Abstract
Tras presentar cómo la síntesis de tres tradiciones hizo que surgiera Europa, expresión de máxima creatividad cultural, se analiza el origen de la crisis actual en la pérdida de la dimensión comunional y simbólica del conocimiento. El artículo plantea que en el clima actual, el cristianismo puede mostrarse de nuevo como la revelación de la novedad de la vida, de esa existencia relacional trinitaria, libre y agápica. Es la hora de un arte que no siga el perfeccionismo idealista y romántico, sino la sabiduría del amor, el camino pascual del Cuerpo de Cristo.