La cultura es el cultivo o desarrollo que el espíritu humano imprime en el hombre y en las cosas de acuerdo a su respectivo fin o bien. El hombre tiene una naturaleza o esencia, en la cual se unen, en un orden jerárquico, los diferentes aspectos de su ser y actividad, que culminan en su ser y actividad específicos, espirituales, que a su vez poseen un dinamismo esencial hacia el ser —verdad y bien— trascendente y, en definitiva, divino. También los (...) seres materiales, orgánicos e inorgánicos, poseen una naturaleza, en, la cual las diferentes partes se unen y ordenan hacia el ser y actividad específicos; y todos ellos encuentran su bien o fin último en el propio hombre, ya como objetos —verdad y bien— para el desarrollo de su vida espiritual, ya como medios necesarios para su vida material. El hombre es capaz de equivocarse y desviar su propia actividad y ser de su verdadero bien y, consiguientemente, desviar la actividad y ser de las cosas conduciéndolas al servicio de un bien subalterno contra su auténtico bien; desviación engendrada ya por una falta de visión intelectual —error— ya por una falta moral —pecado— de su propia voluntad libre. (shrink)
Al presente estudio interesa ante todo la segunda conversión agustiniana: la de su inteligencia desde el neoacademísmo escéptico al platonismo o neoplatonismo, en el sentido de determinar con precisión el alcance y los límites del influjo de la doctrina platónica y neoplatónica en la formación del propio pensamiento agustiniano. San Agustín recuerda en su Confesiones cómo cayeron en sus manos unos "libros de los platónicos", donde descubrió la existencia de un mundo inteligible por encima del mundo material de los maníqueos (...) y neoacadémicos, mundo de ideas o verdades inteligibles que él coloca en la mente del Verbo ; donde aprendió también que el mal no es un ser, sino una privación o no -ser en el ser y que, por ende, no tiene causa eficiente sino deficiente. La Verdad es que estos 'libros de los platónicos" —casi seguramente las Ennéadas de Plotíno, traducidas al latín y probablemente ya un tanto expurgadas por el cristiano Víctoríno-- más que para trasvasar la concepción platónica a la mente de San Agustín, han servido de acicate a la creación y desarrollo del propio pensamiento agustiniano. En el fervor de este encuentro de la solución a sus propios problemas, en vano buscada tantos años y hallada al fin en el contacto con la doctrina neoplatónica más que en ella misma, San Agustín se creyó más tributario de lo que realmente estaba a estos libros en la elaboración de su propio pensamiento ; y, por eso, cuando apagado este entusiasmo y decantado serena y críticamente por el propio genio el contenído real de tales libros, en sus Retractaciones el Santo se reprocha haberles otorgado elogios excesivos (5) ; lo cual ya de por sí es un indicio de que con los años San Agustín ha tomado conciencia de su propia síntesis doctrinal y de la profunda y radical divergencia que lo separa de Piotino y, en general, de la doctrina platónica y neoplatónica. Y es éste el problema que cabalmente nos proponemos dilucidar aquí. (shrink)