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Veritas

On-line version ISSN 0718-9273

Veritas  no.45 Valparaíso Apr. 2020

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-92732020000100009 

Editorial

Editorial

Enrique Muñoz Pérez1 

11Pontificia Universidad Católica de Chile (Chile) emunoz@uc.cl

Puede resultar extraño hablar de migración en tiempos del COVID- 19. Pero no lo es tanto, si tomamos en consideración que gran parte de los contagios se han debido a desplazamientos humanos dentro de un país, de país en país o de continente a continente, descripción que se acerca bastante a la noción de “migración”. De hecho, el “Informe sobre las migraciones en el mundo 2020” afirma que “el creciente conjunto de datos sobre la migración y la movilidad recabados a lo largo del tiempo indica que la migración está muy relacionada con las transformaciones mundiales más amplias en los ámbitos económico, social, político y tecnológico que están afectando a una gran variedad de cuestiones de política de alta prioridad.” (Informe, 2019: 1) Ciertamente, habrá que investigar epidemiológicamente más adelante, cuántos casos del COVID-19 se deben a la migración en sentido estricto y cuántos a turistas que se movilizaron entre distintos lugares del planeta. Por el momento, nos focalizaremos en una de las temáticas más discutidas y polémicas en el ámbito de las políticas públicas: el fenómeno migratorio.

La presente monografía de VERITAS, quiere abordar desde perspec tivas filosóficas, teológicas e interdisciplinares, uno de los fenómenos que caracteriza, sin duda alguna junto al COVID-19, los primeros veinte años del siglo XXI: la migración. En lo que sigue, 1) quisiera presentar una aproximación al mencionado concepto y hacer algunas caracterizaciones de la migración en Chile, 2) realizar un par de reflexiones desde una filosofía de lo extraño y 3) presentar brevemente esta sección de VERITAS.

1. La migración: concepto y caracterización en Chile

Si bien existe un debate acerca del significado del término “migración”, nos parece apropiada la definición que propone el Glosario de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entidad vinculada a la Organización de Naciones Unidas (ONU), que la entiende como un “movimiento de población hacia el territorio de otro Estado o dentro del mismo que abarca todo movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o sus causas; incluye migración de refugiados, personas desplazadas, personas desarraigadas, migrantes económicos.” (OIM, 2006: 38)

De esta manera, la migración, en su sentido más general, es un hecho que se relaciona básicamente con el movimiento de personas, no importando las causas ni tampoco si acaso el movimiento tiene su destino dentro del mismo Estado o fuera de él; la migración es, principalmente, un des plazamiento de población. No obstante, lo anterior, el documento aludido enumera una serie de otros significados del término “migración”, puesto que se puede hablar de migración “asistida”, “clandestina”, “de retorno”, “espontánea”, “facilitada”, “forzosa”, “ilegal”, “individual”, “interna”, “internacional”, “irregular”, “laboral”, “masiva”, “neta”, “ordenada”, “regular” y “total” (OIM, 2006: 38-41). Además, y en especial en las ciencias sociales, se diferencia la migración dentro de un mismo país. Se habla, entonces, de migración “peruana”, “haitiana”, “colombiana”, “venezolana”, “maulina”, “nortina”, etc. Este mero listado de conceptos, demuestra la complejidad del análisis del fenómeno migratorio y la necesidad que se haga desde distintas disciplinas, también desde la filosofía y la teología.

Desde un punto de vista global, según la OIM, “se estima que en el mundo hay cerca de 272 millones de migrantes internacionales, y que casi dos tercios de ellos son migrantes laborales. Esta cifra sigue siendo un porcentaje muy pequeño de la población mundial (el 3,5%), lo que significa que la enorme mayoría de las personas del mundo (el 96,5%) residen en su país natal.” (OIM, 2019: 2). Por otro lado, algunos datos actuales de la población y de la migración en Chile son los siguientes:

- Habitantes de Chile: 18.729.160 personas (31 de diciembre 2018)

- Migrantes en Chile: Se estimaron 1.251.225 personas extranjeras residentes en Chile al 31 de diciembre de 2018. De las cuales 646.128 son hombres y 605.097 son mujeres. Es decir, 48,4% mujeres y 51, 6% varones.

