Abstract
En América Latina, la aceptación general de los valores democráticos coexiste con la percepción de que las élites políticas no son responsivas y con la convicción popular de que el enforcement de la ley es diferenciado, conduciendo a la desacralización electoral. El efecto producido es un acervo de sentimientos negativos capitalizado por opciones políticas con discursos esencialistas y excluyentes. Ante esta situación, ¿la democracia directa garantiza que los ciudadanos tomen parte de lo público y dispongan de espacios en los procesos decisionales? Este ensayo compara mecanismos de democracia directa en México y Colombia para ponderar si cumplen las expectativas de hacer más participativa la democracia, o si se trata de modalidades actualizadas de prácticas clientelares, patrimoniales o plebiscitarias. Consideramos que los plebiscitos, las consultas, los referendos y las iniciativas ciudadanas abren un espacio a la formación de redes de acción pública y despliegan un efecto de crear ciudadanía.