Abstract
El artículo propone una lectura de La chambre claire de Roland Barthes tomando como base el sintagma locura de la fotografía, como indicio de una teoría original y radical de la experiencia fotográfica. En virtud de su estatuto ontológico y tecnológico (la conformación inédita de una imagen-tiempo) y de una articulación indisociable entre el orden referencial y el polo pulsional en el Spectator (ligando la fotografía, de manera central, a los procesos inconscientes), la foto posee una potencia singular: la de marcar en el sujeto una intensidad afectiva única. Demostraremos que Barthes comprende la fotografía como el lugar de una experiencia extrema, en cuanto, en el evento del punctum, el Spectator roza el límite del sentido y el advenimento de lo innombrable.