- En consecuencia, el porcentaje de migrantes es de 6,68%

Los datos anteriormente presentados pueden parecer irrelevantes o insignificantes, esto es, que sólo el 3,5% de la población mundial y el 6,68% de la población chilena sea migrante. Con todo, si uno analiza las cifras con mayor atención, por ejemplo, del siguiente gráfico elaborado por la Dirección de Extranjería y Migraciones de Chile, emerge una significativa información:

Al revisar el gráfico, es posible evidenciar que, según el censo de 1982, el número de migrantes en Chile era de 83.805 personas que correspondían a un 0,7% de la población nacional en ese entonces, que alcanzaba a 11.620.000 de habitantes. Si, posteriormente, se aprecian los datos del censo de 2002, el número de migrantes se había más que duplicado: 195.320 persona que corresponde a un 1,3% de la población nacional, que alcanzaba entonces a 15.620.000 de habitantes. El salto cuantitativo se produce a partir del año 2014, donde nuevamente se duplica el número de migrantes: la estimación en ese momento fue de 416.028 personas que corresponden a un 2,3% de la población nacional, que alcanzaba a aproximadamente 17.000.000 de habitantes. Y, finalmente, en tres años del 2014 al 2017, se produce una tercera duplicación. Se tiene una estimación de 966.363 personas que correspondía a un 5,5% de la población chilena: alrededor de 18.000.000 de habitantes. Es decir, en tres décadas la población migrante en Chile más que se decuplicó.

Ahora, también es relevante mencionar cuáles son las poblaciones principales que llegan al país en los últimos años:

Históricamente, la migración en Chile ha provenido, ya sea de los países limítrofes (Perú, Bolivia o Argentina), ya sea del hemisferio norte (Eu ropa y USA); sin embargo, manteniéndose esa presencia, desde hace unos pocos años, otras nacionalidades cobran relevancia, tales como Venezuela, Haití, Colombia o Ecuador. Esta nueva migración Sur-Sur ha traído, sin duda alguna, nuevos colores, sabores y distintos aportes a nuestro país, pero también han hecho emerger algunos prejuicios y conflictos relativos a su presencia en el país. Por ejemplo, la última Encuesta Bicentenario UC 20191, concluye respecto de la migración lo siguiente:

a) La percepción de conflicto entre chilenos e inmigrantes aumenta, en comparación con la encuesta anterior, llegando al 48 por ciento.

b) Un 70 por ciento de los encuestados considera que la cantidad de inmigrantes en Chile es excesiva. Sin embargo, esta percepción no acarrea un problema de convivencia, pues la mayoría declara no haber tenido malas experiencias con ellos ni teme transitar de no che por barrios de mayor población inmigrante.

c) Ha aumentado significativamente la noción que los inmigrantes con situación legal al día deberían tener los mismos derechos que los chilenos.

Al respecto, quisiera plantear que, si bien no hay grandes problemas de convivencia entre los migrantes y la población mayoritaria en Chile, existen ciertos signos explícitos y otros más subrepticios, vinculados a la discriminación racial o a la xenofobia2. A muchos chilenos les cuesta comprender el fenómeno migratorio, porque hemos sido educados y formados en sociedad de características monoculturales y poco o nada se ha avanzado en temas interculturales, más bien focalizados en nuestros pueblos originarios. Dicho de otra manera, se nos hace difícil como sociedad chilena entrar en contacto o dialogar con ciertas formas de lo “extraño”, lo “ajeno”, lo “extranjero” (pobre, afrodescendiente, indígena, que no hable nuestro idioma, etc.). Un instrumento privilegiado para pensar estas categorías es la fenomenología de Waldenfels, cuestión que esbozaré a continuación.

