Publicado

2017-09-01

Doran, Robert. Theory of the Sublime. Form Longinus to Kant. Cambridge: Cambridge University Press, 2015. 313 pp.

Autores/as

  • Omar Camilo Moreno Caro Universidad Autónoma de México

La historia de las ideas y la reflexión filosófica se reflejan en la cita de Richard Rorty con la que Robert Doran comienza su libro; de ella resuena la última frase: "[T]he sublime, by contrast, neither integrates nor unifies. It transcends" (1). Según Rorty, el quehacer filosófico se puede caracterizar como una tensión productiva entre lo absoluto y lo relativo, entre lo discursivo y lo inefable. El primer momento sería la búsqueda de bellas estructuras conceptuales que permitan una mirada unificada y coherente de la realidad; el segundo, por otra parte, sería un intento por desbordar el discurso con una fuerza sublime y, con ello, ir más allá de los límites de nuestra razón; lo cual sería una prueba inapelable de nuestra incondicionada libertad. Para justificar su tesis, Rorty busca analogías de esta tensión en los ánimos filosóficos de la historia, por ejemplo, en los diálogos platónicos. De un lado es evidente el rigor lógico de un Sócrates interesado por comprender la naturaleza del conocimiento y de la verdad en armonía con la estructura del mundo que caracteriza al Menón y al Teeteto; del otro lado, no hay que olvidar el entusiasmo retratado en el Fedro, donde el mismo Sócrates declara que el alma del filósofo es alada, y que "más valiosa [...] es la manía que la sensatez, pues una nos la envían los dioses, y la otra es cosa de los hombres" (244d). En la actualidad, concluye, estos mismos ánimos pueden rastrearse en la dicotomía existente entre la forma de hacer filosofía anglosajona, apasionada por la forma y el rigor lógico, y la filosofía continental, que busca señalar de diferentes maneras el carácter existente de la experiencia humana del mundo y la trascendencia que en ella está implícita. Así, si lo bello articula la multiplicidad de fenómenos, les da un orden y los unifica; lo sublime, en un movimiento extático, trasciende los límites de la razón y su incondicionalidad.

Desde esta perspectiva se comprende el lugar que ocupa lo sublime en la filosofía moderna y contemporánea: su estructura coincide con aquellos movimientos de la razón o del pensamiento que refieren a experiencias no conceptuales, o a aquellas experiencias que desbordan (o trascienden) el entendimiento. Con esto en mente, también se puede observar que el arte de vanguardia, con su continuo impulso crítico y su ánimo transgresor, tiene en su base un ímpetu sublime. Así se hace evidente la importancia filosófica, moral, estética y política de este concepto. Por ello es abrumadora la ausencia de bibliografía que trate sobre el tema, pues es evidente que lo sublime es una noción decisiva para entender las propuestas de filósofos contemporáneos como Richard Rorty, Slavoj Žižek, Jacques Derrida, entre otros. También resulta sorprendente la poca atención que ha recibido un concepto que determina tan silenciosa y efectivamente nuestras ideas morales y estéticas, al menos desde Kant.

De allí que Theory of Sublime de Robert Doran sea un aporte valioso para la discusión, pues este libro pretende reconstruir una teoría de lo sublime implícita en el desarrollo mismo del concepto, a la vez que hace precisiones iluminadoras sobre la efectividad del concepto en nuestro presente. De entrada, hay que precisar que este libro no se limita a hacer historia del concepto; más bien se trata de un acercamiento filosófico a los desarrollos internos que ha tenido esta categoría con el paso del tiempo. De allí que más que un comentarista, Doran sea un intérprete de los distintos movimientos que definen cada hito filosófico que ha logrado apropiarse de esta categoría en su reflexión. Por ello se puede decir que su acercamiento no es meramente expositivo, pues se aventura varias veces a plantear tesis que pueden ser el germen de una interpretación novedosa y pertinente. Así, desde una perspectiva que se posiciona más allá de lo que él mismo denomina una "tendencia antisubjetivista" (22), Doran se enfrenta a textos eminentes de la tradición de lo sublime como el Peri hipsous del Pseudo Longino, la Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello de Edmund Burke, las Observaciones acerca de lo bello y lo sublime o la Crítica del juicio de Kant. Vale la pena decir que estas interpretaciones se articulan a partir de una mirada global, que solo se logra desde la historia del concepto y de los debates filológicos que nutren la tradición interpretativa de cada texto y de lo sublime en general. No se trata simplemente de estudios aislados, pues esta narración de la historia del concepto permite rastrear los momentos decisivos y los desplazamientos importantes que dan fundamento a las interpretaciones posteriores. De allí que no haya una interpretación a ciegas de cada uno de estos textos; más bien existe un ánimo crítico que surge de la tradición, y que cuestiona, siempre en búsqueda de una mejor comprensión, cada uno de los momentos cruciales en la determinación de lo sublime.

