Abstract
El artículo propone demostrar que la sintaxis espacial de la escena entre Etéocles y el coro (vv. 78-368), atravesada por el género de lamento, constituye un mecanismo potente, dinámico y programático para involucrar y orientar a la audiencia en relación con la acción que se desarrolla, en un proceso que depende de la potencia del teatro en tanto espectáculo. Se sostiene que, en _Siete contra Tebas_, aquel personaje –individual o colectivo– que dispone sobre el espacio es quien tiene poder. En la escena estudiada, la toma del espacio y la licencia para desplazarse en él se instalan como asunto fundamental.