2. Pensar lo extraño

La lengua alemana tiene un concepto, “fremd”, que según el contexto que se utilice puede significar “extraño”, “extranjero”, “ajeno” o “desco nocido”; podemos hablar, entones, de una “lengua extranjera” (Fremdsprache), o de “meterse en asuntos ajenos” (sich im fremde Angelegenheiten einmischen) o de una “persona extraña” (fremde Person). Esta riqueza del término “fremd” y de su sustantivación “das Fremde”, ha llevado a Bernhard Waldenfels a desarrollar, entre otros, una filosofía de lo extraño.

La tesis que plantea Waldenfels, en distintos textos, es que no existe una asimetría o abismo insalvable entre lo propio y lo ajeno. Es decir, aplicándolo a nuestra realidad, es posible afirmar que ciertos comportamientos xenófobos o racistas de los chilenos se sustentan en un prejuicio infundado, porque nosotros somos, en algún momento de nuestra vida, ajenos a nosotros mismos, por ejemplo, en la adquisición de nuestra lengua o de los distintos conocimientos que vamos adquiriendo. Waldenfels sostiene que: “Dos instancias surgen para la apropiación de lo extraño: lo propio y lo común. Lo propio tiende a tratar a lo extraño como un mero derivado de lo propio. Por el contrario, lo común -que se alza como lo general sobre lo particular- pretende zanjar la brecha entre lo propio y lo extraño mediante la participación en un todo o el sometimiento a leyes universales.” (Waldenfels, 2015: 10) No hay, como se ha dicho, una diferenciación abismal entre lo propio y lo ajeno, sino que una relación dialéctica entre ambos, en que lo propio determina a lo ajeno y viceversa.

En este contexto, Waldenfels presenta algunos rasgos fundamentales de su filosofía de lo extraño: lo extraño es previo al reconocimiento y la comprensión, se nos resiste, es una imposibilidad experimentada y es es tático, duplicativo y extraordinario. Describiré concisamente estas carac terísticas:

a) Previo al reconocimiento y a la comprensión está lo extraño. “Se trata de experiencias afectivas marcadas como el asombro o el miedo: interrupciones que interrumpen el andar acostumbrado de las cosas; anomalías que desvían de la normalidad. Lo extraño nos afecta antes que nosotros podamos aceptarlo o rechazarlo. Se asemeja a una idea que aparece inesperada (o inconveniente).” (Waldenfels, 2015: 12)

b) Lo extraño se nos resiste. “La experiencia de lo extraño se caracteriza por la resistencia que ofrece aquello a lo que nos referimos. Extraño viene a ser algo que corporalmente está ausente, como un amigo que vive a la distancia o que ha fallecido. Lo extraño es una lejanía en la cercanía más próxima.” (Waldenfels, 2015: 12)

c) Es una imposibilidad experimentada. “La forma radical de lo extraño sólo puede comprenderse de forma paradójica como una imposibilidad vivida que supera nuestras posibilidades. Las exigencias de simetría aparecen de forma prematura: el comportamiento entre la exigencia de lo extraño y la propia respuesta es siempre asimétrico pues precede a toda comparación. Yo nunca te veo como tú me ves a mí, no te veo nunca donde tú me ves.” (Waldenfels, 2015: 12)

d) Extrañeza estática y duplicativa. “La extrañeza se distribuye en distintas dimensiones. Lo que es menester distinguir es la extrañeza de uno mismo, la extrañeza de los otros, y la extrañeza de otro orden. (...) Lo propio se encuentra entremezclado con lo extraño. (...) Es aquí donde se quiebran todos los ideales de pureza. (...) La extrañeza de mí mismo -que me deja ser fuera de mí mismo- la llamo extrañeza estática. Esta extrañeza se encuentra unida con extrañeza del otro que me acompaña como una sombra. El otro es una especie de doble que me acompaña -aquí nos encontramos con una forma duplicativa de la extrañeza.” (Waldenfels, 2015: 13)

e) Extrañeza extraordinaria. “La extrañeza penetra todos los órdenes que hacen posible nuestra existencia común. Aquí es necesa rio mencionar lo que literalmente se encuentra fuera del orden. (...) Esta tercera dimensión de lo extraño -junto a la dimensión extática y duplicativa- la llamo yo extrañeza extraordinaria.” (Waldenfels, 2015: 13)

