Abstract
Después de haber tratado el tema del desenlace del discipulado de Simón Pedro a la luz de Jn 21,15-19 en anterior artículo, quedaba pendiente realizar lo propio con respecto al personaje del discípulo amado. La primera sección del epílogo del evangelio, asocia, en efecto, estas dos figuras que interactúan en sinergia para reconocer al Resucitado en su tercera manifestación. Y la finalidad de dicha manifestación consiste en proveer a las necesidades de la comunidad de discípulos en medio de los desafíos inéditos del tiempo post-pascual. El presente artículo desarrolla la especificidad del seguimiento del discípulo amado que, junto con el de Pedro, constituirá parte fundamental de esa provisión necesaria para la vida y misión de la naciente Iglesia