Abstract
El cuño técnico de la cultura actual ha desordenado el marco tradicional en el cual la imagen podía persistir. El ojo ordenador y la representación contemplativa tradicional fracasan ante la velocidad vertiginosa con que nos inundan hoy las imágenes: el ojo ya no ve, sólo vibra. El autor propone una Estética del vértigo, cuyo propósito es volver a lograr un encuentro entre la concepción tradicional de las imágenes, lo cual significa hoy una defensa de la pintura, y la presencia evanescente propia del vértigo técnico de las imágenes actuales. Esa Estética del vértigo aboga de nuevo por una facultad de juzgar rejlexionante, capaz de afrontar la finitud con sobriedad y pragmatismo.