Abstract
La idea de que los delirios son creencias es apoyada por la observación de que los delirios, al igual que las creencias, son usados en el razonamiento. Sin embargo, los delirios tienen otras características que son difíciles de explicar por medio de una teoría doxástica —por ejemplo, los delirios persisten a pesar de la evidencia en su contra y algunas veces entran en conflicto con las acciones del agente (de maneras en que las creencias parecerían no hacerlo), dando lugar a lo que se conoce como el fenómeno de la doble cuenta—. Estas características han motivado teorías no doxásticas, que argumentan que los delirios son otro tipo de fenómeno mental (e.g., imaginaciones o actos de habla vacíos). Mientras que las teorías no-doxásticas pueden explicar dichas características de los delirios—como su persistencia a pesar de la evidencia en su contra y el fenómeno de la doble cuenta— estas teorías tienen dificultades para explicar las características de los delirios que los hacen similares a las creencias. Nos encontramos entonces en un punto muerto en el que ni los enfoques doxásticos ni los no doxásticos pueden explicar todas las características de los delirios. En este artículo, propongo avanzar en este debate mostrando que la propuesta doxástica puede, después de todo, dar cuenta tanto de las características de los delirios que los hacen similares a las creencias como de sus demás características. Basándome en literatura reciente en epistemología, argumento que las creencias (racionales) puede estar motivadas por factores no evidenciales (e.g. pragmáticos o emocionales) y que estos factores sirven para explicar las características aparentemente desconcertantes de los delirios. También propongo que categorizar las creencias a través de dos compartimentos funcionales, el implícito y el explícito, nos ayuda a entender la interacción dinámica entre creencias delirantes y no delirantes.