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vol.55 issue132DOS CARTAS (Y EL ESQUEMA DE OTRA) DE NICOLAUS DE AUTRÉCOURT A BERNARDO DE AREZZOCarnielli, Walter (ed.). Logic and Philosophy of the Formal Sciences: A Festscrift for Itala M. Loffredo D´Ottaviano. São Paulo: Centro de Lógica, Epistemología e Historia da Ciência, UNICAMP (Número especial de Manuscrito, Revista Internacional de Filosofia, vol. 28, n. 2, jul-dez.) pp. 191-591. (2005). author indexsubject indexarticles search
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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.55 no.132 Bogotá Sep./Dec. 2006

 

Hoyos, Luis Eduardo; Patarroyo, Carlos y Serrano, Gonzalo (eds.). Kant: entre sensibilidad y razón. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 243p. (2006).

ÁNGELA URIBE BOTERO
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA.
auribeb@unal.edu.co

 


Este libro es una ocasión para ofrecer al lector no especializado un acceso a los problemas centrales del pensamiento de Kant. En cada uno de los diez artículos que lo conforman parece advertirse el propósito que reúne a los nueve autores en torno al acto con el que se conmemoran los 200 años de la muerte de Kant: decir por qué es tan imprescindible y crucial en la historia de la filosofía. Este propósito se cumple en el libro de tres maneras: 1. Situando el pensamiento de Kant en el contexto histórico de los problemas de la filosofía moderna que, o bien le anteceden, o bien el mismo pensamiento kantiano hereda (Gonzalo Serrano, Carlos Patarroyo y Jorge Aurelio Díaz) 2. Aclarando en qué medida el corpus a partir del cual se constituyen las tres críticas es, en rigor, una teoría del juicio (Luis Eduardo Hoyos, Raúl Meléndez, Alejandro Rosas, Lucy Carrillo y Laura Quintana) y 3. Mostrando la vigencia del pensamiento político de Kant (Luis Eduardo Hoyos y Juan José Botero).

Para cumplir con el primero de los propósitos, Gonzalo Serrano hace, en su artículo "Objetividad o la crítica kantiana al circuito realista de la verdad", un recorrido por la historia que va desde el realismo de la metafísica hasta la propuesta de Kant. Haciendo hábiles contrastes entre la verdad como adecuación, la verdad como certeza y la verdad como objetividad, el artículo se concentra en mostrar cómo el idealismo kantiano expresa de manera contundente el giro a partir del cual consigue Kant, no sólo resolver el problema de la justificación de los juicios de verdad, sino romper el circuito metafísico de la verdad (Dios-ente-entendimiento humano- Dios). La exposición sobre el lugar de Kant en la historia del pensamiento sobre la verdad y la objetividad se amplía con la respuesta de Carlos Patarroyo a la pregunta sobre cómo responde Kant a las dudas del escéptico. Para situar en contexto su exposición, el autor hace una amplia reflexión sobre la respuesta que daría por su parte Hume (un escéptico moderado) a un escéptico radical. Las respuestas, tanto de Hume como de Kant, a las dudas escépticas, dado que recorren caminos distintos, no sólo son en cada caso distintas, sino que terminan por dejar ver en qué medida "el escéptico" del título del artículo ("Kant y Hume: la respuesta a un escéptico") no es realmente uno, sino dos: el escéptico pirrónico, al que responde Hume, y el mismo Hume, a quien Kant responde mostrándole la necesidad de que admita aquello por lo cual pregunta. Esto es, mostrándole en qué medida el carácter necesario del vínculo entre sucesos, por el que pregunta, es una condición para que la propia experiencia sobre los sucesos se pueda dar. El tercero de los artículos con el que se completa el mapa histórico del libro, pone en contexto lo que quedó de Kant para el idealismo alemán; en particular, para los dos autores que el expositor de este tema, Jorge Aurelio Díaz, identifica como "los dos extremos del pensamiento de Kant": el defensor (Fichte) y el adversario (Hegel). El recorrido por la exposición deja ver en qué medida, a pesar de que estos dos autores se sitúan en los dos extremos opuestos del pensamiento de Kant, terminan por coincidir en un acuerdo que identifica lo que parece ser el aspecto más problemático de la propuesta kantiana: su profundo dualismo, es decir, la dificultad de llenar el vacío que su filosofía parece dejar entre sensibilidad y razón.

El propósito de aclarar cómo las tres críticas de Kant constituyen una teoría del juicio se cumple en seis de los artículos del libro. En "¿Qué puedo yo saber?" Luís Eduardo Hoyos hace, para empezar, un largo recorrido por la trayectoria de la obra de Kant, a partir de las que él mismo, en la Crítica de la razón pura, considera son las preguntas más importante de la filosofía (¿Qué puedo yo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo esperar si hago lo que debo?). Más adelante, el artículo se concentra en responder a la primera de estas tres preguntas, para mostrar de qué manera la ambigüedad contenida en el título de la primera de las críticas (el hecho de que tenga un sentido positivo y otro negativo) es, antes que problemática, fructífera: la conciencia sobre nosotros mismos y las preguntas obligadas que de esta conciencia derivan son justamente las que nos conducen a preguntarnos, no sólo por lo que hace posible nuestro conocimiento, sino por su alcance. El artículo de Raúl Meléndez ("Kant y la matemática"), constituye una indagación minuciosa sobre la primera posibilidad (la positiva) de responder a la pregunta de Kant acerca de qué puedo conocer: ¿cómo es posible el conocimiento? Para hacer esto, el autor se concentra en explicar qué quiere decir Kant al atribuir una condición sintética y al mismo tiempo a priori a los juicios de la matemática. Una vez que queda clara en la exposición la diferencia entre el carácter analítico de ciertas proposiciones (las de la lógica), y el carácter sintético de las proposiciones con contenido empírico, el autor responde a la perplejidad que queda de la afirmación de Kant acerca de la condición sintética y sin embargo a priori de las proposiciones de la matemática, apelando a los criterios de necesidad y universalidad contenidos en ellas.

