Abstract
En las Filípicas, Cicerón utilizó una amplia variedad de invectivas para denigrar a Antonio, retratándolo como un individuo antisocial que encarnaba todas las taras morales y vicios. Lo describió como un enemigo del Estado y un tirano que aspiraba a la autocracia y buscaba eliminar a los boni, defensores de la República. Estos insultos se analizan a lo largo del artículo y se observa en ellos una inversión de las virtudes cardinales descritas por Cicerón. Según Cicerón, estas virtudes eran las cualidades que un estadista debía poseer, tal y como se detalla en su obra De Officiis, que escribió al mismo tiempo que pronunciaba las Filípicas.