Sin embargo, la importancia de esto es poco evidente si no se señalan los grandes problemas que minan la potencia productiva que puede llegar a tener este concepto. Por una parte, se encuentran los retos históricos y filológicos presentes al acercarnos al Peri hipsous, el tratado más antiguo que tematiza directamente lo sublime, lo cual lo hace determinante respecto a toda la tradición. Además, hay que tener en cuenta el origen de la significación que este término tiene dentro de la teoría estética, pues es allí donde adquiere la significación especial que puede lograr contraponerlo directa e irremediablemente con la belleza. Tampoco hay que dejar de lado, siguiendo a Rorty, la inconmensurable influencia que esta idea ha tenido en el desarrollo de planteamientos y movimientos filosóficos, en especial porque en la mayoría de los casos su presencia es subterránea y escurridiza. Por esto es necesario esclarecer la naturaleza de la concepción contemporánea de lo sublime, lo cual nos lleva a preguntar por su origen y reflexionar sobre su legitimación en el desarrollo del pensamiento occidental. Este será el proyecto de Robert Doran.

La primera parte del libro desarrolla un examen del tratado que se encuentra al inicio de la tradición de lo sublime. El Peri hipsous es un texto repleto de particularidades y dificultades históricas. En primer lugar, no es claro su origen (puede datar del siglo I o del III), el texto se mantuvo inédito hasta el siglo XVI, cuando Francesco Robortello publicó una primera edición que fue seguida por tres más, las cuales no tuvieron mayor impacto en los círculos académicos de su tiempo. Solo fue años después, cuando Nicolás Boileau realizó una traducción al francés, cuando el texto ganó una inusitada relevancia que se mantiene hasta nuestros días, pues, como atestiguan las referencias implícitas o explícitas en los textos de Kant y de Burke, es un referente ineludible sobre el tema. Por otra parte, tampoco es claro quién lo escribió, pues los manuscritos fueron editados con el nombre de Dionisius Longino, obedeciendo a una inscripción presente en los folios originales. Sin embargo, no es fácil determinar cuál Dionisius o cuál Longino lo escribió, puesto que el texto no aporta referencias claras que puedan servir para ubicarlo en la historia de la retórica romana y atribuírselo a alguno de sus representantes. Por último, el texto está incompleto: hacen falta varios folios justo en los momentos cruciales del tratado; aunque esto no disminuye la potencia filosófica y estética del texto, aumenta su misterio y dificultad.

Hypsos no se traduce directamente por "sublime", sería más apropiado decir "elevación". Sin embargo, Doran muestra que el contenido teorético de esta palabra es determinante en la constitución de lo que en la Modernidad se llamará sublime. Esto, en especial, por referir una experiencia de trascendencia de orden místico y religioso, que se verá reestructurada en la Modernidad como una experiencia paradójica que a la vez es abrumadora y excitante. Este movimiento solo se podrá comprender cabalmente al resaltar los momentos subjetivos de la experiencia sublime que están implícitos en este tratado. Esto es muy importante, pues de este modo se puede rastrear cierta continuidad de pensamiento desde Longino hasta Kant, ya que aquello que ha hecho imposible esta continuidad en la tradición interpretativa es la definición que hace Longino de lo sublime, a saber, "es como una elevación y una excelencia en el lenguaje" (148). Ciertamente el recurso a una instancia supra-subjetiva como el lenguaje hace imposible pensar una continuidad entre Longino y Kant; sin embargo, esto solo se sostiene en la medida en que logos se traduce por "lenguaje". Doran esgrime una contundente argumentación para mostrar que esto no es apropiado, y señala al mismo tiempo que la traducción más apropiada es "expresión". Con esto no solo se transforma la comprensión total del texto, sino que se pone el tratado en la órbita de la Modernidad. Además, genera un diálogo que antes era imposible con la estética kantiana, en especial con la idea de sublime dinámico, y su relación con la libertad y la moralidad.

