Abstract

¿Quién teme a Fukuyama y a Huntington? ¿Por qué sus textos, escritos desde la ciencia y la academia –y, por tanto, disputables desde un espacio de debate intelectual sereno y razonado–, han llegado a convertirse en iconos sobre los que se descargan todos los golpes de los descontentos del pensamiento único y cargan así con las culpas de lo que pasa en el mundo? ¿Qué afirman en realidad?