Lo extraño es anomalía, ruptura de la normalidad, lo desconocido, lo fuera de lo ordinario etc.; pero también, sostiene Waldenfels, lo propio se encuentra entremezclado con lo ajeno. Y esta es la clave del asunto: el entremezclamiento o este entrelazamiento, que se traduce en un fenó meno migratorio que exige el desarrollo de espacios interculturales hacia adentro (con los pueblos originarios), pero también con lo que viene desde fuera (la inmigración). Ante el entrelazamiento, la pretensión de pureza o de superioridad racial se diluye.

Nos queda, finalmente, presentar la sección monográfica de VERITAS.

3. Breve presentación de la sección monográfica

Uno de los motivos de esta monografía de VERITAS es aportar puntos de vista complementarios a los que habitualmente estudian el fenómeno migratorio, normalmente asociado a las estadísticas, las discusiones jurídicas, políticas o económicas. La teología y la filosofía tienen la capacidad de ahondar en dicho fenómeno, que toca profundamente nuestras concepciones y declaraciones fundamentales: entre otros, el respeto a la dignidad de la persona humana, la solidaridad con nuestros semejantes, el modo en que compartimos el mundo con los otros o el reconocimiento de los derechos de quienes componen nuestra sociedad. El esfuerzo de Alberto Ares y Mauricio Albornoz va precisamente en esa línea. Ares propone como categoría central de análisis la “hospitalidad”, comprendiéndola como la buena acogida y el recibimiento que se hace a los visitantes. Él hace un detallado recorrido histórico de la hospitalidad, arribando a una muy interesante tesis: la práctica de la hospitalidad transforma nuestras vidas; puesto que pueden llevar a la conversión y a la salvación, esto es, la hospitalidad tiene un carácter bidireccional. Por su lado, Albornoz muestra las raíces bíblicas y teológicas de la migración, en términos generales; su idea es que la migración puede ser un lugar teológico desde el cual se complementen, como decíamos antes, las miradas habituales hacia el fenómeno migratorio.

Otro de los motivos que tiene esta monografía de VERITAS, es que la migración ha tocado de manera significativa a la sociedad chilena y tam bién a otras sociedades latinoamericanas, como la colombiana. Cierta mente, la sociedad chilena desde antaño se ha visto permeada por la pre sencia de migrantes de países limítrofes (Argentina, Bolivia o Perú) o desde Europa (Alemania, Francia o Suiza); con todo, en las últimas décadas hemos tenido presencia de migrantes de lugares poco habituales (Haití, República Dominica, Cuba o Colombia), lo que ha traído a Chile la irrupción de nuevos colores, pero también ha despertado el virus de la xenofobia y el clasismo: en el lenguaje coloquial chileno distinguimos entre los extranjeros (del hemisferio norte) y los migrantes (del hemisferio sur). Algo, más o menos inesperado y similar, también le ocurrió a Colombia, ya no como país que origina migrantes, sino que país que recibe migrantes. Colombia ha vivido el éxodo de miles de venezolanos hacia su territorio, despertándose los mismos sentimientos de rechazo que en Chile. Lo que llama la atención, en este caso, es que miles de colombianos migraron hacia Venezuela en décadas pasadas, cuando era Colombia la que estaba en medio de crisis política.

