay un estancamiento en este crecimiento, no se puede soslayar el hecho de que la mayoría de los cristianos latinoamericanos que no son católicos, lo son de alguna denominación pentecostal. Por esta razón, un ecumenismo que no los tenga en cuenta es incompleto. Sobre todo, si estamos buscando superar los reduccionismos simplistas que nos amarraban a los binomios: sectas/denominación y polémica/diálogo.
Se acaba de publicar un libro en colaboración con participación de 19 investigadores latinoamericanos del área ecuménica que nos ofrece una perspectiva del estado actual del ecumenismo en América Latina: Ecumenismo. Un panorama latinoamericano (Arenas & Polanco, 2021). Es una obra esperada, porque teníamos trabajos locales y la mayoría en revistas, pero no contábamos aun con una perspectiva general y amplia desde la visión católica.
La obra ofrece una panorámica que abarca, tanto un tratamiento de la historia del movimiento ecuménico, como los desarrollos locales de las praxis ecuménicas en varios países (Argentina, Paraguay, Brasil, Perú y Chile). Por otra parte, el texto integra una discusión teológica e incluye las perspectivas de futuro del ecumenismo en el marco amplio latinoamericano.
Me parece que una de las novedades que aporta este trabajo es que no sólo nos da una perspectiva general, pero profunda, sino que incluye la reflexión sobre la cuestión actual del ecumenismo latinoamericano en relación con el movimiento pentecostal y los temas que quedan abiertos para seguir el camino ecuménico en América Latina.
El libro cuenta con dos trabajos específicos dedicados al pentecostalismo. El primero realizado por Marcial Maçaneiro, lleva por título: “Católicos y pentecostales en reconciliación: diez años del Encristus - Brasil” (Arenas & Polanco, 2021: 355-375), el capítulo se enmarca en la experiencia brasileña a través del camino que ha seguido el grupo “encuentros de cristianos en búsqueda de la unidad y santidad”, llamado “Encristus”, nacido el año 2007 en Sao Paulo. Se trata de una plataforma fraternal, compuesta por cerca de 28 denominaciones pentecostales-carismáticas que realizan su convicción ecuménica centrada en la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la recíproca edificación. Su énfasis está en el diálogo y el encuentro a partir del ecumenismo espiritual, buscando generar espacios de reconciliación entre los cristianos a través la estima recíproca.
La segunda contribución en el ámbito del ecumenismo con pentecostales es de mi autoría: “Pentecostalismo en América Latina. Panorámica” (Arenas & Polanco, 2021: 377-401) y ofrece una visión global de la situación del pentecostalismo latinoamericano. Además, de presentar las principales características doctrinales, el trabajo presenta una síntesis de la praxis ecuménica entre católicos y pentecostales, así como, el aporte de distintos autores, redes y publicaciones realizadas por pentecostales. Todo lo cual, permite tener una buena panorámica y adentrarse en el mundo del movimiento pentecostal y sus características.
Los editores nos han ofrecido en el capítulo conclusivo del libro una evaluación del panorama y cuestiones abiertas y/o pendientes del ecumenismo en América (Arenas & Polanco: 2021, 419-456), síntesis que comparto y al cual agrego algunas nuevas en este artículo a modo de conclusión:
¿Qué podríamos destacar?
a) La posibilidad de escribir una narrativa del cristianismo latinoamericano en clave ecuménica;
b) El hecho de ir más allá de una experiencia de diversidad reconciliada hacia una experiencia de encontrarnos en un terreno común, superando la narrativa de una hegemonía católica para un reconocimiento de la diversidad cristiana. Este reconocimiento de la diversidad debe ir acompañado de una mayor reflexión teológica y, agregaría, de reciprocidad;
c) La necesidad de intensificar las posibilidades del ecumenismo en su relación con la incidencia política de la fe y los derechos humanos, destacando la clave profética tan propia del cristianismo;
d) Se reconoce que el ecumenismo con pentecostales es un desafío acuciante, dentro de esto es necesario también abordar el tema del neopentecostalismo que tiene características propias.
¿Cuáles serían algunos desafíos para el camino ecuménico?
a) La promoción de la mujer1 en nuestras Iglesias y comunidades eclesiales;
b) La necesidad de un mayor análisis eclesiológico y los aspectos comunes que permitan un desarrollo hacia la unidad cristiana;
c) La necesidad de una mejor y mayor formación ecuménica dentro de las Iglesias y comunidades eclesiales;
d) Actuar ecuménicamente en la valoración de las culturas y sus pueblos, incluidas las culturas de los pueblos originarios;
e) Resituar sociopolíticamente y culturalmente el cristianismo en la arena pública;
f) Repensar el ecumenismo desde la configuración pentecostal de la gran mayoría de los cristianos evangélicos de Latinoamérica.
A estos planteamientos, agregaría dos:
g) La necesidad de un desarrollo pneumatológico de la teología de las Iglesias históricas presentes en el gran continente, lo cual, permitiría incorporar nuevas perspectivas para el discernimiento ecuménico de los nuevos movimientos cristianos;
h) Incorporar al discernimiento ecuménico el desarrollo de una pastoral ecuménica, lo que requiere la activación por parte de las Iglesias y comunidades locales de sus comités ecuménicos y un desarrollo reflexivo y de discernimiento que incorpore una visión interdisciplinar, como también, la metodología del ver, juzgar y actuar.