Abstract
El siglo XXI ha estado marcado por innumerables protestas callejeras en diferentes regiones del mundo desatadas a su vez por disímiles coyunturas políticas. El artículo tiene dos objetivos: primero, proponer las emociones políticas de la rabia, el resentimiento y el deseo de reconocimiento como categorías interpretativas de las expresiones de inconformidad ciudadanas frente a la política contemporánea. Segundo, advertir que la incapacidad de las democracias liberales para domesticar la violencia constituye uno de los mayores fracasos de la modernidad política. Así, a partir de la lectura crítica de los filósofos políticos contemporáneos más relevantes en el ámbito occidental, ambos objetivos mostrarán que la crisis de las democracias liberales y del capitalismo tiene raíces estructurales y que demandan la reinvención del paradigma triunfante en 1989 conocido como el Fin de la Historia.