Abstract
La denuncia platónica de la imagen marcó a la filosofía occidental. Sin embargo, a diferencia de otras tradiciones, a partir de Aristóteles se ha logrado, no sin dificultades, valorar la imagen como mediación o soporte cognitivo e incluso como una matriz creativa. Pero dos motivos se conjugan para hacer problemática nuestra relación con las imágenes. Por una parte, los efectos religiosos y políticos de la imagen han llevado a buscar su neutralización. Por otra parte, al hacer de la imagen un signo arbitrario se reitera, por otra vía, el error platónico de desvincular la imagen de su capacidad cognitiva.