Sobre esta base, la segunda parte del libro se encargará de mostrar cómo la recepción de este tratado en la Modernidad se encargó de perfilar los caracteres fundamentales sobre los que se desarrollarían las subsiguientes apropiaciones de lo sublime. Nicolás Boileau ocupa un lugar muy peculiar y significativo en esta historia, no tanto por su traducción del tratado al francés, como por el prólogo que escribió para esta. Doran sostiene que su interpretación no obedece a una comprensión sesgada del concepto, como apuntan algunos comentaristas; más bien se trata de una apropiación sensata del verdadero contenido problemático del texto. En primer lugar, Boileau es el primero en liberar el concepto de lo sublime de la aparente restricción retórica en la que se inscribe en el tratado de Longino. Al hacer esto, los límites de esta noción logran sobrepasar las determinaciones propias de una categoría de estilo, para enmarcarse como concepto crítico en la literatura. De este modo, limita aquellas interpretaciones que hacen de lo sublime (hypsos) tan solo un adjetivo retórico, y da pie para pensarlo como un elemento fundamental de la estética, que logra resonancias interesantes con las propuestas neoclásicas de su época. Por último, en su interpretación se recuperan las notas morales que estaban presentes en el Peri hipsous, con lo cual logra liberar el lugar en el que las interpretaciones modernas lograrán cimentar una profunda relación entre la filosofía práctica y la estética. De este modo, Doran logra mostrar que Boileau prefigura los espacios comunes en los que la filosofía moderna y la contemporánea comenzarán sus apropiaciones e interpretaciones de lo sublime.

Luego de esto, Doran centrará su atención en revindicar la influencia que John Dennis tuvo en la constitución de las coordenadas fundamentales a partir de las cuales la subsiguiente tradición lograría problematizar la peculiar experiencia de lo sublime. Para esto, comenzará por discutir las entradas del diario que Dennis llevaba en su viaje por los Alpes en 1688, las cuales delinearán las coordenadas sobre las que se moverá una buena parte de su teoría estética posterior. En especial, Doran centrará su atención en la prefiguración de algunas figuras retóricas y metafóricas que determinarán profundamente las contraposiciones que paradójicamente conviven en la experiencia sublime (dolor/placer, deleite/horror, goce/terror). Seguido a esto, Doran se encargará de mostrar cómo la apropiación que realiza el inglés de esta conceptualización en su reivindicación de la literatura cristiana de la época (especialmente de Paradise Lost de John Milton) desarrolla las resonancias religiosas del concepto de lo sublime, al punto de hacer de su pathos el horizonte básico de toda comprensión posterior. De este modo, la comprensión posterior de lo sublime estará marcada por la primacía de sus momentos negativos (el dolor, el horror y el terror), más que por sus elementos bellos (deleite, disfrute y goce). Según Doran, con esto se fundamentan las bases sobre las que Kant y Burke lograrán patentizar sus particulares interpretaciones y, con ello, las estructuraciones básicas que mantienen su efectividad en los planteamientos contemporáneos.

Esto se mostrará claramente en la Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello de Edmund Burke. En este texto, considerado uno de los momentos cruciales en la constitución de la estética como disciplina independiente, Burke desarrollará una primera sistematización moderna de las coordenadas estéticas, que, al mismo tiempo, delinearán un complejo marco de relaciones antropológicas, morales, sociales y políticas que harán de lo sublime una categoría versátil. En esta línea de pensamiento, Doran se encargará de mostrar cómo Burke utiliza en este caso las categorías estéticas más como herramientas de examen sociopolítico, que como conceptos estéticos. Esto tiene una doble consecuencia, que enriquece mucho las posibilidades de interpretación del horizonte de la teoría de lo sublime: por una parte, esta noción muestra su efectividad como concepto crítico, ya que desde este momento comienza a perfilarse como herramienta de la crítica cultural (lo cual logrará su máximo esplendor en Kant y, posteriormente, en Žižek); por otra parte, Burke terminará por mostrar cómo la recuperación burguesa del ethos aristócrata se realiza en el momento de exaltación propio de la estructura sublime. Esto último origina una continuidad (y un desplazamiento) entre los remanentes religiosos de este concepto y la experiencia de trascendencia. Este movimiento aparecerá explícitamente en la noción de "poder" en la segunda edición de Indagaciones.

Después de establecer el marco de referencia en el que lo sublime gana todo su vigor, la tercera parte del libro se encargará de mostrar cómo el corpus kantiano adquiere una nueva significación a la luz del reconocimiento de la historia conceptual de lo sublime. De este modo, el primer texto relevante en orden cronológico es el titulado Observaciones acerca de lo bello y lo sublime, en el cual se encuentran anticipadas ciertas relaciones que serán decisivas en la Critica de la razón práctica y, especialmente, en la Crítica del juicio. Doran señala que estas relaciones son el resultado de la influencia de la recepción de lo sublime en las estéticas francesas e inglesas. Con lo cual se puede mostrar que los horizontes previamente demarcados determinan ampliamente la recepción kantiana del concepto de lo sublime. Este momento del libro tiene una importancia capital, pues allí se hará evidente cómo las estéticas previas permitieron germinar la distinción entre lo sublime matemático y lo sublime dinámico. En este sentido, este texto será decisivo en la propuesta de continuidad que plantea Doran, pues solo así se logra ver concretamente la deuda que tiene con su tradición la estética kantiana de lo sublime.

