Abstract
El presente trabajo explora el estatuto del arte en la filosofía de Spinoza, en el marco de la inversión copernicana que da origen a la estética y del barroco holandés. Si bien el pensamiento spinozista se inscribe en la conversión antropológica, en virtud de la cual lo bello resulta ser un efecto en el sujeto y no una cualidad de los objetos, su comprensión del arte es inasimilable a la “estética” como ámbito diferenciado y autónomo que se consolida en el siglo XVIII, y más bien concibe el arte integrado a la vida y a la experiencia común –a la vez que, en cuanto praxis de origen corporal al alcance de cualquiera, presenta puntos de contacto con las vanguardias históricas del siglo XX–. Spinoza, según se propone en este texto, concibe la producción de “obras de arte” menos como un hecho estético que como una actividad corporal éticamente orientada a la vida buena.