Cultura 35:91-105 (
2021)
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Abstract
Todos los quehaceres humanos tienen sentido en la medida en que están ligados a una realidad trascendente, y a ello no es ajena la comunicación que, además de ser una de las características ontológicas del hombre, resulta la única vía que permite la experiencia religiosa entendida como una interacción con lo sagrado; y así como ocurría con el hombre primitivo, en la actualidad el principal drama del hombre posmoderno se sitúa, precisamente, en la ruptura con su dimensión religiosa. La contrastación analítica entre religión y comunicación a partir de los estudios de Mircea Eliade deja en claro cómo confluyen de manera admirable la comunicación y la religión, con la misma intensidad de dos olas que se abrazan en el horizonte de la existencia. El hombre es un ser religioso irrevocable en la medida en que tiene sed de comunicación, en cuyo ámbito sabe que encontrará su propia realización.