Una muestra clara de esto es el lugar que ocupa lo sublime en la caracterización de la ley moral dentro de la segunda crítica. Para mostrarlo, Doran se encargará de describir cómo lo sublime no ocupa meramente un lugar arbitrario o incidental en la propuesta moral de Kant; más bien, señalará su lugar fundamental y determinante. Luego de esto, se encargará de precisar cómo la estructura de lo sublime se replica análogamente en la ley moral, especialmente en la determinación de la voluntad en función de los principios morales. Para desarrollar esto con más claridad, Doran mostrará cómo los ejemplos que toma Kant para ilustrar su teoría pueden ser mejor pensados a partir de la mezcla de estética y moral de los juicios sublimes.

Doran concluirá su libro con un examen renovado del lugar que ocupan los juicios estéticos sobre lo sublime en la Crítica del juicio. Este será un momento decisivo, pues es aquí donde se cristalizarán las pretensiones que han servido como guía interpretativa en los capítulos anteriores del libro. Esto comienza con un examen general de la teoría del juicio estético, que paulatinamente llevará a desarrollar las diferencias sistemáticas entre lo bello y lo sublime. En este punto, Doran señala que lo sublime no está contrapuesto con respecto a lo bello; en esta medida, será posible sostener que lo sublime es mucho más que un apéndice de la crítica del gusto. De hecho, se hará patente que su centralidad es, como ya se ha sugerido, mucho más consecuente con respecto a las concepciones kantianas de la moral, la religión y la cultura. Esto último será mucho más claro en el examen de lo sublime matemático y lo sublime dinámico, donde se manifestarán las implicaciones religiosas, morales y antropológicas de su propuesta estética. Por último, el libro termina con una necesaria consideración sobre los alcances que tiene lo sublime como herramienta de la crítica cultural. Esto comenzará por recordar la aparente contradicción en el § 29 de la Crítica del juicio, donde se afirma que un enjuiciamiento de lo sublime requiere de cierta cultura y preparación moral, al mismo tiempo que su formulación implica una pretensión de universalidad. Luego de esto, Doran se enfrentará al difícil problema de cómo es posible lo sublime en las representaciones artísticas y en las obras de arte en general, si estos siempre son objetos del enjuiciamiento del gusto. Luego se ocupará de cómo es posible resolver el dilema, al examinar la proximidad entre las concepciones kantianas de fealdad y sublimidad de la tercera crítica en relación con algunos pasajes de la Antropología.

Luego de leer el libro queda una pregunta en el aire. Al recordar la tradición, la categoría de lo sublime (más allá de sus reminiscencias sociales o morales) siempre se determinó en relación directa o indirecta con la belleza. En este sentido, aunque el libro pretenda asentar un fundamento para algo como una teoría de lo sublime, queda siempre una pregunta en suspenso: ¿qué pasa con la belleza? La forma como lo presenta Doran parece suponer que, en cuanto categoría, lo sublime se configura sin referencia positiva a lo bello. Esto se hace evidente en la forma cómo aborda los textos que le parecen pertinentes para revelar la patencia de la tradición. Sin embargo, pocas veces señala la importancia sistemática que tiene lo bello en cada momento del desarrollo del concepto. Por ejemplo, desde el principio es posible ver en Longino una interesante codependencia entre ambas categorías que, más que generar órdenes distintos, permite comprender mejor la potencia creativa que tiene la técnica (bella) en relación con la habilidad natural (sublime) del orador. De hecho, esta codependencia con respecto al arte es tal, que un ímpetu demasiado vigoroso, si ignora completamente las enseñanzas técnicas, puede caer en una sublimidad superficial e inverosímil, y generar una impresión patética. La belleza en este caso se encuentra en la base de las herramientas técnicas que sirven para construir un estilo sublime; esto es evidente por la naturaleza de las exigencias que realiza. De allí que, en la medida en que Doran restringe las referencias necesarias a la belleza como contraparte eficiente en la articulación de lo sublime, termina por construir una interpretación incompleta. Con esto, vale la pena recordar que, aunque lo bello sea una categoría anacrónica y se encuentre desgastada (como señala repetidas veces), no por ello deja de ser importante revelar sus efectos en la estructuración del movimiento sublime.