Ambas cuestiones son estudiadas por dos filósofos, Jorge Alarcón y Germán Vargas, siguiendo aproximaciones distintas: uno, a partir de una visión que toma en consideración la educación en Chile y el otro, siguiendo el método fenomenológico. Vargas busca centrar su atención en el éxodo como experiencia y en los estratos protofundadores de la comprensión de la migración. Una de sus ideas más interesantes es el aporte que la fenomenología ha hecho a la ética, al entender la intencionalidad como responsabilidad no sólo con los que conforman la propia comunidad, sino que con los que viven el desamparo de dejar su país de origen. Por su lado, Alarcón, examina la situación de los estudiantes inmigrantes extranjeros, tomando como referencia la normativa del sistema escolar y la perspectiva del dilema ético social: redistribución o reconocimiento. En particular, Alarcón pretende mostrar las consecuencias de la comprensión generada por dicho dilema en relación con la dialéctica igualdad/diversidad, para explicar los efectos del discurso inclusivo sobre la situación de los estudiantes inmigrantes, considerados como paradigma de grupo minoritario.

Como queda en evidencia en la sección monográfica de este número de VERITAS, la teología y la filosofía pueden y deben reflexionar sobre problemáticas actuales y desafiantes, como la migración o el COVID-19, y no reducirse a meras elucubraciones filológicas o interpretaciones de textos. En esa tarea nos encontramos en VERITAS.

Referencias

Bauman, Z. (2016). Extraños llamando a la puerta. Barcelona: Paidós. [ Links ]

Cortina, A. (2017). Aporofobia. El rechazo al pobre. Barcelona: Paidós. [ Links ]

Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (2006). Glosario sobre Migración. Ginebra: Derecho Internacional sobre Migración, N° 7. Disponible en https://publications.iom.int/system/files/pdf/iml_7_sp.pdfLinks ]

Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (2019). Informe sobre las migraciones en el mundo 2020. Ginebra. Disponible en https://publications.iom.int/system/files/pdf/wmr_2020_es.pdfLinks ]

Tijoux, M. (2016). Racismo en Chile. La piel como marca de la inmigración. Santiago de Chile: Universitaria. [ Links ]

Waldenfels, B. (2015) Exploraciones fenomenológicas acerca de lo extraño. Barcelona: Anthropos-Universidad Michoacana. [ Links ]

1 Disponible en https://encuestabicentenario.uc.cl/resultados/?slug=sociedad

2Hay varias referencias que se pueden hacer al respecto; por ejemplo, María Emilia Tijoux, sostiene que “en Chile la “inmigración” se construye como idea y se detiene en su uso solo en algunas personas, dejando de expresar su definición más amplia y constri- ñéndose para devenir un estigma que etiqueta a ciudadanos de países específicos (Perú, Bolivia, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Haití) situándolos en las fronteras geográficas, espaciales y simbólicas que los desalojan de su ser social y cuestionan al De¬recho y a sus derechos humanos. (...) La “inmigración” como concepto, entonces, se sale de sí y se convierte en un problema que termina albergando al “racismo”. (Tijoux, 2016: 16) Por su parte, Zygmunt Bauman en su libro Extraños llamando a la puerta, critica la asociación que se hace con migración y terrorismo: “Identificar el “problema de la inmigración” con el problema de la seguridad nacional y personal, supeditar el primero de esos problemas al segundo y, en definitiva, reducir el uno al otro —en la práctica, aunque no literalmente— está jugando a favor, en realidad, de tres grandes intenciones interconectadas a Al Qaeda, Daesh y sus futuras prolongaciones y seguidores.” (Bauman, 2016: 39) Finalmente, Adela Cortina sostiene, en su libro Aporofobia, el rechazo alpobre que “el problema no es entonces de raza, de etnia ni tampoco de extranjería. El problema es de pobreza. Y lo más sensible en este caso es que hay muchos racistas y xenófobos, pero aporófobos, casi todos.” (Cortina, 2017: 21)

*

Doctor en Filosofía por la Albert-Ludwigs Universität Freiburg, Alemania. Profesor en el Instituto de Filosofía de la PUC, Chile. Entre sus publicaciones destacan los libros Der Mensch im Zentrum, aber nicht als Mensch. Zur Konzeption des Menschen in der ontologischen Perspekive Martin Heideggers (2008) y Heidegger y Scheler. Estudios sobre una relación olvidada (2013).

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