Abstract
Los cambios de la globalización imponen a la realidad educativa planteamientos que prevean la posibilidad de no separar a la educación de sus imperativos de formación en la cultura, el conocimiento y la ciudadanía actuales. De ahí que la necesidad de adaptación económica de los países al nuevo orden económico internacional es preciso que se vea acompañada de una reflexión profunda en los desafíos de formación valórica que toda pedagogía debiera tener por intención. Como reconocen diversos autores, en toda aproximación pedagógica al conocimiento se hayan imbricadas implicancias formativas cuyo valor ético, caracterizado por el incentivo de virtudes sociales y capacidades de autonomización y deliberación, constituye el núcleo de una reformulación no sólo de la labor cotidiana del docente, sino de su necesidad de profesionalización; la que debe entrañar una docencia comprometida con los intereses comunes de la sociedad y de quienes reciben formación educativa.