En el segundo artículo de Hoyos, el propósito es responder a la segunda de las grandes preguntas del pensamiento de Kant (¿Qué debo hacer?). Para ello el autor se concentra en señalar el vínculo conceptual entre ética y razón práctica, haciendo, sin embargo, un lúcido (y con frecuencia olvidado) énfasis en las razones por las cuales Kant pretende resolver la tercera de las antinomias presentadas en la Crítica de la razón pura: salvar la posibilidad de atribuir responsabilidad tanto a nuestros propios actos como a los de los otros; en otras palabras, mostrar en qué medida, tan pronto como se defiende la posibilidad de pensar la libertad, se recupera el punto de vista que da sentido a las expresiones morales. En "El imperativo categórico" Alejandro Rosas ofrece, paso a paso, y acudiendo a un ejemplo de la vida cotidiana, cortas respuestas a algunas de las preguntas más importantes de la filosofía práctica de Kant: ¿qué son las acciones humanas? ¿Por qué es práctica la razón pura? ¿De dónde proceden los fines que determinan nuestras acciones? ¿Qué es el deber y qué manda él? Para finalizar, Rosas incluye una defensa contra la famosa objeción al rigorismo con el que Kant responde a estas preguntas, acudiendo a las distinciones entre los motivos para actuar, y al hecho de que estos motivos pueden fácilmente ser identificados por el sentido común.

El quinto de los artículos con los que continúa la exposición sobre el corpus filosófico que contienen las tres críticas de Kant, se concentra en explicar la dimensión del problema del gusto, tal y como se les presenta a Hume y a Kant: ¿cómo justificar la pretensión de objetividad de los juicios de gusto? En el desarrollo de su respuesta a esta pregunta, Laura Quintana termina por mostrar que, dadas las inconsistencias en la manera como Kant pretende resolver el problema (en particular su recurso a un presupuesto antropológico, junto con la presunción acerca de que la unanimidad en los juicios de gusto implica un desarrollo artificial de ciertas facultades), termina por dejar a Kant más cerca de Hume de lo que él mismo habría querido admitir. Al parecer, según la autora, no sólo se les presenta a Hume y a Kant el problema del gusto de la misma manera, sino que la solución que ofrecen los dos autores parece ir por el mismo camino: el gusto implica ciertas capacidades naturales, y para que haya un acuerdo sobre él no basta la conformidad unánime con estas capacidades, sino que ellas tienen que ser desarrolladas culturalmente.

El cuadro de la exposición sobre las tres críticas de Kant se completa en el libro con el trabajo de Lucy Carrillo ("Kant y el problema del tiempo"). El problema del tiempo en este trabajo es visto, en primer lugar, desde la perspectiva de la teoría kantiana del conocimiento. En este sentido el tiempo es (contra Newton y contra Leibniz), no sólo condición de "las cosas espaciales", sino también la condición subjetiva de la sensibilidad humana en general. La segunda perspectiva desde la cual se comprende en toda su complejidad el problema del tiempo en Kant es, según la autora, la experiencia estética. Para aclarar esta perspectiva hace referencias a pasajes de la novela En busca del tiempo perdido, de Proust, y muestra lúcidamente cómo en ellos se dejan ver tanto la temporalidad de lo estético, como la pretensión de validez que Kant le atribuye a los juicios estéticos.

Hasta los más grandes autores y, como Kant, hasta los más preocupados por hacer de su filosofía un sistema, pueden ser inconsistentes. La serie de inconsistencias en los asuntos políticos de los que se ocupa Kant se deja ver, según Juan José Botero ("La filosofía política de Kant") en dos de sus tres ideas políticas: la de los derechos y la de la ciudadanía. Mientras que, en el ideario político de Kant, la libertad y la igualdad son condiciones que comparte cualquier persona, no cualquier persona puede participar en la elaboración de las leyes que tienen efectos sobre todos; mientras que en La metafísica de las costumbres, la distinción entre el estatus de ciudadanía para unos y otros parece estar sujeta a la contingencia de las condiciones sociales, en "Teoría y praxis", dice Botero, Kant parece apelar a razones naturales para negar el estatus de ciudadanía activa a algunas personas (especialmente a las mujeres). Este artículo es quizás el que, en relación con los otros, guarda más distancia frente a Kant; sin embargo, no por ello le resta importancia al hecho de que la filosofía política de Kant es tanto o más vigente que cualquiera de sus otras filosofías.

El libro, en suma, constituye una ocasión, no sólo para que los lectores no especializados reconozcan la grandeza de la obra de Kant, sino para que, tanto los lectores especializados como los no especializados, reconozcan o recuerden cómo se entretejen, aún hoy, los problemas que dan ocasión al trabajo filosófico.

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