Abstract
Los recientes movimientos sociales (desde las “primaveras árabes” a Occupy Wall Street, pasando por los “indignados” europeos o los estudiantes latinoamericanos) pueden entenderse mejor, sin negar sus componentes locales, si se perciben como alternativas producidas dentro de la lógica del sistema capitalista. A ello se añade la actual coyuntura de inseguridades producidas por la crisis visible desde 2008, que agudiza los motivos de protesta. Ésta, sin embargo, no es mayoritaria, y sus integrantes se plantean -con dificultad- objetivos y medios, al tiempo que oscilan entre la búsqueda de cambios en el sistema y su generalización hacia un cambio de sistema