Abstract

Desde los primeros años de su reflexión, Agustín entiende la "memoria" como una potencia operativa del alma. No la concibe simplemente como "almacén" de datos pasados, sino que, más bien, la presenta como centro "ordenador" y "coordinador" de los procesos psíquicos. En los escritos primeros, Agustín resalta la capacidad de la memoria para contraer y dilatar, tanto en relación con la "actio" con la que el alma mueve al cuerpo ("De immortalitate animae), cuanto en relación con la percepción como actividad cognitiva ("De musica"). A partir de aquellos, la memoria viene presentada como una potencia implicada en actividades múltiples: en la formación de las imágenes de objetos percibidos ("phantasiai"), en su fijación, en la reevocación de objetos percibidos en el pasado (recordatio) y en la creación de imágenes de cosas jamás percibidas, sobre la base de recuerdos genéricos (phantasmata). En el curso de su reflexión, Agustín delinea progresivamente el carácter plurifuncional de la memoria, llegando a definirla en el "De Trinitate" como "cogitandi modus"