Abstract
La suposición de que una ética ambiental adecuada debe ser no-antropocéntrica es errónea. Hay dos formas de antropocentrismo: débil y fuerte, y el primero es suficiente para mantener una ética ambien¬tal. Sin embargo, la ética ambiental sí difiere de los sistemas éticos británicos y norteamericanos en la medida en que, para ser adecuada, debe ser no-individualista. La ética ambiental contiene dos niveles de decisión: el primero refiere a las decisiones usuales que afectan la equidad individual, el segundo no tiene esta perspectiva individual. Este segundo nivel, llamado decisiones de asignación, no es reducible al primero y gobierna el uso de recursos a través del tiempo. El antropocentrismo débil provee una base para criticar las necesidades individuales de consumo y puede ser la base para juzgar entre estos niveles. Así, permite un fundamento adecuado para la ética ambiental sin necesidad de recurrir a los cuestionables compromisos ontológicos que adoptan los no-antropocentristas al atribuir valor intrínseco a la naturaleza.