Abstract
“Actúa de manera tal que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de la vida humana genuina en la Tierra”. ¿Cómo podemos entender esta máxima de Jonas? ¿Es demasiado antropocéntrica como para ser interesante para la ética ambiental? ¿Está demasiado limitada a la supervivencia como para tener un significado moral en una ética verdaderamente humana? En primer lugar, podríamos argumentar que no es tan anti-kantiana como para desafiar el “presentismo” actual imperante y nos obliga a tener en cuenta no solo las generaciones futuras, sino también el contexto en el que anticipamos que estas futuras generaciones vivirán. Por lo tanto, deberíamos distinguir dos interpretaciones diferentes de la máxima de Jonas. En una primera etapa, la del desarrollo sostenible, se entendió que considera no solo las necesidades sino también los derechos de las generaciones futuras. En una segunda etapa, la de un Antropoceno y una transición ecológica, significa que dar sentido a la humanidad implica conectar a los seres humanos con la Tierra y otros seres vivos en lugar de oponerse a ellos.