Abstract
Durante el siglo XX, la didáctica de la lengua y la literatura ha recibido valiosos aportes de la gramática, la lingüística y la psicolingüística. Dentro del enfoque textualista a nivel nacional, en la década del noventa Cortés y Bollini (1996) promovieron la enseñanza de la lengua y la literatura recuperando conceptos teóricos de van Dijk y estrategias didácticas propias de los talleres de escritura. El textualismo, o lingüística textual, busca solucionar problemas no contemplados por corrientes como el estructuralismo y el generativismo, centradas en la oración. El textualismo se aleja de la perspectiva oracional y pasa a considerar el “texto” como unidad de uso de la lengua. Es decir, de palabras y oraciones aisladas, el interés gira hacia los textos. Este enfoque propone intensificar la enseñanza de prácticas, como sugería Brockart, ya que parte de la “lectura” para llegar a la “producción textual”. En este mismo sentido, los documentos curriculares en vigencia sostienen que la reflexión metalingüística no puede estar separada del texto y del discurso. Solamente a partir de ellos, "en acto y en uso", el alumno comprenderá y sistematizará los aspectos lingüísticos cuyo conocimiento y apropiación lo llevarán a ser el usuario autónomo de la lengua que se espera en la educación superior. De esta forma, la transposición didáctica permite transformar el saber sabio en saber enseñado, y especialmente en “saber aprendido” (no en “saber a enseñar”) a partir de la ejercitación práctica de textos.