Sin embargo, vale la pena volver al ánimo que está detrás de la cita de Rorty: pensar lo sublime y lo bello no es una actividad de anticuario que se limite al goce filológico o a los debates de estética; más bien es apremiante en nuestro presente filosófico. Hablar de la trascendencia que constituye el momento crucial de la experiencia sublime no es nada extraño en un mundo de democracias dislocadas y de economías que siempre están al límite. Tampoco es nada redundante en tiempos posmetafísicos, en los que parece que todo fundamento esconde detrás una carga unilateral política, religiosa o estética. La trascendencia sublime nos lleva más allá de nuestra esfera subjetiva, hacia una esfera inefable donde únicamente la razón puede darnos refugio. Esta descripción es un retrato muy conmovedor de la técnica, del consumo y de un mundo sin fundamento. ¿Cómo se siente una época en la que nuestros relatos son a priori insuficientes, donde la única salida es un salto de fe hacia la racionalidad infigurable de un modelo económico impredecible (pero efectivo), y a un mundo que se sostiene hasta en sus aspectos más cotidianos sobre una tenebrosa telaraña tecnológica?

Bibliografía

Longino. Sobre el estilo/Sobre lo sublime. Trad. José García López. Madrid: Gredos, 1979.

Platón. Diálogos. República, Parménides y Teeteto. Trads. Conrado Eggers Lan, María Isabel Santa Cruz y Álvaro Vallejo Campos. Madrid: Gredos, 2016.

Referencias

Longino. Sobre el estilo/Sobre lo sublime. Trad. José García López. Madrid: Gredos, 1979.

Platón. Diálogos. República, Parménides y Teeteto. Trads. Conrado Eggers Lan, María Isabel Santa Cruz y Álvaro Vallejo Campos. Madrid: Gredos, 2016.

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Moreno Caro, O. C. « 313 pp». Ideas y Valores, vol. 66, n.º 165, septiembre de 2017, pp. 423-9, doi:10.15446/ideasyvalores.v66n165.67799.

ACM

[1]
Moreno Caro, O.C. 2017. Doran, Robert. Theory of the Sublime. Form Longinus to Kant. Cambridge: Cambridge University Press, 2015. 313 pp. Ideas y Valores. 66, 165 (sep. 2017), 423–429. DOI:https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v66n165.67799.

ACS

(1)
Moreno Caro, O. C. Doran, Robert. Theory of the Sublime. Form Longinus to Kant. Cambridge: Cambridge University Press, 2015. 313 pp. Ideas Valores 2017, 66, 423-429.

APA

Moreno Caro, O. C. (2017). Doran, Robert. Theory of the Sublime. Form Longinus to Kant. Cambridge: Cambridge University Press, 2015. 313 pp. Ideas y Valores, 66(165), 423–429. https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v66n165.67799

ABNT

MORENO CARO, O. C. Doran, Robert. Theory of the Sublime. Form Longinus to Kant. Cambridge: Cambridge University Press, 2015. 313 pp. Ideas y Valores, [S. l.], v. 66, n. 165, p. 423–429, 2017. DOI: 10.15446/ideasyvalores.v66n165.67799. Disponível em: https://revistas.unal.edu.co/index.php/idval/article/view/67799. Acesso em: 14 may. 2024.

Chicago

Moreno Caro, Omar Camilo. 2017. « 313 pp». Ideas Y Valores 66 (165):423-29. https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v66n165.67799.

Harvard

Moreno Caro, O. C. (2017) « 313 pp»., Ideas y Valores, 66(165), pp. 423–429. doi: 10.15446/ideasyvalores.v66n165.67799.

IEEE

[1]
O. C. Moreno Caro, « 313 pp»., Ideas Valores, vol. 66, n.º 165, pp. 423–429, sep. 2017.

Turabian

Moreno Caro, Omar Camilo. « 313 pp». Ideas y Valores 66, no. 165 (septiembre 1, 2017): 423–429. Accedido mayo 14, 2024. https://revistas.unal.edu.co/index.php/idval/article/view/67799.

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1.
Moreno Caro OC. Doran, Robert. Theory of the Sublime. Form Longinus to Kant. Cambridge: Cambridge University Press, 2015. 313 pp. Ideas Valores [Internet]. 1 de septiembre de 2017 [citado 14 de mayo de 2024];66(165):423-9. Disponible en: https://revistas.unal.edu.co/index.php/idval/article/view/67799

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1. Oscar Rodrigo Perilla. (2020). Third Way Interventions in Public Space and Urban Design. The Journal of Public Space, (Vol. 5 n. 4), p.339. https://doi.org/10.32891/jps.v5i4.1406.

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